lunes, 21 de abril de 2008

Notas tibetanas


Hay dos tipos de hombres los que dicen no, como Schopenhauer a la manera brahmánica , o los que dicen sí como los griegos trágicos. Decir no a la vida es el primer estado reconocible de una espiritualidad sistémica, monoteísta, universal o en el caso de Schopenhauer de una negatividad intrínseca a un nuevo tipo de nihilismo . El mas allá es producto de una nueva virtud “la imaginación”. Nietzsche identificaba a la Europa del siglo XIX y su porvenir como “budista” ya que pervivía en un nuevo concepto de moral, aunque ya implícitamente sin dios, eso si afianzada en una moral universable, racional y objetiva:

"Toda valoración moral (como, por ejemplo, el budismo) termina en nihilismo: ¡éste es el porvenir de Europa! Se cree poder construir un moralismo sin fondo religioso, pero esto abre el camino al nihilismo. En la religión falta la ne­cesidad de considerarnos como creadores de valores morales".

El caso del Tibet es curioso, exige derechos, por ende una especie de placer y dignidad mundano y Occidente acude a sus súplicas, primero en una comunidad budista soterrada y luego mediáticamente. Es curioso que un guerrero como Buda haya reflexionado, reflexionó después del dolor, después de experimentarlo, su tarea con un gran sentido espiritual fue evitar el dolor, no en su sentido más fisiológico sino en la totalidad, en su cosmología. La vida es sufrimiento, no hay nada sino vacío, la realidad es una ficción cognitiva. Los intentos del Dalai Lama de evitar el dolor político es un vistazo al mundo , a evitar el dolor fisiológico, pero aunque los derechos les sean devueltos, se le reconozca su Estado, el dolor humano seguirá existiendo, el dolor se totaliza en la vida, pero no se asume sino que se disciplina para evitarlo, para una negación acética del mundo . No es necesario que Dios en este escenario exista, por el contrario es urgente su ausencia. La tarea es tan grande como la meta. Por esto no es casual que el Dalai Lama coquetee tanto con la ciencia, que reconozca en su religión una de las mas cercana a la ciencia, cosa que al occidental enamora.

Si el Tibet exige derechos es sólo por el acto de sobrevivir como cultura, como religión, no puede pedir derechos y reconocimientos para evitar el dolor que esto produce, el Tibet mendiga una voluntad que no puede defenderse, reivindicarse. El dolor es irrelevante comparado con el deseo de conservación. El budismo menos occidentalizado , el que tiene menos publicidad con la moral occidental es el mas fuerte, vemos en el zen un método casi eleático, no sólo supera la visión de bien y mal sino que lleva al pensamiento al borde del abismo, lo contrae y lo supera, la iluminación , el satori, esta por sobre condiciones morales seductoras .

La voluntad compasiva del Tibet no deja de ser un león sin colmillos y los que acuden en su ayuda son utilizados como una mala publicidad para sus dominadores, los comunistas chinos.La libertad también es un concepto que se elevó y hoy se comporta como un animal rabioso, como “una estatua”.

Todo esto no es nada más que publicidad de voluntades, olvídense que el dolor caduque, el dolor es el cáliz budista tanto como la compasión un instrumento político . Cuando el pecado cristiano se agotó en su lógica interna, el sufrimiento budista niega al mundo mas "modernamente".


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