“Visto desde la literatura, mi destino es muy sencillo. El empeño de representar mi soñada vida interior ha desplazado todo lo demás a segundo plano, lo ha degradado y continúa degradándolo. Ningún otro empeño podrá jamás contentarme…" (Kafka Diarios)
“Niego a mi obra todo valor científico y todo valor estético. No me he propuesto enseñar, conmover o divertir. La obra está más allá. Aspira a lo más humilde y a lo más alto: un lugar en el universo”. ( Ramón Bonavena)
Ingenuos creyentes del yo, que sin embargo con una gran ficción (la creencia de un interior absoluto) han pintado grandes obras que nos hacen olvidar la odiosa pugna entre certeza y mentira.
¿Y cuando no encontremos nada más que hacer con el yo? ¿Desesperaremos?, o lo fundiremos en el Uno misterioso, que sin embargo seguirá sonando sólo como la gran bufonada parmenidiana.
Estoy aquí, sin embargo tratando de levantar la ilusión milagrosa, el individuo agrietado que se balancea atónito frente a la realidad aún reclama un espacio interior , pero nadie responde , ha clausurado con su vanidad metafísica todo diálogo con la eternidad.
Sólo ha actuado como un “categorizador” , ha creído ordenar el desorden con sonidos y estos sólo han creado un lenguaje , es decir edificios flexibles que quieren ocupar la superficie . Pero nada más que eso, en la superficie solo se le puede adorar al sol. Ha olvidado la otra perspectiva, la gran perspectiva. El fragmento cerrado de quien no teme al desierto. No se entrega fácilmente a la luz mientras no se haya disfrutado completamente de la oscuridad.
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La esencia perturba al arte , la esencia es el ejercicio de ficción fulminante de la belleza-, pero no puede ser de otra forma , digo belleza y suelto las trompetas de la metafísica , no hay salida , alguien nos ató al madero de la tortura gramática… Somos desdichados por qué no encontramos en las palabras un momento que no se derrita.
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Quiero hacer lo que yo quiera , pero si ya lo haces , ¡No! Quiero el deseo de que la voluntad decaiga , que la libertad solo sea retomada en el futuro como un simple juego infantil, que estemos por sobre la libertad , . Atados y gozando. ¡ Dejando que el caos guíe el deseo!
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“Un dios no se ocupa” dice Bataille… En efecto, la pre-ocupación cristiana es un símbolo de degradación orgánica, un dios no debe preocuparse , y nosotros no debemos ocupar de “el”, (que desdicha para el hombre moderno y que dicha para el primer griego sostener un objeto).
¿Y que queda de semejante situación?. Una inmensa fisura que solo permite hablar, y con ese panorama huérfano debemos bailar….bailar con el habla.
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Ya no se escribe con las manos, las bellas descripciones dieciochescas de la ergonomía literaria han desaparecido, escribimos con las sobras de los dedos, con el ritmo del plástico, con el escritorio de luz. La época no permite profundizar en la forma, en el viaje de creación, no permite las alusiones bíblicas. La arcilla como un lápiz genético del Edén. Lo dicho debe transportarse rápida y fríamente al texto, este no posee cuerpo, no hay lápices ni articulaciones cadenciosas de manos, es como si el texto ya existiera, como si nuestro trabajo solo consistiese en subrayar.
“Cada vez me da más miedo escribir cosas. Es comprensible. Cada palabra, retorcida en manos de los espíritus —este impulso de la mano es su movimiento característico—, se convierte en una lanza dirigida contra el que habla. Y muy especialmente, una observación como ésta. Y así, hasta el infinito. El consuelo sería sólo: Ocurrirá, quieras o no. Y lo que tú quieres, te sirve de bien poco. Más que un consuelo, sería esto: También tú tienes armas”. (Kafka, Diarios. 1923)
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“Niego a mi obra todo valor científico y todo valor estético. No me he propuesto enseñar, conmover o divertir. La obra está más allá. Aspira a lo más humilde y a lo más alto: un lugar en el universo”. ( Ramón Bonavena)
Ingenuos creyentes del yo, que sin embargo con una gran ficción (la creencia de un interior absoluto) han pintado grandes obras que nos hacen olvidar la odiosa pugna entre certeza y mentira.
¿Y cuando no encontremos nada más que hacer con el yo? ¿Desesperaremos?, o lo fundiremos en el Uno misterioso, que sin embargo seguirá sonando sólo como la gran bufonada parmenidiana.
Estoy aquí, sin embargo tratando de levantar la ilusión milagrosa, el individuo agrietado que se balancea atónito frente a la realidad aún reclama un espacio interior , pero nadie responde , ha clausurado con su vanidad metafísica todo diálogo con la eternidad.
Sólo ha actuado como un “categorizador” , ha creído ordenar el desorden con sonidos y estos sólo han creado un lenguaje , es decir edificios flexibles que quieren ocupar la superficie . Pero nada más que eso, en la superficie solo se le puede adorar al sol. Ha olvidado la otra perspectiva, la gran perspectiva. El fragmento cerrado de quien no teme al desierto. No se entrega fácilmente a la luz mientras no se haya disfrutado completamente de la oscuridad.
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La esencia perturba al arte , la esencia es el ejercicio de ficción fulminante de la belleza-, pero no puede ser de otra forma , digo belleza y suelto las trompetas de la metafísica , no hay salida , alguien nos ató al madero de la tortura gramática… Somos desdichados por qué no encontramos en las palabras un momento que no se derrita.
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Quiero hacer lo que yo quiera , pero si ya lo haces , ¡No! Quiero el deseo de que la voluntad decaiga , que la libertad solo sea retomada en el futuro como un simple juego infantil, que estemos por sobre la libertad , . Atados y gozando. ¡ Dejando que el caos guíe el deseo!
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“Un dios no se ocupa” dice Bataille… En efecto, la pre-ocupación cristiana es un símbolo de degradación orgánica, un dios no debe preocuparse , y nosotros no debemos ocupar de “el”, (que desdicha para el hombre moderno y que dicha para el primer griego sostener un objeto).
¿Y que queda de semejante situación?. Una inmensa fisura que solo permite hablar, y con ese panorama huérfano debemos bailar….bailar con el habla.
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Ya no se escribe con las manos, las bellas descripciones dieciochescas de la ergonomía literaria han desaparecido, escribimos con las sobras de los dedos, con el ritmo del plástico, con el escritorio de luz. La época no permite profundizar en la forma, en el viaje de creación, no permite las alusiones bíblicas. La arcilla como un lápiz genético del Edén. Lo dicho debe transportarse rápida y fríamente al texto, este no posee cuerpo, no hay lápices ni articulaciones cadenciosas de manos, es como si el texto ya existiera, como si nuestro trabajo solo consistiese en subrayar.
“Cada vez me da más miedo escribir cosas. Es comprensible. Cada palabra, retorcida en manos de los espíritus —este impulso de la mano es su movimiento característico—, se convierte en una lanza dirigida contra el que habla. Y muy especialmente, una observación como ésta. Y así, hasta el infinito. El consuelo sería sólo: Ocurrirá, quieras o no. Y lo que tú quieres, te sirve de bien poco. Más que un consuelo, sería esto: También tú tienes armas”. (Kafka, Diarios. 1923)
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