miércoles, 18 de agosto de 2010

Para los futuros angelus

Jean François Millet. "El Angelus". ( 1859 )



Me incomoda la fe ajena. Y tal como esos campesinos que buscan agua con una pequeña varita de árbol, veo claramente las cuotas de egoísmo en cada acto de predicar fe. Incluso los que detentan la fe lo ignoran, son inocentes, pero no son morales. En el sentido de "la buena voluntad" de Kant."La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice ni por su aptitud para alcanzar algún determinado fin propuesto previamente, sino que sólo es buena por el querer, es decir, en sí misma, y considerada por sí misma es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos realizar en provecho de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones".(Kant. FMC)


Analizo las posiciones más radicales contra dios: un dios horrible en Schopenhauer, el absurdo de Kierkegaard, el dios suicida de Philipp Mainländer o la bullada muerte de dios de Nietzsche
No soporto la fe, no por el mérito , su belleza o su sentir, sino su incapacidad. Que la mayoría de lo casos no haya “buena voluntad” detrás de ella.

En cuanto a la adminsitración de la fe. Todo sacerdote quiere ser rey, está en su misma etimología, los reyes eran los consagradores, comunicadores por excelencia, metafísicos. Un rey consagra e inevitablemente “manda” por virtud. Todo consagrador, deviene en poder.

“Los principales ritos, que se referían a los temas más importantes de la vida pública, no podían ser cumplidos por cualquiera, sino por ciertos hombres pertenecientes a determinadas familias que a lo largo de los siglos se habían ido adelantando, a la vez, por su valor guerrero, por la acumulación de riquezas y por su religiosidad. Esto dió lugar a que apareciera la primera autoridad estable y la primera forma de Estado permanente bajo la figura del director de los sacrificios -o ritos religiosos-, del hombre cuya misión era cumplir con exactitud los ritos de la vida religiosa colectiva. A este se le llamó rex -rey-, que significaba rector, porque regía o dirigía los ritos religiosos, los sacrificios -rex sacrorum-. Y sacri-ficio no significaba simplemente matar animales en ofrenda a Dios, sino el conjunto de los actos sacros: todo lo que fuera hacer sacro era sacri-ficio. De esta forma el rey o rex era el jefe porque le había sido otorgada la gracia mágica de hacer eficaces los ritos, sin los cuales no podía vivir el pueblo, porque ellos, los ritos, desviaban la ira de los dioses o aseguraban su favor”( Ortega y Gasset. “Una interpretación de la historia universal. En torno a Toynbee”. Alianza . pág.133)

Me horroriza ver en televisión a ese padre que quiere que su fallecido hijo sea especial. Un mensajero divino y que su muerte fue una señal, una enseñanza, quiere que el gran sufrimiento lo eleve al rango de consagrador (todo esto disfrazado con un traje de humildad profundamente bordado) . El programa de televisión lo invita pero se les va de las manos, este padre comienza a trazar planes universales. Nadie lo ha iniciado en el dolor a pesar quizás, que pasa por uno de los momentos más dolorosos que pueda tener un padre. Es fácil tildarlo de loco , pero no, lo trágico es que no lo está.
La gracia mágica aquí no es la experticia en los sacrificios , sino dar un sentido profundo y mágico al sufrimiento. Y extrapolar (ya que no pretende un sentir individual) ese sentido como misión total, incluyéndonos, es decir rigiéndonos.


Pero volvamos a los dioses masacrados, ¿quien es el que da el tiro de gracia a dios? , curiosamente el menos violento, el más sereno, y el que menos se perturba: Immanuel Kant y su Razón pura , que al igual que la leyenda de los fusileros, que enmascaran e ignoran quien tiene la bala de salva que los libra del peso del asesinato, masacra toda función divina. Además le quita todo dinamismo empírico y eudemonismo al acto moral. La germinación de un santo, su bondad no es un hecho moral. Tiene fin, es condicionado. Toda misión angélica no tiene valor moral. “Pero la gran, la tremenda verdad es ésta: sufrir no sirve para nada”, dice Pavese.

Lo mas temible, quitarnos a nuestro dios y además despojar de todo valor a cualquier bienaventurado. Cuando Kant se ha dado cuenta que el podría haber cargado balas reales, se acongoja por primera vez y recrea la otra facultad de la razón que nos puede armar nuevamente un dios de papel, la razón práctica. Por esto me gusta mucho la embestida de Heine que en "Para la historia de la filosofía y la religión en Alemania” ironiza :

“Kant ha tomado el cielo por asalto y ha pasado cuchillo a toda la guarnición. Veis que yacen sin vida los guardias de corps ontológicos, cosmológicos y psicoteológicos; la misma deidad, privada de demostración, ha sucumbido; ya no hay misericordia divina, ni bondad paternal, ni recompensa futura para las privaciones actuales; la inmortalidad del alma está en la agonía. No se escuchan sino estertores y gemidos. Y el viejo Lampe [Empleado de Kant], afligido espectador de esta catástrofe, deja caer su paraguas; córrenle por el rostro gruesas lágrimas y sudor de angustia. Entonces Kant se enternece y demuestra que no solamente es un gran filósofo, sino también un hombre bueno; reflexiona y dice con aire entre bonachón y malicioso: “es preciso que el viejo Lampe tenga un dios, sin lo cual no puede ser feliz el pobre hombre. Así pues quiero muy de veras que la razón práctica garantice la existencia de dios”. Como consecuencia de este razonamiento, Kant distingue entre razón teórica y razón práctica, para utilizar esta como una varita mágica y resucitar al dios que había matado la primera. Es muy posible que Kant emprendiera esa resurrección no solo por amistad con Lampe, sino por temor a la policía”.


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