miércoles, 10 de noviembre de 2010

Diario




El mundo esta fallido para lo universal. Pensar en esa invalidez. Por ende el absurdo de buscar una utilidad en el pensar estaba dado en su origen.

Me preocupan los fenómenos, los colores, las construcciones corporales, nada me huele a esencia, nada que soporte el auxilio trascendental del intelecto. Navegando en el disfraz del mundo me escondo, pero prontamente me reintegro y disfruto, soy un hombre simple y eso me hace feliz.

Viajo a una fiesta llena de vida. Creo nuevamente en el baile, ese baile del amigo que se alegra de verte, a pesar que te conoce tres días antes pero como un viejo loco poeta trascendental, esos que bailaban solos en los bosques de la antigua América, (y que se resistían con todas sus fuerzas a la civilización que al final lo devoro todo e hizo estúpidos a sus ciudadanos...) dice que “me valora”.

Identifico de inmediato que es un beat...En un rincón vacío observo a la gente, ¡¡¡cuanto tiempo que no observaba!!!!. Es fenomenal y la música , la locura de una tribu que viene de todas partes del mundo , Francia, Austria, Alemania, Jerusalén y yo acá el hombre simple tambaleándose en la existencia silenciosa , pensando sobriamente, observando como los hombres bailan y las mujeres fuman cigarros viendo el interminable horizonte del puerto.
Me acuerdo del viejo Buda de mi adolescencia, donde Jesús ya no cabía por que sus predicas no supieron divorciarse de mentes oscuras y rencorosas que estropearon cualquier mensaje...ese buda que baila en esta fiesta y el anónimo observador que ha tomado nuevamente su posición...
Pensar, pensar ¿y que piensa la gente? ¿Que deseamos? , queremos ser amados, todos al parecer lo quieren, el viejo ego se revuelca como una serpiente, no lo nota pero no soporta fundirse en el vacío , se recoge , interpela , ataca , es pura naturaleza vestida con un traje de gala , aparentemente civilizado, intelectual , sensible, y dentro de todas esas máscaras un ejército se prepara para vivir , para conservarse , no puede acallarse. El viejo “Yo” no descansa, las mujeres aúllan, los hombres desfilan , los budas cierran sus ojos , los filósofos creen sostener la realidad , esos pobres idiotas aún no lo saben, pero hipotecan su vida por una abstracción barata.

El judío dice que no hace nada excepto viajar, la francesa solo habla de ciencia política y yo le hablo “du chateau de Montaigne”, ella sonríe al parecer “con lo anticuado”, la austriaca de fiestas y la alemana ríe y fuma yerba. La norteamericana juguetea con el sombrero de cowboy.

El gran mundo no existe, son sólo millones de fragmentos en busca del unicornio de la unidad.
No seguiré en busca de nada, es divino sólo observar y poner mi perspectiva en el trono intermitente de los escenarios.

La vieja locura cabría en un museo, aunque seria despachada ahora por un arte aún mayor , la vieja locura aullaba cuando no se sabia nada y ahora ¿ se sabe algo? Nada nuevo sólo que el conocimiento, como un árbol viejo ha engrosado su tronco hasta hacerse fuerte, intentando en vano detener el calor del sufrimiento, el conocimiento como la gran ilusión que le aquieta las almas a los gendarmes del saber.

Mis grandes dilemas surgen humildes: ¿por que toda esta gente desconocida se junta en una noche fría para compartir sus payasadas internacionales?
Me es difícil conversar, el dialogo que no sugiera un monstruo encadenado en nuestro interior es imposible. Todo dialogo es maligno, no hay mayéutica sino combate. Y decir quizás brevemente “gracias por lo que me has mostrado” es decir en el fondo; gracias por poner un perno más en el edifico de mi perspectiva, ahora la estructura sigue mas firme. Conozco lo que deseas, el conocimiento es una puta al servicio del deseo.

Pero la sorpresa, la desilusión , la alegría ,la euforia, el odio son sentimientos cruciales para que la maquinaria de la nada no coseche otro famélico espíritu, en el espectáculo de la lucha diaria consigo mismo.


"En vida, hasta las pelusas del gato en la ropa son una bendición, y luego ya vendrá el momento de quedarnos todos atónitos y boquiabiertos ante los dinosaurios" (Kerouac . Satori en Paris)


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