miércoles, 13 de julio de 2016

Diario



Richard Yates parece haber puesto la última palada de desolación a su novela . ¡Pero no! ¡Quedan diez páginas y las paladas se siguen sucediendo!
Veo a cualquier mujer del metro y a juzgar por sus rostros pienso en Emily, una de sus protagonistas. No fue feliz pero al menos fue libre me digo, no como su hermana, desequilibrada mental, alcohólica y con un matrimonio horrible, sin embargo a Emily no la consuela, se quedó pobre y sin amor. Igual parece inútil la libertad en esas condiciones.
La fascinación que ejerce Yates me energiza el día. Reconozco que alguna parte de mí pide un final feliz, la parte adiestrada por cuentos infantiles y teleseries. Es la misma que se encarga de desear chocolates, no tiene mucha importancia. Es la parte de mí que no sirve para nada...




Paul Léautaud escribía hasta su presión sanguínea en sus diarios literarios. A veces veo extensas locuciones en novelas, eruditos ensayos científicos, complejos poemas de palabras extrañas. No se porqué siento que nada mas me fascina en el mundo que leer la entrada de un diario con un simple dato clínico, con un quejido, con la descripción detallada del vuelto en la compra del pan.
Sin metáforas, sin teoría, sin descripciones artificiales. Aún no puedo definir bien el género narrativo en cual me expreso. Se mantiene, pierde el ritmo, hasta se atolondra, igual que la presión sanguínea. No se premia ni se reconoce. Solo palpita...



Por la mañana algo de Benjamin Constant: "es una terrible desgracia no ser amado cuando se ama; pero también lo es ser amado con pasión cuando no se ama..."
No lo creo, la madurez y la libertad del corazón surgen cuando nos sentimos bien, hasta cómodos, con la primera de las posibilidades. La vida no es mas que una constante suma de rechazos, estos nos alegran, hasta nos inspiran a seguir avanzando, como gigantescas olas a marinos orgullosos.
Lo verdaderamente dramático es cuando nos aman apasionadamente y no podemos, aunque desesperemos de esfuerzo, devolver ese gesto heroico.
Quizás la mayor derrota cuando hacemos los primeros recuentos de la vida, consista en no haber sabido amar cuando nos amaron...




Ella, la que me amó (creo), nunca tuvo ninguna relación con mis textos. No ayudé tampoco para que las tuviera mucho. Mantengo lejos el amor de la admiración, esta última es para mí como un vulgar juego de esos horribles monos sagrados de la India. Cuando se acaba la ignorancia se acaba la admiración, dice Spinoza. He comprendido que si algo debe provocar el texto es placer. Nada más.
No puedo ver la línea limítrofe entre ser admirado o repudiado. Por el contrario dar placer, incluso anónimamente, para que el misterio inunde de antifaz al autor imaginario, es una de las cosas que más me gustaría provocar en la vida, siempre.
Nunca olvido a Casanova dando placer a una mujer encerrada en la habitación de al lado, sin que ésta lo hubiese visto ni escuchado nunca. Es esta la imagen ideal de lo que sería la literatura para mí...




Stendhal nunca se avergonzó de ninguno de sus sentimientos. He allí la potencia de sus textos.
A escribir sí, ¿Quién no? pero quizás no con la calidad suficiente, esto algo a lo que uno ya tiene que ir resignándose.
No avergonzarse de ninguno de mis sentimientos y documentar ese orgullo es la única tarea que queda. Se vino al mundo y se sintió de determinadas formas. Aquí está la fotografía...Eso es todo.




Lo primero que uno debe darse cuenta, cuando se sume en la hoguera del ego, que ningún premio o recompensa en el arte (pequeña fama, pensión económica o laureles culturales) apagará jamás el peso triste de la existencia. Es cosa de observar casos, pienso en Miguel Ángel, Rilke, Ionesco, Camus, Marai, Foster Wallace, Kerouac, por nombrar algunos de muchos, para darse cuenta que ellos cambiarían todos los premios y vítores por quizás volver a Dios, a la infancia, a la mujer de su vida, o que se yo lo que les llenaba el alma, (que no tiene que ver con la simple vanidad) y que al final siempre se acaba perdiendo.
Los que realmente comprenden la futilidad de todo y lo inevitable de la degradación material, ven al premio, al aplauso, a la fama, como lo que es en realidad: Coronas de flores, aspirinas infantiles, soplos de cumpleaños. Todos pequeños y superficiales actos que convierten al mundo, sobre todo al final de nuestras vidas, aún mas inmisericorde...




“Si el mundo los odia, sepan que a mí me ha odiado antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los querría como a los suyos; pero, como no son del mundo, porque yo al elegirlos los he sacado del mundo, por eso el mundo los odia..." (Juan 15:18). Me apasiona, para bien o para mal, como la biblia musicaliza hasta el hartazgo, la palabra "mundo"...
El mundo no es esa piedra gastada de imperfección. El mundo es el espacio que se genera "entre" los hombres cuando aparecen políticamente en el diálogo. El mundo no odia, sólo no puede ver más al que ha decidido salirse de él. Sin mundo, y los griegos lo sabían hace mucho, el hombre se vuelve oscuro, desaparece...





"Para un hombre, la felicidad llega cuando una mujer lo libera de todas las demás mujeres: de pronto se siente tan aliviado que tiene la sensación de estar de vacaciones..."
(Frederic Beigbeder. "Oona y Salinger")



Jean Cocteau dice: "el enamorado mediocre quema sus recuerdos". Yo nunca he entendido ese triunfo moderno de saltar con urgencia de una relación a otra para declararse feliz y aún quedar intacto. Un secreto: Quizás nunca amaron o lo hicieron mediocremente. El que ama queda estático para siempre. No hay más que dos o tres amores verdaderos por siglo, dice Camus, lo demás es aburrimiento o vanidad. Uno ama con todo el corazón y recuerda, nada más, y en eso se pasa toda la vida...




Despierto y por azar, como siempre llegan los grandes textos, leo que Milena Jesenská, sí la misma de Kafka, (posteriormente también amante de Hermann Broch) pertenecía a un movimiento de "nuevas vías amorosas". Este consistía que en materia sentimental habría libertad total, brindándose "sin ataduras en la búsqueda de amores ocacionales..."
Es extraño y no lo veo como una virtud pero hace tiempo que no siento celos por nadie y bien podría vivir feliz en la República de Platón compartiendo con la comunidad hijos y mujeres. Políticamente sería un acierto. Busco explicación a este hecho y quizás se deba a que poseo tan poco en la vida que agregar otra pertenencia, sobre todo de características sanguíneas, me parecería insolente.
¿No busca esto quizás el mundo actual? Aunque sea de forma inconciente, cada vez las personas se comprometen menos y se separan más. Y no es extraño que la mujer que un día dijo adiós, vuelva después de un tour sentimental de varios meses y sea recibida con el mismo cariño de siempre.
Nuevas vías amorosas frente al claustro de la exclusividad. ¿Qué hubiese pensado Kafka del verdadero deseo de su prometida?




"FRAY LORENZO.- Voy a darte una armadura para que esa voz no te ofenda. La filosofía, dulce bálsamo de la adversidad, que te consolará aún en medio de tu destierro.
ROMEO.- ¿Aún con el destierro? -¡Al diablo la filosofía! Si no puede crear una Julieta...para nada sirve; ningún poder tiene; no hables más de ella..."
(William Shakespeare "Romeo y Julieta". Acto III escena 3)




Me acuerdo de una frase de Bowie "No crean que antes del surgimiento del SIDA el sexo era un paraíso". Sí, podríamos pensar de inmediato en esos miles de sifilíticos del siglo XIX que rondaban miserables por los barrios populares. Esto por nombrar una de las cientos de enfermedades de transmisión sexual que existen. Efectivamente el sexo promiscuo nunca fue un paraíso.
El Domingo se suicidó otra persona en el costanera center. Yo una vez estuve presente en otro suicidio allí mismo. El procedimiento es el siguiente: Llega rápidamente la Policía de investigaciones, cierra discretamente el perímetro e instala su famosa carpa azul para tapar al muerto. La gente sigue comprando normalmente. De hecho yo ese día me compré unas zapatillas (aunque pensé en la concepción beneficiosa del suicidio que tenía Séneca). Las columnas de opinión del hecho surgieron de inmediato, se escribió mucha literatura del asunto, la mayoría destacaba que el suicidia era una víctima del neoliberalismo, del ritmo de vida inhumano del mundo actual, etc. ¿Quién podría negar ese hecho?
Pero aquí quiero traer el espíritu de la sentencia de Bowie nuevamente:
"No crean que antes del surgimiento del Capitalismo la vida era un paraíso"
La vida en su esencia siempre ha sido igual. Dolor, enfermedad, vejez, muerte y lo peor: una conciencia inteligente que hace revolcarse al hombre en su propia insignificancia. Es esta la principal prédica de Marco Aurelio también de Buda y Schopenhauer. Lo otro, pensar que hubo épocas doradas o vendrá en el futuro un final de fiesta feliz, es materialismo histórico, cristianismo soterrado según Nietzsche. (Pensamientos muy válidos por lo demás , que vuelcan a la acción social y evitan la desesperación existencialista)
¿Esto quiere decir que no hubo ni habrá jamás esperanzas para la especie humana? Al parecer no, no la hay , la vida humana siempre ha sido dolor. Pero el hombre es astuto, se inventa motivos contingentes para su miseria: "Hoy pasa esto, pero si lo arregláramos no sucedería ¿y el pasado? Lo desconozco, debió ser mejor"
(Los egipcios paseando esqueletos en las fiestas para que los comensales no olvidarán nunca la muerte, los espartanos lanzando los bebés malformados desde el monte Taigeto, los hititas suicidándose antes de llegar a la vejez por honor, los aztecas lanzando desde sus pirámides de sacrificio a los cuerpos decapitados que abajo el pueblo recibía y devoraba, la máquina de tortura de los Borgia que sumergía lentamente un cuerpo en una gran olla de hierro hirviendo, etc.)
¿Entonces qué queda en este mundo lleno de dolor y desesperanza?
Algo maravilloso: "La comprensión", algo que a pesar de su lucidez el Buda rechazó, porque dijo que su urgencia era sacarse la flecha que lo hería y no analizar la madera que la constituía. Este hermoso poder de la comprensión es el que nos reconcilia con el mundo y es lo que yo trato de hacer en estos momentos, aunque rústicamente, con lo que escribo. Es esta la hermosa exigencia que nos piden Spinoza y Arendt. Mientras comprendamos o intentemos hacerlo, nuestra estancia en el mundo no estará segura, porque seguiremos expuestos siempre al dolor, pero si estará justificada y pareciera que esto último es lo más importante...
Al próximo suicida habrá que pasarlo por el cedazo de Spinoza que una vez recomendó: "no reír, no llorar, no indignarse, sino comprender..."





Ella me dice "me gusta mirar a los ojos a los hombres, es más, me gustaría amar a dos". Suspiro. Pienso en la maravillosa vida de los que no esperan nada y por eso mismo reciben tanto.
Le mando por WhatsApp un ánimo a un par de amigos que considero artistas. Que mientras haya arte y expresión, les digo, no desesperen nunca por el falso orgasmo económico.
Al frente mío en el metro, una mujer de rasgos andaluces sonríe. Me fascina la idea de que sabe que estoy escribiendo (y no mandando ningún mail a una aburrida empresa), que sabe que me juego la vida en esto a pesar de mi pobre sintaxis, y ríe, ríe por eso mismo, porque mi vida penda de tan poco. Estoy seguro de que existen ciertas energías telepáticas que hablan de nuestros actos aunque no digamos palabra alguna y que son percibidos por otros seres sensibles, tal como el sistema radiomagnético de las abejas. ¿Y que otra cosa puede ser el amor sino un sistema de comunicación indescifrable? ¿Sistema tan complejo para nosotros y tan sencillo para los insectos que sólo lo utilizan para su polinización, es decir para repetirse a sí mismos? Sabemos tan poco de nosotros.
Llevamos vida de marinos. Aparentamos cazar ballenas, conquistar continentes, pero sólo confirmamos nuestro ser en la interminable marea de algo que se parece mucho a la nada...






Ella me habla con entusiasmo del hombre que ama y ya no me dan ganas de tomar el carro, las armas griegas y competir. Me dejo llevar por el aire tibio de la ternura que surge cuando alguien narra un sentimiento genuino...
Crezco cuando no estoy constantemente obligado a considerarme en los demás, sino disfrutando de una exploración...





"El poeta no toma jamás una decisión, es cierto. El poeta soporta únicamente este vivir errabundo y como sin asidero. Soporta el vivir instante a instante, pendiente de otro a quien ni siquiera conoce. Entrevee algo en la niebla y a esto que entrevee es fiel hasta la muerte, fiel de por vida. Y no le exige, como el filósofo, ver su cara para entregarse a él...
Tiene razón Platón, pues poeta y poesía son inmorales, están fuera de la justicia..."
(Maria Zambrano. "Filosofía y poesía")



Todo este tiempo he estado inventándome algo de que huir, he debido quedarme mucho tiempo dedicado a ello.
Entre el huir y el quedarse he descubierto una estación...




Son increíbles esas consignas a lo Brecht, a lo Silvio Rodríguez, esas que hablan de mantener los ideales incorruptibles frente a todo, como un trozo de hielo eterno. A mí me sale un grano en la cara y cambia mi disposición en el mundo, mi forma moral...




Debe ser difícil "pololear" en esta época sobreinformatizada, me pregunté esa noche cuando divisaba a las parejas pasar. De hecho me di el tiempo de buscar el origen de la palabra "pololear" (estar de novio en Chile) Viene del mapudungun "piulliu" que significa "mosca". Metáfora del acecho del insecto a la fruta.
Para mí el poder juvenil de la palabra "pololear" ya va camino a extinguirse. Es tan absurda como improbable, pero no imagino que poner en su lugar.
Por el momento sólo seguir sobreinformatizándome acerca de los géneros...




Escribe Chejov: "Hay algo hermoso, poético y conmovedor cuando una persona ama más que el otro, y el otro es indiferente."
Ya no doy tiempo para esa instancia, si le soy indiferente tomo un taxi, avanzo.
Buscar siempre la victoria antes que la poética. En eso consiste la desgracia en el amor, calcular la densidad de todas las pasiones...





La bella idea de los antiguos, que los libros son largas cartas a los amigos. Chamfort dice que no edita porque desea que lo lean sólo los que él quiere. El horror del sistema de escribir a gente muy ajena debe ser producto de cierta carencia o hambre, como el náufrago que arroja el SOS en una botella sin imaginar quien la leerá, sólo por desesperación.
Pienso en una idea mas allá. Que se escribe sólo para una persona y los demás son escusas. Todos los lectores son escusas para llegar sólo a una. ¿Dante inauguró este melancólico deseo?
He pensado mucho en esta imagen, la de un escritor laureado con un alto premio, que sin embargo no es feliz y no podrá serlo nunca. Entre los cientos de aplausos que desoye, no puede identificar el de su mujer, que está muerta, es decir ama a otro. El premio entonces se vuelve humo. Es la imagen mas dolorosa que he podido concebir del triunfo.
No es una locura mía, se la leí a Sandor Marai en sus diarios, también a Yourcenar en su "Alexis...". Quizás todo escritor arrastre esta miseria.
Luchamos por nuestros triunfos un largo tiempo y cuando los conseguimos, estos valen bien poco, porque ya no están a nuestro lado los seres que una vez amamos.
¿Para qué triunfa el gran Gatsby? ¿Se llena de dinero y hace grandes fiestas todos los días en su mansión?
Adivinen...




Wittgenstein escribe en sus diarios: "Debe desmontarse el edificio de tu orgullo. Y es una enorme tarea..."
Creo que es la "única" tarea. Que triste es caminar entre edificios tan altos. Y más terrible aún, es que uno coopere con esa fealdad, añadiendo peldaños de orgullo propio a esas construcciones.
La arquitectura temible del ego. ¡Cuánto hay que luchar para pedir una simple y campesina morada para el Yo!.
¿Pero a quién se la pido? ¿Al mismo tirano que quiero debilitar?




"Los miembros del mundo intelectual, sean o no autores, están obsesionados por la creación e ignoran, en el fondo de sí mismos, si son geniales, mediocres o grotescos, y buscan en la admiración, a través de la crítica, el signo de la gracia..."
(Edgar Morin. "Mis Demonios")



Hace falta una larga reflexión sobre lo que significa dormir solo. Como el alcoholismo o cualquier otra adicción, uno no se da cuenta hasta cuando ya está inmerso demasiado en ello. Y se produce una contradicción; duerme solo el que puede experimentar la variedad de acostarse con varias momentáneamente. Inversamente, la constante compañía nocturna en la cama de una relación estable, suprime o dificulta las experimentaciones con otras, pero nutre de esa cálida familiaridad que la amante furtiva no posee.
No sabría determinar ya, cual de ambas carencias mortifican más la psiquis humana.
Simplemente la diferencia entre el que duerme solo pero con varias y el que duerme estable pero con una, son los temas de conversación.
No hay nada mas agotador después de vivir un tiempo la soledad nocturna, que inaugurar constantemente conversaciones en la cama con una desconocida. Quizás sí haya una, retomarla día tras día por décadas, donde mismo se la dejó la noche anterior con la mujer de siempre.
No es la noche, ni el sexo, ni la soledad, el abismo que separa a ambos carácteres nocturnos, es la diferente naturaleza que perciben de la conversación. Uno extraña o se alivia, según el caso, de sostener o suprimir con la pareja sexual, eso que Ian McEwan llamó los "cacareos del alma"...
El escritor inglés escribe en "Entre las sábanas":
"Todo el día me encuentro rodeado de voces, al teléfono, en las comidas, en conferencias de negocios. No quiero voces en mi cama. No soy un hombre sencillo, lo repito, y este no es un mundo sencillo. Pero, al menos en este aspecto, mis exigencias son sencillas, quizá incluso elementales. Siento predilección por los placeres no mitigados por los cacareos y gimoteos del alma..."





Por accidente estoy nuevamente dentro de una universidad. Un "Campus" como le llaman los entusiastas. Por suerte sólo un rato. Existe en Estados Unidos toda una tradición de literatura de Campus. No la leeré jamás. Aquí están todos, dentro de la gran juguera social; los ricos con los pobres, los feos con las lindas, a dos centímetros de cercanía, tirados en el pasto jugando con sus pelos, con la inocencia (que llega a notarse hasta en la piel), del que aún no se proletariza y por lo tanto no ha meditado profundamente el aburrimiento (el real, no el adolescente). Aquí están juntos como no volverán a estarlo jamás en la vida, por lo menos en igualdad de jerarquías.
Aunque hay mujeres que compatibilizan vestirse bien con la labor principal, adquirir conocimiento, la mayoría se viste muy mal y no le importa. Bueno la idea original del Campus es aislarse de las pasiones de la ciudad. Enfocarse en el razonamiento y no en el vestido. Presiento que la mayoría no se enfoca ni en lo uno ni en lo otro. El imperativo de que hay que "ganarse la vida", y que esto no dependa de nadie mas que de uno, se ha vuelto neurótico. Nunca en la historia el hombre dependió tanto de su exclusivo "sí mismo". Hasta el más valiente guerrero griego inmolaba un buey a su dios respectivo antes del combate.
Son tiempos difíciles.
Y bueno siento lo mismo que sentí hace mas de una década al entrar (también casi por accidente) a una universidad, las únicas atracciones que vi en ella siempre fueron para mí las mujeres, la biblioteca y el ping pong. Ninguna institución en la vida me ha dejado nada, excepto quizás, el tiempo suficiente para eludir trabajar.
No sé quien inventó ese mito de que hay que llegar a la universidad como si fuera un templo de la coronación de la vida. Por lo menos la gente sensible y sencilla, la que está harta del avance de la burocracia, la técnica y la pérdida de la sensibilización de la vida en pos de la producción, esa gente debería agruparse en pequeños gremios, comerciantes artesanales de ambición moderada o en templos humanistas con sólo lo necesario para sobrevivir. Y los que no encajan nunca, cortarse las venas, como bien aconsejaba Séneca a los quejumbrosos.
"¿La Universidad?, nada interesante ha salido nunca de allí" dice Michel Onfray. Quizás exagera, pero justamente Onfray fue uno de los que abrió el camino a los filósofos "outsider", exiliados de la torre académica y la historia oficial. No son pocos, son cientos y quizás miles. Son los interesantes.
Llegará el tiempo necesario, cuando los filósofos cínicos se apoderen cada uno de su tonel, y sean mayoría, y pueblen las ciudades con la maravillosa desidia de su antipoder y la riqueza verdadera de una vida auténtica y libre. Los campus de concentración serán vistos como una excentricidad más del hombre confundido. Hombres que pensaron que era necesario "ganarse la vida" primero y relegaron el pensar a la misión del arado, humillándolo con la horrenda utilidad compulsiva de todo...





Me extraña que no tenía ni la menor idea de una curiosidad chovinista. Una parte de las cenizas de David Foster Wallace fueron lanzadas en Chile, específicamente en la isla Alejandro Selkirk del archipiélago de Juan Fernández. El encargado de tal extravagante ceremonia fue su amigo, el también escritor Jonathan Franzen, que relata la odisea en su libro de ensayos llamado Masafuera (como los isleños llaman a la isla)
El relato es emocionante, terminé de leerlo en una micro vacía, justo sentado del lado del sol en la mañana invernal, tibio e inofensivo, como yo.
Somos islas en un mar sin orillas, como dice Nietzsche. Al pensarla en una micro vacía, esta sentencia se radicaliza. Estaba tan concentrado en esto que unos minutos antes subí a la micro sin pagar, con el encargado de inspeccionar la evasión al lado mío, ¡Qué no se dió cuenta de la única labor que tiene que cumplir! Debí parecer un zombie, y como todos sabemos, los zombies no pagan la micro. Evasión, evadirse. Eso es la inteligencia al fin y al cabo. Chipe libre para salir del mundo. Parece una bendición, pero es mas bien un lastre. Si no somos mundanos no somos nada. La inteligencia no tiene identidad.
El relato engancha tres tópicos, el deseo histórico de Franzen de vivir en algunos momentos de su vida en la soledad absoluta, el libro Robinson Crusoe y el ethos de la "enfermedad" de su amigo Foster Wallace que lo llevaría al suicidio.
La infelicidad pareciera venir al darnos cuenta de que la inteligencia, (por llamar de algún modo a ese ente extraño que ensimisma a algunos seres que la toman demasiado en cuenta), al parecer etérea por naturaleza, cada vez se vuelve mas inofensiva en el mundo práctico.
La inteligencia entonces, impotente en un mundo tecnocrático, burócrata y economisista, es decir un mundo agotado, no sabe hacer otra cosa que replegarse en la trampa del yo, y este, desde Descartes, no es otra cosa que una isla donde depositamos las cenizas de los demás...
En un pasaje memorable Franzen escribe algo que me hace soltar una lágrima en la micro, emoción intensificada al pasar de largo sin pagarla y tomar conciencia de mi total ajenidad del mundo. Pasé de largo, no pagué la micro, no como para engañar al mundo, eso hubiese sido placentero. No pagué porque no estaba en el mundo.
Primero cita el Libro Robinson Crusoe, de Dafoe, del que lleva un antiguo ejemplar para leerlo en la isla:
"Ahora miraba el mundo como algo remoto, con lo que yo no tenía nada que ver y de lo que nada esperaba, y de hecho nada deseaba: en pocas palabras, no tenía nada que ver con ese mundo, y difícilmente algún día tendría algo que ver con él; por tanto, pensé que así debía de verse después de la muerte."
Y luego concluye:
"Robinson es capaz de sobrevivir a su soledad porque tiene suerte; acepta su situación porque es una persona corriente y su isla es algo concreto. David, que era extraordinario y cuya isla era virtual, al final sólo tenía su propio yo interesante como medio de supervivencia, y el problema de hacer de uno mismo un mundo virtual es afín al de proyectarnos en un mundo cibernético: hay infinitos espacios virtuales donde buscar la estimulación, pero su propia infinitud, la perpetua estimulación sin satisfacción, se convierte en una cárcel. Serlo todo y más también es la ambición de internet..."




¡Qué vago he sido toda mi vida! Tanto como para pensar la palabra vago en la cama, a las 11 de la mañana, ¡y buscar su etimología!




Cometí el error que me propuse no cometer, dejé olvidado en casa de mis padres y en un lugar horrendamente visible, el libro que estoy leyendo sobre el suicidio (muy hermoso por lo demás: "El Dios Salvaje: ensayo sobre el suicidio", de Al Alvarez)
Nunca he dejado que nadie que me conozca personalmente y en forma emotiva, sepa lo que estoy leyendo, incluso sepa que leo algo, cualquier cosa, y ni pensar que vean lo que escribo. Quizás ellos han visto muchas veces los títulos de mis libros, no sin cierto asombro y con ganas de preguntar mas de una vez un ¿Para qué es esto?, pero leer uno de mas de doscientas páginas sobre el suicidio, es algo que a cualquier padre no teórico inquieta.
“Escribe como si tus padres hubieran muerto" aconsejó una vez Philip Roth a Ian McEwan. Yo ni siquiera puedo dejar un libro con un título inquitante encima de la mesa de los padres.
La escritura confesional, diarios, cartas, memorias, parece ventilar las intimidades mas atroces a los lejanos ocultándosela a los cercanos. Desde luego, sólo si no consideramos que todo pueda ser una gran sarta de mentiras (la opción más probable) y liberen al hombre de carne y hueso de la responsabilidad del yo.
El género del diario íntimo es una expresión para el hombre dividido, dijo Cyril Connolly . Quizás es esta forma confesional de la que no podre escapar jamás, la que mas me acomoda, de la que tampoco escaparon ni Casanova, ni Amiel, ni en cierta medida André Gide. Inevitablemente esta forma cría hombres divididos.
Soy de los que al escribir sienten cierta calma pero jamás orgullo. Nunca me he podido convencer de que escribir produzca otra cosa en mí que vergüenza, y el lector ideal, el que me haría feliz, sería el que viviera en otro planeta y del que nunca viera en persona ni la punta de la nariz (pedir que viva en otro tiempo sería un requerimiento demasiado grandilocuente e idiota, no por esto menos tentador). De allí que escribir en Internet, en un ciberespacio sin domicilio ni forma física, me sea de gran ayuda para solventar la verguenza y el malestar de la expresión desmedida e impertinente que causa siempre eso que llaman literatura.
La parte literaria del hombre dividido jamás debería pisar el piso de la casa de sus padres. ¡Qué digo! Si no quiere hacer el ridículo, jamás debería pisar el piso de ninguna casa ...
Claudio Magris escribe en "El Danubio":
"Es posible que cualquiera que escribe es un falsario de si mismo, atribuya con apasionada sinceridad pero con arbitraria sustitución de persona el pronombre "yo" a otro, que en realidad sigue su camino... Quien siente miedo al fracaso y no sabe aceptarlo se retira a la literatura...Un escritor sin sus cuadernos es completamente ignorante y estúpido ..."




Siempre me ha gustado creer que el amor a primera vista lo inventó Shakespeare. Que conductas que deberían ser fisiológicas no sean nada más que rutinas culturales familiarizadas por un artista.
Normalmente cruzamos miradas con las mujeres y ellas con nosotros. La mayoría de las veces simplemente porque tenemos un rostro (y estos por algo netamente zoológico se atraen siempre) también puede ser que nos miren simplemente por una graciosa expresión infantil que traemos en la mañana. Pienso en "El hombre que amaba a las mujeres" de Truffaut o "La Identidad" de Kundera, dos obras que se preocuparon mucho de la mirada. Necesitamos mas obras sobre las miradas entre hombres y mujeres.
Ninguna mirada genuina debería terminar en amorío. Lo efímero de su naturaleza las hace poseedoras casi de características orientales.
Flirtear viene del francés, probablemente ya se usaba en el siglo XIII. Coqueteo, galanteo.
¡Cuántos siglos tardó el hombre en bautizar un acto tan hermoso!
¿Pero las miradas de mas de cinco segundos que cruzamos en la calle? ¿Que más decir de ellas aparte de que son grandes provocadoras de angustia? No suben el ego, son placenteramente incómodas y sólo invitan a ser valientes y tomar la acción en escasos segundos. Pero la fisiología normalmente manda y en ese instante ordena al cuerpo sentir un nerviosismo fuera de lo común que paraliza. Un nerviosismo que nos heredó la evolución. Ambos se sorprenden y se miran, están mas cerca de una contienda que del amor, porque ninguno cede a bajar la mirada, comienza la catástrofe interna. ¿Se puede dejar ir semejante objeto de placer? ¿Y si decido que no? ¿Que armas tengo para retenerlo?
Puedo disfrutar, como todos, de miradas cotidianas, cortas, luego seguir mi viaje en total calma y con un poco mas de felicidad. Pero ayer una mirada de cinco segundos me arruinó el día. (Pareciera que cinco segundos es el límite, si supera este tiempo comienza la catástrofe ) Decidí escribir esto. La frustración siempre es el móvil. Ella, de belleza escandalosa, se fue y no hice nada. Yo destrozado, ella ya lo había olvidado al doblar la esquina. Esa capacidad femenina para dar la vuelta a la esquina sentimental, es un triunfo evolutivo inalcanzable.
Una amiga me preguntó una vez porque será que los hombres interpretan cualquier gesto amable de las mujeres con ellos, como un acto de coquetería. Es una gran verdad. Pueden hacer el experimento, observar por ejemplo cuando una mujer hermosa le pregunta por una calle a un tipo. Después del gracias de ella, tras ser orientada, él ya no es el mismo, esta poseído por un bombardeo "adrenalínico" del que ella no participa ¡Ella sólo quería saber donde estaba la calle! Él se transforma en un gran gesto. No sabe que hacer. No hay tiempo para meditar. Su cuerpo se alinea para una batalla que nunca se efectuará.
¿La razón de esta diferencia?, probablemente la misma que a los protogriegos les hace inventarse a Zeus. Las llanuras de los jinetes indoeuropeos que no enseñaron al hombre otra cosa que el avance, la conquista. Si es triste esto no es tarea del historiador determinarlo. Pero no soy un historiador y solo quiero investigar el corazón humano. Poder ver decenas de coqueteos en el metro entre seres solitarios que a su vez quieren y necesitan coquetear. Para mí esa fiesta de miradas me hace feliz y creo que en eso consiste el mundo real, frente a eso los estudios históricos, la conferencia de Yalta, el tratado de Westfalia, la guerra de los cien años, etc., parecen fábulas, no son reales para mí porque no involucran una mirada directa a los ojos, que puede significar todo pero en definitiva nunca llegará a nada...
Pienso en esos cinco segundos de la mirada de ayer, mi mas hermosa, triste y desechable obra de arte...
Stendhal escribe sobre sus paseos por Milán:
"Jamás en vida vi mujeres tan hermosas reunidas; su belleza obliga a bajar la mirada..."




"Es posible controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de la psicosis del odio y la destructividad?"
Es la pregunta que se hace Freud, desde el psicoanálisis, con respecto a la guerra en su correspondencia con Einstein. Su respuesta: No.





Conversando con dos amigos mas, de pronto uno de ellos, tomando aire como quien se prepara para decir algo muy íntimo, me miró y me dijo, "no sé si contarte esto a tí". No supe como tomarlo. Un halago o un insulto. Al final lo contó y yo por supuesto lo escribí, imposible no hacerlo dado su dramatismo sentimental, aunque no lo publiqué (aún).
Es el tema de la lealtad. Por más que "Bovarysemos" las anécdotas y obsesiones que observamos de los cercanos , es decir pongamos los dramas de los amigos y familiares escondidos en un personaje lejano e irreal, igual ellos al leerlos percibirán la indiscreción. Podrán ofenderse o podrán decidir no contarte nunca más algo tan íntimo.
Esta pregunta se la hace Jonathan Franzen en su libro de ensayos "Más afuera" a propósito de lo mismo:
"¿Estoy dispuesto a correr el riesgo de acabar distanciado de alguien a quien quiero a fin de seguir convirtiéndome en el escritor que quiero ser?..."
Quizás siento que fui participe de un gran amor en el pasado no para vivirlo sino para escribirlo. Si pretendo escribir mi primera novela no será de otro tema que ese. La involucrada podrá sentirse halagada o profundamente ofendida. Ella solo ganaría si se mostrara indiferente, que es lo mas probable.
Hay que precisar la pregunta:
¿Estoy dispuesto a seguir engañándome de haber vivido un gran amor en el pasado, sabiendo que es sólo una invención para estimular mi imaginación a fin de seguir convirtiéndome en el escritor que quiero ser?
No se comienza a escribir hasta que uno no esté lo suficientemente engañado de que alguna vez sintió...





En el momento que se yergue la torre Eiffel, escultores, arquitectos, pintores, escritores (Alexandre Dumas y Maupassant) se escandalizaron. No podían creer que un símbolo de la imaginación mercantil de un constructor de máquinas, se convirtiera en el representante del refinado gusto francés. En 1887 mandan la famosa carta de protesta a Le Temps. Al leerla, noto que sus protestas son exactamente iguales a las que los santiaguinos hicieron cuando se inauguró la Torre del Costanera center. Me imagino a los mas entendidos, arquitectos, artistas, urbanistas, los más molestos por esta situación (la gente común la ama y la amaría más si tuviera mil pisos) tomándose una foto bajo la torre Eiffel y suspirando de hinchazón, ahora sí, por la verdadera belleza.
¿Qué es eso que llaman belleza que siempre está escapando y poniendo en ridículo a los hombres?





Simone Weil conoció, probablemente en la fábrica que trabajaba, a una obrera en la creyó ver una fuerte vocación intelectual, entonces le mostraba unas largas conferencias sobre los Upanishads. La joven obrera se aburría mortalmente, pero no decía nada por cortesía.
Los intelectuales y el aburrimiento. ¿Sabrán estos todo lo que aburren?
Cualquier persona que se dedique a los asuntos del espíritu deberá saber lo que Simone Weil no supo. Que la humanidad normal y corriente se aburre profundamente con lo que ellos creen que es vital. Así es y será por toda la eternidad.
Pascal dice algo al parecer simple, pero tremendo en consecuencias, que las personas comunes y corrientes no piensan en las cosas que no quieren pensar. Es esta una verdadera capacidad liberadora, aunque derive en insignificancia.
Es imposible concebir al intelectual diciendo "No quiero pensar en esto". Están como anclados a un mandato misterioso. Pensar incluso en lo que no se desea pensar, es esta la definición mas justa del aburrimiento...Y quizás el aburrimiento sea lo único sustancial en el hombre. Lo demás es cosquillas, repetición, gregarismo, cortesía.





"Ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a ser feliz", dice una línea de la contraportada del libro de Richard Yates. No habría que agregar más a esta sepulcral sentencia, pero la editorial decidió dar una opinión más sobre Yates. La de Kurt Vonnegut:
"Pocos hombres, desde Flaubert, han mostrado tanta compasión por aquellas mujeres cuyas vidas son un infierno..."
Quizás es muy tarde para estos razonamientos.
Hoy conversé con una joven que hace sus propias pastas y mermeladas. Tiene toda una empresa de estos productos. Le va muy bien. Me dice: "Los hombres no ven estos proyectos como una forma de vida (recalca que ha leído estudios al respecto) abandonan con mayor facilidad y menos apego estas empresas. Nosotras hasta los negocios los vemos maternalmente."
La felicidad se cuela en cada poro de la existencia femenina y parece que cuando no la consiguen y son abatidas una y otra vez por el destino, pierden el rumbo vital. Podrán deprimirse y hasta suicidarse por no tolerar mas una vida sin felicidad, su fiesta más importante, pero no hay mujeres que asuman el pesimismo como un proyecto. Lo encuentran ridículo. Y no dejan de tener razón...
Y por eso a las mujeres la sentencia "ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a ser feliz", les debe parecer chocante, absurda, tal como decir "ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a nacer". Una novela basada en argumento semejante debe ser producto de una psiquis enferma, desadaptada. Ya tuvieron de seguro en el pasado el "amor" de un hombre con esas características y sólo le recuerdan cuando quieren burlarse de él...
Nunca fui respetuoso con lo que significa la felicidad para las mujeres, reconozco más por ignorancia que por mala fe. Desde luego esta felicidad no es hecha de la misma madera que la de los hombres. Ni siquiera sé si el hombre tiene desarrollada una coherente idea de felicidad mas que algunos impulsos narcisistas y un par de ternuras paternales.

Esta falta de respeto quizás sea mi mas grande error en la vida, es el que me obliga a redimirme escribiendo, tratando de sospechar algo increíble para mí: Que la felicidad sea el motor de todo...