miércoles, 14 de abril de 2010

La estupidez. Un estado de ánimo frente a ella.



Richard Hamilton (¿Qué es lo que hace nuestros hogares hoy tan diferentes, tan atractivos? 1956)




“La estupidez debe ser un núcleo duro e indivisible, un primitivo: imposible descomponerla científicamente (si fuera posible un análisis científico de la estupidez, toda la TV se vendría abajo). ¿Que es? ¿Un espectáculo, una ficción estética, tal vez un fantasma? ¿Acaso deseamos incorporarnos al cuadro? Es bello, es sofocante, es extraño. De la estupidez yo no sabría decir más que una cosa : que me fascina.” (Roland Barthes, "Barthes por el mismo")



Frente a mí tengo un libro extraño. "La estupidez" de Andre Glucksmann filósofo y ensayista francés , al parecer hijo del mayo del 68.

Glucksmann apunta (sólo llego a este entendimiento tras un ojeo del libro y que no pasara por el momento mas allá de eso). Un discurso antifascista ( el fascismo es la primera ideología posmoderna símbolo de la estupidez). Sigue el típico Cursum Honorum de los intelectuales de izquierda. Joven maoísta , luego tras su madurez reacciona contra los abusos del comunismo, para terminar en nuestra época apoyando a Sarkozy (el liberal es el único capaz de ser garante en materia de ideologías, pero no pone en duda la malignidad de estas, ya que la ideología es en si un monopolio burgués). Un romano no hubiese sido tan estricto para un camino político tan disímil.


¿Es posible apreciar la casa de Daniel Cohn-Bendit (Dany el Rojo) hoy?, su decoración, su gusto, su firma social, creo que es “verde”. Una revista planeó ese irónico desquite. La burguesía es inmune por que uno sin darse cuenta bombardea la casa donde se crió, o mejor aún se construye una casa con sus bombardeos. ¿La carta de Marx sobre Proudhon no es una enorme y cruel lección sobre la izquierda seria, es decir “científica”?

“La obstinación y ardor de opinión es la prueba más segura de estupidez” cita Glucksmann a Montaigne.


Hoy la gente es más estúpida que nunca. Difícil juicio. Los niveles de analfabetismo son los más bajos de la historia. Quizás por eso mismo la gente es más estúpida. No es ni estrictamente materialista ni espiritualista (o idealista) . La gente no ha enfrentado con éxito a su gran benefactora: La democracia liberal. (Quizás por que la gens , no existe) . La masa es un término muy ajustado, orgánico pero delicado.

La gente prefiere ser estúpida sólo por que le teme a los conceptos. Los conceptos son libertarios, quieren ser ideas eternas, y lo son, pero sólo gracias a la gramática. No hay nada de misterioso en ello. Pero veo cada vez más gente estúpida. Pero la estupidez no es antagónica a la inteligencia. Los derechos humanos superan el carácter científico que Marx le imprimió a la historia. La democracia liberal es experta en los naipes judiciales, aún más cuando estos tienen ese carácter de una “metafísica laica”. Una sociedad no puede revolucionar sin echarse al bolsillo toda esa moral metafísica de un amo histórico.


Glucksmann nos previene, nuestro socialismo - dice- (el francés ) puede salir inmune al soviético, es decir interpretó que tiene un alma, un espíritu, que es pre- marxista (que vendría de Saint Simon) ¿Que diría Marx de este espiritualismo nacionalista?

Un alma es inmutable. Un alma es una bofetada a lo histórico... Un alma es fruto de una desesperación petit bourgeois.
Pues bien el espíritu socialista tan hábil en la teoría filosófica demuestra su incapacidad estética en su arte, ¡que mas infantil que un arte educador, “real”! ...


Volviendo a nuestra cuestión. El gran tema de la humanidad hoy son los medios. “El masaje”..., y estos muestran la estupidez a gran escala (aún mas patéticamente y peligrosamente que el fascismo). La mayoría es estúpida. Pero la mayoría posee un alma que “pesa”, dos son las utopías para sobrellevar esa poderosa alma . O educarla que hoy es sinónimo de amarla (en primera instancia, ya que profundamente la educación hoy es generarle herramientas a obreros risueños) o animarla a mandar aún más (incluso la vida hoy es animada en forma de "taquilla").

Toda acción humana debe comparecer al alma cuantitativa de la mayoría. Ortega a pesar de creerse un liberal (¿alguien puede creerse un liberal cuando se siente a sus anchas en la aristocracia del pensamiento y que con una suave retórica pretende ser cortés?) fue lapidado por rebelarse a esa “cuantitatividad” del mando.

¿Pero que es el pensamiento del siglo XX sino una gran resaca del emborrachamiento del optimismo ilustrado positivista?

Nadie tuvo la suficiente visión (me refiero a esos furiosos animales enciclopedistas ) que todo optimismo debe acompañarse con un leve toque dulce de decadencia y frustración, resaca. Sólo Nietzsche la tuvo, si es que la humanidad alguna vez necesito de un médico (Lo inédito de un medico cultural, que posterior a Nietzsche se hicieron célebres, es que en el fondo con o sin rudeza, siempre se quiere lo mismo: salud). Pienso en Freud , Camus , Sartre, Heidegger , Marcuse, como jubilados clínicos.

¿Puede concebirse un “científico optimista”? ¿No es una contradicción la objetividad de un siglo mezclada bruscamente con la voluntad teatral del ánimo?

El mundo es estúpido enjuiciémoslo. El campesino medieval no lo era menos, sólo labraba sumido en la fantasía fantasmal del credo. Pero su fantasía al no tener deseos materiales no sonaba ridícula. Lo sagrado tenia su día. Cuando la era industrial nos proporciono el gusto , los bienes, el deseo y la justicia de una clase debutante pero malignamente hábil, nuestra estupidez aparece en gloria y majestad. No hay análisis cuantitativos, son inútiles. Mas o menos estupidez, es irrelevante el número cuando la “estética” de esa estupidez se disemina en forma de un gobierno de la opinión, ahora esta cantidad genera derechos. Pero la naturaleza muestra que el número es devorado. La cantidad no es hegemónica sino base nutricional.


Pero no olvidemos que los discursos aristocráticos solo viven del estilo.



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