domingo, 30 de diciembre de 2007

El efecto Kuleshov



Estoy escribiendo como un loco, le digo a Michel, el me mira con una ceja entusiasta, agradecido de la frase (agradecido por que con ese absurdo comentario mío lo saco por unos segundos de su resaca infernal y el subir la ceja es el único acto virtuoso que puede hacer un cuerpo en ese estado de penitencia). ¿Como el tipo del teletipo? –preguntó-con dicha ceja artificialmente depositada en su frente. Si -le dije- , voy como en un estado de inercia, veras, la inercia es por todos conocida, en teoría claro esta, pero este estado en que me encuentro sumido se ríe de la teoría, es decir lo comprendí cuando venía en el bus desde Valparaíso, donde iba sentado en el primer asiento con una vista muy bella por lo demás , ya que iba atrás del chofer, y que además este era muy simpático, aunque esta simpatía con el auxiliar lo ponía un poco distraído, de pronto un auto se cruza e intenta adelantar , el chofer se asusta, carga el freno en una rápida reacción, en ese instante “sentí” la inercia , ¿que es la inercia?, es ese sentimiento en el cual te das cuenta que frenar es inútil, es una especie nueva de vacío , no estático, sino que te arrastra, si el chofer hubiese acelerado no hubiésemos caído en ese vacío, al generar resistencia la inercia toma vida , se desboca, y no hablo del típico frenazo , por que no lo fue, ni siquiera se le asemejo, fue esa sensación –repito- de sentir la total inutilidad del acto de frenar. Un empuje físico.
Así me encontraba yo en el acto de escribir cuando recibí ese piropo de Michel (el del tipo del teletipo, atribuido a la persona de Jack Kerouac que escribía en hojas de teletipo sin parar, loco, como un rollo de confort budista), en retribución a sacarlo por unos segundos de su resaca medieval. Pero cualquier acto de creación abre sus piernas, quiere diversión, o sea cualquier tipo de triunfo y fama. Yo entrenado para esta situación ignoro esa máxima, he suspendido la esperanza, y además ¿que puede ser la fama? Es una obsesión de los espíritus débiles, cuando pienso en ella la asocio al momento cuando se entra a Valparaíso por atrás, o sea por el cerro Los Placeres , ahí se pueden ver tanto como caballos hambrientos (que basan su dieta en pañales usados de guagua) como arquitectura espontanea, casas bellas de raras y pobres que son y también la cancha de fútbol mas improbable del mundo, el club de barrio dueña de ella (¿quien puede ser dueño de un foso poético de polvo?) se llama increíblemente “La fama”, cada vez que me viene esa palabra pienso en la cancha improbable. Soy malo para los significados, que son al fin y al cabo las metas artificiales que el hombre se planteó para tratar de vivir en sociedad)

Michel es un nuevo amigo que hice, digo bien hice, porque es extraño hacerlos , como si fueran de arcilla, es beneficioso a veces tener estas coartadas no solo para beber , sino para conseguir cosas, tranquilizantes , azoteas en viña, mujeres. Ese conseguir que suene por favor como el más inocente, creo que suena mas violento el hacer. Michel es geógrafo aunque no le interesa para nada su disciplina, no ve en ella nada mágico pero ¿por que uno debería ver algo mágico en ella?, esta bien yo no veo nada mágico en todo. Vamos a un bar , a el le gusta uno en particular, mucho jazz y soul , esto atrae a los treintañeros como a la miel, las mujeres sin ningún pudor sueltan su sensualidad, ya han tenido un par de hijos y han fracasado (los primeros fracasos van relacionados con las profesiones de sus parejas mas bien inútiles , luego ellas con un ojo de águila terminarán con un ingeniero o un constructor civil de renombre, este último las hará feliz y les aceptara sus hijos ,ellas finalmente odiaran todo lo volátil, botarán su literatura volátil, su ropa volátil y al fin se vestirán bien),las mujeres de ese bar ya han encontrado un buen método anticonceptivo, a si que van tranquilas , se sueltan a la sensualidad, no pueden pasar la noche sin ser folladas con pasión jazzística, despejadas totalmente, anticonceptivas. Michel sabe eso de las mujeres e intuyo que por eso ese bar es su preferido (mas que por el jazz)
Habla de la Geografía, no técnicamente sino de sus aventuras en sus salidas a terreno, Michel tiene claro cual es su objetivo en la vida, ganar, ser como esos constructores civiles e ingenieros, venir a este bar y llevarse a estas atractivas mujeres, sofisticarse sin ser volátil. Puede defender a Stalin tanto como a Hitler, técnicamente defiende el “socialismo”, incluso a costa de volverse un nacionalista bárbaro. Notablemente el es un hombre sin prejuicios, se puede sentar con cualquiera a conversar y suspende artísticamente su prejuicio, por ejemplo puede conversar con un fascista o un Opus Dei y le da lo mismo, empieza de cero (por su habilidad) aunque después lo golpeé, pero cabe recalcar que al comienzo la conversación parte de cero. Creo que el nota esa virtud, aunque no es tal, honestamente presiento que es una extraña clase de autismo. Tanto así cree él en su falta de prejuicios, que lo único que ha leído de filosofía seriamente es algo precisamente con respecto al prejuicio, algo de Gadamer si mal no recuerdo, el asume su virtud (o su autismo) con pulcritud estudiantil.
El geógrafo se adecua al local, nadie ahí parece ser rígido en sus posturas políticas, votaran por el que les de mayor seguridad, las mujeres por quien les asegure un método anticonceptivo de calidad e idealmente poder abortar sin problemas, por eso no son de extrema derecha, mas que por razones político-económicas, además la izquierda radical les parece muy “popular”. Los hombres necesitarían un hombre de empresa, creo que aman a Sarkozy, y creen que Piñera trata de imitarlo, aunque ridículamente.
De pronto un viejo me habla al oído, intuyo de inmediato que es gay (yo con la capacidad de establecer prejuicios de un sabueso viejo y policial), ¿que hace un viejo ahí?, dentro de tanto treintañero inteligente y ambicioso, ¿por que los mozos no lo echan?, todos consumen diez veces mas que él, y sirven en el mundo veinte veces mas que él. El quiere llevarse a ingenieros a la cama. Parece que es profesor de algo, cosa que aun mas me desagrada, ¿pero por que me habla al oído?, todo el mundo me mira como diciendo ¿no vas a hacer nada?, a todos les molesta ese viejo ahí, el debería estar con sus gatos y su chulo adolecente en su apestosa casa y no contaminar la belleza de ese bar. Cuando se da la vuelta hago el gesto de puntearlo, ¿los rockeros lo hacen o no?, el se ofende, tanto que da entender que es la mayor ofensa que le han profesado, los mozos ríen, eso significa que el viejo no da gran propina y además contamina el local visualmente. La mujeres anticonceptivas me miran como gatas, el geógrafo me dice que es mejor que nos vayamos, le obedezco como si fuera un obrero y el un especialista, el no había visto nada malo en el viejo, pero sé que eso se debe a su profesional falta de prejuicios. Me retiro, pero antes hablo unas palabras en francés, por lo menos aprendo insultos, obligué a los estudiantes de intercambio a que me los enseñen, creo que les caigo mal pero temen de la fragilidad de su extranjería y ceden.
Al otro día me debo encontrar con Horacio, el es tecnólogo médico y es un buen tipo pero esta un poco loco, su fácil acceso a drogas lo ha puesto así creo, para estudiar toma Mentix, para follar algún derivado sintético de la anfetamina, para bailar otra (la típica), incluso toma algunas para hacer deporte, esos irrigadores sanguíneos. El me trae medicamentos fácilmente, incluso le gusta hacerlo, por él que todo el mundo fuese químico, ama la marihuana pero no resiste fumarla, encuentra eso un gesto vulgar y burocrático, podrían concentrarla en píldoras y además agregarle esto y aquello me dice.
Cada vez que me pasa algunos tranquilizantes me insiste:- tomas píldoras para bebé yo te suministraré algo bueno- dice. Incluso me obligó a tomar las famosas pastillas para estudiar, cosa que hice pero no me permitió estudiar ni un minuto, es más, tuve que salir a la terraza a tomar aire, mi cerebro se sentía arado, para calmarlo tuve que hacer otra dosis de tranquilizantes, más compleja. Al otro día mi cerebro amaneció como una trilla, cosechado de sangre, ¿quien puede estudiar con un rinoceronte como cerebro?
Cuando le digo que la marihuana me da ataques de pánico , el me explica técnicamente por que ocurre ese proceso,- bueno eso es normal en cerebros un poco susceptibles, pero te recomiendo que fumes yerba y luego te tomes una de estas , estarás protegido de cualquier paranoia-me dice , y me lanza una píldora pequeñita, casi insignificante. Ya tarde en la soledad que da la terraza con la música a medio volumen prendo un pito, hace años que no fumo, de hecho el tecnólogo tuvo que hacer la parte burocrática de liarlos y pasar la lengua por el y todo eso. Era fuerte, creo que el me pasó la marihuana mas fuerte que disponía para probarme que la píldora, esa insignificante que debería tomarme después, era efectiva, fume tranquilamente, me volé como un quinceañero, volví a amar la música nuevamente. Leí un reportaje sobre Sarkozy por horas, la realidad es que no se disfrutar este tipo de voladas. Luego ya muy alto tome la pastillita que hizo el efecto de un aeropuerto en el Amazonas, el cerebro pasó de ser una cabra libre en los Alpes a un gato atropellado en Pudahuel. La sensación fue horrible, hubiese preferido mejor una taquicardia de las que estoy acostumbrado.
Unas horas después el tecnólogo llega a mi casa, creo que de pura curiosidad, tengo la impresión que experimenta con los amigos, cuando llegó vio que la fotografía de Sarkozy en el reportaje estaba con unos bigotes dibujados con plumón , pensó que algo andaba mal, yo le mire fijo, mi gato atropellado había fallecido. La química es así -me dijo- y volvió a repetirlo para sus adentros eso si casi susurrando y mirando el mar –la química es así. Siento que saco esa frase de algún lado, no es suya. No lo aprecio tanto pienso en mi interior, la química es así.
Fuimos unos días después con el tecnólogo a vagar por Viña, el tiene dinero , un jeep Montero, yo me siento de copiloto, parezco su puta, todas las mujeres me miran , es extraño, todas hasta las ancianas, arriba de ese jeep todas miran, parece un mito antiguo ese del seductor con un buen auto, yo creo que es el efecto Kuleshov, o sea cualquier cara que vaya ahí será mirada, el efecto Kuleshov fue creado por ese teórico ruso que lleva su nombre , probando que el montaje es lo que le da el significado al cine, por ejemplo filmaba una cara de un actor y luego montaba un plano de una sopa, luego la misma cara la ponía al lado de un hombre muerto , la gente decía ¡Que buen actor!, “como se somete al rigor de la emoción”, y no sospechaba que el experimento quería probar que la expresividad era del montaje cinematográfico, o sea de la distribución y relación de los planos y no de la habilidad del actor ¡por que era su misma cara! uhhh que tramposos son estos rusos. Lo mismo pasaba arriba del jeep montero, la gente ve en esa cara anónima (la mía en este caso, la de la puta que va de copiloto) algún extraño tipo de expresividad, quizás hasta belleza, pero no saben que es el efecto Kuleshov, no soy yo, es el montaje, o sea yo sumado, al lado del jeep. El jeep haría las veces de plano y yo del actor inexpresivo.
Hago efectos Kuleshov en todo, con la cerveza, los perros, los bares. Incluso he pensado tras la experiencia del Geógrafo y el Tecnólogo que la amistad misma es un efecto Kuleshov.
Casi no lo soporto, que fastidioso es ver como los rusos me quitan la ilusión.

sábado, 29 de diciembre de 2007

miserias y alevosías anudan mis pesamientos. (Violeta Parra)



La pieza del moribundo era mas bien científica, el animus , era sostenido por ese paradigma, o sea todo el aparataje médico se veía mucho mas adecuado que la vieja biblia en el velador, la familia no sabia como moverse en ese espacio científico, los doctores que ven un poco ingenuo el dolor de la familia (debido quizás a la incipiente utilización de la biblia) hacen el favor de siempre , suben discretamente los niveles de morfina del paciente para que muera . Ellos, eso sí, evitan, el vocablo “irse”. Si la muerte fuese un viaje, los doctores no correrían para evitarla, no sudarían, ni trasnocharían, no dejarían sus hijos cenando solos en casa, ellos solo evitan que el paciente muera. Si fuese un asunto de viajes se convertirían más bien en guías de turismo, más que depositarios del dedo meñique hacia abajo como los emperadores romanos, o sea la sobredosis de morfina que hace una eutanasia solapada, que simplemente dice fin, cuando no se puede hacer nada por salvar, se pasa analizar el problema del sufrimiento, ahora a llorar.
Son las dos y este querido amigo fue devorado por un cáncer, casi como un sentenciado, de un día para otro se agravo, no hubo mucho tiempo, sólo meses desde la sanidad mas absoluta hasta el morfinazo.
Los velorios son siempre iguales, los vecinos se convierten en improvisados filósofos, y los religiosos asumen su momento de gala. Los niños corren felices, por la calle. Comen y beben sopa. Alguna vieja comienza a cantar un rosario, para los jóvenes de ahora eso es inédito, el velorio ahora para ellos se asemeja a una tribu, salen a la calle discretos y respetuosos para que no noten que están huyendo, fuman un cigarro.
Luego al otro día el entierro es discreto, tierra sobre el cajón y chao. Otro hombre suprimido de la tierra. No creo en la muerte, aunque la veo, es un acto empírico de hecho pero no de derecho, no creo que yo vaya a morir. Nadie experimenta la muerte, el agonizar es totalmente lo contrario a la muerte, hay mucho miedo, la muerte no se experimenta cabalmente, solo la idea de morirse, esta idea contamina el acto final, los tibetanos se entrenan en eso…
Después uno como que se da cuenta que el muerto es como si nunca hubiese nacido, jamás fue carne, ahora es pura idea argumental. Entra la duda.
Ya ha pasado un tiempo desde que murió , a veces me hago cargo de sus hijas ,suena raro el “sus”, como una contradicción necrológica, ¿como algo puede ser aún suyo?, las niñas son religiosas por causa de su madre , no la culpo, el sufrimiento crea los mas curiosos comportamientos, no debería incumbirme, solo las cuido a veces , a la mayor normalmente le explota la nariz con sangre , en un acto casi cotidiano, yo corro y le ofrezco un pañuelo, el otro día le dije que lo mas probable era que ese cielo fuese un invento insano, que no podía probar eso pero tenia que ponerse en la situación por lo menos de que podría ser un invento, que no era malo, que era mas digno y menos egoísta, me miro callada , le comenzó a salir sangre de narices. Tiene diez años y yo no debería decirle esas cosas, por lo menos para evitar las hemorragias.

Estoy cansado de la gente estúpida que pulula por todos lados, en el negocio que atiendo el acto más sagrado que se hace es comprar dos calugas Maggi, me pregunto si esas pobres señoras estarán vivas, también me pregunto sino habrá algún doctor que se apiade de ellas y les brinde algún tipo de morfinazo. El negocio me da dinero y tiempo, debo aclararlo, pero me sumerge en el velorio perpetuo de gente extinta, tengo que soportar al viejo que llega con los peores hedores humanos, a vino matutino, mezclado con jugos gástricos y ajo, sus jadeo alcohólico, su carne hinchada. Cuando le vendo no pienso en él, y parece que lo nota.
Nada interesante, anote con mayúsculas en mi libreta -NADA INTERESANTE-, para encontrar algo uno o tiene que meterse a la virtualidad o emborracharse, cada día es mas indigno salir de aquí, no hay como. Cuando lo logro camino, ya en el centro, una señora de aproximadamente 50 años muy bella , con una aire aristócrata en una gran librería me deja llevar por casi la mitad del precio a “Satori en París” de Kerouac , un libro que he buscado por mucho tiempo, no ha sido editado en el país y solo confiaba que un hijo neófito le vendiera ese libro a su padre a escondidas ,(traído de Argentina en un viaje burgués), para comprar cervezas, eso creo que efectivamente paso, sino no encuentro otra explicación para que estuviera en la vitrina .Le dije me he quedado solo con monedas porque había comprado otro libro caro y nuevo antes, no tenia contemplado esta compra, ella me dijo bueno, un bueeeno extendiendo la e, o sea un bueno con una ternura maternal. Y siguió conversando con su marido aristócrata. De regreso a casa caminando por el centro y hojeando el libro, pensé concentradamente en la E de su bueeeno. Aún la recuerdo, esa E es lo que me hace pensar que no hay muerte, solo hemorragias.
En la calle, afuera de una tienda de ropa extraña e inútil, un gordo con su vieja madre se miraban preocupados, el gordo de pronto se acuclilla tomándose la cabeza, se siente mal, se que no es nada físico, por su comportamiento y por mi asesoría médica es muy probable que no sea nada grave, sólo un ataque de pánico, o sea muy grave para el que lo padece pero nada mortal. Los que llegan con esos episodios a las postas son profundamente ignorados, un test rápido de descarte del infarto y un diazepan, y listo a sufrir a su casa. El ataque de pánico es como apretar el botón de alarma del cuerpo , todos alguna vez lo apretamos y es necesario que así sea, sobrevivimos gracias a ese botón de alerta, si alguien nos amenaza podemos correr mas rápido, efectivamente gracias a que el cuerpo en emergencia rinde más, las pupilas se dilatan se irriga mas sangre el corazón se prepara, igual que en una reacción rápida al volante, la emergencia salva al piloto, lo malo del ataque de pánico que se enciende la alarma sin ninguna emergencia, en la cola de un banco o afuera de una tienda de ropa estúpida como le paso al gordo. El se esta muriendo, se desespera, quizás jaló mucha cocaína la noche anterior, el ataque lo hará despertar pienso, yo sigo concentrado en mi E. Pero aunque quería concentrarme exclusivamente en la E tierna de la librera, el episodio de pánico del gordo se añadió irremisiblemente al anterior, y me vi sin querer en una caravana de pensamientos ajenos, uno amable otro ansioso.
Tiempo atrás sufría de estos arrebatos de emergencias sin ser emergencias y recurrí a un siquiatra. Llegue con el corazón en la mano a su consulta, era joven, mis tatuajes estaban recién hechos , ellos me daban una estúpida seguridad pero que no bastaban para detener el pánico, ahí el siquiatra me medicó y me sane, así de simple , nada de terapias aunque el si anotaba todo, y aunque al paciente curioso le es vedado ver ese cuadernito histriónico de siquiatra, me imagine que mi ficha la llenaba tanto con informes técnicos como con banalidades, en la segunda sesión me dijo “la primera vez que viniste tenias un aro, ahora tienes dos”, sabia que eso iría en la libretita quizás complejizado en un término siquiátrico, pero iría al fin. Al final son simples problemas con la reabsorción de la serotonina en el cerebro, haciendo un analogía, es como si la marea se entrara y no saliera y los cangrejos ahí varados no pudieran entrar de nuevo al mar , esos cangrejos serian los conductores de dopamina, los cuales dan la sensación de placer, los medicamentos impiden que se entre la marea tan fácilmente, facilitando así el ingreso de los cangrejos , o sea que la química cerebral este en orden y la dopamina fluya y me haga feliz. Los medicamentos son Jesús desde cierto punto de vista, la gente los odia, por que la industria de la autoayuda que factura tanto como la de los medicamentos ha corrido el rumor de que son nocivos, que prácticamente forman un robot en esta triste y solitaria era, que inventa felicidad. La gente se lo cree, suspende el contacto de los cangrejos y paga con su VISA $ 30.000 por una entrada al cabaret místico de Jodorowsky. Los cangrejos mueren varados.
El siquiatra le falta un trozo de oreja, eso es crucial, deje de verlo, pasaron años y decidí ir de nuevo, no tenia nada, ni su teléfono ni su dirección incluso no me acordaba de su nombre, solo algún recuerdo vago de la consulta donde atendía , en la cual ya no trabajaba, lo que si tenia era su oreja. Gracias a la oreja o lo que le quedaba de ella, llegue a él, le dije a la secretaria que buscaba a un siquiatra con esas características y ella tanto buscar en sus archivos encontró su teléfono, cuando él contestó lo hizo sorprendido, fijo el horario de inmediato, mis cangrejos se estaban asfixiando, tuve que visitarlo a su acomodada casa de siquiatra en Peñalolén, cuando le conté la historia el la apreció, no me cobro todo lo que debería y jamás miro el reloj, cosa que valore. Me dejaba hojear sus libros, mucho Freud, aunque el insistía en odiar a los sicoanalistas “que se ganaban los cruceros por el caribe atendiendo toda una vida a las señoras adineradas del país”, yo había leído de Freud con mucho interés “Moisés y la religión monoteísta”, descubriendo según su loca tesis de que Yahvé el dios judío, provenía del Atón egipcio (sumándole dos Moisés, culpas y asesinatos no expiados, en suma un sicoanálisis del judaísmo “la religión del padre”). Hablamos de ello, también del libro “Cocaína” de Freud, muy valorado por los neófitos en ciencia y muy decepcionante para los amantes de Freud, ya estaba loco para defender con tanto dato arbitrario a la cocaína decían algunos. No me quise comprar ese libro tiempo atrás, valía como $ 20.000 en el Fondo de cultura económica, nunca me atrajo mucho la cocaína, presentía que Freud la defendía por que ya estaba adicto y paranoico. ¿Me pregunto que le hará la cocaína a los cangrejos?
El siquiatra se veía un tipo solitario y con una vida de mierda, terminó él contándome sus sueños, ahí inferí que estaba sólo, quizás separado, sus sueño era irse al África a estudiar el pool genético de los chitas, esta especie decía, tiene su pool genético debilitado producto de que desde la última glaciación quedaron pocas especímenes, lo que los obligo a aparearse entre familiares directos, no se fortificaron genéticamente por sus escasez, de ahí que ahora poseen distintos problemas físicos que los hacen muy delicados , problemas cardiacos , hepáticos , etc. Me pregunto si su oreja deforme responde a un problema de pool genético. Pienso, si puede curar a chitas lo hará conmigo. Tiene dinero, ciencia y soledad, ¿que le impide cumplir su proyecto?
Ya es día de cuidar a las niñitas, llevo mucho confort para la hemorragia, ellas duermen tranquilas en mi sofá, las dejo descansar, dejo el confort a su lado por si estalla la sangre, pienso por un rato que hay cielo. Aunque mejor decido dormir.




viernes, 28 de diciembre de 2007

Pa´ lo que creen que la poesía esta en Paris



En un carro de olvido,
antes de aclarar,
de una estación del tiempo,
decidido a rodar
Run Run se fue pa'l Norte,
no sé cuándo vendrá.
Vendrá para el cumpleaños
de nuestra soledad.

A los tres días, carta
con letra de coral,
me dice que su viaje
se alarga más y más,
se va de Antofagasta
sin dar una señal,
y cuenta una aventura
que paso a deletrear
ay ay ay de mí.

Al medio de un gentío
que tuvo que afrontar,
un trasbordo por culpa
del último huracán,
en un puerto quebrado
cerca de Vallenar,
con una cruz al hombro
Run Run debió cruzar.

Run Run siguió su viaje
llegó al Tamarugal.
Sentado en una piedra
se puso a divagar,
que si esto que lo otro,
que nunca que además,
que la vida es mentira
que la muerte es verdad
ay ay ay de mí.

La cosa es que una alforja
se puso a trajinar,
sacó papel y tinta,
un recuerdo quizás,
sin pena ni alegría,
sin gloria ni piedad,
sin rabia ni amargura,
sin hiel ni libertad,

vacía como el hueco
del mundo terrenal
Run Run mandó su carta
por mandarla no más.
Run Run se fue pa'l Norte
yo me quedé en el Sur,
al medio hay un abismo
sin música ni luz
ay ay ay de mí.

El calendario afloja
por las ruedas del tren
los números del año
sobre el filo del riel.
Más vueltas dan los fierros,
más nubes en el mes,
más largos son los rieles,
más agrio es el después.

Run-Run se fue pa'l Norte
qué le vamos a hacer,
así es la vida entonces,
espinas de Israel,
amor crucificado,
corona del desdén,
los clavos del martirio,
el vinagre y la hiel
ay ay ay de mí

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Balada de la dependencia sexual.


Fotografía : Nan Goldin –“Rise and Monty on the lounge chair”, NYC, 1988


I

Me había quedado en eso, para mí en este instante la posibilidad de una cerveza es sólo un fin orgánico, casi “celular” como lo llamó un amigo que nada sabe de biología pero le gustaba definir así el imperativo de la cebada. Para otros y en el círculo que me encuentro ahora es un medio para definir verdades, por ejemplo, lanzan preposiciones de presentación , las clásicas, como decir el “yo estudio ciencia” , del pequeño arrogante químico , luego viene una mujer , por cierto muy guapa y dice “yo estudio la ciencia”,- pareciera que la mesa en la preposición “yo estudio ciencia” quedara satisfecha y se alimentara de esa posibilidad, que todo un método la guiara sin problemas en la noche , pero el simple artículo “la” ciencia o sea el giro epistemológico de la mujer guapa pone rígido el ambiente , a mi parecer lo pone mas “sensual” , como si ya la discusión no versara sólo en la posibilidad de entendimiento sino que ahora gracias a esa bella mujer y su salto epistemológico (término que excita a las mesas llenas de cerveza) se volcara al puro sensualismo.
Paso a explicar que ahora me ha venido una reflexión en torno a ese sensualismo, a decir las comparaciones que los hombres se lanzan cuando están borrachos y en grupo, los cuales comienzan a contar las mujeres que han tenido en sus vidas (en el especifico ámbito sexual cuantitativo y por eso el término “mujer”, y para nada se especifica tal o cual , la propiedad del sustantivo es irrelevante, por ejemplo el efecto de Carla o Verónica en ese número, sino estrictamente el concepto “mujer” , que se define en la cantidad que un hombre ha follado aproximadamente hasta los treinta,- desde ahora y en adelante me permitirán el vocablo un poco ibérico aquí de “follar”, por que el verdadero , el que se debe aplicar a nuestras circunstancias es “culiar”, pero considero que suena menos musical).

En eso cuando muchos ya han lanzado cifras como treinta o cuarenta mujeres que en mi pubertad hubiese sido una cifra oriental para mí, propia de algún tipo de Rajá o líder místico, noto hoy que es un promedio aceptable y sano, por que para obtener este número solo se necesitaría un poco de disciplina y trabajo. El amor seria un pretexto, a modo de rumor humano para que otros consiguieran ese número (y lo siguieran expandiendo), por que el amor, sentimiento del cual no dudo de su autenticidad, forma hombres que no aspirarían jamás a llegar a semejante cifra, son cautivos de ese rumor y se alejan de esa empresa, a ellos habría que dejarlos tranquilos, el análisis que se hace acá no quiere quebrar los jarrones de la ternura. Dejando en paz a los palomos en la azotea del edificio del amor, sólo me aboco ahora a los hombres comunes que disciplinadamente llegan a esa cifra en normales condiciones (o sea me refiero fruto de su trabajo y no por causas externas como seria la fama, el dinero y otras raíces)
La mujer “epistemológica” abre el debate con su “la”, ciento que el grupo científico se hubiese aburrido contando penas de amor y singularizando alguna aventura amatoria, el amor aquí es irrelevante. Casi como los científicos que salen a los charcos a tratar de especificar y aclarar aún mas la evolución micro orgánica, el grupo lanza las mujeres con los cuales han tenido sexo, e insisto, todo versa en torno a la cantidad y no la calidad, esta última categoría ya he dicho que tornaría la mesa en un club de viejas en vez de una mesa científica borracha.

A la luz de los resultados preliminares uno debería haber follado a mi edad a lo menos a cuarenta hembras, la mujer “E” (para abreviar el término con la cual se ha identificado genialmente) hace como que anota los resultados, con valentía asume que ella podría ser una mas dentro de un grupo variable de mujeres, nótese aquí que este intento de estudio se ha basado en una preposición de esa misma mujer y no pretende enredarse tampoco en absurdas discusiones feministas que encontrarían el tema un poco chocante.
Mi caso se analiza con extremo interés, por mi orgánica cervecera soy sincero pero tampoco trato de ser una víctima, es mas, siento en parte que en algunos pasajes sueno arrogante, pero “la verdad” es la arrogancia pura hecha concepto vicioso.

La adolescencia es pornográfica , es mas bajo ese signo todos los hombres envueltos en ella salían a cazar , eran arpones que fingían bailar un rato, hasta ahí total correspondencia con mi caso, pero comienzo a distanciarme cuando les explico que yo era en mi juventud un tipo realmente encantador para las mujeres, me piden que especifique eso, comprendo el requerimiento , no es lo mismo encantar a una cobra que a un gato hambriento, la primera necesitara de trabajo y arrojo , el segundo solo una cabeza de pescado, el término encantar a modo general suena vago e impreciso. El grupo me pone en jaque, pero basta ser sincero para ser un buen ajedrecista, jamás pretendí ser encantador ni tampoco seleccionar a la mujer a la cual encantaba, la sociología solo hacia las veces de seleccionadora, o sea yo encantaba a lo que mi condición social me lo permitía, o sea como se dice hoy lo que mi “target” me auspiciaba. Cuando en una discoteque (pongo el caso de una discoteque por que es ahí donde surgía el sexo que me interesa) una mujer ya acabada la noche te miraba como diciendo: “he analizado todas las posibilidades, partiendo por el físico que es lo primero, que he tomado en consideración tu posible higiene , tu encanto y tu sentido del humor he decidido que sí, que podemos ir tranquilinamente a follar”, uno podía, si era experimentado en el asunto, inferir ese sí quizás anticipadamente , hacía de la experiencia una especie de ciencia de los “sí” sexuales.

Observaba en aquellos tiempos que para llevarse a la cama a una mujer no bastaba encantarlas , había que generar otro proceso, eso lo infería bajo la empírea vecina , algunos amigos ya mayores , verdaderos trabajadores del sexo lograban ya en aquellas épocas un buen promedio , debido a su dedicación y disciplina, no es fácil llevarlas a la cama . Lo primero que se debe tener es una cama, entiéndase por esto un nicho de cualquier índole y no me pidan por favor que sea mas específicamente burdo ya que este análisis no pretende ser una desolladura de conejos, entiéndase esto como un método inductivo y permítanme ser profundamente explicito incluso a fuerza de caer en insignificancias. Se me reprochara quizás hasta aquí mi profunda falta de delicadeza para con las mujeres, por no decir un machismo sintomático y desenfrenado, quizás se mal interprete el término “llevar a la cama”, pero entiéndase el llevar en el sentido mas literal posible , cada mujer que se menciona genéricamente en este estudio fue llevada, no descarto para la tranquilidad de las feministas, que muchas mujeres me llevaron a la cama , ejerciendo ellas bien su derecho de verme como un artefacto, pero como el critico nunca esta quieto se me reprochara también que la expresión “llevarme” me deja aún peor , cuanto me gustaría que cada mujer de las que hablo me hubiese ella llevado a la cama , y el hombre fiel a si mismo sin ningún temor a ser artefacto, lo goce aún mas y además lo cuente arrogantemente, lamentablemente no es así y habrá que seguir navegando a veces en la insensata franqueza del “llevar”.
Insisto en el término “fue llevada” por que ese es el meollo de la cuestión, ¿como algunos pueden llevar cuarenta y otros una cifra muy pobre y sin esperanzas de acrecentarla? Disciplina digo yo, estricta disciplina se necesita para llevarlas.
Hasta aquí el grupo ha comprendido, aunque reconozco que algunos dudaban de la autenticidad de mi historia y la creían inventada sólo para llevar a la cama a la señorita E que además era su amiga y sentían un poco de pertenencia. Ella queda encantada con la historia, mi teoría increíblemente aún tiene vigencia.
Me pidieron posteriormente que fuese mas explicito con mi ponencia, el grupo científico estaba perdiendo el sistematismo, algunos se paraban al baño y volvían con el marrueco abierto, cosa normal en cualquier función, pero en ese contexto me ponía un poco inquieto. En los recreos que se producían en esos pequeños instantes , en los instantes en el que el marrueco entraba en actividad, la señorita E me muestra una frase subrayada del libro de Houellebecq “Ampliación del campo de batalla” (algo que no me sorprendería por estos tiempos), la frase decía “tengo la impresión de ser un muslo de pollo envuelto en celofán en el estante de un supermercado”, y rápidamente otra frase en el mismo libro ahora como cita y que pertenecía a Roland Barthes como encabezado de un capítulo : “de pronto, me fue indiferente no ser moderno”, hubiese tomado esto como un típico acto de seducción intelectual , que es la más carnal, sino fuese por que ambas páginas estaban demarcadas de antemano, así pude inferir que si no hubiese sido a mí a quien las mostraba seductoramente, hubiese sido a cualquier otro tipo encantador (que al contrario de lo que se cree esta lleno el mundo). El problema de la seducción es que demanda exclusividad, y eso mas que una ventaja es una desventaja en el humano, cuantos problemas nos ahorraríamos (incluyendo el de esta velada) si no exigiéramos esa exclusividad en nuestras seducciones, las nuevas generaciones lo han entendido bien y por eso surgió el término “poncio”, o sea pura seducción sin propiedad y libre -y además agregándole características deportivas por que las seducciones son casi cronometradas, ¡hay que envidia!….
Un ejemplo bastará para convencer al grupo de la veracidad de mi historia, que no basta lo encantador que se sea, si no va acompañado de un método no se llegara a resultados satisfactorios. Si uno observara más a la naturaleza el problema estaría resuelto, de hecho el mío se resolvió mientras veía a cuatro palomos disputándose a una paloma en una fuente del centro en mis días de desempleo. Uno empezaría tímidamente adoptando el método avícola para después bajo estricto entrenamiento, complejizarlo para aplicarlo radicalmente con una mujer.
Volviendo a mi ejemplo, una vez después de terminada la discoteque en la cual me encontraba con ciertos amigos, uno de ellos después de haber aplicado el “método” y de no quedarse como yo en el simple e infantil encanto, invitó a una mujer a follar, ella no podía, y aducía extrañamente como escusa que no podía llegar a la casa sin su amiga, esta además. en una acto simplón y egoísta remarcaba esa imposibilidad, este amigo resolvió el dilema presentándome como la solución a dicho problema, yo iría con la amiga de la mujer que el se iba a follar , en un principio la solución satisfizo a todos, este amigo me invitó al motel incluyendo todos los viáticos (en una extravagancia que solo esos tiempos permitían) , cuando llegamos, mi amigo sumaba una mujer más a esa lista que analizaban los científicos y yo me quedaba en una pieza con esa mujer tímida y nerviosa, al poder prescindir del método creí quizás que el sexo podía ser así , como caído del cielo, pero esta mujercita se negó toda la noche a tener sexo, incluso sabiendo que el viatico corría por cuenta de mi amigo. Ni siquiera lo intentó por deferencia, eso si accedió a algunos toqueteos, debidos a mis tenues ahorcamientos que servían como método casi desesperado. Ella aducía a que tenia pololo, (cosa que creí un poco, tras lloriquear un rato enamorada y además ese conflicto me confirmaba que yo le gustaba algo, cosa siempre regocijante para un joven en esas vergonzosas circunstancias), pero ¿por que aceptó ir a la pieza?, ¿y por que tuve que ser víctima yo de ese lloriqueo enamorado? Ahora con el peso de la experiencia, creo que no se pueden lograr las cosas sin ese método, por muy insignificante que parezcan, se necesita esa disciplina sexual, el que crea que todo puede llegar del cielo que se quede con sus cinco mujeres sexuales o que folle prostitutas por toda la eternidad.

Mi ejemplo convenció al grupo, la tesis de la señorita E es que la moral incluso puede entrar a las piezas pero jamás a los calzones. Noté su ironía, ella no. Invito a la señorita E a follar y ella acepta, nadie parece terminar herido si tomamos el hecho que sólo somos pollo en papel celofán en un supermercado como me lo quiso hacer creer la señorita E, sólo aumentaremos las ganancias, que es, en suma, en lo que hoy por hoy estamos abocados.


II



Leí por ahí que en los ochentas los jóvenes temían a la amenaza nuclear, ahora su amenaza es el desempleo, algo de razón quizás tienen esos recuerdos de lecturas que no se donde hice, pero yo jamás le temí a ninguno de los dos, mis temores eran mas imbéciles.
Temo de mi mismo cuando bufo o sea cuando se llegan a juntar inocentemente en cualquier reunión un grupo de hombres y mujeres. Si el grupo se divide equitativamente habrá problemas, alguien levantará la voz, habrá discusiones estúpidas, todo terminara en follones erróneos y vómitos. Por el contrario si hay más mujeres se entrara en una armonía mas extraña, un tono mas apacible y sensual rondará el panorama. Lo dijo bien claro ese viejo dueño de la Playboy , para que una fiesta sea buena el número de mujeres debe superar con creces al de los hombres , siento ese designio lejos de ser superficial un estudio sabiamente profundo solo dado por la experiencia, es cosa de poner cualquier macho alfa animal con otros machos , el caos surgirá de inmediato. El viejo de la Playboy es un zoólogo.
Ni siquiera puedo hablar de cuando bufo yo, por que en realidad no había tomado conciencia de ello, es mas ese término lo he aprendido del hábito, por ejemplo cuando fui hace años con un amigo a presentarme un trabajo de la Coca Cola (actos precedidos más por el absurdo y la aventura que por la necesidad, por que en ese entonces nadie quería trabajar), rodeado de misterio por lo demás , ya que ninguno sabia que esperaba la Coca Cola de uno, si dejarlo de cargador, reponedor o simplemente de un hombre Coca Cola, los cuales doy fe de que existen aunque ignoro su utilidad, este amigo por lo demás muy normal, pero que yo encontraba en ese entonces muy loco y que después invertí autocríticamente mi análisis, dado que en el patio de esa agencia de empleos juntaban a todos los que querían trabajar para la Coca Cola , incluyendo a las promotoras que eran las mas numerosas , literalmente no aguantó la situación de ver tanta mujer con sus pechos sensuales y fue al baño, cosa que después él me conto como si fuera lo mas normal de mundo y ahora no dudo que lo sea, y tranquilamente se masturbó, luego llegó con el pelo mojado y relajado, -no aguante más -me dijo, me dejo a mí ahí con mis represiones sin poder masturbarme, pareciera que todo el mundo lo había hecho, cada joven que entraba al baño salía relajado y jovial, las promotoras seguían parloteando y mostrando su culo. Yo no entré al baño. En ese tiempo resolví que ese deseo masturbatorio respondía al énfasis publicitario de la Coca Cola.
Tiempo después otro amigo que trabajó en la minas en el norte contaba que cuando los trabajadores tomaban el bus que los bajaba al pueblo después de quince días de ininterrumpida labor con la consabida abstinencia sexual, en sus palabras: “llegaban a bufar en el bus”. De ahí que hoy por hoy siento a los hombres bufar, pero admiro en cualquier velada grupal donde se encuentren muchas mujeres, como con un talento casi artístico, estos hombres lo disimulan con una simpatía casi angelical.
Cada vez que hombres y mujeres se reúnen los hombres bufan aunque sea mentalmente, las mujeres deberían saberlo, es cosa común y es su deber enterarse. Algunos los mas cínicos lo niegan otros los mas honestos van al baño y se masturban. No todo bufar desemboca en orgia, las mujeres que hoy en día están enteradas de estas características animales, con su honestidad le sacan presión al ambiente, hacen de veterinarias.
Las mujeres, seres mas dignos, en una fiesta miran aún con un dejo de “quiero ser amada”, hasta la mas puta quiere un instante ser amada, los hombres solo nos miramos de reojo sabemos eso del bufar, tratamos de mantenernos a raya, otros, los que no aceptan su zoología, juegan por ejemplo a la vida poética, a ser seres que demandan amor, pero cuando otro hombre se le acerca muestran pequeños colmillos, gruñen, se enfadan, compiten, “cierran el campo de la conversación” lanzando algún dogma básico y sin fundamento. Lo más sabio es masturbarse, seguir el río de la biología.
A la discoteque que íbamos, los asistentes se dividían entre los idiotas y los no tanto, yo pertenecía a este último grupo, que lo único que requería en el mundo era sexo. Lo bueno que las mujeres que ahí asistían también querían lo mismo, pasaron años y seguí fuera del tiempo, ahí exigiendo lo que todo animal exige, sexo.
Para tener ese sexo había que mentir, ser lúcido o tener suficiente dinero, ahora pasado lo años el círculo no se diferencia, los lugares se han sofisticado, los grupos quizás ampliaron su vocabulario básico con invenciones aún mas infantiles, se finge un poco mas de armonía cosa que es grata de primeras y aburrida con el paso del tiempo. Pero el sexo esta ahí esperando, agazapado en la sofisticación. Jamás un grupo sofisticado reconocerá que bufa, es mas lo encontrara estúpido e incivilizado. Es comprensible, ignorar ese hecho es otra forma de bufar. Lo que ignoran esos incipientes grupos de que el bufar es sano mientras se le oriente como una energía más, como una termodinámica masculina, ¿por que avergonzarse y ocultarla?
La última vez que asistí a una discoteque por lo demás burda y ordinaria, bufe al oído de una jovenzuela, ella me sonrió regocijada, pareciera que valoró mi honestidad. Pero pedí tragos, tantos que entré a la otra forma de expresión masculina, el vómito sistemático y sincopado.

domingo, 23 de diciembre de 2007

Coctelmarx : ¿Porqué me persigues?



Caravaggio , “La conversión de San Pablo”


Pasa sonriente frente a mí el que me “cogoteó” años atrás, con su pequeña hijita de la mano, si hasta me saluda , optimista, un poco ansioso, le dice a su niña que lo acompañe a comprar dulces, cosa que no es cierto, va donde tiene que ir, pero lo saludo , lo perdono como un cristiano primitivo, ¿que otra cosa podría hacer? , ¿apuñalarlo?, de hecho -deberías haberle pegado- me decían tiempo atrás, pero no estoy capacitado por que pegar en su jerga no es el “pegar nuestro” ,siendo estricto es enterrarle algo, y para eso no estoy capacitado aún. Y por que “pegarle” si ahora lo estimo unos segundos, cuando pasa con su hijita a comprar un papelillo.
Los grandes edificios del cristianismo llevaban una vida licenciosa, desde San Pablo , el “inventor del cristianismo” hasta San Agustín y San francisco de Asís. De hecho Saulo como se llamaba Pablo antes de su conversión era un cazador de cristianos, en un paseo para conseguir mas víctimas camino a Damasco se le apareció una luz (atribuida a Jesús, sí, el mismo de la Navidad), que le dijo ¿Pablo por que me persigues? el cayó de su caballo…., en el episodio del cogoteo yo haría las veces del caballo. Y él, el de un Pablo duro…


Me canso y viajo, me gusta esa esquizofrenia social , de pronto puedo aparecer en un bar en Reñaca lleno de budas e incienso, lleno de gente rica y de clase media que quiere divertirse en el diseño, aunque no creo en la clase media , muchos teóricos dicen que no existe, otros que esta abandonada, yo no la veo, lo que veo es que todos sufren de la intención urbana centrífuga , quieren huir de la periferia, -y no digo que no estén en su derecho-, cruzar la ciudad para trabajar es por decir lo menos un infierno en escala, de ahí a catalogar ese miedo centrífugo en clase media es un “utopía” , usando esa vieja palabra que no me permite buscarle un sinónimo mas digno.

Necesito un punto de encuentro, las afueras del bar Journal en Viña del Mar es bueno como referencia , afuera hay muchos adolecentes ansiosos a la espera de sus compañías, mas allá un vagabundo se retuerce en convulsiones , alguien lo asiste, quizás muera , es raro, parece no importarme, y menos a los jóvenes que siguen hablando sus asuntos sin ningún reparo , de sus tesis , de los distintos tipos de ron, algunos incluso del rugby, el vagabundo sigue retorciéndose, ¿de que serviría que me preocuparse si horas mas tarde me encontraría con unos tipos a beber cerveza y olvidaría el episodio por completo? , a los treinta ya uno no sabe si se junta con alguien solo por la importancia del dialogo o por el mero acto de beber cerveza. No sabe si la compasión es un engaño personal o de amor al prójimo, eso lo dedujeron muy bien los budistas mahayanicos que se separaron de la ortodoxia y crearon la figura del Bodisathva. No tiene sentido salvarse “individualmente”, aunque sin individuo tampoco hay salvación ,la compasión cristiana crea una especie de yo en el otro. Un “cogoteo” a sí mismo.
Ya mi cabeza casi explotaba, los pensamientos surgían como una extraña enfermedad, por miles, desbocados, me dan ganas de decirles a los carabineros que habían llegado –llévenselo luego…Los policías de seguro estaban preocupados de la final de futbol del fin de semana. Nadie parece importarle el vagabundo convulsionando, pareciera que debe morir. Uno no tiene que ilusionarse tanto, igual va a morir sólo, a lo mas algunos llegarán, pero no podrán prescindir de sus obligaciones (nadie se concentra en un muerto) estarán preocupados de sus asuntos en Dicom o quizás de que se les acabo la marihuana, que se yo. Mi cabeza explota , se parece a esas micros que quedan en pana y el chofer las detiene pero el motor sigue rugiendo aún mas fuerte, acelerado, para decirles a los ofuscados pasajeros,- hasta aquí no mas llegamos devuelvo los pasajes, así estaba mi cabeza, me daban ganas de decirle al mundo que me rodeaba , a los policías, los adolecente del rugby, a los camilleros del SAMU,- basta, hasta aquí no mas llegamos, devuelvo los pasajes-, y mi mente echando el humo de la indisciplina del pensar , colapsada, casi inerte, el mundo como pasajero resignado se bajaría lentamente y quedaría ahí yo, en pana por la eternidad.
Solo un muchacho me llamo la atención, estaba realmente preocupado por el moribundo, parecía una paloma entre nosotros los ratones, lo miraba, quizás quiso ser sacerdote pero la carne pudo mas. Nadie se olvida a sí mismo.

Cuando me invitaron a aquel lugar llegué rezongón y me instalé en un rincón, donde anoté con pulcritud japonesa algo de la investigación nocturna de caracteres y pensamientos que vienen ansiosos a la cabeza siempre cuando el entusiasmo de la noche esta inédito y vigoroso, y que después poco a poco va alcanzando grandes peligros, como por ejemplo que en la lucidez total, se extravíen, y no es difícil reconocer en ese gesto a una persona aburrida y prescindible, un par de palabras en el papel como refugio y la gente se preguntaba en su interior -¿quien será ese joven amable que esta silencioso en ese horrible rincón?. Y yo les digo con pequeñas miradas (y en el que ayuda mucho ese gorrito de pescador que generalmente uso y que subraya el tono amable de mi figura) sigan, lidien, vuélvanse locos, yo no me inmutaré, no creo que les moleste si sólo anoto en mi libreta – en un acto que al comienzo llama ridículamente la atención pero después se vuelve monótonamente imperioso, tanto que cuando me detenía a tomar el aire poético del descanso entre palabras y soltaba mi libretita, me miraban como diciendo , ¿por que te detuviste?, en parte esto sucedía por que mi gorrito y yo hacíamos las veces de niño jugando en la playa- y esa era la importancia del gorro- y bajo esa imagen nadie sentía preocupación por mí mas de la que se le tiene a un niño jugando en la arena bajo el sol duro de la playa. Sólo era la lámpara de Tolstoi averiada e incrédula, sin amo.
Por ahí alguien que esta ocioso dice algo polémico como un anzuelo para todos, pero al espíritu turbulento y mudo de la esquina no lo mueve nadie. Había pensado todo el día en la frase inicial de un cuento de María Luisa Bombal, “el pianista tosió por puro prejuicio”, durante el supermercado, la micro, la playa, la universidad, rondaba esa frase, me imaginaba ese pianista tosiendo –increíblemente por puro prejuicio, esa frase se volvió vida, se volvió vista, y efectivamente, en un acto maniaco comencé ver en las calles a gente que tosía increíblemente, por puro prejuicio. Ya avanzada la madrugada, cansado, replique algo , casi como murmullo de hospital, de una forma monótona y desagradable en relación a la imagen que había dado hasta el momento esa noche (la imagen del niño del gorrito) , y en relación a la maravillosa vista que tenía la casa en que me encontraba, que como la mayoría de las casas de los cerros del puerto dejan ver la urbanización fría y geométrica a sus pies coronada con el mar como una espalda resfriada.-En vez de esa horrible iglesia que ocupa toda la cuadra , podrían haber construido perfectamente una bomba bencinera- repliqué. A nadie pareció importarle mi sentencia ni menos afectarle, mas que a un hombre de al fondo, de pelo largo y descuidado, que me miró y asintió con la cabeza, sonriendo contemplativo, quizás no tan de acuerdo con la frase que carecía en realidad de ningún peso y trascendencia, pero si sonaba como un normal berrinche de un niño de la playa que se aburrió de jugar con la arena. En ese momento me di cuenta que solté esa tonta frase por puro prejuicio.
Luego volví a mi trabajo con la libreta y no como un acto que necesitaba llamar la atención, ni una pose, ya que la pulcritud de las palabras y frases e incluso dibujos avalaban la verdadera dedicación en lo que estaba haciendo, por ejemplo había dibujado un transbordador espacial de una manera muy bella y depurada y eso probaba que el estar en un rincón con la libreta respondía a un acto genuino y no a un mero prejuicio hacia los demás, ni menos a una pose de sentirse aislado.
Es increíble como pasaba la noche, desde mi llegada había notado que no me interesaba lo mas mínimo el proceso de ese encuentro, las caras feas, ariscas, algunas mujeres queriéndolo saber todo, sobre la vida y la bondad. Muchos discutiendo, eso si en forma amigable, los mas diversos temas en los cuales han luchado por especializarse, no se si en estrictos estudios o en la recurrencias a otras veladas, que sirven de ensayo para extender eternamente los mas diversos temas que al final se vuelven una rutina de la alcohólica oratoria, que se enriquece en la discusión sin sentido de las fiestas orales.
Muchas giraban en torno a lo que algunos llamaban “la música” un tema para mí absurdo y aburrido, además un concepto que devora mucho pero en realidad abarca muy poco. Al poner el apelativo de "música" a un espectro pequeño y ridículo de música pop actual, y extendiéndose en nombrar las mas diversas bandas y categorías en un interminable sin sentido me hacía cada vez mas confirmar que mi lugar en ese rincón se justificaba con creces. Quizás al músico docto que asiste a estas veladas ya no le disguste tanto como al principio que gente la cual se autodenomina “melómana”, hable de la música así a secas de un puñado de rockeros trasnochados y sin gracia. De hecho esa noche había en la velada un músico de verdad, docto por decir algo, y que debido a su amabilidad no opinaba nada, pero su cara de disgusto se le notaba desde cualquier rincón, incluso el mío.
El dilema era, ¿para que ir a estas veladas? si solo uno se sienta ahí, anotando, dibujando y a veces con las manos cruzadas en la nuca escuchándolos a todos, pero jamás se siente, ni quiere ser protagonista (nunca un protagonista cuenta lo sucedido, confía en que otro lo cuente con el consecuente riesgo de ser documentado con falta de estilo y dureza), cosa que antes sucedía con el correspondiente costo de generar amor y odio. ¿Para que salir?, por que no disfrutar de la soledad, del olor nocturno marítimo que penetra en las ventanas costeras con una insolencia tierna y bien recibida. Quizás ahora parece juicioso y productivo haberse convertido en un observador, ya que el mundo requiere imperiosamente ser contado aunque sea sólo de un rincón, parece juicioso comparado con el pasado, donde conversaba con los perros y los neoprénicos.
Ambas ideas surgen ahora, debido a mis estudios particulares y no a una obsesión ridícula, si el dios de la niñez se parecía a un padre y ahora con “cuea” se parece a una energía que no nos incumbe, es que se ha depositado fé en si mismo, ese giro maravilloso pero a veces aterrante para el que se acostumbro al parentesco divino como principal motor, es lo que Kant en ese folletín llamado “¿Que es la ilustración?” señala como “Sapere aude”. O sea confía en tu propio razón, entendimiento. Con esto es macabramente normal que el dios padre sea muerto y entre un proceso casi infinito de correspondencia entre naturaleza y humanidad, al decir de Spinoza un dios total. (Por eso Spinoza reía silencioso cuando veía la gente rezar, cosa que yo también sin querer hago, aunque respetuosamente silencioso, quizás aun más que Spinoza). Toda esta maraña del Sapere aude estaba siendo garabateada al costado del transbordador espacial que había dibujado en mi libreta y se podrá pensar: esta más justificado que este joven se haya dedicado a esto y a observar, que ser protagonista en un barullo alcohólico, que por lo demás él esta acostumbrado y por ende no extrañará.
Me aburre la noche, borracho de día me siento mas seguro, amaneció en ese rincón frio, pienso en el muchacho que me cogoteó, ¿estará cogoteando a esa hora? ¿Se habrá converso?, -yo era el caballo de este nuevo San Pablo en sus ratos libres - y no me encuentro en absoluto un mejor hombre que él. Necesito aún aprender a “pegar”.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

¿De que sirve servir? proyecto de pensamiento



Cual es mi sueño se me preguntara, no hay uno, aunque creo honestamente que me gustaría humildemente (aunque no creo que se pueda percibir así) enseñar a pensar, no como el acto casi espontaneo del ser humano, descontando que enseñar a pensar en su radicalidad seria como enseñar a pestañar. Pensar en el sentido más profundo, reflexionar y reflexionar juntos, para luego reemplazar ese apelativo un poco de cemento de “enseñar” por el “construir”. ¿Por que no establecer escuelas y talleres de pensamiento en los lugares más humildes?, que la señora después del centro de madres se pase a ese taller.
El termino filosofía suena muy académico como para seducir a las gentes, y si le sumamos que en su utilidad mas directa, estamos de acuerdo de que no sirve para nada, en tanto si se le desarrolla en el contexto de la palabra “utilidad” actual. En esto se coincide que no sirve para nada, aunque filosofar o mas claramente pensar sería lo primero que en el hombre debería desarrollarse. La gente comúnmente cree en la “inteligencia”, la valora y la respeta, aunque no esta al tanto que es relativa, frágil y resbaladiza, aquí no importa la vaguedad de ser inteligente, el reflexionar no se relaciona con una capacidad de exclusividad genética y eso hace al proyecto de pensamiento aun más vigoroso. Todos podemos hacerlo, de hecho es nuestro deber hacerlo. Si Sócrates en el Menon hace resolver a un esclavo un difícil problema geométrico, prueba que todos podemos reflexionar (y bueno, Platón era el que realmente quería vender su ideología del mundo de la verdad) Sócrates lo hace mayéuticamente, no enseña en tanto no transmite conocimiento, sólo en un remolino de preguntas puede hacer resolver el problema al esclavo.
En efecto es irrelevante la herencia genética en la tan bien evaluada “inteligencia”, la capacidad de pensar y reflexionar es una marca de fábrica del ser humano (sumándole como condimento primordial también la curiosidad, de la cual decía Aristóteles que era uno de los orígenes de la Filosofía), y eso es espléndidamente regocijante. Los actos irreflexivos a un nivel macro son conocidísimos, desde la política exterior, las guerras de religión, la injusticia social , el libre mercado abstracto sin una conciencia ética que regule el proceso ,etc , etc. Pero también a nivel micro se producen aberraciones por el simple acto de no pensar (y no por ser tonto), si un joven corre a 80 kms por hora en una calle pequeña de un barrio, es puro acto irreflexivo que puede generar una desgracia (estos ejemplos banales son los mas ricos en ejemplificar la ética , recuerdo a un viejo conferencista experto en Kant , que ejemplificaba la moral desinteresada en el gesto de bajar las luces a los conductores que venían al otro lado de la carretera como un acto ético). No quiero creer que ese joven que conduce ese auto enchulado quiera ser un asesino de niños y goce matándolos, simplemente no ha reflexionado, su razón es puro placer individual, por eso en el pensamiento de los griegos clásicos identificaban el mal a la ignorancia, juicio que comparto.
Lo irreflexivo suma y sigue, los narcos que utilizan a los niños como recaderos y los obligan implícitamente a dejar el colegio, la señora que va a la iglesia (cualquiera) e hipoteca su vida por que no comprende el mundo y por eso le da la espalda y cree en uno imaginario, la amante despechada que se gasta todo su humilde sueldo en tratar de retener al amante a través de trabajos esotéricos de una vidente, los liceos industriales que prescinden en su currículo de la enseñanza de la filosofía por no encontrarle utilidad en el mundo “técnico “ de sus estudiantes, la búsqueda de las apoderadas en los colegios religiosos de una mejor y mas moral educación, etc, etc.(estos etc, denotan cansancio y un poco de indignación al rememorarlos).
Reflexionar se confunde con saber, con conocimiento, y lamentablemente la educación no ayuda en dilucidar esa confusión. Ser tonto es asociado a no manejar datos y mientras sostengamos ese juicio jamás se valorara la reflexión como un esfuerzo propio, urgente y vital.
Me recuerda tiempo atrás el tan curioso episodio del conductor de televisión argentina Marcelo Tinelli, ese de preguntarle a una modelo sobre las capitales de los países, la cual respondía cosas como: “La capital de Italia es Zurich” y la carcajada del público, que no estoy claro si sabia o no, se hacia gigante (curiosamente estos autos de fe, inquisidores, siempre van dirigidos a mujeres), la mujer tonta es mas “creíble” que el hombre tonto en las reglas de tv. ¿Pero que es ser tonto? ¿Ser tonto es no saber como responder a interrogatorios tales como cuál es la capital de Italia? Después de ese hecho curioso, ricamente televisivo y de sentir el espectador y el conductor una especie de éxtasis casi místico al ver como “la tonta” no sabe la capital de Italia nos podemos sentir satisfechos. Y como no permitiríamos que nuestra televisión nos privara de semejante éxtasis, a los pocos días empezaban los interrogatorios a las mujeres “tontas” de nuestro país. Los sumos sacerdotes que hacían de animadores reían traviesos. Entonces ¿Qué es ser culto?
Paradójicamente si esas pobres mujeres no saben donde están paradas es culpa de una educación que se baso por años en inculcarles que la capital de Italia era Roma y que Cristóbal Colón descubrió América en 1492. Precisamente en lo que más se educo es en ahora en lo que se falla. Como explicar esto. (También sumémosle que no saben lo gratificante que es pensar y a su vez lo crucial. El ser humano es quizás el único animal que no tiene una especialidad desarrollada, si ciertos animales poseen una velocidad y vista arrolladora, una capacidad de camuflaje o de estrategia, el ser humano se ve desnudo ante tanta especialización en la naturaleza, eso sí lo único que tiene distinto a los animales es su capacidad racional, es su mas eficaz arma para servirse de la naturaleza, para hacerle frente y es curioso que a veces se rehúse a ocuparla, es como si el chita se rehusara a correr o el águila a utilizar su visión, algo inconcebible en la naturaleza , que desembocaría irrevocablemente en su extinción).
En educación se están haciendo grandes esfuerzos por cambiar el aspecto positivista de la enseñanza. El positivismo habla de entender la educación como un hecho rígido, como una transmisión “objetiva” de conocimientos del profesor al alumno (para responder casi automáticamente “la capital de Italia es Roma y sentarse orgulloso, pleno) , con influencias de las investigaciones conductistas de la ciencias que hablan del estímulo y respuesta en el control cognitivo estudiantil (no es coincidencia que el profesor de Los Simspson se llame Skinner , parodiando a Burrhus Frederic Skinner que es el gran teórico del conductismo, verlo explica en parte el problema).Saberse las capitales de memoria o las fechas de las batallas son de similar irrelevancia y además los estudios científicos demuestran que este tipo de conocimiento es fácilmente olvidable, ¿alguien se acuerda algo de la clase de historia del colegio?, (un amigo que salió del liceo con abogado siempre festina que lo único que le quedo fueron tres cosas en distintas aéreas que comprenden casi todo el saber humano: las pirámides de Egipto Keops, Kefren y Micerino, el ADN (Ácido desoxirribonucleico) y en Historia para coronar su sapiencia enciclopedista los personajes Juana la Loca y Felipe el hermoso).
De hecho la educación ahora no se basa en la enseñanza sino en el aprendizaje, lo que no es lo mismo. Basarse en los aprendizajes significa asumir que este es una construcción que hace el alumno y no una recepción fría de un contenido. En Historia el dato , la fecha es necesariamente subordinada a la comprensión de una estructura, de una aparato conceptual en que se inscriba dicho dato ,deberíamos avisarle a Tinelli que no tiene ningún sentido saber la capital de Italia sin interiorizarse por ejemplo como Roma fue evolucionando desde una monarquía hacia una república y un imperio, y que esos procesos se inscriben en una realidad, de una historia universal, para comprender en parte las influencias romanas en nuestra cultura occidental etc , etc, ,sólo ahí tendría que sentirse satisfecho el profesor Tinelli (y todos los animadores nacionales para no caer en baratas xenofobias).Probablemente una visión superficialmente sicoanalista en estos animadores de TV, hablaría de la necesidad de sentirse integralmente más dominante de la incipiente influencia social e intelectual de la mujer en hombres limitados intelectualmente, amparados en un precario y triste “éxito”) .
Ya distinguiendo la inteligencia de la reflexión podemos abocarnos a desarrollar los sueños de que he hablado. Hay centros donde la filosofía se imparte en algo así como “terapia del alma” , existe en distintas ciudades la llamada Nueva Acrópolis , aunque me suena un poco esotérica (aunque esto es puro prejuicio mío ya que nunca he visitado una , cuando lo haga quizás tendré una visión mas completa del asunto) enseñar a reflexionar esta lejos de asumirla como una terapia, aunque lo sea.
Veo como el gobierno invierte (y con buenas intenciones no discuto) miles de millones de pesos en lo que se denomina “cultura” que tiene su cumbre mas alta creo yo, en la biblioteca de Santiago, pero que también degenera en espectáculos masivos culturales (por lo demás muy gratos), y el pensar, la filosofía se apaga , ya lo hizo en los colegios técnicos industriales y en los municipalizados va perdiendo cada vez mas peso. Como asumir la cultura, la alta cultura, sin tener una experiencia de reflexión previa, como poder valorar (o criticar) el arte moderno, del cual existen muchas manifestaciones que la gente no comprende pero se esfuerza por respetar casi por timidez, sin haber por lo menos reflexionado con Ortega y Gasset en su “deshumanización del arte” como posible orientadora, o quizá rechazando su tesis para implantar la propia. Como fortalecer a su vez la cultura popular.
Estudiar es clara fuente de movilidad social, entonces el termino denota esa movilidad, claramente es importante “estudiar”, pero el taller de pensamiento se aleja de ello en tanto no busca directamente la movilidad social (aunque directamente potencia el desarrollo integral del ciudadano), no nos incumbe estudiar, aunque reconocemos su importancia, pero no es requisito la academia para pensar, el colegio ya deja vacios en torno a las capacidades de reflexión , los datos son desalentadores , muy poco estudiantes son capaces de realizar un análisis, de efectuar un ensayo critico de los contenidos, la disposición de la educación potencia esa degeneración , las pruebas, las evaluaciones funcionan como una instancia de medición rígida y discriminatorias mas que como un proceso de retroalimentación e información para ver falencias, incluso la PSU , potencia ese desequilibrio. Las universidades son depósitos de esa falencia e incluso, lamentablemente, no son garantes de generar un sujeto reflexivo y crítico.
Entonces, la pregunta nace ¿que es primero? en torno al presupuesto de la cultura, ¿la misma cultura o el pensamiento?, si la “cultura” es un concepto mas amplio no se entiende sin el primero, por decirlo en palabras mas coloquiales no se “disfruta” a cabalidad sin el primero. Cuantas puertas se abren y cuantas ilusiones se palpan, casi se tocan. Si comencé esta reflexión como planteando un sueño, luego de pensarlo mas esta lejos de serlo, las posibilidades son manifiestamente favorables , por que las posibilidades siempre han estado ahí, en lo humano.
Cuanto color tomarían los barrios “pensando”, que extraños se verían. Si el chita corre y el águila enfoca su presa ¿Por qué aún el hombre común no ejerce su deber?

"No tengo padres", sólo sangre, El arte de Caravaggio


Michelangelo da Caravaggio; La incredulidad de Santo Tomás- 1601-02



Traer la carne, lo marginado, invertir la sacralidad (conscientemente o no) o quizás hacer un juego de piedad con los mas desposeídos, Caravaggio siempre me simpatizo por eso, veo al mundo, al cuerpo en sus cuadros, sus modelos, marginales de los antros que el mismo frecuentaba posaban por unos pocas monedas y participaban gracias a su pincel en la historia del cielo. Jamás vi en un artista mayor capacidad, no se si ironía, resentimiento, dureza o virtud. Caravaggio el pintor difícil, intratable, jugador y maldito. Así su Virgen María era una rústica campesina, su Baco un joven hambriento (o quizás él mismo), Jesús y sus discípulos delincuentes que con él, compartían hasta reventar la noche de la marginalidad. Brutalidad, no veo mas que eso en los cuadros de Caravaggio , a pesar de su factura, su técnica , su luz y composición, su arrojo estilístico , su brutalidad lo devora todo, eso es lo que realmente me asombra. En “La muerte de la virgen” un cuadro que trajo una consabida inquietud en la época (el clero la encontró indigna) pinta la muerte virgen, pero no solo se contenta con expresar el dramatismo de la escena, sino verdaderamente muestra un cadáver, una potencial putrefacción de alguien sagrado. La virgen de tono amarillento y con el vientre hinchado, ya no de una inmaculada concepción sino de pura fisiología, se pierde, ¿Qué hay de espiritual en esto? Todo, la sinceridad y la brutalidad “del mundo”, arrojado al lienzo. ¿Adonde esta “el respeto de antaño”?, lo que menos podemos encontrar en el arte de Caravaggio es respeto, como tampoco podemos encontrar en su biografía esa palabra, muchas veces encarcelado e indultado solo por su talento, miles de peleas, insultos y escándalos.
Muchos de sus pintores contemporáneos seguían fieles a los dictámenes del concilio de Trento (jamás un concilio podrá hacer explotar la imaginación sino la guiará y la encausará, todo arte que surja de esas ordenanzas será lógicamente “conciliador”), "el arte del concilio" tenía un sentido del aburrimiento inversamente proporcional al del “respeto”, sus estilizados paisajes, derechamente decorativos, buscaban un “ideal”. En Caravaggio nada hay de “ideal”, busco incesantemente algo que se eleve, que a lo más flote, pero no encuentro nada, los pies de los soldados que crucifican a San Pedro están horriblemente sucios, si hasta se puede sentir que huelen mal. ¿Quien soportará tanto mundo sin siquiera lanzar un mirada de luz? , ¿Quién realmente puede hacerse amigo de Caravaggio? En una pelea callejera mata a un compañero de juego, para eso pinta , no solo purga el arte de tanto cielo medieval y depuramiento renacentista, se purga a si mismo.


Cuando leía la biblia lo que más me impresionaba eran sus escenas crudas, no podía idealizar ni reflexionar sobre sus significados, siempre me imaginaba lo crudo, era un lector tenebroso, jamás podía olvidar la sangre de mi imaginación, el “olor” de la biblia, el olor del sacrificio y la matanza, de la brutalidad. Primero la sangre después la idea,(cuando niño tras las peleas callejeras veía con singular asombro sagrado la sangre que quedaba en las calles) eso es lo que me hace admirador de Caravaggio y su “tenebrismo”. La historia bíblica se adapta al barrio y no viceversa.
La incredulidad de Santo Tomás, eso si, es el cuadro que mas me impresiona, lo he observado mucho tiempo, y siempre vuelvo a el para pensar, tratar de comprender, en que creía Caravaggio. Si una noche después de beber todo el vino posible con las personas mas pendencieras de su temible barrio salía blandiendo su espada, retando a cualquiera que osase mirarlo desafiante, también podía ser el artista mas destacado de su tiempo, trayendo la carne que ya habíamos olvidado, que el arte medieval solo consentía en flotar, en palidecer . La incredulidad de Santo Tomas hace patético ese requerimiento, jamás vi la búsqueda de la verdad con tanta expresión, jamás vi la búsqueda de la verdad tan “fisiológicamente”, siempre encontré canceroso al discípulo óptico, al apóstol Tomas, pero a su vez siempre sentí atracción por su figura, empírica y simple, (paradójicamente según ciertas fuentes fue el evangelizador de la India). Pura verdad acusada de herejía. Un mal ejemplo de “conocimiento” divino. Un camino demasiado humano, es el ver. Una iconoclasia social y permanente, ¿como vivir sin “ver”?, sin la visión ningún Dios “hubiese sido posible”. ¿La creación no es acaso un acto puramente oftálmico?, ¿una autoconciencia de Dios en el hombre?, no hay otro sin experiencia y viceversa. No hay mundo sin ese dedo hurgando la herida.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Reseña del libro "La vida eterna " de Fernando Savater



Ya terminando de leer “La vida eterna” de Fernando Savater otro libro interesante mas que nos brinda este filósofo español, queda en el aire esa hambre, cada buen filósofo allegado a nosotros “los corrientes” genera hambre de reflexión.
En estos momentos mi abuela me dice preocupada (siempre preocupada cuando la naturaleza se desboca) que en Australia cayo un lluvia de rayos. Como el fin para ciertos grupos de cristianos es un acto y quizás el acto más importante, es inminente estar atento a los signos de los tiempos, cuando la naturaleza aprieta, el cristiano se prepara. Existen distintos males y Spinoza ya lo había descubierto, si un rayo me cae es malo para mí y no es malo en sí. Ahora si un tirano nos encarcela es otro asunto. Un asunto de voluntad (Aunque Spinoza lo relegara a un asunto de irracionalidad pasional ya que como todos formamos parte de “Dios” o mejor dicho de la naturaleza, en su panteísmo matemático, no existiría el mal aunque también no existiría el libre albedrio), incluyo a Spinoza arbitrariamente por que su explicación filosófica fue sino la mas verídica por lo menos para mi la mas “bella”.
Savater nos introduce aquí y con gran maestría al tema de la religión, su sentido y su relación con el afán de inmortalidad. Comienza el libro con algo que a mi también me inquietaba tiempo atrás, El autor nos cuenta al comienzo lo que sufrió sentado en un avión al lado de eso nuevos tipos de pensamiento religioso, nuevos en tanto ya no encerrados en el dogma católico que cansa y aburre sino en esas posturas que versan de “espirituales”, esas verdades que llegan como revelaciones (“el new age” y todos sus juegos derivados ya sean , cartas , runas , cabaret místicos etc , etc. que son una nueva forma post moderna de sacralidad )

Este tipo le explicaba a otra niña cercana frases como “el cuerpo es nuestro mejor amigo, aunque no hay que olvidar que es nuestro caparazón, ¿que cuerpos elegiremos después de este?, etc , etc”. Sinceramente yo también he escuchado insistentemente estos diálogos en personas incluso muy inteligentes influenciadas en libros de autoayuda , cosas como el camino del alma al morir,etc, etc . Y uno se pregunta ¿como estos señores pueden saber esto? y además soltarlo con tanta naturalidad como si se tratara de matemática analítica.
Reconozco que en mi pasado las personas que me decían que al morir uno simplemente se degradaba, que mas allá no hay nada, con una intuición quizás muy pragmática, me producían angustia, las encontraba vacías , sin sentido y sin rumbo , personas secas que no sabían de lo que se trataba esto de pertenecer a la humanidad .Yo quizás envalentonado con ser un tipo con un poco mas de espiritualidad me sentía que poseía el sentido , que comprendía a cabalidad del sentido humano. Cuan equivocado estaba, no por que ahora yo sea el iluminado que sepa que hay más allá, sino en el caer en ese viejo truco de sentirse espiritual contra el pobre hombre vacio que se vuelve polvo. Todo gira en el terror a perderse, es mucho mas honesto con la especie reconocer que uno se muere y ya , mucho mas natural y honesto que inventarse lugares (ya sea paraíso nirvanas y demases) en el mas allá donde repose o se maltrate mi conciencia. Por que efectivamente el poder del concepto espiritual es tan fuerte y arraigado, incluso desde los primeros hombres que comenzaron a enterrar a sus muertos, que reconocer que uno pasa por acá como una materialidad cumpliendo su “misión” (o degenerándola) para luego perderse para siempre nos produce angustia, resignación, rebeldía. Nuestro léxico espiritual surge de esa rebeldía, de esa impotencia a perderse. Es tan fuerte esa necesidad que nos lleva a descuidar al mundo, nuestro mundo vital nuestra oportunidad de vivirlo y mejorarlo. Las leyes y reglas morales surgen de ese necesidad de ese vacio a la muerte, un ser inmortal prescindiría de ella , (como lo hacían los dioses paganos)en suma la eternidad y todo lo que suene a más allá , es un concepto totalmente reñido con “lo humano”.
Se apela al concepto “espiritual” para denotar profundidad, ética, sentimiento, frente a la fría razón. Al Frankenstein calculador que lleva su vida fría , que solo espera –previo a devorarlo todo- hacerse polvo para perderse para siempre, se enfrenta el ser profundo que espera algo mas allá de este frio mundo, que quiere volar en el éter eterno, que quizás quiere reencarnarse en otro ser.
Lo que el espiritual no reflexiona que la única forma – o la mas genuina- de conseguir un mundo con mas sentido, mas justo y diverso es a través de la razón , de guiarnos por cosas que nuestro intelecto por humilde que se presente a lo desconocido sea capaz de comprender. El señor que sabe que el alma se transforma en un pájaro , que uno tiene un grabador en la cabeza y otras historias como esas no hace nada mas que impedir el dialogo, el trae con tanta seguridad la verdad , develada intuida o revelada que no es necesario pensar, es pecado pensar, es frio y estrecho, lo espiritual supera al frio cerebro. Savater propone, muy acertadamente a mi juicio, buscar una sacralidad en algo que no sea sobrenatural , en lo que nos reconocemos como humanos, en los valores que se someten al juicio crítico, en un ejercicio arriesgado pero no menos alentador.
Pero si analizamos la historia, cuando mas se puede llegar a momentos virtuosos en la humanidad es cuando se razona, se dialoga tratando de argumentar con hechos verificables ya sea científicos , históricos o filosóficos (si gustan pueden leer un interesante ensayo en torno al concepto de verdad en este sitio) , hechos que nos hablen de nuestro sentido en el mundo, la necesidad de enfrentar la otredad, la ética y la moral. Cada vez que surgió el discurso revelado, irrefutable e indemostrable por su altitud surgió la tensión. Por que un discurso que se yergue en la “verdad revelada” necesita hegemonizarse, las guerras de religión de toda la historia son el mejor ejemplo de esto.
En el mencionado libro, que es para mí muy recomendable para personas que deseen replantearse la denominada “espiritualidad”, se adjuntan a modo de apéndice algunas columnas de Savater escritas para el Diario El País, en el post de bajo se podrá leer un trozo tomado de la introducción del libro por el mismo Savater, publicada también por el diario El País.

¿Existe la vida eterna?, por Fernando Savater



Para reflexionar acerca del plan de este libro -del que entonces no tenía más que el título y algo así como la sombra de su argumento, una forma vaga y oscilante proyectada platónicamente sobre el fondo oscuro de mi caverna interior- fui aquella mañana cálida de octubre a mi rincón favorito de Londres, el jardincillo de Red Lyon Square, y me senté en el banco más alejado de la entrada, junto a la imagen tutelar del busto de Bertrand Russell. A mi derecha entreveía el edificio donde tiene su docta sede la South Place Ethical Society, un club de debate escéptico y racionalista. De inmediato acudieron docenas de palomas, convencidas de que a esa hora y en tal lugar, un amable viejecito no podía traer otro designio que echarles migas de pan. ¡La fuerza de la ilusión, el exhorto de la creencia! Pero en este caso la ilusión no tenía porvenir y pronto se fueron, rumorosas y gremiales, hacia una señora aún más prometedora que acababa de sentarse en otro banco. También apareció una ardilla, pero que no esperaba nada de mí: atareada, segura de sí misma, atendía sus mínimos negocios bajo el pedestal recoleto del filósofo. Me gusta mucho esa efigie de Russell, que le presenta con un aire juvenil y una mueca de gnomo travieso. Fue precisamente un libro suyo, Religión y ciencia, el primero que articuló teóricamente los planteamientos escépticos de mi temprana incredulidad juvenil. Lo guardo entre los incunables más sobados de mi biblioteca, junto a Por qué no soy cristiano, del mismo autor... Supongo que aun sin sus argumentos, la fe religiosa me habría resultado igualmente imposible. Cuestión de carácter, quizá.
¿Cómo puede ser que alguien crea de veras en Dios en todo el circo de lo sobrenatural? Hablo de quienes comparten la realidad tecnológica y virtual del siglo XXI. Tras Darwin, Nietzsche y Freud, después del avance científico de los últimos 150 años, ¿sigue habiendo creyentes en el Super Padre justiciero e infinito y en la resurrección?
A finales del gran siglo de la ciencia contemporánea, los propios científicos siguen siendo más o menos tan "religiosos" como 80 años y miles de descubrimientos antes
Desde luego, Dios -es decir, los dioses, y sobre todo los creyentes- sigue (o siguen) ocupando la palestra, frente a la ilustración racionalista en todas sus formas
Y así llego a la pregunta inicial a partir de la cual se ha orientado -con mayor o menor propiedad- el vagabundeo de las páginas que siguen. Me la hice por primera vez hace más de 40 años, cuando yo tenía en torno a los 14. La reafirmé luego a los 16 o 17, alentado por la lectura de los libros de Bertrand Russell. Me la reitero ahora, retrocediendo la moviola del tiempo, en esta mañanita insólitamente primaveral del otoño londinense, mientras mi vecina de banco alimenta con profesionalidad a las insaciables palomas. ¿Cómo puede ser que alguien crea de veras en Dios, en el más allá, en todo el circo de lo sobrenatural? Me refiero, naturalmente, a personas inteligentes, sinceras, de cuya capacidad y coraje mental no tengo ningún derecho de dudar. Hablo sobre todo de contemporáneos, de quienes comparten conmigo la realidad tecnológica y virtual del siglo XXI. Hubo otros hombres creyentes, pero fue en el pasado (estación propicia a la fe, si se me permite parafrasear a Borges): Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Descartes, Isaac Newton, Kant... son pensadores de un talento que ni sueño con igualar y creyeron en las cosas más estupendamente inverificables. Sin embargo, quizá les condicionó el clima cultural abrumadoramente religioso en que vivieron (¿o no lo era ya tanto, en el caso de los últimos citados?). Puede que sometieran su expresión intelectual al lenguaje de la época, puesto que nadie ni entonces ni ahora es totalmente capaz de saltar por encima de ella hacia la plataforma de lo desconocido... Pero ya en el siglo XX o en los albores del XXI, tras Darwin, Nietzsche y Freud, después del espectacular despliegue científico y técnico de los últimos 150 años, ahora, hoy... ¿sigue habiendo creyentes en el Superpadre justiciero e infinito, en la resurrección de los muertos y en la vida perdurable, amén? Así nos lo dicen, así parece. En 1916, a comienzos del siglo más pródigo en descubrimientos que ha conocido la humanidad, se hizo una encuesta entre los más destacados científicos del mundo, centrada en la pregunta: "¿Cree usted en Dios?". Aproximadamente el 40% respondió afirmativamente. En 1996, dos profesores americanos -el historiador Edward Larson, de la Universidad de Georgia, y Larry Williams, de la Universidad de Maryland- repitieron el sondeo, prolongando la encuesta a lo largo de todo un año. El resultado fue el mismo: 40% de creyentes, 45% de ateos y un 15% de agnósticos, el equivalente al "no sabe, no contesta" de otros casos. De modo que a finales del gran siglo de la ciencia contemporánea, los propios científicos siguen siendo más o menos tan religiosos como ochenta años y miles de descubrimientos cruciales antes.

Y no sólo los científicos, desde luego. En el terreno de la agitación política, la situación es mucho más alarmante. Hace quince años, Gilles Kepel publicó La revancha de Dios, un libro en aquel momento polémico y considerado casi provocativo que alertaba sobre el regreso de los radicalismos religiosos a la liza de las transformaciones políticas y sociales en todo el mundo. Hoy, tras las llamadas a la yihad de ciertos líderes musulmanes, el auge de los teocons en la Administración estadounidense, el terrorismo de Al Qaeda, la guerra de Afganistán, la invasión de Irak, el agravamiento del enfrentamiento entre monoteísmos en Oriente Medio, el revival de la ortodoxia católica por la influencia mediática de Juan Pablo II, las manifestaciones dogmáticas en España contra la ley del matrimonio de homosexuales y la escuela laica, la crisis internacional por las caricaturas de Mahoma aparecidas en una revista danesa, etcétera, podemos asegurar que los pronósticos de Kepel han triunfado en toda la línea e incluso en bastantes casos se han quedado cortos. Para confirmarlo basta echar un vistazo al número 16 de la edición española de la revista Foreign Policy (agosto-septiembre de 2006), que publica en su portada el titular "Dios vuelve a la política", y en páginas interiores, un reportaje significativamente titulado "Por qué Dios está ganando". Puede que sea exagerado augurar tal victoria, pero, desde luego, Dios -es decir, los dioses y, sobre todo, los creyentes- sigue (o siguen) ocupando la palestra, frente a la Ilustración racionalista en todas sus formas y terrenos. La religión continúa presente y a veces agresivamente presente, quizá no más que antaño, pero, desde luego, no menos que casi siempre. La cuestión es: ¿por qué? Es posible que esta mía sea una inquietud cándida, adolescente. Según parece, es la primera que suele asaltar a quien se acerca a las creencias religiosas digamos desde fuera. ¿Por qué tantos creen vigorosamente en lo invisible y lo improbable? Una primera respuesta tentativa, a mi entender poco convincente, es la que dan algunos pensadores llamados posmodernos. Según ellos, lo que ha cambiado decisivamente es la propia cualidad de la fe. La noción misma de verdad se ha hecho relativa, ha perdido fuerza decisoria y absoluta: actualmente, la verdad depende de la interpretación o la tradición cultural a partir de la cual se juzgan los acontecimientos de lo que antes se llamó con excesivo énfasis la realidad.

Unamuno

Hoy sabemos ya que, en cierta manera relevante, cada uno "crea aquello en lo que cree" (como en su día, por cierto y desde una orilla distinta, apuntó Miguel de Unamuno). De modo que tan anticuado es tratar de verificar los contenidos de la creencia como pretender intransigentemente refutarlos... Una cosa es creer en la electricidad o la energía nuclear, y otra muy distinta, creer en la Virgen María. Pertenecen a registros distintos en el campo de la fe y exigen apoyos diferentes para sustentarse, unos tomados del campo de la experiencia y el análisis racional; los otros, de emociones o querencias sentimentales. La explicación no me convence. Desde luego, estoy seguro de que existen campos semánticos distintos y aun distantes en la aplicación del término verdad (me he ocupado del asunto en el capítulo "Elegir la verdad" de mi libro El valor de elegir), pero no creo que encontremos en tal dirección la solución de la perplejidad que aquí nos ocupa. Para empezar, descarto que la noción de verdad carezca en todos los casos de un referente directo y estable en la realidad: cierta forma primordial de verdad como adecuación de lo que percibimos y concebimos con lo que existe independientemente de nosotros está vinculada a la posibilidad misma de supervivencia de la especie humana. Hemos desarrollado capacidades sensoriales a lo largo de la evolución y nuestros sentidos no sirven para inventarnos culturalmente realidades alternativas, sino, ante todo, para captar con la mayor exactitud posible la que hay. Si no me equivoco, la mayoría de los creyentes religiosos no consideran su fe como una forma poética o metafórica de dar cuenta de sus emociones ante el misterioso universo y ante la vida (lo que podría ser aceptado por cualquier persona intelectualmente sensible), sino como explicaciones efectivas y eficaces de lo que somos y de lo que podemos esperar. Cuando Juan Pablo II en su lecho de muerte dijo a los médicos que le rodeaban: "Dejadme ir a la casa del Padre", quiero pensar que no pedía simplemente que le dejasen morir en paz, sino que expresaba su creencia en que -más allá de la muerte- recuperaría alguna forma de consciencia de sí mismo en una dimensión distinta pero también real y probablemente más placentera que sus dolores de agonizante. Del mismo modo, quienes creen en Dios y en lo sobrenatural sostienen visiones del mundo que aceptan como verdaderas en el sentido fuerte del término: piensan que Dios es Alguien y hace cosas, no que se trata sólo de una forma tradicional de suspirar y exclamar humanamente por las tribulaciones de este mundo.

De modo que debemos aceptar la creencia en Dios y el más allá de otros aunque no la compartamos, y hay que tomarla en serio no como un residuo del pasado, sino como algo estable y fiable que llega desde nuestros orígenes culturales (sea cual fuere nuestra cultura) hasta hoy mismo. Las razones antropológicas, psicológicas e incluso ontológicas de esta fe serán la primera pregunta en torno a la que merodeará este libro que aquí se inicia. Tendremos también que preguntarnos por la estructura intelectual de las creencias religiosas y sus mecanismos (sociológicos, psicológicos) de fabricación. ¿Qué garantías de veracidad ofrecen las religiones y cómo pueden justificarse? Algunos cínicos coincidirán en que el único secreto que sirve de peana a las creencias sobrenaturales es su utilidad social como calmante de las iras y desasosiegos populares. Famosamente, Marx dijo que "la religión es el opio del pueblo", y este dictamen ha sido repetido con populosa indignación por muchos revolucionarios; pero tampoco han faltado ilustrados de ayer y conservadores de hoy (Voltaire puede ser a veces un ejemplo de los primeros, numerosos teocons actuales de los segundos) que comparten la opinión de Marx con alivio, aunque no la vocean por prudente miramiento, y que sin duda estiman socialmente importante la religión por su carácter de insustituible estupefaciente. Sin abandonar el registro de la utilidad sociológica, destacados teóricos siguen considerando las religiones como el mejor fundamento para los valores morales (pese a que las Iglesias que las organizan conceden a veces más peso a cuestiones rituales que a la justicia o la libertad) y también como el mejor suplemento de alma aunador capaz de aglutinar a los miembros de una colectividad (aunque en las naciones democráticas actuales, pluralistas y multiétnicas, más bien operen a veces como estímulo de enfrentamientos o banderías). En cualquier caso, oímos ahora con frecuencia recomendaciones discretas -casi me atrevería a decir tongue in cheek- de las versiones moderadas de las creencias tradicionales y de la piedad establecida como paliativos a la desestructuración social y a la llamada "crisis de valores". Algo intentaré decir acerca de tan intrincadas cuestiones en páginas venideras...

Pero hay otro aspecto del asunto que me interesa especialmente. Algunas de las cuestiones de las que se ocupan las doctrinas religiosas -el universo, el sentido de la vida, la muerte, la libertad, los valores morales, etcétera- son también los temas tradicionales de la reflexión filosófica. Por ejemplo, el filósofo francés Luc Ferry establece: "A la pregunta ritual '¿qué es la filosofía?' desearía responder sencillamente así: un intento de asumir las cuestiones religiosas de un modo no religioso, o incluso antirreligioso". Y concreta un poco más su postura: "La filosofía siempre se concibe como una ruptura con la actitud religiosa, en la forma de abordar y tratar las cuestiones que se plantea; pero al mismo tiempo conserva una continuidad menos visible, aunque también crucial, con la religión en el sentido de que recibe de ella interrogantes que sólo asume cuando ya han sido forjados en el espacio religioso". Algo no muy diferente me parece que sostiene Maximo Cacciari cuando, en una entrevista periodística, aun reconociendo que no es creyente ("no creo en ese acto de fe que resuena en el evangelio o en el judaísmo o en el islam... yo no puedo creer que el logos se haya hecho carne, que el crucifijo sea Dios, en eso no creo"), afirma que la figura que más detesta es la del ateo, porque vive como si no hubiera Dios: "Lo detesto porque creo que en este ejercicio mental yo no puedo dejar de pensar en lo último, en la cosa última, que el creyente y nuestra tradición metafísica, filosófica, teológica ha llamado Dios. Es lo que decía Heidegger: 'Ateo es el que no piensa'. El que hace algo y punto, termina su tarea sin interrogarse sobre lo último. Pueden ser muy inteligentes, pero pensar es, a fin de cuentas, pensar en lo último". (Entrevista publicada por EL PAÍS, 30 de octubre de 2005). No me parece demasiado justificada la santa cólera de Cacciari contra los ateos, porque al menos algunos de éstos también se dedican a pensar en lo último aunque no lo llamen Dios, sino cualquier otro nombre no menos propio de nuestra tradición filosófica, como pudiera ser naturaleza. Me refiero, por ejemplo, a filósofos como Marcel Conche (y Heidegger, ya que estamos, tampoco habla de Dios como lo último, sino del Ser). Pero la vehemente opinión de Cacciari reivindicando la reflexión sobre lo último interesa al tema de este libro porque señala la vinculación entre el campo especulativo de la filosofía y aquello a lo que se refieren las doctrinas religiosas. Y, desde luego, el modesto ateo que firma estas páginas no quisiera dejar en modo alguno y sobre todo a priori de pensar sobre lo "último", aunque opine que intentar acotar intelectualmente qué es lo último y por qué lo calificamos así sea un empeño enorme que gana cuando se libera de prótesis teológicas. Tal será -Dios mediante- otro de los objetivos centrales de este libro...

Teólogos

Es indudable que los filósofos, en el mejor de los casos, tratan de ocuparse de manera laica de lo mismo que preocupa a sacerdotes y teólogos. Unos y otros se plantean preguntas no instrumentales, que no pueden ser zanjadas por ninguna respuesta que nos permita despreocuparnos de ellas y pasar a otra cosa (como ocurre en el caso de la ciencia) y que no se refieren a cómo podemos "arreglarnos" con las cosas del mundo, sino a lo que somos y a lo que significa ser como somos. Las respuestas de la ciencia cancelan la pregunta a la que responden y nos permiten preguntarnos cosas nuevas; las respuestas de la filosofía y de la teología abren y ahondan aún más la pregunta a la que se refieren, nos conceden plantearla de una forma nueva o más compleja, pero no la cancelan jamás totalmente: sólo nos ayudan a convivir con la pregunta, a calmar en parte nuestra impaciencia o nuestra angustia ante ella. Al menos así ocurre cuando filosofía y teología escapan a la tentación dogmática (propia de las Iglesias y de académicos fatuos), que consiste en ofrecer respuestas canceladoras como las de la ciencia a preguntas que no son científicas. Por eso la ciencia progresa, mientras que la filosofía y la teología -¡en el mejor de los casos!- deben contentarse con ahondar. Pero en un aspecto fundamental se parecen la ciencia y la religión, difiriendo en cambio de la filosofía: las dos primeras prometen resultados, herramientas o conjuros para salvarnos de los males que nos aquejan (gracias a desentrañar los mecanismos de la naturaleza o a la fe en Dios); la filosofía, en cambio, sólo puede ayudar a vivir con mayor entereza en la insuficiente comprensión de lo irremediable. Ciencia y religión resuelven cada cual a su modo las cosas; la filosofía a lo más que llega es a curarnos en parte del afán de resolver a toda costa lo que quizá es (y no tiene por qué dejar de ser) irresoluble. De ahí que el propio Bertrand Russell escribió en alguna parte que los filósofos se instalan como pueden en la incómoda zona mental que separa el firme suelo de la ciencia del etéreo y enigmático cielo de la religión...
De todas esas cosas habrá que hablar, pienso ahora con súbita pereza aquí -en Red Lyon Square- mientras ya se alejan codiciosas las palomas rezagadas (la ardilla sigue a lo suyo, analítica y escéptica).