jueves, 18 de agosto de 2016

Diario

Siempre me ha parecido un insulto terrible que los padres decidan traer un hijo a este mundo de dolor y miseria, sin ninguna posibilidad cósmica de que este lo haya elegido. Mas aún, no contento con esta afrenta original, una vez que este hijo crece se le obliga a que debe solventarse económicamente solo. ¡Una doble locura!
Siempre he estado a favor de los mantenidos. Los veo como los únicos ciudadanos que ejercen el derecho humano fundamental, tal es, el de cobrar la dote por una desición de la que no participó, pero que le afecta mas que a nadie: existir.
Lógicamente la modernidad, enamorada del trabajo, ha juzgado que la independencia de capital es una virtud humanista y el hombre mantenido por la familia denota invalidez intelectual. Bueno así juzga la "filosofía" moderna y los hombres obedecen, se ponen nerviosos y para no ofenderse (y poder casarse en paz), terminan creyendo el cuento y así heredando este insulto a sus descendientes.
Pienso en la mayoría de los artistas del siglo XIX, todos mantenidos por el capital familiar, desde Proust hasta Schopenhauer. Este último, que decía despreciar el dinero, recibió una herencia familiar de 21.000 táleros (alrededor de 1,5 millones de euros) para filosofar y odiar al mundo en total calma económica.
¡Mantenidos del mundo uníos! ¡Qué linda sería una marcha así!


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Hoy todo el día con fiebre en cama. Leí muchas cosas interesantes de biología. Recuerdo que gracias a mis constantes amigdalitis, que cuando niño me tenían muchos días en cama, aprendí a leer. En el colegio, cuando cursaba primero básico no aprendí nada, literalmente nada, iba a solo llorar porque no quería estar allí. Lloré un año entero y quizás quebré con esto algún récord mundial de desesperación colegial.
Si fuese mas enfermizo quizás sería mas metódico, con una cultura mas ordenada. Como Proust y sus 30 páginas para describir cómo da vueltas en la cama antes de quedarse dormido.
Siempre me ha apasionado mucho el tema de la selección natural. Conversando por chat con J, un amigo (que no tenía fiebre pero sí tiempo), este quizo llevar el tema a lo concreto. Reflexionó, como si fuera un Darwin en las Galápagos, sobre Tinder, según él un importante laboratorio para medir una primera instancia de selección natural.
A J le impresiona, en su trabajo de campo, que en un primer diálogo y sin mediar mucha filosofía, la mayoría de las mujeres aceptan salir a una cita casi enseguida, y lo hacen con una felicidad muy auténtica. Luego, dice J, vuelve su parte racional. Las típicas preguntas de detective ¿No será peligroso? ¿Si ni siquiera lo conozco? Así muchas mujeres desertan al rato la invitación y no la concretan. Pero J se queda con el amplio porcentaje que aceptó de primera. Lo ve como un fenómeno muy rico en interpretaciones. ¿Porqué tantas aceptan y tan rápido? se pregunta Darwin en su barco. (También comenta sobre las que no abortan la cita, un porcentaje menor, pero culpable de su gran entusiasmo por este tema)
Le digo a J que su relato coincide con un artículo español que leí hace un tiempo sobre un ligón (como le dicen allá al que conquista muchas mujeres). Recuerdo que la periodista le preguntaba, no sin un asombro irónico, sobre sus técnicas de seducción en Tinder (llevaba centenares de chicas a su haber) y una de ellas, la que el ligón resaltaba más, era invitar, sin mucha cháchara, ni teleseries, ni biografías preliminares, a salir de inmediato a la chica.
Esto habla, según J, que ellas no aceptarían estar conversando por mucho tiempo en un frío y poco romántico medio digital y sólo querrían la conversación como una puesta en escena. La felicidad auténtica que a ellas les surge de la invitación inmediata, se debe a que por fin retornarán a la vida "real", de donde la seducción, a su juicio, nunca debió haber huido.
En una cita, (rápida porque no hay mucho tiempo ya que hay muchos esperando) se puede ser una observadora omnisciente. Se puede evaluar el físico, el humor, la capacidad económica, la inteligencia, etc.
Aquí entra la selección natural, las nuevas estrategias, habilidades y rutinas seductoras que ciertos grupos irán manejando en detrimento de otras manadas. Incluso aunque parezca una locura y por una trampita técnica, es muy difícil estar comprometidos y usar Tinder, ya que hay todo un servicio secreto de amigas de la novia que se dedica a perseguir a potenciales novios infieles que se abren cuentas (en el futuro esta ocupación quizás se transforne en remunerada) Otra selección natural que se suma: Confirmar la autenticidad de los solteros, algo que en otro periodo histórico era muy difícil de determinar.
Las citas a ciegas en el periodo preinternet eran una verdadera excentricidad, algo raro, propio de correos sentimentales para jubilados. No existía una estrategia para afrontar dichas citas. Hoy en rigor todo es a ciegas. El ensayo y error hará lo suyo.
Con todo esto probablemente triunfarán, como en las antiguas polis de Grecia, los buenos conversadores, los ingeniosos, los poderosos del lenguaje, y todos estos constituirán una nueva especie de aristocracia natural.
Los retóricos. Los leones del siglo XXI.
J sin duda es uno de ellos…


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¿Porqué los hombres son infieles? se pregunta la antropóloga Helen Fisher en su libro Anatomía del amor. Desde el darwinismo la respuesta no es difícil. Para asegurar por medio de la variedad, la supervivencia de su material genético. Entonces surge naturalmente otra pregunta: La hembra impedida de esa posibilidad de variedad genética (se podrá copular con muchos pero se fecundará de uno), entonces ¿Porqué ellas son infieles?
La antropología clásica da diversas luces al respecto. En tiempos primitivos, para tener un amante en cada lugar distinto al que se visitaba, como póliza de seguro en caso de viudez, para mejorar la genética en caso de tener una pareja que se debilitara, para asegurar las posibilidades de sobrevivencia de su prole, incrementando su apareamiento cuantitativamente.
Además señala como ejemplo el caso de los chimpancés hembras. Estas copulan con todos los miembros de su manada excepto sus hijos, y lo hacen por dos razones. Para hacer amistad con machos que pueden cometer infanticidio con su prole (como sucede normalmente en la naturaleza cuando un macho se enfrenta a cachorros ajenos) y confundir a los machos en cuanto a la paternidad de estos, para que actúen de forma protectora con toda su descendencia. Esta estafa genética se da también en felinos (incluso en homo sapiens)
En definitiva no vinimos a ser felices sino a reproducirnos. Esta es la verdad científica. Esto no quiere decir que la felicidad no sea una construcción cultural real, tan "real" como cuando el ateo, al contemplar una catedral gótica, no puede negar que de todo un compendio de imaginaciones, creencias y quimeras, surja algo tan sólido y bello.
La cultura avanza, la técnica se perfecciona y entonces se preguntarán ¿Qué tiene que ver el comportamiento de simios y hombres primitivos con el actuar del pulcro y ético oficinista actual?
Todo. Esa información vive arraigada en nosotros y en el resto de los seres vivos a manera de impulsos milenarios y es muy poco probable que diques pequeños (aunque significativos) como conductas éticas, leyes, modas comunicacionales, puedan intervenir profundamente en esos impulsos.
Es por ello que esta "fuerza" de la naturaleza tan estudiada por Schopenhauer, Darwin y Freud fue un mazazo tremendo al ideario racionalista y de progreso que se gestó en la Ilustración, y que al parecer goza de excelente salud como la mayoría de las iglesias góticas.
Caminar por una de esas imponentes iglesias debe erizar la piel, incluso si pensamos que fue construida en función de una mentira. Lo mismo sentimos cuando nuestro organismo desea dar un paseo por la felicidad, y para esto, busca perdidamente enamorarse.



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Pensar, reflexionar, leer. Toda actividad restante a la cual me someto durante el día (y durante toda mi vida) no es mas que una excusa para permitirme un verdadero momento de ocio, tan trascendental como inútil.
El porcentaje del tiempo que dedico al pensar fundamental, es muy alto frente a la media, pero humillante frente a los antiguos.
Nunca me interesó la vida activa a la manera de los actuales. La vida activa para mí (como para todos los griegos) es igual a la vida de la palabra.
¿Los costos del rechazo a la vida actual?
Demonios nuevos, vulgares, mercantiles, absurdos, que hay que saber ignorar.
Pascal Quignard escribe:
"Aquel que piensa está en el paraíso. De eso no hay duda alguna. Pero en el paraíso está completamente solo, desnudo, sin muertos, temblando, con los dos pies mojados..."



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Leo a Lipovetsky y sus estadísticas en relación del retiro del Don Juan en el campo de la pálida seducción contemporánea, mediada según el filósofo, principalmente por las rutinas de consumo del individuo actual. Uno ama como consume. En Francia, según sondeos, esta tendencia práctica de donjuanismo va en baja, a pesar que las aplicaciones de citas crecen con mucha rapidez. El mito del sexo casual en Tinder se va disolviendo cada vez mas en favor de la desesperación por ser elegido, sino definitivamente, al menos por una corta pero estable temporada.
En el diario La Tercera hoy se muestra un estudio similar. El artículo se titula "Investigación asegura que jóvenes están teniendo menos sexo que sus padres". A pesar que esta sentencia puede tener muchas interpretaciones, empíricamente se pueden percibir algunos ejemplos que explicarían tan curioso fenómeno.
"Paso toda la semana en la oficina, y remato el día encerrándone en una habitación con tele. No sé en que momento pueda conocer gente", fue lo que me dijo una vez muy sinceramente una mujer. Pasó el tiempo y esa misma confesión la empecé a escuchar en reiteradas ocasiones en muchos contextos distintos. ¿Donde están hoy los hombres que cazan? (reconociendo que "conocer" es en parte cazar o ser cazada) ¿Y el fin de semana? Prefieren los hijos, las películas o algún deporte exótico, en vez de arriesgarse a las conductas erráticas de los galanes en celo, que inevitablemente irán mermando su propio romanticismo de por vida.
Por otro lado , es increíble la cantidad de hombres que reconocen abiertamente que no pueden estar solos, es lo que quizás ese estudio francés confirma: que los hombres están dispuestos a dejar el donjuanismo por una pronta pareja (de cualquier tipo) que sólo cumpla el requisito fundamental: que no les dejen solos. El Don Juan pasó de ser un envidiado ícono literario de otro siglo (lo escribe con maestría Lord Byron y al "Don Juan veneciano" Casanova, lo escribe Marai y Phillipe Sollers) a ser hoy un solitario indeseable. Un desgraciado. Un vacío andante. ¿Quién puede elegir hoy vocación semejante?
Llega una edad donde ya no se estudia más (¿Fue correcto alguna vez estudiar tanto?), el trabajo y sus esperanzas de realización suenan a una mala broma, ya no se asiste a ninguna iglesia y la tribu adolescente de amigos ya fue exterminada por las rutinas de la propiedad privada. Pareciera que la única realización esperable, sería estar siempre flanqueado por una pareja que sostenga el aburrimiento y la incertidumbre de la vida moderna. Incluso he observado casos realmente curiosos pero no tan esporádicos; Hombres con tal pánico a la soledad que al percibir el ocaso de una relación, pesquisan enseguida una próxima antes de que la primera acabe, esto en una especie de perfecta posta atlética.
La esencia del Don Juan es la incertidumbre. El hombre contemporáneo sobresaturado de ella, lo último que quiere es sumar otra incertidumbre. Menos una de carácter sentimental.
El Donjuanismo así es visto como una anomalía, un border que disfruta caminar por la corniza. Su lugar debería ser la terapia o el exilio del obsesivo. Es el paso del romántico personaje de Johnny Depp en Don juan de Marco, reemplazado en el siglo XXI por el personaje de Michael Fassbender en la película Shame, que no transmite ninguna filosofía en sus conquistas y sólo se comporta como un virus imparable directo a la autodestrucción.
El "no tengo tiempo para conocer gente" de la mujer y el "tengo un terror edípico a estar solo" del hombre, son las combinaciones perfectas para la retirada del Don Juan. Para que también las estadísticas de las parejas sexuales vayan a la baja y la filosofía de la seducción sea reemplazada por la necesidad obsesiva de una compañía utópica. El curioso voto voluntario de la monogamia actual, no busca tanto el simple deseo de ternura como la intención de alejar todo lo posible a la soledad, convirtiendo al corazón en un triste capital inmobiliario.
Albert Camus escribe en el Mito de Sísifo:
"Si bastase con amar, las cosas serían demasiado sencillas. Cuanto más se ama tanto más se consolida lo absurdo. No es por falta de amor por lo que Don Juan va de mujer en mujer. Es ridículo presentarlo como un iluminado en busca del amor total. Pero tiene que repetir ese don y ese ahondamiento porque ama a todas con el mismo ardor y cada vez con todo su ser...
¿Don Juan es triste? No es verosímil. Apenas apelaré a la crónica. Esa risa, la insolencia victoriosa, esos saltos y la afición a lo teatral son claros y alegres. Todo ser sano tiende a multiplicarse. Así le sucede a Don Juan. Pero, además, los tristes tienen dos motivos para estarlo: ignoran o esperan. Don Juan, sabe y no espera..."


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"El amor es derroche, es exceso. No se puede estar enamorado y al mismo tiempo preservarse, guardar algo, producir, lucrar, invertir, “enriquecerse”...el amor es antieconómico, inflacionario. Cualquier reflexión que venga de una economía que no sea la del gasto pertenece al sistema del desamor, no del amor..."
(Cristina Peri Rossi. "Solitario de amor")



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Proust, como siempre, escribe con un hermoso estilo algo temible :
"el amor consiste solamente en la necesidad de que calme nuestros sufrimientos la criatura que nos ha hecho sufrir..."
Es demasiado ridículo de tan cierto.
Y parece cierto también pensar, con no poco desencanto ¿Qué nos puede provocar una mujer que no nos ha hecho daño? Intentamos seguir el sentido común, y creer que nuestros sufrimientos se curan con la inocencia propia de un nuevo debut sentimental. Entonces, tras un nuevo desencanto, caemos en esa verdad enferma que dice que el sufrimiento sólo puede ser curado por la poseedora de la llave que lo echó a andar, y que ninguna buena intención de cualquier ángel inocente puede conocer esa combinación sellada.
¿Como puede enfrentar ese sufrimiento alguien que no lo creó, que lo ignora y que probablemente huya por la impotencia de no haber podido crear nada en el nuevo romance?
Todos los sufrimientos están remitidos y no hay nada que otro ser ajeno pueda hacer por ellos. El amor no tiene nada que ver con el porvenir...


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"No puedo hacer clases-me dijo una vez un tipo- Para ser profesor hay que creer en la esperanza y sobre todo brindarla a los alumnos. Yo no la tengo y por eso no estoy capacitado para ello."
Pensé con esto que todos los colegios deberían tener un profesor que enseñara la fragilidad del mundo y lo arbitrario del dolor de sus abates, condimento indispensable para la buena salud del pensar. Sus enseñanzas serían voluntarias, los alumnos, algunos guiados por la curiosidad, otros por simple excentricidad, asistirían a todas sus clases, que servirían de contrapeso intelectual al ingenuo optimismo burgués, propio de la enseñanza tradicional.
Rousseau en su libro sobre la educación, el "Emilio", aborda este tema y deja claro que este hipotético profesor sería clave en una verdadera formación espiritual:
"No acostumbréis pues a vuestro alumno a mirar desde lo alto de su gloria las penas e infortunios, las fatigas de los miserables, y no esperéis que se compadezca si le resultan extrañas.Hacedle comprender bien que la suerte de estos desdichados puede ser la suya... que mil acontecimientos imprevistos pueden derribarlo en cualquier momento. Enseñadle a no confiarse ni en el nacimiento, ni en la salud, ni en las riquezas, mostradle todas las vicisitudes de la fortuna …”
La clase comenzaría así: Muy pocas cosas en la vida están en nuestras manos y con esa verdad debemos aprender a vivir. Y cuando vienen las desgracias no hay nadie a quien pedirle explicaciones, ni encontrar una justicia detrás de cada pena, no gasten tiempo en buscar eso.Sólo hay que fortalecer nuestra sabiduría interna para cuando lleguen esos momentos, porque lo único seguro en la vida es que llegarán ineludiblemente.
La clase se llamaría: "Reconciliación con el mundo".


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He tomado muchas notas sobre los haitianos que viven en las poblaciones marginales. Son muy desconfiados (razones tendrán) pero a su vez muy exquisitos en la cocina, a pesar de su pobreza. Se decantan por marcas precisas de arroz, bebidas, mantequilla u hojas de afeitar y no aceptan alternativas. Por ende, en el ámbito del marketing son clientes duros. Están ajenos a la alegría innata, por ejemplo, del inmigrante colombiano, ríen poco o nada en público. Mas bien parecen un milenario pueblo sufriente de las riberas del río Indo. 
No sé como tomarlos, si a la orden del mandato moderno homogeneizante, "todos somos humanos", que en su aparente respeto por todo olvida las costumbres, las etnias, la antropología, o entenderlos a cada cual en su comunidad, en sus mitos, asombrarse con su fisiología. Contemplar la talla del hombre africano milenario, que fue noble en su tribu y que ahora vaga empobrecido y convertido en un don nadie por la modernidad, limpiando baños, acarreando Coca Colas, barriendo centros comerciales, atendiendo bencineras en la madrugada.
Recuerdo leer que Rimbaud instalado ya en Harar, era muy amable con sus pares africanos, aunque no dejaba su visión paternalista propio del Europeo de su siglo. A veces salía a excursión y señalaba la brutalidad de esos africanos que en días fríos y lluviosos no se cuidaban y se llenaban de enfermedades respiratorias. Rimbaud en muchos casos les pasaba su propia ropa para que ellos se abrigaran y él llegaba a casa casi desnudo, refunfuñando por la brutalidad contemplada. Sin embargo Rimbaud rechazó su Europa blanca, sus antepasados galos, los ojos celestes.
Pienso mucho en los haitianos, mientras ellos hablan rápidamente el "creol" (su dialecto que destroza al francés de la poesía paternal), los pienso como un pueblo"natural", cíclico, sin historia, atrapado entre nosotros, "racionales" marionetas industriales de la nada. Me acuerdo con ellos de esa bella frase de Lévi-Strauss, en “Tristes Trópicos”:
“Testimonio privilegiado de cómo naufragan las culturas, quizás el etnólogo entienda, con esa incómoda conciencia, la dimensión real de su suerte y de su miseria: la de ser uno de los últimos en ver y palpar ese tesoro inmenso que es la diferencia, un tesoro que no supo merecer Occidente, esa playa, no menos triste, a donde llegan a morir los dioses. La antropología no es sólo una ciencia: es también un estado de ánimo..."


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Por fin llegó la temporada de ponerne los lentes oscuros y no sacármelos hasta mayo del otro año. Es fundamental nunca dar pistas de que lo uno está mirando. De hecho siempre he pensado que ser invisible sería una de las máximas bendiciones que podría recibir.
William Burroughs a los ochos años empezó a escribir un libro llamado "Autobiografía de un lobo". “Querrás decir ‘biografía, ¿no?”, le corrigió su padre. “No”, insistió el pequeño William. "El próximo paso –anunció a sus cada vez más preocupados padres– sería convertirse en el hombre invisible."
Curiosamente en 1958, cuando Burroughs vivía en Tanger, en total estado de oscuridad y delgadez producto de su adicción a la heroína, sus vecinos le apodaron justamente así: "el hombre invisible"...


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Hace mucho tiempo venía pensando sobre los verdaderos motivos de escribir. El más romántico es ser querido. En el caso del macho se puede ahondar aún más. Yo había notado en que el crecimiento exponencial que últimamente se veía en poetas, escritores y show de lecturas locales, respondían a dos motivos fundamentales: sexo y fama. Incluso consideré que con un pequeña dosis de fama de un "escritor" o "poeta recitador" (de veinte a cincuenta mujeres que admiren su escritura) bastaría para alcanzar unir ambos deseos. Que de hecho sospecho que ambas opciones, sexo y fama, son dos rostros del mismo ídolo bicéfalo, y no lo pensé para escritores masivos, sino mas bien para los pequeños.
Hoy leyendo las cartas de Saul Bellow me encuentro con este curioso párrafo escrito a Philip Roth:
"Tú pareces aceptar la explicación freudiana: la motivación de un escritor es su deseo de fama, dinero y oportunidades sexuales. Mientras que yo nunca me he tomado en serio esa trinidad de motivos..."
Hay dos tipos de escritores, los que creen en la motivación de la literatura propugnada por Roth y los otros, los que se mantienen ambiguos frente a dicha motivación (pero no la descartan), como Bellow.
Si la motivación para escribir en los hombres no es ni la fama, ni las oportunidades sexuales (descartemos por el momento el dinero en estas latitudes)
¿Existiría otra motivación que no sea la freudiana sin que suene de inmediato hipócrita?
¿Y no es la primera misión del escritor, incluso antes que escribir, alejarse lo mas posible de la hipocresía?
Curiosamente mañana me invitaron a leer a un local, curiosamente acepté, pero como sé que lo que escribo no funciona en absoluto para ser declamado en público, sólo iré perfumado...


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Hay cierta nobleza en esos hombres que engordan de forma indolente, sin tomar en cuenta que las mujeres los ignorarán sin piedad. No hablo de esos hombres que engordan por que ya tienen una mujer. El caso mas común. Sino los indolentes estéticos que parece no importarles nada, como esos budas gordos de la abundancia.
A su vez, veo con curiosidad a esas largas hileras de hombres corriendo en trotadoras automáticas a través de la vitrina de los gimnasios. Los imagino preparándose para esa gran e interminable guerra sin tregua que es el sexo. Una guerra que de todos modos les quitará la vida.
La obsesión por el peso en función de conquista denota cierta histeria. La tenían Lord Byron y Kerouac. Este último escribió una vez, cuando notó que su exceso de peso le estaba mermando su consabido éxito con las mujeres: "Prefiero ser flaco que famoso"
Elvis Presley y Jim Morrison fueron otras víctimas de esta histeria. Este último en una entrevista dijo entre medio irónico y resignado, (ya con un sobrepeso evidente):
"Es terrible ser delgado y frágil porque hasta el viento te puede echar abajo. Lo gordo es hermoso”
Hay hombres que son como objetores de conciencia y rechazan la obligación de ir a la guerra de los sexos. A pesar de que pueden sufrir neurosis profunda y perder la inteligencia social por la falta de caza y la absteniencia, se libran también del peso de participar de un mercado siempre tenso y dañino. Mercado sexual que en el fondo no conduce a nada mas que hacerte mas conciente de tu degradación como organismo. Cuando al comienzo las estrategias podían tomar por asalto muchas ciudades con el mínimo esfuerzo, al final con suerte se puede defender el propio pellejo. En algún momento llegará el día del desarme total. No hay maestro ni filosofía que consuele de ese momento, no se habla y somos totalmente ignorantes de él como si fuera una lejana galaxia que apenas vemos y como creemos que no llegaremos nunca a ella, ni siquiera la bautizamos con un nombre heroico o mitológico y sólo la nombramos con un número decimal. La absteniencia sexual definitiva, pertenece a otro universo paralelo del que no nos molestaremos nunca en hablar....





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Cioran escribe en "El inconveniente de haber nacido":
"Lo único que debería enseñársele a los jóvenes es que no hay nada; o casi nada, que esperar de la vida. Pienso en un Cuadro de Desengaños colocado en las escuelas y en el que estarían representadas todas las decepciones reservadas a cada cual...."
Cioran no es un depresivo, ni un desencajado social, sólo recoje la tradicion histórica. La obsesión por la muerte de los egipcios, el praemeditatio malorum de los estoicos, el memento mori de los pintores barrocos.
Ayer vi un documental sobre Cisjordania. El conflicto diario que viven judíos y musulmanes separados por una calle. Una vida miserable. Muchos judíos rechazan una buena casa en la costa de Australia para ocupar una propiedad a modo de bandera, entre medio de las balas. Definitivamente no es algo económico. Su conflicto se explica fácilmente: "son optimistas", es su radical optimismo el que los enajena. Todo monoteísmo funciona así. Obediencia irracional y optimismo. Deleitarse por ocupar el suelo donde un profeta durmió siesta. Su metafísica es la mas banal porque es geográfica.
El mundo será mejor siempre gracias a los que saben muy bien que morirán y punto. No tomarán ciudades y se interesarán más por su vecino. Desligarse de los poderes sin dejar de preocuparse por los saberes. Deslizarse amistoso por todas las geografías o encerrarse dichoso en casa.
El optimismo ingenuo de un organismo que se degrada, es éste el chiste que el moderno se cuenta a si mismo y ríe con él. Además lo enseña en las escuelas. El moderno es un monoteísta laico...



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Una vez leí en un estudio que la gente de los barrios populares tenían la tendencia de usar facebook como una extensión de su círculo más bien íntimo, es decir, familia, amigos, vecinos. Por ende, la herramienta comunicacional estaba orientada directamente a personas reales, con las cuales lidiaban día a día. Al contrario de las personas con un nivel de cultura "mayor", clase media, profesionales, etc., donde se percibía que el círculo se ampliaba a comunidades desconocidas: Amigos por tendencias musicales, artísticas, deportivas, políticas, etc. Gentes que podían vivir muy lejanas geográficamente entre ellas y que transformaban la red social en una comunidad cada vez más abstracta. 
Esto hace a los primeros usuarios, los de las clases populares, muy cerrados. Lo primero que se observa en ellos, es que dado que también conviven en vivo con sus amigos virtuales, viven muy tensionados. Intentan defenderse y atacar con mensajes directos al familiar que lo provoca, a la vecina que quiere quitarle el novio, al amigo que lo envidia. Esto trajo consigo una serie de banners o "carteles" diseñados especialmente para esto. Normalmente ellos no escriben sus rabias o sentimientos, buscan el cartel específico que refleja su estado anímico y lo postean. Se generó así toda una pequeña industria de estos diseños de mensajes a la defensiva, muchos de ellos acompañados de imágenes relacionadas a la emoción que desean comunicar. Su Facebook se transforma así, en una herramienta política de su pueblo mas íntimo. Viven en la red como si fueran una antigua ciudad medieval que se ve siempre expuesta a un ataque de bárbaros externos, amenazando sus tierras, sus bienes y su familia. Los carteles son sus armas recién fraguadas con los que enfrentan su eterna lucha que se extiende directamente de la calle a su teléfono móvil. Son los perfiles de facebook mas reales que podemos encontrar. 
Todos los demás perfiles son mas bien abstractos, sobreideologizados y hedonistas. Conviviendo con gente que jamás se conocerá en vida, muy pacíficos o en su defecto con guerras muy reguladas. Es la nueva distancia que se yergue entre la clase popular y las nuevas clases medias. La guerra vecinal del origen, atestada de carteles de protección, frente a la indolencia progresista de la medianía, donde al "Yo" no lo amenaza nadie por que ya la realidad ni siquiera lo roza...