jueves, 18 de agosto de 2016

Diario

Siempre me ha parecido un insulto terrible que los padres decidan traer un hijo a este mundo de dolor y miseria, sin ninguna posibilidad cósmica de que este lo haya elegido. Mas aún, no contento con esta afrenta original, una vez que este hijo crece se le obliga a que debe solventarse económicamente solo. ¡Una doble locura!
Siempre he estado a favor de los mantenidos. Los veo como los únicos ciudadanos que ejercen el derecho humano fundamental, tal es, el de cobrar la dote por una desición de la que no participó, pero que le afecta mas que a nadie: existir.
Lógicamente la modernidad, enamorada del trabajo, ha juzgado que la independencia de capital es una virtud humanista y el hombre mantenido por la familia denota invalidez intelectual. Bueno así juzga la "filosofía" moderna y los hombres obedecen, se ponen nerviosos y para no ofenderse (y poder casarse en paz), terminan creyendo el cuento y así heredando este insulto a sus descendientes.
Pienso en la mayoría de los artistas del siglo XIX, todos mantenidos por el capital familiar, desde Proust hasta Schopenhauer. Este último, que decía despreciar el dinero, recibió una herencia familiar de 21.000 táleros (alrededor de 1,5 millones de euros) para filosofar y odiar al mundo en total calma económica.
¡Mantenidos del mundo uníos! ¡Qué linda sería una marcha así!


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Hoy todo el día con fiebre en cama. Leí muchas cosas interesantes de biología. Recuerdo que gracias a mis constantes amigdalitis, que cuando niño me tenían muchos días en cama, aprendí a leer. En el colegio, cuando cursaba primero básico no aprendí nada, literalmente nada, iba a solo llorar porque no quería estar allí. Lloré un año entero y quizás quebré con esto algún récord mundial de desesperación colegial.
Si fuese mas enfermizo quizás sería mas metódico, con una cultura mas ordenada. Como Proust y sus 30 páginas para describir cómo da vueltas en la cama antes de quedarse dormido.
Siempre me ha apasionado mucho el tema de la selección natural. Conversando por chat con J, un amigo (que no tenía fiebre pero sí tiempo), este quizo llevar el tema a lo concreto. Reflexionó, como si fuera un Darwin en las Galápagos, sobre Tinder, según él un importante laboratorio para medir una primera instancia de selección natural.
A J le impresiona, en su trabajo de campo, que en un primer diálogo y sin mediar mucha filosofía, la mayoría de las mujeres aceptan salir a una cita casi enseguida, y lo hacen con una felicidad muy auténtica. Luego, dice J, vuelve su parte racional. Las típicas preguntas de detective ¿No será peligroso? ¿Si ni siquiera lo conozco? Así muchas mujeres desertan al rato la invitación y no la concretan. Pero J se queda con el amplio porcentaje que aceptó de primera. Lo ve como un fenómeno muy rico en interpretaciones. ¿Porqué tantas aceptan y tan rápido? se pregunta Darwin en su barco. (También comenta sobre las que no abortan la cita, un porcentaje menor, pero culpable de su gran entusiasmo por este tema)
Le digo a J que su relato coincide con un artículo español que leí hace un tiempo sobre un ligón (como le dicen allá al que conquista muchas mujeres). Recuerdo que la periodista le preguntaba, no sin un asombro irónico, sobre sus técnicas de seducción en Tinder (llevaba centenares de chicas a su haber) y una de ellas, la que el ligón resaltaba más, era invitar, sin mucha cháchara, ni teleseries, ni biografías preliminares, a salir de inmediato a la chica.
Esto habla, según J, que ellas no aceptarían estar conversando por mucho tiempo en un frío y poco romántico medio digital y sólo querrían la conversación como una puesta en escena. La felicidad auténtica que a ellas les surge de la invitación inmediata, se debe a que por fin retornarán a la vida "real", de donde la seducción, a su juicio, nunca debió haber huido.
En una cita, (rápida porque no hay mucho tiempo ya que hay muchos esperando) se puede ser una observadora omnisciente. Se puede evaluar el físico, el humor, la capacidad económica, la inteligencia, etc.
Aquí entra la selección natural, las nuevas estrategias, habilidades y rutinas seductoras que ciertos grupos irán manejando en detrimento de otras manadas. Incluso aunque parezca una locura y por una trampita técnica, es muy difícil estar comprometidos y usar Tinder, ya que hay todo un servicio secreto de amigas de la novia que se dedica a perseguir a potenciales novios infieles que se abren cuentas (en el futuro esta ocupación quizás se transforne en remunerada) Otra selección natural que se suma: Confirmar la autenticidad de los solteros, algo que en otro periodo histórico era muy difícil de determinar.
Las citas a ciegas en el periodo preinternet eran una verdadera excentricidad, algo raro, propio de correos sentimentales para jubilados. No existía una estrategia para afrontar dichas citas. Hoy en rigor todo es a ciegas. El ensayo y error hará lo suyo.
Con todo esto probablemente triunfarán, como en las antiguas polis de Grecia, los buenos conversadores, los ingeniosos, los poderosos del lenguaje, y todos estos constituirán una nueva especie de aristocracia natural.
Los retóricos. Los leones del siglo XXI.
J sin duda es uno de ellos…


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¿Porqué los hombres son infieles? se pregunta la antropóloga Helen Fisher en su libro Anatomía del amor. Desde el darwinismo la respuesta no es difícil. Para asegurar por medio de la variedad, la supervivencia de su material genético. Entonces surge naturalmente otra pregunta: La hembra impedida de esa posibilidad de variedad genética (se podrá copular con muchos pero se fecundará de uno), entonces ¿Porqué ellas son infieles?
La antropología clásica da diversas luces al respecto. En tiempos primitivos, para tener un amante en cada lugar distinto al que se visitaba, como póliza de seguro en caso de viudez, para mejorar la genética en caso de tener una pareja que se debilitara, para asegurar las posibilidades de sobrevivencia de su prole, incrementando su apareamiento cuantitativamente.
Además señala como ejemplo el caso de los chimpancés hembras. Estas copulan con todos los miembros de su manada excepto sus hijos, y lo hacen por dos razones. Para hacer amistad con machos que pueden cometer infanticidio con su prole (como sucede normalmente en la naturaleza cuando un macho se enfrenta a cachorros ajenos) y confundir a los machos en cuanto a la paternidad de estos, para que actúen de forma protectora con toda su descendencia. Esta estafa genética se da también en felinos (incluso en homo sapiens)
En definitiva no vinimos a ser felices sino a reproducirnos. Esta es la verdad científica. Esto no quiere decir que la felicidad no sea una construcción cultural real, tan "real" como cuando el ateo, al contemplar una catedral gótica, no puede negar que de todo un compendio de imaginaciones, creencias y quimeras, surja algo tan sólido y bello.
La cultura avanza, la técnica se perfecciona y entonces se preguntarán ¿Qué tiene que ver el comportamiento de simios y hombres primitivos con el actuar del pulcro y ético oficinista actual?
Todo. Esa información vive arraigada en nosotros y en el resto de los seres vivos a manera de impulsos milenarios y es muy poco probable que diques pequeños (aunque significativos) como conductas éticas, leyes, modas comunicacionales, puedan intervenir profundamente en esos impulsos.
Es por ello que esta "fuerza" de la naturaleza tan estudiada por Schopenhauer, Darwin y Freud fue un mazazo tremendo al ideario racionalista y de progreso que se gestó en la Ilustración, y que al parecer goza de excelente salud como la mayoría de las iglesias góticas.
Caminar por una de esas imponentes iglesias debe erizar la piel, incluso si pensamos que fue construida en función de una mentira. Lo mismo sentimos cuando nuestro organismo desea dar un paseo por la felicidad, y para esto, busca perdidamente enamorarse.



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Pensar, reflexionar, leer. Toda actividad restante a la cual me someto durante el día (y durante toda mi vida) no es mas que una excusa para permitirme un verdadero momento de ocio, tan trascendental como inútil.
El porcentaje del tiempo que dedico al pensar fundamental, es muy alto frente a la media, pero humillante frente a los antiguos.
Nunca me interesó la vida activa a la manera de los actuales. La vida activa para mí (como para todos los griegos) es igual a la vida de la palabra.
¿Los costos del rechazo a la vida actual?
Demonios nuevos, vulgares, mercantiles, absurdos, que hay que saber ignorar.
Pascal Quignard escribe:
"Aquel que piensa está en el paraíso. De eso no hay duda alguna. Pero en el paraíso está completamente solo, desnudo, sin muertos, temblando, con los dos pies mojados..."



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Leo a Lipovetsky y sus estadísticas en relación del retiro del Don Juan en el campo de la pálida seducción contemporánea, mediada según el filósofo, principalmente por las rutinas de consumo del individuo actual. Uno ama como consume. En Francia, según sondeos, esta tendencia práctica de donjuanismo va en baja, a pesar que las aplicaciones de citas crecen con mucha rapidez. El mito del sexo casual en Tinder se va disolviendo cada vez mas en favor de la desesperación por ser elegido, sino definitivamente, al menos por una corta pero estable temporada.
En el diario La Tercera hoy se muestra un estudio similar. El artículo se titula "Investigación asegura que jóvenes están teniendo menos sexo que sus padres". A pesar que esta sentencia puede tener muchas interpretaciones, empíricamente se pueden percibir algunos ejemplos que explicarían tan curioso fenómeno.
"Paso toda la semana en la oficina, y remato el día encerrándone en una habitación con tele. No sé en que momento pueda conocer gente", fue lo que me dijo una vez muy sinceramente una mujer. Pasó el tiempo y esa misma confesión la empecé a escuchar en reiteradas ocasiones en muchos contextos distintos. ¿Donde están hoy los hombres que cazan? (reconociendo que "conocer" es en parte cazar o ser cazada) ¿Y el fin de semana? Prefieren los hijos, las películas o algún deporte exótico, en vez de arriesgarse a las conductas erráticas de los galanes en celo, que inevitablemente irán mermando su propio romanticismo de por vida.
Por otro lado , es increíble la cantidad de hombres que reconocen abiertamente que no pueden estar solos, es lo que quizás ese estudio francés confirma: que los hombres están dispuestos a dejar el donjuanismo por una pronta pareja (de cualquier tipo) que sólo cumpla el requisito fundamental: que no les dejen solos. El Don Juan pasó de ser un envidiado ícono literario de otro siglo (lo escribe con maestría Lord Byron y al "Don Juan veneciano" Casanova, lo escribe Marai y Phillipe Sollers) a ser hoy un solitario indeseable. Un desgraciado. Un vacío andante. ¿Quién puede elegir hoy vocación semejante?
Llega una edad donde ya no se estudia más (¿Fue correcto alguna vez estudiar tanto?), el trabajo y sus esperanzas de realización suenan a una mala broma, ya no se asiste a ninguna iglesia y la tribu adolescente de amigos ya fue exterminada por las rutinas de la propiedad privada. Pareciera que la única realización esperable, sería estar siempre flanqueado por una pareja que sostenga el aburrimiento y la incertidumbre de la vida moderna. Incluso he observado casos realmente curiosos pero no tan esporádicos; Hombres con tal pánico a la soledad que al percibir el ocaso de una relación, pesquisan enseguida una próxima antes de que la primera acabe, esto en una especie de perfecta posta atlética.
La esencia del Don Juan es la incertidumbre. El hombre contemporáneo sobresaturado de ella, lo último que quiere es sumar otra incertidumbre. Menos una de carácter sentimental.
El Donjuanismo así es visto como una anomalía, un border que disfruta caminar por la corniza. Su lugar debería ser la terapia o el exilio del obsesivo. Es el paso del romántico personaje de Johnny Depp en Don juan de Marco, reemplazado en el siglo XXI por el personaje de Michael Fassbender en la película Shame, que no transmite ninguna filosofía en sus conquistas y sólo se comporta como un virus imparable directo a la autodestrucción.
El "no tengo tiempo para conocer gente" de la mujer y el "tengo un terror edípico a estar solo" del hombre, son las combinaciones perfectas para la retirada del Don Juan. Para que también las estadísticas de las parejas sexuales vayan a la baja y la filosofía de la seducción sea reemplazada por la necesidad obsesiva de una compañía utópica. El curioso voto voluntario de la monogamia actual, no busca tanto el simple deseo de ternura como la intención de alejar todo lo posible a la soledad, convirtiendo al corazón en un triste capital inmobiliario.
Albert Camus escribe en el Mito de Sísifo:
"Si bastase con amar, las cosas serían demasiado sencillas. Cuanto más se ama tanto más se consolida lo absurdo. No es por falta de amor por lo que Don Juan va de mujer en mujer. Es ridículo presentarlo como un iluminado en busca del amor total. Pero tiene que repetir ese don y ese ahondamiento porque ama a todas con el mismo ardor y cada vez con todo su ser...
¿Don Juan es triste? No es verosímil. Apenas apelaré a la crónica. Esa risa, la insolencia victoriosa, esos saltos y la afición a lo teatral son claros y alegres. Todo ser sano tiende a multiplicarse. Así le sucede a Don Juan. Pero, además, los tristes tienen dos motivos para estarlo: ignoran o esperan. Don Juan, sabe y no espera..."


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"El amor es derroche, es exceso. No se puede estar enamorado y al mismo tiempo preservarse, guardar algo, producir, lucrar, invertir, “enriquecerse”...el amor es antieconómico, inflacionario. Cualquier reflexión que venga de una economía que no sea la del gasto pertenece al sistema del desamor, no del amor..."
(Cristina Peri Rossi. "Solitario de amor")



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Proust, como siempre, escribe con un hermoso estilo algo temible :
"el amor consiste solamente en la necesidad de que calme nuestros sufrimientos la criatura que nos ha hecho sufrir..."
Es demasiado ridículo de tan cierto.
Y parece cierto también pensar, con no poco desencanto ¿Qué nos puede provocar una mujer que no nos ha hecho daño? Intentamos seguir el sentido común, y creer que nuestros sufrimientos se curan con la inocencia propia de un nuevo debut sentimental. Entonces, tras un nuevo desencanto, caemos en esa verdad enferma que dice que el sufrimiento sólo puede ser curado por la poseedora de la llave que lo echó a andar, y que ninguna buena intención de cualquier ángel inocente puede conocer esa combinación sellada.
¿Como puede enfrentar ese sufrimiento alguien que no lo creó, que lo ignora y que probablemente huya por la impotencia de no haber podido crear nada en el nuevo romance?
Todos los sufrimientos están remitidos y no hay nada que otro ser ajeno pueda hacer por ellos. El amor no tiene nada que ver con el porvenir...


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"No puedo hacer clases-me dijo una vez un tipo- Para ser profesor hay que creer en la esperanza y sobre todo brindarla a los alumnos. Yo no la tengo y por eso no estoy capacitado para ello."
Pensé con esto que todos los colegios deberían tener un profesor que enseñara la fragilidad del mundo y lo arbitrario del dolor de sus abates, condimento indispensable para la buena salud del pensar. Sus enseñanzas serían voluntarias, los alumnos, algunos guiados por la curiosidad, otros por simple excentricidad, asistirían a todas sus clases, que servirían de contrapeso intelectual al ingenuo optimismo burgués, propio de la enseñanza tradicional.
Rousseau en su libro sobre la educación, el "Emilio", aborda este tema y deja claro que este hipotético profesor sería clave en una verdadera formación espiritual:
"No acostumbréis pues a vuestro alumno a mirar desde lo alto de su gloria las penas e infortunios, las fatigas de los miserables, y no esperéis que se compadezca si le resultan extrañas.Hacedle comprender bien que la suerte de estos desdichados puede ser la suya... que mil acontecimientos imprevistos pueden derribarlo en cualquier momento. Enseñadle a no confiarse ni en el nacimiento, ni en la salud, ni en las riquezas, mostradle todas las vicisitudes de la fortuna …”
La clase comenzaría así: Muy pocas cosas en la vida están en nuestras manos y con esa verdad debemos aprender a vivir. Y cuando vienen las desgracias no hay nadie a quien pedirle explicaciones, ni encontrar una justicia detrás de cada pena, no gasten tiempo en buscar eso.Sólo hay que fortalecer nuestra sabiduría interna para cuando lleguen esos momentos, porque lo único seguro en la vida es que llegarán ineludiblemente.
La clase se llamaría: "Reconciliación con el mundo".


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He tomado muchas notas sobre los haitianos que viven en las poblaciones marginales. Son muy desconfiados (razones tendrán) pero a su vez muy exquisitos en la cocina, a pesar de su pobreza. Se decantan por marcas precisas de arroz, bebidas, mantequilla u hojas de afeitar y no aceptan alternativas. Por ende, en el ámbito del marketing son clientes duros. Están ajenos a la alegría innata, por ejemplo, del inmigrante colombiano, ríen poco o nada en público. Mas bien parecen un milenario pueblo sufriente de las riberas del río Indo. 
No sé como tomarlos, si a la orden del mandato moderno homogeneizante, "todos somos humanos", que en su aparente respeto por todo olvida las costumbres, las etnias, la antropología, o entenderlos a cada cual en su comunidad, en sus mitos, asombrarse con su fisiología. Contemplar la talla del hombre africano milenario, que fue noble en su tribu y que ahora vaga empobrecido y convertido en un don nadie por la modernidad, limpiando baños, acarreando Coca Colas, barriendo centros comerciales, atendiendo bencineras en la madrugada.
Recuerdo leer que Rimbaud instalado ya en Harar, era muy amable con sus pares africanos, aunque no dejaba su visión paternalista propio del Europeo de su siglo. A veces salía a excursión y señalaba la brutalidad de esos africanos que en días fríos y lluviosos no se cuidaban y se llenaban de enfermedades respiratorias. Rimbaud en muchos casos les pasaba su propia ropa para que ellos se abrigaran y él llegaba a casa casi desnudo, refunfuñando por la brutalidad contemplada. Sin embargo Rimbaud rechazó su Europa blanca, sus antepasados galos, los ojos celestes.
Pienso mucho en los haitianos, mientras ellos hablan rápidamente el "creol" (su dialecto que destroza al francés de la poesía paternal), los pienso como un pueblo"natural", cíclico, sin historia, atrapado entre nosotros, "racionales" marionetas industriales de la nada. Me acuerdo con ellos de esa bella frase de Lévi-Strauss, en “Tristes Trópicos”:
“Testimonio privilegiado de cómo naufragan las culturas, quizás el etnólogo entienda, con esa incómoda conciencia, la dimensión real de su suerte y de su miseria: la de ser uno de los últimos en ver y palpar ese tesoro inmenso que es la diferencia, un tesoro que no supo merecer Occidente, esa playa, no menos triste, a donde llegan a morir los dioses. La antropología no es sólo una ciencia: es también un estado de ánimo..."


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Por fin llegó la temporada de ponerne los lentes oscuros y no sacármelos hasta mayo del otro año. Es fundamental nunca dar pistas de que lo uno está mirando. De hecho siempre he pensado que ser invisible sería una de las máximas bendiciones que podría recibir.
William Burroughs a los ochos años empezó a escribir un libro llamado "Autobiografía de un lobo". “Querrás decir ‘biografía, ¿no?”, le corrigió su padre. “No”, insistió el pequeño William. "El próximo paso –anunció a sus cada vez más preocupados padres– sería convertirse en el hombre invisible."
Curiosamente en 1958, cuando Burroughs vivía en Tanger, en total estado de oscuridad y delgadez producto de su adicción a la heroína, sus vecinos le apodaron justamente así: "el hombre invisible"...


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Hace mucho tiempo venía pensando sobre los verdaderos motivos de escribir. El más romántico es ser querido. En el caso del macho se puede ahondar aún más. Yo había notado en que el crecimiento exponencial que últimamente se veía en poetas, escritores y show de lecturas locales, respondían a dos motivos fundamentales: sexo y fama. Incluso consideré que con un pequeña dosis de fama de un "escritor" o "poeta recitador" (de veinte a cincuenta mujeres que admiren su escritura) bastaría para alcanzar unir ambos deseos. Que de hecho sospecho que ambas opciones, sexo y fama, son dos rostros del mismo ídolo bicéfalo, y no lo pensé para escritores masivos, sino mas bien para los pequeños.
Hoy leyendo las cartas de Saul Bellow me encuentro con este curioso párrafo escrito a Philip Roth:
"Tú pareces aceptar la explicación freudiana: la motivación de un escritor es su deseo de fama, dinero y oportunidades sexuales. Mientras que yo nunca me he tomado en serio esa trinidad de motivos..."
Hay dos tipos de escritores, los que creen en la motivación de la literatura propugnada por Roth y los otros, los que se mantienen ambiguos frente a dicha motivación (pero no la descartan), como Bellow.
Si la motivación para escribir en los hombres no es ni la fama, ni las oportunidades sexuales (descartemos por el momento el dinero en estas latitudes)
¿Existiría otra motivación que no sea la freudiana sin que suene de inmediato hipócrita?
¿Y no es la primera misión del escritor, incluso antes que escribir, alejarse lo mas posible de la hipocresía?
Curiosamente mañana me invitaron a leer a un local, curiosamente acepté, pero como sé que lo que escribo no funciona en absoluto para ser declamado en público, sólo iré perfumado...


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Hay cierta nobleza en esos hombres que engordan de forma indolente, sin tomar en cuenta que las mujeres los ignorarán sin piedad. No hablo de esos hombres que engordan por que ya tienen una mujer. El caso mas común. Sino los indolentes estéticos que parece no importarles nada, como esos budas gordos de la abundancia.
A su vez, veo con curiosidad a esas largas hileras de hombres corriendo en trotadoras automáticas a través de la vitrina de los gimnasios. Los imagino preparándose para esa gran e interminable guerra sin tregua que es el sexo. Una guerra que de todos modos les quitará la vida.
La obsesión por el peso en función de conquista denota cierta histeria. La tenían Lord Byron y Kerouac. Este último escribió una vez, cuando notó que su exceso de peso le estaba mermando su consabido éxito con las mujeres: "Prefiero ser flaco que famoso"
Elvis Presley y Jim Morrison fueron otras víctimas de esta histeria. Este último en una entrevista dijo entre medio irónico y resignado, (ya con un sobrepeso evidente):
"Es terrible ser delgado y frágil porque hasta el viento te puede echar abajo. Lo gordo es hermoso”
Hay hombres que son como objetores de conciencia y rechazan la obligación de ir a la guerra de los sexos. A pesar de que pueden sufrir neurosis profunda y perder la inteligencia social por la falta de caza y la absteniencia, se libran también del peso de participar de un mercado siempre tenso y dañino. Mercado sexual que en el fondo no conduce a nada mas que hacerte mas conciente de tu degradación como organismo. Cuando al comienzo las estrategias podían tomar por asalto muchas ciudades con el mínimo esfuerzo, al final con suerte se puede defender el propio pellejo. En algún momento llegará el día del desarme total. No hay maestro ni filosofía que consuele de ese momento, no se habla y somos totalmente ignorantes de él como si fuera una lejana galaxia que apenas vemos y como creemos que no llegaremos nunca a ella, ni siquiera la bautizamos con un nombre heroico o mitológico y sólo la nombramos con un número decimal. La absteniencia sexual definitiva, pertenece a otro universo paralelo del que no nos molestaremos nunca en hablar....





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Cioran escribe en "El inconveniente de haber nacido":
"Lo único que debería enseñársele a los jóvenes es que no hay nada; o casi nada, que esperar de la vida. Pienso en un Cuadro de Desengaños colocado en las escuelas y en el que estarían representadas todas las decepciones reservadas a cada cual...."
Cioran no es un depresivo, ni un desencajado social, sólo recoje la tradicion histórica. La obsesión por la muerte de los egipcios, el praemeditatio malorum de los estoicos, el memento mori de los pintores barrocos.
Ayer vi un documental sobre Cisjordania. El conflicto diario que viven judíos y musulmanes separados por una calle. Una vida miserable. Muchos judíos rechazan una buena casa en la costa de Australia para ocupar una propiedad a modo de bandera, entre medio de las balas. Definitivamente no es algo económico. Su conflicto se explica fácilmente: "son optimistas", es su radical optimismo el que los enajena. Todo monoteísmo funciona así. Obediencia irracional y optimismo. Deleitarse por ocupar el suelo donde un profeta durmió siesta. Su metafísica es la mas banal porque es geográfica.
El mundo será mejor siempre gracias a los que saben muy bien que morirán y punto. No tomarán ciudades y se interesarán más por su vecino. Desligarse de los poderes sin dejar de preocuparse por los saberes. Deslizarse amistoso por todas las geografías o encerrarse dichoso en casa.
El optimismo ingenuo de un organismo que se degrada, es éste el chiste que el moderno se cuenta a si mismo y ríe con él. Además lo enseña en las escuelas. El moderno es un monoteísta laico...



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Una vez leí en un estudio que la gente de los barrios populares tenían la tendencia de usar facebook como una extensión de su círculo más bien íntimo, es decir, familia, amigos, vecinos. Por ende, la herramienta comunicacional estaba orientada directamente a personas reales, con las cuales lidiaban día a día. Al contrario de las personas con un nivel de cultura "mayor", clase media, profesionales, etc., donde se percibía que el círculo se ampliaba a comunidades desconocidas: Amigos por tendencias musicales, artísticas, deportivas, políticas, etc. Gentes que podían vivir muy lejanas geográficamente entre ellas y que transformaban la red social en una comunidad cada vez más abstracta. 
Esto hace a los primeros usuarios, los de las clases populares, muy cerrados. Lo primero que se observa en ellos, es que dado que también conviven en vivo con sus amigos virtuales, viven muy tensionados. Intentan defenderse y atacar con mensajes directos al familiar que lo provoca, a la vecina que quiere quitarle el novio, al amigo que lo envidia. Esto trajo consigo una serie de banners o "carteles" diseñados especialmente para esto. Normalmente ellos no escriben sus rabias o sentimientos, buscan el cartel específico que refleja su estado anímico y lo postean. Se generó así toda una pequeña industria de estos diseños de mensajes a la defensiva, muchos de ellos acompañados de imágenes relacionadas a la emoción que desean comunicar. Su Facebook se transforma así, en una herramienta política de su pueblo mas íntimo. Viven en la red como si fueran una antigua ciudad medieval que se ve siempre expuesta a un ataque de bárbaros externos, amenazando sus tierras, sus bienes y su familia. Los carteles son sus armas recién fraguadas con los que enfrentan su eterna lucha que se extiende directamente de la calle a su teléfono móvil. Son los perfiles de facebook mas reales que podemos encontrar. 
Todos los demás perfiles son mas bien abstractos, sobreideologizados y hedonistas. Conviviendo con gente que jamás se conocerá en vida, muy pacíficos o en su defecto con guerras muy reguladas. Es la nueva distancia que se yergue entre la clase popular y las nuevas clases medias. La guerra vecinal del origen, atestada de carteles de protección, frente a la indolencia progresista de la medianía, donde al "Yo" no lo amenaza nadie por que ya la realidad ni siquiera lo roza...



miércoles, 13 de julio de 2016

Diario



Richard Yates parece haber puesto la última palada de desolación a su novela . ¡Pero no! ¡Quedan diez páginas y las paladas se siguen sucediendo!
Veo a cualquier mujer del metro y a juzgar por sus rostros pienso en Emily, una de sus protagonistas. No fue feliz pero al menos fue libre me digo, no como su hermana, desequilibrada mental, alcohólica y con un matrimonio horrible, sin embargo a Emily no la consuela, se quedó pobre y sin amor. Igual parece inútil la libertad en esas condiciones.
La fascinación que ejerce Yates me energiza el día. Reconozco que alguna parte de mí pide un final feliz, la parte adiestrada por cuentos infantiles y teleseries. Es la misma que se encarga de desear chocolates, no tiene mucha importancia. Es la parte de mí que no sirve para nada...




Paul Léautaud escribía hasta su presión sanguínea en sus diarios literarios. A veces veo extensas locuciones en novelas, eruditos ensayos científicos, complejos poemas de palabras extrañas. No se porqué siento que nada mas me fascina en el mundo que leer la entrada de un diario con un simple dato clínico, con un quejido, con la descripción detallada del vuelto en la compra del pan.
Sin metáforas, sin teoría, sin descripciones artificiales. Aún no puedo definir bien el género narrativo en cual me expreso. Se mantiene, pierde el ritmo, hasta se atolondra, igual que la presión sanguínea. No se premia ni se reconoce. Solo palpita...



Por la mañana algo de Benjamin Constant: "es una terrible desgracia no ser amado cuando se ama; pero también lo es ser amado con pasión cuando no se ama..."
No lo creo, la madurez y la libertad del corazón surgen cuando nos sentimos bien, hasta cómodos, con la primera de las posibilidades. La vida no es mas que una constante suma de rechazos, estos nos alegran, hasta nos inspiran a seguir avanzando, como gigantescas olas a marinos orgullosos.
Lo verdaderamente dramático es cuando nos aman apasionadamente y no podemos, aunque desesperemos de esfuerzo, devolver ese gesto heroico.
Quizás la mayor derrota cuando hacemos los primeros recuentos de la vida, consista en no haber sabido amar cuando nos amaron...




Ella, la que me amó (creo), nunca tuvo ninguna relación con mis textos. No ayudé tampoco para que las tuviera mucho. Mantengo lejos el amor de la admiración, esta última es para mí como un vulgar juego de esos horribles monos sagrados de la India. Cuando se acaba la ignorancia se acaba la admiración, dice Spinoza. He comprendido que si algo debe provocar el texto es placer. Nada más.
No puedo ver la línea limítrofe entre ser admirado o repudiado. Por el contrario dar placer, incluso anónimamente, para que el misterio inunde de antifaz al autor imaginario, es una de las cosas que más me gustaría provocar en la vida, siempre.
Nunca olvido a Casanova dando placer a una mujer encerrada en la habitación de al lado, sin que ésta lo hubiese visto ni escuchado nunca. Es esta la imagen ideal de lo que sería la literatura para mí...




Stendhal nunca se avergonzó de ninguno de sus sentimientos. He allí la potencia de sus textos.
A escribir sí, ¿Quién no? pero quizás no con la calidad suficiente, esto algo a lo que uno ya tiene que ir resignándose.
No avergonzarse de ninguno de mis sentimientos y documentar ese orgullo es la única tarea que queda. Se vino al mundo y se sintió de determinadas formas. Aquí está la fotografía...Eso es todo.




Lo primero que uno debe darse cuenta, cuando se sume en la hoguera del ego, que ningún premio o recompensa en el arte (pequeña fama, pensión económica o laureles culturales) apagará jamás el peso triste de la existencia. Es cosa de observar casos, pienso en Miguel Ángel, Rilke, Ionesco, Camus, Marai, Foster Wallace, Kerouac, por nombrar algunos de muchos, para darse cuenta que ellos cambiarían todos los premios y vítores por quizás volver a Dios, a la infancia, a la mujer de su vida, o que se yo lo que les llenaba el alma, (que no tiene que ver con la simple vanidad) y que al final siempre se acaba perdiendo.
Los que realmente comprenden la futilidad de todo y lo inevitable de la degradación material, ven al premio, al aplauso, a la fama, como lo que es en realidad: Coronas de flores, aspirinas infantiles, soplos de cumpleaños. Todos pequeños y superficiales actos que convierten al mundo, sobre todo al final de nuestras vidas, aún mas inmisericorde...




“Si el mundo los odia, sepan que a mí me ha odiado antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los querría como a los suyos; pero, como no son del mundo, porque yo al elegirlos los he sacado del mundo, por eso el mundo los odia..." (Juan 15:18). Me apasiona, para bien o para mal, como la biblia musicaliza hasta el hartazgo, la palabra "mundo"...
El mundo no es esa piedra gastada de imperfección. El mundo es el espacio que se genera "entre" los hombres cuando aparecen políticamente en el diálogo. El mundo no odia, sólo no puede ver más al que ha decidido salirse de él. Sin mundo, y los griegos lo sabían hace mucho, el hombre se vuelve oscuro, desaparece...





"Para un hombre, la felicidad llega cuando una mujer lo libera de todas las demás mujeres: de pronto se siente tan aliviado que tiene la sensación de estar de vacaciones..."
(Frederic Beigbeder. "Oona y Salinger")



Jean Cocteau dice: "el enamorado mediocre quema sus recuerdos". Yo nunca he entendido ese triunfo moderno de saltar con urgencia de una relación a otra para declararse feliz y aún quedar intacto. Un secreto: Quizás nunca amaron o lo hicieron mediocremente. El que ama queda estático para siempre. No hay más que dos o tres amores verdaderos por siglo, dice Camus, lo demás es aburrimiento o vanidad. Uno ama con todo el corazón y recuerda, nada más, y en eso se pasa toda la vida...




Despierto y por azar, como siempre llegan los grandes textos, leo que Milena Jesenská, sí la misma de Kafka, (posteriormente también amante de Hermann Broch) pertenecía a un movimiento de "nuevas vías amorosas". Este consistía que en materia sentimental habría libertad total, brindándose "sin ataduras en la búsqueda de amores ocacionales..."
Es extraño y no lo veo como una virtud pero hace tiempo que no siento celos por nadie y bien podría vivir feliz en la República de Platón compartiendo con la comunidad hijos y mujeres. Políticamente sería un acierto. Busco explicación a este hecho y quizás se deba a que poseo tan poco en la vida que agregar otra pertenencia, sobre todo de características sanguíneas, me parecería insolente.
¿No busca esto quizás el mundo actual? Aunque sea de forma inconciente, cada vez las personas se comprometen menos y se separan más. Y no es extraño que la mujer que un día dijo adiós, vuelva después de un tour sentimental de varios meses y sea recibida con el mismo cariño de siempre.
Nuevas vías amorosas frente al claustro de la exclusividad. ¿Qué hubiese pensado Kafka del verdadero deseo de su prometida?




"FRAY LORENZO.- Voy a darte una armadura para que esa voz no te ofenda. La filosofía, dulce bálsamo de la adversidad, que te consolará aún en medio de tu destierro.
ROMEO.- ¿Aún con el destierro? -¡Al diablo la filosofía! Si no puede crear una Julieta...para nada sirve; ningún poder tiene; no hables más de ella..."
(William Shakespeare "Romeo y Julieta". Acto III escena 3)




Me acuerdo de una frase de Bowie "No crean que antes del surgimiento del SIDA el sexo era un paraíso". Sí, podríamos pensar de inmediato en esos miles de sifilíticos del siglo XIX que rondaban miserables por los barrios populares. Esto por nombrar una de las cientos de enfermedades de transmisión sexual que existen. Efectivamente el sexo promiscuo nunca fue un paraíso.
El Domingo se suicidó otra persona en el costanera center. Yo una vez estuve presente en otro suicidio allí mismo. El procedimiento es el siguiente: Llega rápidamente la Policía de investigaciones, cierra discretamente el perímetro e instala su famosa carpa azul para tapar al muerto. La gente sigue comprando normalmente. De hecho yo ese día me compré unas zapatillas (aunque pensé en la concepción beneficiosa del suicidio que tenía Séneca). Las columnas de opinión del hecho surgieron de inmediato, se escribió mucha literatura del asunto, la mayoría destacaba que el suicidia era una víctima del neoliberalismo, del ritmo de vida inhumano del mundo actual, etc. ¿Quién podría negar ese hecho?
Pero aquí quiero traer el espíritu de la sentencia de Bowie nuevamente:
"No crean que antes del surgimiento del Capitalismo la vida era un paraíso"
La vida en su esencia siempre ha sido igual. Dolor, enfermedad, vejez, muerte y lo peor: una conciencia inteligente que hace revolcarse al hombre en su propia insignificancia. Es esta la principal prédica de Marco Aurelio también de Buda y Schopenhauer. Lo otro, pensar que hubo épocas doradas o vendrá en el futuro un final de fiesta feliz, es materialismo histórico, cristianismo soterrado según Nietzsche. (Pensamientos muy válidos por lo demás , que vuelcan a la acción social y evitan la desesperación existencialista)
¿Esto quiere decir que no hubo ni habrá jamás esperanzas para la especie humana? Al parecer no, no la hay , la vida humana siempre ha sido dolor. Pero el hombre es astuto, se inventa motivos contingentes para su miseria: "Hoy pasa esto, pero si lo arregláramos no sucedería ¿y el pasado? Lo desconozco, debió ser mejor"
(Los egipcios paseando esqueletos en las fiestas para que los comensales no olvidarán nunca la muerte, los espartanos lanzando los bebés malformados desde el monte Taigeto, los hititas suicidándose antes de llegar a la vejez por honor, los aztecas lanzando desde sus pirámides de sacrificio a los cuerpos decapitados que abajo el pueblo recibía y devoraba, la máquina de tortura de los Borgia que sumergía lentamente un cuerpo en una gran olla de hierro hirviendo, etc.)
¿Entonces qué queda en este mundo lleno de dolor y desesperanza?
Algo maravilloso: "La comprensión", algo que a pesar de su lucidez el Buda rechazó, porque dijo que su urgencia era sacarse la flecha que lo hería y no analizar la madera que la constituía. Este hermoso poder de la comprensión es el que nos reconcilia con el mundo y es lo que yo trato de hacer en estos momentos, aunque rústicamente, con lo que escribo. Es esta la hermosa exigencia que nos piden Spinoza y Arendt. Mientras comprendamos o intentemos hacerlo, nuestra estancia en el mundo no estará segura, porque seguiremos expuestos siempre al dolor, pero si estará justificada y pareciera que esto último es lo más importante...
Al próximo suicida habrá que pasarlo por el cedazo de Spinoza que una vez recomendó: "no reír, no llorar, no indignarse, sino comprender..."





Ella me dice "me gusta mirar a los ojos a los hombres, es más, me gustaría amar a dos". Suspiro. Pienso en la maravillosa vida de los que no esperan nada y por eso mismo reciben tanto.
Le mando por WhatsApp un ánimo a un par de amigos que considero artistas. Que mientras haya arte y expresión, les digo, no desesperen nunca por el falso orgasmo económico.
Al frente mío en el metro, una mujer de rasgos andaluces sonríe. Me fascina la idea de que sabe que estoy escribiendo (y no mandando ningún mail a una aburrida empresa), que sabe que me juego la vida en esto a pesar de mi pobre sintaxis, y ríe, ríe por eso mismo, porque mi vida penda de tan poco. Estoy seguro de que existen ciertas energías telepáticas que hablan de nuestros actos aunque no digamos palabra alguna y que son percibidos por otros seres sensibles, tal como el sistema radiomagnético de las abejas. ¿Y que otra cosa puede ser el amor sino un sistema de comunicación indescifrable? ¿Sistema tan complejo para nosotros y tan sencillo para los insectos que sólo lo utilizan para su polinización, es decir para repetirse a sí mismos? Sabemos tan poco de nosotros.
Llevamos vida de marinos. Aparentamos cazar ballenas, conquistar continentes, pero sólo confirmamos nuestro ser en la interminable marea de algo que se parece mucho a la nada...






Ella me habla con entusiasmo del hombre que ama y ya no me dan ganas de tomar el carro, las armas griegas y competir. Me dejo llevar por el aire tibio de la ternura que surge cuando alguien narra un sentimiento genuino...
Crezco cuando no estoy constantemente obligado a considerarme en los demás, sino disfrutando de una exploración...





"El poeta no toma jamás una decisión, es cierto. El poeta soporta únicamente este vivir errabundo y como sin asidero. Soporta el vivir instante a instante, pendiente de otro a quien ni siquiera conoce. Entrevee algo en la niebla y a esto que entrevee es fiel hasta la muerte, fiel de por vida. Y no le exige, como el filósofo, ver su cara para entregarse a él...
Tiene razón Platón, pues poeta y poesía son inmorales, están fuera de la justicia..."
(Maria Zambrano. "Filosofía y poesía")



Todo este tiempo he estado inventándome algo de que huir, he debido quedarme mucho tiempo dedicado a ello.
Entre el huir y el quedarse he descubierto una estación...




Son increíbles esas consignas a lo Brecht, a lo Silvio Rodríguez, esas que hablan de mantener los ideales incorruptibles frente a todo, como un trozo de hielo eterno. A mí me sale un grano en la cara y cambia mi disposición en el mundo, mi forma moral...




Debe ser difícil "pololear" en esta época sobreinformatizada, me pregunté esa noche cuando divisaba a las parejas pasar. De hecho me di el tiempo de buscar el origen de la palabra "pololear" (estar de novio en Chile) Viene del mapudungun "piulliu" que significa "mosca". Metáfora del acecho del insecto a la fruta.
Para mí el poder juvenil de la palabra "pololear" ya va camino a extinguirse. Es tan absurda como improbable, pero no imagino que poner en su lugar.
Por el momento sólo seguir sobreinformatizándome acerca de los géneros...




Escribe Chejov: "Hay algo hermoso, poético y conmovedor cuando una persona ama más que el otro, y el otro es indiferente."
Ya no doy tiempo para esa instancia, si le soy indiferente tomo un taxi, avanzo.
Buscar siempre la victoria antes que la poética. En eso consiste la desgracia en el amor, calcular la densidad de todas las pasiones...





La bella idea de los antiguos, que los libros son largas cartas a los amigos. Chamfort dice que no edita porque desea que lo lean sólo los que él quiere. El horror del sistema de escribir a gente muy ajena debe ser producto de cierta carencia o hambre, como el náufrago que arroja el SOS en una botella sin imaginar quien la leerá, sólo por desesperación.
Pienso en una idea mas allá. Que se escribe sólo para una persona y los demás son escusas. Todos los lectores son escusas para llegar sólo a una. ¿Dante inauguró este melancólico deseo?
He pensado mucho en esta imagen, la de un escritor laureado con un alto premio, que sin embargo no es feliz y no podrá serlo nunca. Entre los cientos de aplausos que desoye, no puede identificar el de su mujer, que está muerta, es decir ama a otro. El premio entonces se vuelve humo. Es la imagen mas dolorosa que he podido concebir del triunfo.
No es una locura mía, se la leí a Sandor Marai en sus diarios, también a Yourcenar en su "Alexis...". Quizás todo escritor arrastre esta miseria.
Luchamos por nuestros triunfos un largo tiempo y cuando los conseguimos, estos valen bien poco, porque ya no están a nuestro lado los seres que una vez amamos.
¿Para qué triunfa el gran Gatsby? ¿Se llena de dinero y hace grandes fiestas todos los días en su mansión?
Adivinen...




Wittgenstein escribe en sus diarios: "Debe desmontarse el edificio de tu orgullo. Y es una enorme tarea..."
Creo que es la "única" tarea. Que triste es caminar entre edificios tan altos. Y más terrible aún, es que uno coopere con esa fealdad, añadiendo peldaños de orgullo propio a esas construcciones.
La arquitectura temible del ego. ¡Cuánto hay que luchar para pedir una simple y campesina morada para el Yo!.
¿Pero a quién se la pido? ¿Al mismo tirano que quiero debilitar?




"Los miembros del mundo intelectual, sean o no autores, están obsesionados por la creación e ignoran, en el fondo de sí mismos, si son geniales, mediocres o grotescos, y buscan en la admiración, a través de la crítica, el signo de la gracia..."
(Edgar Morin. "Mis Demonios")



Hace falta una larga reflexión sobre lo que significa dormir solo. Como el alcoholismo o cualquier otra adicción, uno no se da cuenta hasta cuando ya está inmerso demasiado en ello. Y se produce una contradicción; duerme solo el que puede experimentar la variedad de acostarse con varias momentáneamente. Inversamente, la constante compañía nocturna en la cama de una relación estable, suprime o dificulta las experimentaciones con otras, pero nutre de esa cálida familiaridad que la amante furtiva no posee.
No sabría determinar ya, cual de ambas carencias mortifican más la psiquis humana.
Simplemente la diferencia entre el que duerme solo pero con varias y el que duerme estable pero con una, son los temas de conversación.
No hay nada mas agotador después de vivir un tiempo la soledad nocturna, que inaugurar constantemente conversaciones en la cama con una desconocida. Quizás sí haya una, retomarla día tras día por décadas, donde mismo se la dejó la noche anterior con la mujer de siempre.
No es la noche, ni el sexo, ni la soledad, el abismo que separa a ambos carácteres nocturnos, es la diferente naturaleza que perciben de la conversación. Uno extraña o se alivia, según el caso, de sostener o suprimir con la pareja sexual, eso que Ian McEwan llamó los "cacareos del alma"...
El escritor inglés escribe en "Entre las sábanas":
"Todo el día me encuentro rodeado de voces, al teléfono, en las comidas, en conferencias de negocios. No quiero voces en mi cama. No soy un hombre sencillo, lo repito, y este no es un mundo sencillo. Pero, al menos en este aspecto, mis exigencias son sencillas, quizá incluso elementales. Siento predilección por los placeres no mitigados por los cacareos y gimoteos del alma..."





Por accidente estoy nuevamente dentro de una universidad. Un "Campus" como le llaman los entusiastas. Por suerte sólo un rato. Existe en Estados Unidos toda una tradición de literatura de Campus. No la leeré jamás. Aquí están todos, dentro de la gran juguera social; los ricos con los pobres, los feos con las lindas, a dos centímetros de cercanía, tirados en el pasto jugando con sus pelos, con la inocencia (que llega a notarse hasta en la piel), del que aún no se proletariza y por lo tanto no ha meditado profundamente el aburrimiento (el real, no el adolescente). Aquí están juntos como no volverán a estarlo jamás en la vida, por lo menos en igualdad de jerarquías.
Aunque hay mujeres que compatibilizan vestirse bien con la labor principal, adquirir conocimiento, la mayoría se viste muy mal y no le importa. Bueno la idea original del Campus es aislarse de las pasiones de la ciudad. Enfocarse en el razonamiento y no en el vestido. Presiento que la mayoría no se enfoca ni en lo uno ni en lo otro. El imperativo de que hay que "ganarse la vida", y que esto no dependa de nadie mas que de uno, se ha vuelto neurótico. Nunca en la historia el hombre dependió tanto de su exclusivo "sí mismo". Hasta el más valiente guerrero griego inmolaba un buey a su dios respectivo antes del combate.
Son tiempos difíciles.
Y bueno siento lo mismo que sentí hace mas de una década al entrar (también casi por accidente) a una universidad, las únicas atracciones que vi en ella siempre fueron para mí las mujeres, la biblioteca y el ping pong. Ninguna institución en la vida me ha dejado nada, excepto quizás, el tiempo suficiente para eludir trabajar.
No sé quien inventó ese mito de que hay que llegar a la universidad como si fuera un templo de la coronación de la vida. Por lo menos la gente sensible y sencilla, la que está harta del avance de la burocracia, la técnica y la pérdida de la sensibilización de la vida en pos de la producción, esa gente debería agruparse en pequeños gremios, comerciantes artesanales de ambición moderada o en templos humanistas con sólo lo necesario para sobrevivir. Y los que no encajan nunca, cortarse las venas, como bien aconsejaba Séneca a los quejumbrosos.
"¿La Universidad?, nada interesante ha salido nunca de allí" dice Michel Onfray. Quizás exagera, pero justamente Onfray fue uno de los que abrió el camino a los filósofos "outsider", exiliados de la torre académica y la historia oficial. No son pocos, son cientos y quizás miles. Son los interesantes.
Llegará el tiempo necesario, cuando los filósofos cínicos se apoderen cada uno de su tonel, y sean mayoría, y pueblen las ciudades con la maravillosa desidia de su antipoder y la riqueza verdadera de una vida auténtica y libre. Los campus de concentración serán vistos como una excentricidad más del hombre confundido. Hombres que pensaron que era necesario "ganarse la vida" primero y relegaron el pensar a la misión del arado, humillándolo con la horrenda utilidad compulsiva de todo...





Me extraña que no tenía ni la menor idea de una curiosidad chovinista. Una parte de las cenizas de David Foster Wallace fueron lanzadas en Chile, específicamente en la isla Alejandro Selkirk del archipiélago de Juan Fernández. El encargado de tal extravagante ceremonia fue su amigo, el también escritor Jonathan Franzen, que relata la odisea en su libro de ensayos llamado Masafuera (como los isleños llaman a la isla)
El relato es emocionante, terminé de leerlo en una micro vacía, justo sentado del lado del sol en la mañana invernal, tibio e inofensivo, como yo.
Somos islas en un mar sin orillas, como dice Nietzsche. Al pensarla en una micro vacía, esta sentencia se radicaliza. Estaba tan concentrado en esto que unos minutos antes subí a la micro sin pagar, con el encargado de inspeccionar la evasión al lado mío, ¡Qué no se dió cuenta de la única labor que tiene que cumplir! Debí parecer un zombie, y como todos sabemos, los zombies no pagan la micro. Evasión, evadirse. Eso es la inteligencia al fin y al cabo. Chipe libre para salir del mundo. Parece una bendición, pero es mas bien un lastre. Si no somos mundanos no somos nada. La inteligencia no tiene identidad.
El relato engancha tres tópicos, el deseo histórico de Franzen de vivir en algunos momentos de su vida en la soledad absoluta, el libro Robinson Crusoe y el ethos de la "enfermedad" de su amigo Foster Wallace que lo llevaría al suicidio.
La infelicidad pareciera venir al darnos cuenta de que la inteligencia, (por llamar de algún modo a ese ente extraño que ensimisma a algunos seres que la toman demasiado en cuenta), al parecer etérea por naturaleza, cada vez se vuelve mas inofensiva en el mundo práctico.
La inteligencia entonces, impotente en un mundo tecnocrático, burócrata y economisista, es decir un mundo agotado, no sabe hacer otra cosa que replegarse en la trampa del yo, y este, desde Descartes, no es otra cosa que una isla donde depositamos las cenizas de los demás...
En un pasaje memorable Franzen escribe algo que me hace soltar una lágrima en la micro, emoción intensificada al pasar de largo sin pagarla y tomar conciencia de mi total ajenidad del mundo. Pasé de largo, no pagué la micro, no como para engañar al mundo, eso hubiese sido placentero. No pagué porque no estaba en el mundo.
Primero cita el Libro Robinson Crusoe, de Dafoe, del que lleva un antiguo ejemplar para leerlo en la isla:
"Ahora miraba el mundo como algo remoto, con lo que yo no tenía nada que ver y de lo que nada esperaba, y de hecho nada deseaba: en pocas palabras, no tenía nada que ver con ese mundo, y difícilmente algún día tendría algo que ver con él; por tanto, pensé que así debía de verse después de la muerte."
Y luego concluye:
"Robinson es capaz de sobrevivir a su soledad porque tiene suerte; acepta su situación porque es una persona corriente y su isla es algo concreto. David, que era extraordinario y cuya isla era virtual, al final sólo tenía su propio yo interesante como medio de supervivencia, y el problema de hacer de uno mismo un mundo virtual es afín al de proyectarnos en un mundo cibernético: hay infinitos espacios virtuales donde buscar la estimulación, pero su propia infinitud, la perpetua estimulación sin satisfacción, se convierte en una cárcel. Serlo todo y más también es la ambición de internet..."




¡Qué vago he sido toda mi vida! Tanto como para pensar la palabra vago en la cama, a las 11 de la mañana, ¡y buscar su etimología!




Cometí el error que me propuse no cometer, dejé olvidado en casa de mis padres y en un lugar horrendamente visible, el libro que estoy leyendo sobre el suicidio (muy hermoso por lo demás: "El Dios Salvaje: ensayo sobre el suicidio", de Al Alvarez)
Nunca he dejado que nadie que me conozca personalmente y en forma emotiva, sepa lo que estoy leyendo, incluso sepa que leo algo, cualquier cosa, y ni pensar que vean lo que escribo. Quizás ellos han visto muchas veces los títulos de mis libros, no sin cierto asombro y con ganas de preguntar mas de una vez un ¿Para qué es esto?, pero leer uno de mas de doscientas páginas sobre el suicidio, es algo que a cualquier padre no teórico inquieta.
“Escribe como si tus padres hubieran muerto" aconsejó una vez Philip Roth a Ian McEwan. Yo ni siquiera puedo dejar un libro con un título inquitante encima de la mesa de los padres.
La escritura confesional, diarios, cartas, memorias, parece ventilar las intimidades mas atroces a los lejanos ocultándosela a los cercanos. Desde luego, sólo si no consideramos que todo pueda ser una gran sarta de mentiras (la opción más probable) y liberen al hombre de carne y hueso de la responsabilidad del yo.
El género del diario íntimo es una expresión para el hombre dividido, dijo Cyril Connolly . Quizás es esta forma confesional de la que no podre escapar jamás, la que mas me acomoda, de la que tampoco escaparon ni Casanova, ni Amiel, ni en cierta medida André Gide. Inevitablemente esta forma cría hombres divididos.
Soy de los que al escribir sienten cierta calma pero jamás orgullo. Nunca me he podido convencer de que escribir produzca otra cosa en mí que vergüenza, y el lector ideal, el que me haría feliz, sería el que viviera en otro planeta y del que nunca viera en persona ni la punta de la nariz (pedir que viva en otro tiempo sería un requerimiento demasiado grandilocuente e idiota, no por esto menos tentador). De allí que escribir en Internet, en un ciberespacio sin domicilio ni forma física, me sea de gran ayuda para solventar la verguenza y el malestar de la expresión desmedida e impertinente que causa siempre eso que llaman literatura.
La parte literaria del hombre dividido jamás debería pisar el piso de la casa de sus padres. ¡Qué digo! Si no quiere hacer el ridículo, jamás debería pisar el piso de ninguna casa ...
Claudio Magris escribe en "El Danubio":
"Es posible que cualquiera que escribe es un falsario de si mismo, atribuya con apasionada sinceridad pero con arbitraria sustitución de persona el pronombre "yo" a otro, que en realidad sigue su camino... Quien siente miedo al fracaso y no sabe aceptarlo se retira a la literatura...Un escritor sin sus cuadernos es completamente ignorante y estúpido ..."




Siempre me ha gustado creer que el amor a primera vista lo inventó Shakespeare. Que conductas que deberían ser fisiológicas no sean nada más que rutinas culturales familiarizadas por un artista.
Normalmente cruzamos miradas con las mujeres y ellas con nosotros. La mayoría de las veces simplemente porque tenemos un rostro (y estos por algo netamente zoológico se atraen siempre) también puede ser que nos miren simplemente por una graciosa expresión infantil que traemos en la mañana. Pienso en "El hombre que amaba a las mujeres" de Truffaut o "La Identidad" de Kundera, dos obras que se preocuparon mucho de la mirada. Necesitamos mas obras sobre las miradas entre hombres y mujeres.
Ninguna mirada genuina debería terminar en amorío. Lo efímero de su naturaleza las hace poseedoras casi de características orientales.
Flirtear viene del francés, probablemente ya se usaba en el siglo XIII. Coqueteo, galanteo.
¡Cuántos siglos tardó el hombre en bautizar un acto tan hermoso!
¿Pero las miradas de mas de cinco segundos que cruzamos en la calle? ¿Que más decir de ellas aparte de que son grandes provocadoras de angustia? No suben el ego, son placenteramente incómodas y sólo invitan a ser valientes y tomar la acción en escasos segundos. Pero la fisiología normalmente manda y en ese instante ordena al cuerpo sentir un nerviosismo fuera de lo común que paraliza. Un nerviosismo que nos heredó la evolución. Ambos se sorprenden y se miran, están mas cerca de una contienda que del amor, porque ninguno cede a bajar la mirada, comienza la catástrofe interna. ¿Se puede dejar ir semejante objeto de placer? ¿Y si decido que no? ¿Que armas tengo para retenerlo?
Puedo disfrutar, como todos, de miradas cotidianas, cortas, luego seguir mi viaje en total calma y con un poco mas de felicidad. Pero ayer una mirada de cinco segundos me arruinó el día. (Pareciera que cinco segundos es el límite, si supera este tiempo comienza la catástrofe ) Decidí escribir esto. La frustración siempre es el móvil. Ella, de belleza escandalosa, se fue y no hice nada. Yo destrozado, ella ya lo había olvidado al doblar la esquina. Esa capacidad femenina para dar la vuelta a la esquina sentimental, es un triunfo evolutivo inalcanzable.
Una amiga me preguntó una vez porque será que los hombres interpretan cualquier gesto amable de las mujeres con ellos, como un acto de coquetería. Es una gran verdad. Pueden hacer el experimento, observar por ejemplo cuando una mujer hermosa le pregunta por una calle a un tipo. Después del gracias de ella, tras ser orientada, él ya no es el mismo, esta poseído por un bombardeo "adrenalínico" del que ella no participa ¡Ella sólo quería saber donde estaba la calle! Él se transforma en un gran gesto. No sabe que hacer. No hay tiempo para meditar. Su cuerpo se alinea para una batalla que nunca se efectuará.
¿La razón de esta diferencia?, probablemente la misma que a los protogriegos les hace inventarse a Zeus. Las llanuras de los jinetes indoeuropeos que no enseñaron al hombre otra cosa que el avance, la conquista. Si es triste esto no es tarea del historiador determinarlo. Pero no soy un historiador y solo quiero investigar el corazón humano. Poder ver decenas de coqueteos en el metro entre seres solitarios que a su vez quieren y necesitan coquetear. Para mí esa fiesta de miradas me hace feliz y creo que en eso consiste el mundo real, frente a eso los estudios históricos, la conferencia de Yalta, el tratado de Westfalia, la guerra de los cien años, etc., parecen fábulas, no son reales para mí porque no involucran una mirada directa a los ojos, que puede significar todo pero en definitiva nunca llegará a nada...
Pienso en esos cinco segundos de la mirada de ayer, mi mas hermosa, triste y desechable obra de arte...
Stendhal escribe sobre sus paseos por Milán:
"Jamás en vida vi mujeres tan hermosas reunidas; su belleza obliga a bajar la mirada..."




"Es posible controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de la psicosis del odio y la destructividad?"
Es la pregunta que se hace Freud, desde el psicoanálisis, con respecto a la guerra en su correspondencia con Einstein. Su respuesta: No.





Conversando con dos amigos mas, de pronto uno de ellos, tomando aire como quien se prepara para decir algo muy íntimo, me miró y me dijo, "no sé si contarte esto a tí". No supe como tomarlo. Un halago o un insulto. Al final lo contó y yo por supuesto lo escribí, imposible no hacerlo dado su dramatismo sentimental, aunque no lo publiqué (aún).
Es el tema de la lealtad. Por más que "Bovarysemos" las anécdotas y obsesiones que observamos de los cercanos , es decir pongamos los dramas de los amigos y familiares escondidos en un personaje lejano e irreal, igual ellos al leerlos percibirán la indiscreción. Podrán ofenderse o podrán decidir no contarte nunca más algo tan íntimo.
Esta pregunta se la hace Jonathan Franzen en su libro de ensayos "Más afuera" a propósito de lo mismo:
"¿Estoy dispuesto a correr el riesgo de acabar distanciado de alguien a quien quiero a fin de seguir convirtiéndome en el escritor que quiero ser?..."
Quizás siento que fui participe de un gran amor en el pasado no para vivirlo sino para escribirlo. Si pretendo escribir mi primera novela no será de otro tema que ese. La involucrada podrá sentirse halagada o profundamente ofendida. Ella solo ganaría si se mostrara indiferente, que es lo mas probable.
Hay que precisar la pregunta:
¿Estoy dispuesto a seguir engañándome de haber vivido un gran amor en el pasado, sabiendo que es sólo una invención para estimular mi imaginación a fin de seguir convirtiéndome en el escritor que quiero ser?
No se comienza a escribir hasta que uno no esté lo suficientemente engañado de que alguna vez sintió...





En el momento que se yergue la torre Eiffel, escultores, arquitectos, pintores, escritores (Alexandre Dumas y Maupassant) se escandalizaron. No podían creer que un símbolo de la imaginación mercantil de un constructor de máquinas, se convirtiera en el representante del refinado gusto francés. En 1887 mandan la famosa carta de protesta a Le Temps. Al leerla, noto que sus protestas son exactamente iguales a las que los santiaguinos hicieron cuando se inauguró la Torre del Costanera center. Me imagino a los mas entendidos, arquitectos, artistas, urbanistas, los más molestos por esta situación (la gente común la ama y la amaría más si tuviera mil pisos) tomándose una foto bajo la torre Eiffel y suspirando de hinchazón, ahora sí, por la verdadera belleza.
¿Qué es eso que llaman belleza que siempre está escapando y poniendo en ridículo a los hombres?





Simone Weil conoció, probablemente en la fábrica que trabajaba, a una obrera en la creyó ver una fuerte vocación intelectual, entonces le mostraba unas largas conferencias sobre los Upanishads. La joven obrera se aburría mortalmente, pero no decía nada por cortesía.
Los intelectuales y el aburrimiento. ¿Sabrán estos todo lo que aburren?
Cualquier persona que se dedique a los asuntos del espíritu deberá saber lo que Simone Weil no supo. Que la humanidad normal y corriente se aburre profundamente con lo que ellos creen que es vital. Así es y será por toda la eternidad.
Pascal dice algo al parecer simple, pero tremendo en consecuencias, que las personas comunes y corrientes no piensan en las cosas que no quieren pensar. Es esta una verdadera capacidad liberadora, aunque derive en insignificancia.
Es imposible concebir al intelectual diciendo "No quiero pensar en esto". Están como anclados a un mandato misterioso. Pensar incluso en lo que no se desea pensar, es esta la definición mas justa del aburrimiento...Y quizás el aburrimiento sea lo único sustancial en el hombre. Lo demás es cosquillas, repetición, gregarismo, cortesía.





"Ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a ser feliz", dice una línea de la contraportada del libro de Richard Yates. No habría que agregar más a esta sepulcral sentencia, pero la editorial decidió dar una opinión más sobre Yates. La de Kurt Vonnegut:
"Pocos hombres, desde Flaubert, han mostrado tanta compasión por aquellas mujeres cuyas vidas son un infierno..."
Quizás es muy tarde para estos razonamientos.
Hoy conversé con una joven que hace sus propias pastas y mermeladas. Tiene toda una empresa de estos productos. Le va muy bien. Me dice: "Los hombres no ven estos proyectos como una forma de vida (recalca que ha leído estudios al respecto) abandonan con mayor facilidad y menos apego estas empresas. Nosotras hasta los negocios los vemos maternalmente."
La felicidad se cuela en cada poro de la existencia femenina y parece que cuando no la consiguen y son abatidas una y otra vez por el destino, pierden el rumbo vital. Podrán deprimirse y hasta suicidarse por no tolerar mas una vida sin felicidad, su fiesta más importante, pero no hay mujeres que asuman el pesimismo como un proyecto. Lo encuentran ridículo. Y no dejan de tener razón...
Y por eso a las mujeres la sentencia "ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a ser feliz", les debe parecer chocante, absurda, tal como decir "ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a nacer". Una novela basada en argumento semejante debe ser producto de una psiquis enferma, desadaptada. Ya tuvieron de seguro en el pasado el "amor" de un hombre con esas características y sólo le recuerdan cuando quieren burlarse de él...
Nunca fui respetuoso con lo que significa la felicidad para las mujeres, reconozco más por ignorancia que por mala fe. Desde luego esta felicidad no es hecha de la misma madera que la de los hombres. Ni siquiera sé si el hombre tiene desarrollada una coherente idea de felicidad mas que algunos impulsos narcisistas y un par de ternuras paternales.

Esta falta de respeto quizás sea mi mas grande error en la vida, es el que me obliga a redimirme escribiendo, tratando de sospechar algo increíble para mí: Que la felicidad sea el motor de todo...