sábado, 30 de enero de 2010

¿Puede un terremoto ser bueno? , teodicea de la catástrofe.




Los terremotos son una catástrofe, pero no nos paraliza, de este no se hace una reflexión filosófica…pero ¿Quién necesita una reflexión filosófica para un fenómeno natural a estas alturas de la historia?….El terremoto sólo nos mueve a la gestión, a la denuncia arquitectónica, a la crítica del capitalismo aberrante que desmantela a los países del tercer mundo. Pues bien, para los actos humanos y voluntades sí se necesita una reflexión, es mas el holocausto judío, por ejemplo, ha derramado miles y miles de páginas de estupor filosófico, ético y literario. La voluntad todavía asombra, por que se ve separada de la naturaleza. Pero un terremoto no. No fue siempre así, el terremoto de Lisboa en 1755 impresionó tanto a los ilustrados que los hizo reflexionar filosóficamente. El optimismo Europeo comenzaba a decaer.

La llamada teodicea es algo que todos hemos buscado alguna vez en la desesperación juvenil; una explicación racional de la actuación y presencia del mal en la tierra (a pesar) de la existencia de Dios. Esto fue lo primero que indignó a Voltaire que en parte dedica su escrito Cándido a este hecho y especialmente un poema titulado: "Poema sobre el desastre de Lisboa o examen de este axioma: todo está bien”. El “todo esta bien” es una ironía a cierta filosofía imperante en esa época que encontraba a este mundo el mejor de los mundos posibles ( La clásica Tesis de Leibniz) .Portugal era un país confesional ¿Por qué sucede una catástrofe que habla de 100000 muertos, por lo demás profundamente inocentes?. ¿Que pasa con el mejor de los mundos posibles? Voltaire en su poema nos dice:


[…] “La naturaleza queda muda, en vano se le interroga;
necesitamos de un Dios que hable al género humano.
A él le pertenece explicar su obra,
consolar al débil, iluminar al sabio.
El hombre, a la duda, al error, entregado si él,
en vano busca cañas en donde apoyarse.
No me dice Leibnitz por qué nudos invisibles,
en el mejor ordenado de los posibles universos,
un desorden eterno, un caos de desgracias,
a nuestros vanos gozos mezcla reales dolores.
Tampoco dice por qué inocente y culpable.
Padecen por igual ese mal inevitable
tampoco concibo cómo todo quedaría bien:
como doctor soy ¡Ay de mí! Y nada sé.
¿Qué puede pues el espíritu en toda su amplitud?
Nada: el libro de la suerte a nuestros ojos se cierra.
El hombre, extraño para sí mismo, del hombre está ignorado
¿Qué soy, en dónde estoy, a dónde voy y de dónde vengo?
Atormentados átomos encima de ese montón de lodo,
engullidos por la muerte y juguetes de la suerte,
pero átomos pensantes, átomos cuyos ojos
por el pensamiento guiados, del cielo han tomado la medida;
en el seno del infinito, nuestro ser levantamos,
incapaces, siquiera un momento, de vernos y conocernos.
Este mundo, ese teatro de orgullo y de error,
lleno está de infortunados que hablan de felicidad.
Todo se queja, todo gime buscando el bienestar:
nadie quisiera morir, nadie quisiera renacer.
A veces, en nuestros días dedicados a los sufrimientos,
con la mano del placer enjugamos nuestros lloros;
mas el placer toma su vuelo, y tal sombra, pasa;
nuestras penas, nuestros pesares, y pérdidas, sin número quedan.
Para nosotros el pasado sólo es un triste recuerdo;
El presente es horrendo, si no hay porvenir,
si la noche de la tumba el ser que piensa, destruye
un día todo estará bien, he allí nuestra esperanza
hoy todo está bien, he allí la quimera
los sabios me engañaban, y sólo Dios tiene razón”.




Voltaire interpela a los filósofos –científicos de esa era, somos seres pensantes, sintientes, la necesidad universal no nos compete mientras suframos. Pero observemos la reacción filosófica de Kant (que escribe un ensayo que habla de este impacto y que precisamente se llama “Historia y descripción natural de los fenómenos más notables del terremoto que ha sacudido a finales de 1755 gran parte de la tierra y Otras consideraciones sobre los terremotos registrados desde hace algún tiempo") esta reflexión es profundamente distinta a la del sombrío panorama de Voltaire y probablemente muy cercana a la explicación que daríamos hoy a cualquier fenómeno sísmico:


"¿Verdaderamente no sería mejor juzgar así: era necesario que de vez en cuando se produjeran terremotos sobre la tierra, pero no era necesario que nosotros construyéramos altivas casas sobre ella?... El hombre tiene que aprender a conformarse en la naturaleza, pero quiere que ella tenga que conformarse con él."


A pesar de que la explicación es moderna su espíritu es distinto. La naturaleza es amoral y el fin del hombre supera el simple deseo de los sentidos. La ciencia quita el respeto exasperado que Voltaire siente por el hombre y lo deja a merced de fuerzas que lo superan. Estas fuerzas en el ilustrado no son un caos, son un ordenamiento de un hacedor que nos deja sólos a merced de ellas, pero también con la potente oportunidad de “conocerlas”. El animal sufre pero no se lamenta (precisamente dentro de los fenómenos naturales el terremoto es uno de los que menos daño hace al reino animal).

El terremoto de Lisboa dio rienda suelta a la literatura polémica de la Teodicea por que realmente el hombre antiguo nunca pudo desentenderse de su antropocentrismo. Se habla que el Renacimiento descubre este antropocentrismo. Es conveniente precisar, mientras la idea de plan divino y providencia existía, es decir, se insertaba en un sistema teocentrista, este estaba planificado para un ser , el humano, en este sentido el mundo cristiano medieval era profundamente antropocentrista ya que se sentía heredero y actor de ese plan (aunque no de su control, el ser humano no era conductor pero era actor, esto no lo exime que se sienta centro de preocupación externa).

Cuando la ciencia y la filosofía moderna irrumpen nos dejan a solas con naturaleza. El antropocentrismo muere y la única herramienta que podemos oponerle es el conocimiento, pero sabemos que con este no basta. El poema de Voltaire no es solamente una protesta a una cosmogonía de la retribución divina, sino una agonía de la soledad de la conciencia, del porvenir de la objetividad que nos ignora. Al rechazar a Dios, Voltaire también inconcientemente pide uno. Un terremoto no puede ser cruel. Voltaire no es que desconozca el plan deísta tan importante para los ilustrados sino que no deja de lamentarse por el individuo, por la inocencia que muere conciente. Conciencia y mecánica se contraponen. Los sentidos, fortificaciones de nuestra vida, no pueden inmiscuirse en este diseño, padecer una catástrofe es sólo un accidente del universo. Voltaire se sulfura, Kant se relaja. Leibniz sonríe , no han movido suficientemente su teoría (a pesar de cambiar el foco de la dependencia del mundo, en vez del deseo de dios pensemos en leyes, el orden de los fenómenos para Kant no son a priori como Leibniz dice, sino a posteriori, en suma el mal no existe y la posibilidad de una teodicea es un problema mal enfocado).

Cuando abandonados nos sentimos del cobijo celestial, (cuando en realidad la modernidad nos muestra que nunca estuvimos cobijados) al Hombre no le quedo otro camino que conocer. La historia al contrario de lo que se cree olvido al hombre, lo ubicó en una taxonomía más. La paradoja que se instala acá es que nace así la suprema independencia de voluntad moral. Ahora las catástrofes que nos dejan impactados se refieren a las de la voluntad humana. Se revierten los papeles, mientras Cartago era exterminado hasta sus cimientos por los romanos, o los Aztecas mexicanos sacaban corazones a pueblos enteros, estos fenómenos nunca fueron sujeto de escándalo o daño “filosófico”, es más mientras mas atacaba la naturaleza más sacrificios se hacían. La moral aún no era terremoto. En cambio para el ilustrado Voltaire, atrapado en la poesía de los sentidos, el terremoto aún era un asunto de indignación moral.

Lisboa sacudió el pensamiento ilustrado, Auschwitz el pensamiento existencialista posmoderno. Hay una catástrofe: el corazón se divide. ¿Lloramos, pedimos o conocemos?




jueves, 28 de enero de 2010

Diario




*Si Freud hace un análisis clínico de uno de mis sueños tal como sucedió, entonces el sueño, lo onírico se estructura, no es mío, es objeto de ciencia. Me refiero a lo que el siquiatra llamó sueño de examen. Lo importante de esto es que me entero de la existencia de este sueño de examen posterior a haberlo padecido (sueño que consistiría mas o menos en volver a un curso de primaria o a un examen universitario sabiendo que uno ya es profesional e incluso molestarse por dicho retroceso académico, en el sueño ni siquiera mi edad madura convencía a la profesora de primaria que yo ya había egresado de los estudios). Saber que Freud teorizó sobre eso me horroriza. Me horroriza ser estructura. Y que el sueño sea una especie de piel sintomática y no un mensaje de los dioses Han alcanzado frutos de ese bosque oscuro y me desagrada. Eso me pone en la vereda de los neuróticos “empantallando” castigos infantiles. Cuando ya no hay padres igual hay castigos. Uno de los castigos más duros fue mi primera cita con el mar.




*Leyendo "El Mar" de Michelet. Que bueno que como buen historiador se preocupó del estilo y olvidó la verdad. Describe fielmente lo que me pasó cuando visité de niño por primera vez el mar , al contrario de Rimbaud y de Antoine Doinel, el niño de la película los 400 Golpes de Truffaut , que dominaron el momento y hasta lo disfrutaron yo lloré una tarde entera y no recobré la cordura hasta que se me alejara de ese monstruo intruso.

Michelet escribe:

"En julio de 1831 me entretuve en observar ese duelo en el puerto del Havre. Un niño que llevaba á mi lado, al verse frente á frente con el mar sintió enardecerse su ánimo juvenil é indignóse de aquel desafío. El mar devolvió estocada por estocada. Lucha desigual que movía á risa, entre la mano delicada de la frágil criatura y la espantosa fuerza que tampoco se curaba de la debilidad del contrario. Mas, la risa desaparecía de los labios al pensar en lo efímera de la existencia del ser amado, y en su impotencia á presencia de la infatigable eternidad que nos arrebata. Tal fue una de mis primeras miradas hacia el mar. Tales mis ensueños empañados por el exacto augurio que me inspiraba ese combate entre el mar que veo cuando quiero, y el niño que para siempre ha desaparecido de mi vista".


martes, 26 de enero de 2010

diario


La literatura me exalta porque esta muriendo. Hay algo en su piel que lo muestra. La amamos en tanto especie agónica.

¿Que será mas puro, un escritor o un hombre que quiere escribir?

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Me encantan los libros de Barthes por que me desubican. Me gustaría transcribir.
No veo originalidad en nada. Ni menos la valoro. El mundo moderno hace de la comodidad un infierno tenue, diplomático. Yo noto ese infierno y me quema más que a ningún otro.


Cada escritura debería terminar con un: podría seguir. El texto finaliza cuando no es definitivo.


*


Proust escribe y teoriza sobre “la bancarrota del talento”. Sólo se puede entender este fenómeno si se reconoció rico, pero nosotros que nacimos pobres en talento. ¿Como podremos darnos cuenta de esta bancarrota? Pues entonces a hacer de esta bancarrota una estética. Expropiar a Proust, significa decir que ya no se necesita luz.

Es absurdo creer en un libro terminado. Un libro escrito es una utopía tan grande como un hombre escritor. A ningún texto sagrado se le puede probar el más leve movimiento de muñeca. Un hombre dice lo que dicen muchos.


*


"¡Que la mano que escribe ignore siempre el ojo que lee!" (Diario de Jules Renard, 7 de julio.1894)


*


"Aquí y en África ahora o hace dos mil años este juicio moral es equivalente," no hay que leer a Kant para darnos cuenta que esto es un absurdo, socialmente incómodo . Pero si establecemos un patrón, este absorberá el tiempo y le dará coherencia a esas distancias. La razón es un patrón. Que no concibe historia. Pero sin embargo la razón se desplegó. Asumió un desarrollo.
Hay una relación fulminante entre la palabra, la escritura y ese deseo de trans –historia. Sólo se puede ver lo bueno proyectado…no tiene que ver con nosotros (digo nosotros para hacer más cercano el término "mundo"). Lo bueno se parece al deseo infantil de abordar el arcoiris. Lo "bueno" es la palabra que obliga.




lunes, 25 de enero de 2010

diario


Los Embajadores
Hans Holbein el Joven, 1533




Heródoto cuenta que los egipcios al terminar las fiestas rituales pasaban con unas camillas cargando esqueletos. Fin de la fiesta: alegría, pero a no olvidar la muerte.
Igual que los artistas antiguos obsesionados con el adagio latino: Memento mori. (Recuerda que vas a morir).

En el museo Artequin está esa pintura de Holbein . Los niños (alumnos) se acercaban con curiosidad, las tías los hacían recortar y pintar, son niños. Yo travieso los acerque a la pintura y les hice inclinar la cabeza para buscar el ángulo que nos diera la forma de ese extraña figura alargada del piso, si se busca bien la óptica nos entrega un cráneo. Yo como Egipcio tras la fiesta de los lápices y las risas infantiles les hice notar lo principal, la muerte…
Recuerden el Eclesiastés “vanidad de vanidades, todo es vanidad…”

Blanchot en “La escritura del desastre.”:

“Pensar tal como se muere: sin meta, sin poder, sin unidad y, precisamente, sin «cómo» –por eso el aniquilamiento de la formulación en cuanto se piensa, vale decir, en cuanto se piensa de cada lado, en desequilibrio, con exceso de sentido y excediendo el sentido – formulación ida en lo exterior.”


La escritura es ese esqueleto egipcio que arruina las fiestas.

Se desea la visión no la retribución. Un pueblo no especula mientras se le ofrezca esta tierra. La poesía surge de la negación de ese placer mundano pero utilizando lo mundano.
La finitud sólo puede ser simbolizada. El infinito en tanto imposible supera el símbolo.
Se bosqueja un fin, luego se pinta con los demás. Pero uno no finaliza. Se calma.



*



Todo lo que digo no guarda relación con lo que escribo. El texto se dispersa. Cría más textos. Al no ser ya mío pierde el valor que mi Yo asignaría a una propiedad, a un talento, a un bien. Sólo se que hay algo ahí afuera que al tomar fuerza propia es misterioso. Cuando vuelve en busca de cobijo el símbolo lo detiene. Somos constantes fragmentos desesperados en búsqueda de una gran obra, pero impedidos de conocerla solo sufrimos. Escribir guarda relación con esa orfandad. El acto mecánico de escribir, ergonómico, oculta el escribir mismo. Leer es una ilusión uno siempre esta escribiendo. La intervención del cuerpo en el acto de escribir sólo prueba que este se define como señal en el mundo. La materia es secundaria aunque lo forma. Lo principal es como deja descuidado y solitario a un sujeto. Lo desplaza, lo devora.



jueves, 21 de enero de 2010

Defensa del no- lector o una mirada a “Como hablar de los libros que no se han leído” de Pierre Bayard.



Octavio Soto es un reponedor de licores en un supermercado de Gran Avenida , para llegar a su trabajo como la mayoría de los trabajadores de servicios, tiene que cruzar toda la ciudad , un día descubrió una de esas bibliotecas del metro subterráneo y se inscribió. Octavio Soto tras un año fue elegido el hombre que mas libros pidió (¿leyó?), el 2009, fueron en total 115 . Fue premiado en una ceremonia donde incluso la presidenta estaba presente. Lo curioso es que Octavio antes de esa compulsiva actitud casi no leía, un día se dio cuenta que podía hacerlo ¡y como lo hizo! con el ritmo promedio de un libro en dos días …

Me pregunto entonces que es leer, se necesita un estudio profundo de una sociología de la lectura para poder responder a esa pregunta. Primero respondiéndola con indicaciones claras (y geniales) de un libro que paradójicamente estoy leyendo (¿?) en estos momentos (“Como hablar de libros que no se han leído” de Pierre Bayard) que pone en el tapete una polémica antigua y con no menos grados de tabú para el escenario académico.

La mayoría de los libros de los cuales hablamos no han sido leídos, a lo más hojeados o escuchados en comentarios de terceros. ¿Es esto una debilidad o una trampa? , no, el autor llega aún mas allá, en algunos casos es preciso no haber leído el libro para “saber” de el. Uno sabe de los libros por muchos caminos. Ha escuchado hablar de el, ha visto una película que se adaptó de el. Ha leído reseñas y ha estado presente en conversaciones que lo abordan. El escenario del lector (o en el caso que nos preocupa ahora del no – lector) es complejo. Sólo como ejercicio basta solamente entrar a una biblioteca pública y girar el cuello en torno a los miles y miles de tomos que nos rodean. La lectura es una utopía. Además, si por un proceso mágico viviésemos 10000 años y pudiésemos abordar todos eso libros, incluso así no estaríamos seguro de haberlos “leído”.

La idea de un libro supera el acto mecánico, oftalmológico y gnoseológico para transformarse en lo que Bayard llama “la biblioteca colectiva”. Esta según Bayard “es el dominio de las relaciones , no de tal o cual elemento aislado” es decir, que rara vez de cuando hablamos sobre un libro hablamos verdaderamente de el, sino más bien de relaciones e intereses sincrónicos que nuestra presencia le imprime , que además invita, acepta, “y se conforma perfectamente con la ignorancia de una gran parte del conjunto”.

De los libros que la academia me “sugirió” que leyese son muy pocos de los que recuerdo gran parte de su contenido, a lo mas una idea que se actualiza (o deforma) progresivamente. Como esta actividad académica (en mi caso Historia) exigía mucha lectura me di cuenta que poco o nada “leí” sobre Historia, sin embargo puedo hablar de ella. Por otro lado no permitía por tiempo y capacidad leer otro tipo de literatura que me interesaba, es decir el vacío , la sombra de gran parte del conjunto siempre estaba conciente y en vez de ocultarla sólo había que dejarla hablar.

Dos casos importantes, entre otros, toma el autor para explayarse en su aguda tesis. Primero el caso de Paul Valery (un muy mal lector según la leyenda aunque esto sea quizás sólo una imagen proyectada para justificar teorías, al igual que Nietzsche que daba una imagen de él como un lector prudente y austero cuando en realidad no fue así). Vemos a Valery rehusándose a leer (y no sintiendo mucha simpatía por los lectores agudos) sin embargo no rechaza hablar sobre lo que no se leyó , Valery cree que solo con hojear un libro basta para poder hablar de el, es más, incluso no haber leido constituye una ventaja para hablar mejor de los textos. Bayard nos dice que Valery escribió un homenaje a Proust sin ni siquiera haberlo leído sino conformándose (y lo curioso que con orgullo) sólo con haberlo hojeado. Valery escribe : “...de hecho , sin haber leído una sola línea de esa ingente obra [En Busca del tiempo Perdido], me habría bastado con el acuerdo que sobre su importancia comparten mentes tan dispares como las de Gide y León Daudet para disipar cualquier duda..”.

Bayard no nos esta jugando una broma sino buscando una filosofía de la lectura , incluso el mismo aporta con los libros que no ha leído (un sacrilegio para un catedrático) pero que fácilmente puede hablar de ellos (por ejemplo "Ulises" de Joyce). No es casual que el libro se abra con una frase de otro ironista Oscar Wilde que nos dice: “Jamás leo los libros que debo criticar; para no sufrir su influencia”.


“La idea” del libro y sus conexiones culturales (simbolizada en la “biblioteca colectiva”, que no olvidemos que no rechaza la sombra, la ignorancia y el vacío) supera al acto óptico- presencial en que sólo se transforma una lectura y que sólo basta con el hecho de seguir los símbolos, las letras impresas para creer que se esta leyendo, pretendiendo exclusivamente que ese acto constituiría una “lectura”, esencia irremovible en el futuro.

El otro caso que nos habla Bayard es el de Montaigne, que sin ningún pudor anuncia en su ensayos el profundo poder de olvido que sufre y que suple con pequeñas notas al final de sus lecturas (¿es posible contar un libro como leído si sólo se conserva en la memoria fragmentos incoherentes?). En el momento que uno comienza a leer inmediatamente comienza a olvidar. Bayard cita a Montaigne:

“Hojeo los libros, no los estudio: lo que me queda de ellos es algo que ya no reconozco que sea de otros; es sólo aquello de lo cual mi juicio ha sacado provecho, los razonamientos y las fantasías de que se ha imbuido. El autor, el lugar , las palabras y demás circunstancias, las olvido al instante.” ( Essais .11,17, De la presunción)


Inevitablemente esto nos recuerda a Borges con su famoso "Pierre Menard, autor del Quijote ".No hay un libro real sino siempre uno hipotético. Los libros no se leen, se presienten y luego se enmascaran. Pierre Menard en el cuento de Borges es un antiguo escritor mediano que se propone escribir el Quijote , pero precisando, él no quiere ni reescribir, ni comentar, ni copiar, sino “escribir” el Quijote palabra por palabra. Menard sin decirlo explícitamente nos ve a nosotros los lectores, como constantes creadores de texto y este como un camaleón inatrapable. El Quijote no esta escrito. Por eso alguien y con razón quiere “escribirlo”. En el fondo Pierre Menard descubre la complejidad (e imposibilidad) del "lector".

La utopía lectora se desmaya en el imponente paisaje de una biblioteca pública, he ahí el vacío, Ecce Hommo ¿Pero como saberlo? la sombra, que quita toda esperanza de lectura, ella será la dueña, y el acto de leer (para los entusiastas y eruditos) solo una fulgurante ilusión .

Por eso el entusiasmo de Octavio Soto es digno pero incompleto, debería premiarse también anualmente al mejor no-lector del año. Un hombre que pese a estar inscrito, no sacara ningún libro de la biblioteca, ahí recién la “biblioteca colectiva” (hecha de símbolos, conexiones y conversaciones) estaría acabada, reconociendo la impotencia literaria en un acto oficial.
Imagino a Octavio Soto leyendo a Proust .El Proust de Soto llegaría virgen y tímido en el libro movedizo en los vagones del metro y en la mente del reponedor. No nos engañemos, eso ya no es ni será nunca más Proust pero sin embargo contribuirá a la “idea” de Proust. A la idea que dialoga y que perdura. Contribuirá a la biblioteca que no nos asusta por que es de todos, solamente por que hablamos de ella cuando y cuanto queramos. La idea penetra con toda su fuerza cuando uno establece las conexiones, la biblioteca colectiva funciona por su íntima característica de ser inclusiva, de acoger con maestría lo ignorado, incluso esta reseña que acabo de escribir cuando he leído 74 páginas del libro de Bayard que tiene un total de 195.



viernes, 15 de enero de 2010

diario







“Necesitamos de la historia, pero la necesitamos de otra manera a como la necesita el holgazán mimado en los jardines del saber”.

Friedrich Nietzsche



Después de esa frase malvada, ¿se necesitará algo más? Hoy descubrí un pintor que hizo vibrar mi espíritu, y estoy contento por eso.
Heine lo expresa muy claro, él, que “no es ni un erudito sino pueblo”. Yo casi ni hablo, mi esperanza futura es ya no hablar más. Ser pueblo.

Thomas Jones (1742 – 1803, la fecha habla por si sola) pudiendo pintar reyes pinta calzones (y si pinta burgueses lo hace con la misma sabiduría con la cual descubre esa pared italiana, pobre, vacía, sin historia, se le enfrenta). Casas humildes . Frontis solitarios que sólo esperan ser deshabitados para volver al granito.

¿Que es la historia?. Esa casa italiana que parece habitada por algo que esta afuera del espíritu.

¿Me equivocaré en mis juicios? probablemente. Un romántico se forma primero en las desavenencias consigo mismo, que luego al afrontarlas, se hacen poesía. De la dicha a la tristeza, esa dirección trágica es más bella que ambos conceptos que esperan inocentes y mudos en los extremos de la vida. La dirección es la poesía no al estado en que se llega.

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miércoles, 13 de enero de 2010

Diario

Abbie Hoffman



Chile no se puede engañar, vivimos hoy algo quizás mas simple que una elección moral ... ¿? Vivimos una elección política, pero Chile no sabe de política, la olvidado , sólo sabe de moral, la inventa, la retuerce , se protege, la profesa y la hereda.
Aún no se esta en condiciones de ver al contendor político como lo que verdaderamente es , una idea diferente que quiere poder...(quizás en eso radique la miseria humana nunca se ve al otro con ojos fríos).
Los conceptos políticos como derecha e izquierda están vacíos, y cuando se vuelven a llenar se hunden inmediatamente, ya que la mentalidad burguesa ya no permite teorizar.
La política esta definida hoy en los grados de liberalismo que puede tolerar. No hay oposición viable. No hay Realpolitik que se oponga a esta máxima, y cuando se asoma vive solamente en la potencia de los sueños (que surgen al acostarse). Bismarck fue el primero en transformar al Estado en un agente revolucionario blanco, se anticipó a la jugada de los socialdemócratas, sólo que Bismarck pensaba primero en el trabajador – nación, no el proletariado mundial. Desde ahora en adelante el Estado se disfrazaría de padre, donde sólo los Edipos ideológicos cometerían la locura de matarlo.

La amenaza lejos de ser económica (ya que la estructura no pretende estar en juego) es una amenaza moral. Ver gobernar al oponente no es tan duro como verlo indultado, liberado por la ciudadanía. ¿Pero existe ciudadanía? ¿O sólo son clientes que responden a sus exigencias individuales?. Para el demócrata debería ser tan importante encontrar ciudadanos como "encontrar" presidentes.
No importa la política, no importa. La modernidad no sabe relacionarse con el enemigo, por que precisamente su esencia no es guerrera. Cuando no se sabe hacer la guerra se desea exterminar.
El supuesto dialogo nace y termina en uno, es un boomerang retórico.

Abbie Hoffman el juglaresco activista de los sesenta escribió en su nota de suicidio en 1989: "Es demasiado tarde. No podemos ganar. Se han hecho demasiado poderosos".


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“¡Guerra a los castillos, paz a las chozas!” (Chamfort)



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Max Weber nos regaló esta brillante idea : El burgués avanzó de la mano de la iglesia invisible, su relación directa con Dios , es decir en el nuevo invento alemán : el protestantismo .El trabajo se sentía ahora como profesión y orgullo (ya que en la antigüedad era una actividad que generaba rechazo) , y el símbolo del éxito económico como la señal de la predestinación calvinista. El protestantismo nos transformo a todos en sacerdotes, tuvimos el camino despejado para actuar, sin institución la clase comenzaba a formarse. Para estos nuevos hombres era ridículo que dios se dejara influir por nuestros actos, ¿Dios podría ser un efecto de nosotros?. Todo queda entonces en sus manos, la salvación esta predestinada. Y nuestro éxito económico es la brújula que nos guía a saber si lo estamos o no.
El capitalismo no tenia timón, una acumulación por simple acumulación no se hace hegemónica, se dispersa sucumbe. El capitalismo racional necesitó un espíritu , una guía teológica que luego no tendría problemas en volverse mera superchería. Total ya fundada la maquinaria en una idea sólida, sagrada, podría tomar las llaves del mundo. La iglesia católica "visible", medieval , ha dejado el gobierno del mundo al mercado y sus nuevos rituales automáticos . El moderno ya tenía un alma, ahora sólo le faltaba un policía.


martes, 5 de enero de 2010

Diario


Michelangelo Caravaggio- Narciso (1600)




Repudio el pensamiento satisfecho, el pensamiento de tesis.
Ser profesional significa ser un entusiasta, pues no encuentro nada que me haga sentir profesional, honestamente ese título hoy me avergüenza y llego en instancias a ocultarlo.Su origen etimológico es totalmente opuesto al espíritu actual, la "profesión" profiteor, profiteri, professus sum: es el que se dispone, se ofrece al bien de otros. La sofisticación especialista del presente requiere de los mas complejos roles técnicos. Hoy un profesional se idiotiza, reclama contra su etimología. Hoy el cursus honorum sólo desemboca en uno mismo ¡Pero cuanto me identifica el viejo Catón! . Repudiando todo lo nuevo para la originaria y austera República Romana, la única y verdadera República con lazos amorosos a la tradición, al campo, a los antepasados que dejaban el arado para gobernar (y luego volvían a el). ¡Cuanto me gustaría volver a mi arado espiritual!
Cuando la individualidad sensualista y el escepticismo de los griegos helenísticos eran vistos como amenazas viciadas a la virtuosa Res- Publica. Cuando aún no existía una palabra que designase a la poesía. Donde el máximo ideal era la gravitas (la seriedad en todos los aspectos de la vida).
Aunque no soy serio, tampoco soy un comediante. Camus dice en El mito de Sísifo: "Los grandes sentimientos pasean consigo su universo, espléndido o miserable". Sería bueno encontrarle un nombre a lo que siento, esa es mi tarea eterna.


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La sensación de ser leído es esquizofrénica, los diarios deben ser mudos. Nunca fenómenos, sino solitarios y oscuros bosques de palabras que no deben llegar a significar algo para un tercero, es decir no deben ser talados, pero los medios hoy han patentizado la ansiedad por lo público. El diario jamás será íntimo (incluso el mas íntimo dialoga con lo otro, un diario es un fenómeno externo que nunca más recuperará su interioridad). Un texto no puede ser íntimo ya que el pensamiento mecanografiado se decolora, el texto a lo menos es un espejo , por ende es público. El espejo mitológico del pastor Narciso requiere de a lo menos dos elementos agua y luz, la imagen es una mera repercusión. Cuando uno ya se ha visto deja de ser autor, por ende no hay autor puro.
Cursiva
Lo sistemático de una novela igual deviene en una idea moral. Pero basta una sola frase del diario para azotar cualquier idea moral, sin querer, crece, no se construye, el diario es una manifestación biológica. Se aleja de la biografía por que no esta tan consciente del texto como del cuerpo. Como todo lo natural es silencioso mientras no se le exija conciencia. De nuevo Amiel nos dice como nadie este dilema en su diario íntimo:

“Estas páginas no se han escrito para ser leídas, sino para calmarme, y para que me sirvan de recordatorio. Son jalones en mi pasado, y, en lugar de jalones, hay cruces funerarias, pirámides de piedra, tallos que han reverdecido, guijarros blancos , medallas...”.



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Diluir o ejercitar el yo, he ahí la gran pugna que atraviesa el mundo, le da pulmones . Pensándolo más profundamente, eso es doctrina, es fácil comparado al pensar desde donde lo diluiríamos.



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Somos trasplantados del campo hacia la ciudad por un juego técnico de la modernidad que no comprendemos, por eso mismo amamos lo que no fuimos. Un órgano que no funciona.



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“Que vana es una idea: sin la frase, iría a acostarme.” (Jules Renard )...Pues precisamente eso es lo que voy a hacer.