La pieza del moribundo era mas bien científica, el animus , era sostenido por ese paradigma, o sea todo el aparataje médico se veía mucho mas adecuado que la vieja biblia en el velador, la familia no sabia como moverse en ese espacio científico, los doctores que ven un poco ingenuo el dolor de la familia (debido quizás a la incipiente utilización de la biblia) hacen el favor de siempre , suben discretamente los niveles de morfina del paciente para que muera . Ellos, eso sí, evitan, el vocablo “irse”. Si la muerte fuese un viaje, los doctores no correrían para evitarla, no sudarían, ni trasnocharían, no dejarían sus hijos cenando solos en casa, ellos solo evitan que el paciente muera. Si fuese un asunto de viajes se convertirían más bien en guías de turismo, más que depositarios del dedo meñique hacia abajo como los emperadores romanos, o sea la sobredosis de morfina que hace una eutanasia solapada, que simplemente dice fin, cuando no se puede hacer nada por salvar, se pasa analizar el problema del sufrimiento, ahora a llorar.
Son las dos y este querido amigo fue devorado por un cáncer, casi como un sentenciado, de un día para otro se agravo, no hubo mucho tiempo, sólo meses desde la sanidad mas absoluta hasta el morfinazo.
Los velorios son siempre iguales, los vecinos se convierten en improvisados filósofos, y los religiosos asumen su momento de gala. Los niños corren felices, por la calle. Comen y beben sopa. Alguna vieja comienza a cantar un rosario, para los jóvenes de ahora eso es inédito, el velorio ahora para ellos se asemeja a una tribu, salen a la calle discretos y respetuosos para que no noten que están huyendo, fuman un cigarro.
Luego al otro día el entierro es discreto, tierra sobre el cajón y chao. Otro hombre suprimido de la tierra. No creo en la muerte, aunque la veo, es un acto empírico de hecho pero no de derecho, no creo que yo vaya a morir. Nadie experimenta la muerte, el agonizar es totalmente lo contrario a la muerte, hay mucho miedo, la muerte no se experimenta cabalmente, solo la idea de morirse, esta idea contamina el acto final, los tibetanos se entrenan en eso…
Después uno como que se da cuenta que el muerto es como si nunca hubiese nacido, jamás fue carne, ahora es pura idea argumental. Entra la duda.
Ya ha pasado un tiempo desde que murió , a veces me hago cargo de sus hijas ,suena raro el “sus”, como una contradicción necrológica, ¿como algo puede ser aún suyo?, las niñas son religiosas por causa de su madre , no la culpo, el sufrimiento crea los mas curiosos comportamientos, no debería incumbirme, solo las cuido a veces , a la mayor normalmente le explota la nariz con sangre , en un acto casi cotidiano, yo corro y le ofrezco un pañuelo, el otro día le dije que lo mas probable era que ese cielo fuese un invento insano, que no podía probar eso pero tenia que ponerse en la situación por lo menos de que podría ser un invento, que no era malo, que era mas digno y menos egoísta, me miro callada , le comenzó a salir sangre de narices. Tiene diez años y yo no debería decirle esas cosas, por lo menos para evitar las hemorragias.
Estoy cansado de la gente estúpida que pulula por todos lados, en el negocio que atiendo el acto más sagrado que se hace es comprar dos calugas Maggi, me pregunto si esas pobres señoras estarán vivas, también me pregunto sino habrá algún doctor que se apiade de ellas y les brinde algún tipo de morfinazo. El negocio me da dinero y tiempo, debo aclararlo, pero me sumerge en el velorio perpetuo de gente extinta, tengo que soportar al viejo que llega con los peores hedores humanos, a vino matutino, mezclado con jugos gástricos y ajo, sus jadeo alcohólico, su carne hinchada. Cuando le vendo no pienso en él, y parece que lo nota.
Nada interesante, anote con mayúsculas en mi libreta -NADA INTERESANTE-, para encontrar algo uno o tiene que meterse a la virtualidad o emborracharse, cada día es mas indigno salir de aquí, no hay como. Cuando lo logro camino, ya en el centro, una señora de aproximadamente 50 años muy bella , con una aire aristócrata en una gran librería me deja llevar por casi la mitad del precio a “Satori en París” de Kerouac , un libro que he buscado por mucho tiempo, no ha sido editado en el país y solo confiaba que un hijo neófito le vendiera ese libro a su padre a escondidas ,(traído de Argentina en un viaje burgués), para comprar cervezas, eso creo que efectivamente paso, sino no encuentro otra explicación para que estuviera en la vitrina .Le dije me he quedado solo con monedas porque había comprado otro libro caro y nuevo antes, no tenia contemplado esta compra, ella me dijo bueno, un bueeeno extendiendo la e, o sea un bueno con una ternura maternal. Y siguió conversando con su marido aristócrata. De regreso a casa caminando por el centro y hojeando el libro, pensé concentradamente en la E de su bueeeno. Aún la recuerdo, esa E es lo que me hace pensar que no hay muerte, solo hemorragias.
En la calle, afuera de una tienda de ropa extraña e inútil, un gordo con su vieja madre se miraban preocupados, el gordo de pronto se acuclilla tomándose la cabeza, se siente mal, se que no es nada físico, por su comportamiento y por mi asesoría médica es muy probable que no sea nada grave, sólo un ataque de pánico, o sea muy grave para el que lo padece pero nada mortal. Los que llegan con esos episodios a las postas son profundamente ignorados, un test rápido de descarte del infarto y un diazepan, y listo a sufrir a su casa. El ataque de pánico es como apretar el botón de alarma del cuerpo , todos alguna vez lo apretamos y es necesario que así sea, sobrevivimos gracias a ese botón de alerta, si alguien nos amenaza podemos correr mas rápido, efectivamente gracias a que el cuerpo en emergencia rinde más, las pupilas se dilatan se irriga mas sangre el corazón se prepara, igual que en una reacción rápida al volante, la emergencia salva al piloto, lo malo del ataque de pánico que se enciende la alarma sin ninguna emergencia, en la cola de un banco o afuera de una tienda de ropa estúpida como le paso al gordo. El se esta muriendo, se desespera, quizás jaló mucha cocaína la noche anterior, el ataque lo hará despertar pienso, yo sigo concentrado en mi E. Pero aunque quería concentrarme exclusivamente en la E tierna de la librera, el episodio de pánico del gordo se añadió irremisiblemente al anterior, y me vi sin querer en una caravana de pensamientos ajenos, uno amable otro ansioso.
Tiempo atrás sufría de estos arrebatos de emergencias sin ser emergencias y recurrí a un siquiatra. Llegue con el corazón en la mano a su consulta, era joven, mis tatuajes estaban recién hechos , ellos me daban una estúpida seguridad pero que no bastaban para detener el pánico, ahí el siquiatra me medicó y me sane, así de simple , nada de terapias aunque el si anotaba todo, y aunque al paciente curioso le es vedado ver ese cuadernito histriónico de siquiatra, me imagine que mi ficha la llenaba tanto con informes técnicos como con banalidades, en la segunda sesión me dijo “la primera vez que viniste tenias un aro, ahora tienes dos”, sabia que eso iría en la libretita quizás complejizado en un término siquiátrico, pero iría al fin. Al final son simples problemas con la reabsorción de la serotonina en el cerebro, haciendo un analogía, es como si la marea se entrara y no saliera y los cangrejos ahí varados no pudieran entrar de nuevo al mar , esos cangrejos serian los conductores de dopamina, los cuales dan la sensación de placer, los medicamentos impiden que se entre la marea tan fácilmente, facilitando así el ingreso de los cangrejos , o sea que la química cerebral este en orden y la dopamina fluya y me haga feliz. Los medicamentos son Jesús desde cierto punto de vista, la gente los odia, por que la industria de la autoayuda que factura tanto como la de los medicamentos ha corrido el rumor de que son nocivos, que prácticamente forman un robot en esta triste y solitaria era, que inventa felicidad. La gente se lo cree, suspende el contacto de los cangrejos y paga con su VISA $ 30.000 por una entrada al cabaret místico de Jodorowsky. Los cangrejos mueren varados.
El siquiatra le falta un trozo de oreja, eso es crucial, deje de verlo, pasaron años y decidí ir de nuevo, no tenia nada, ni su teléfono ni su dirección incluso no me acordaba de su nombre, solo algún recuerdo vago de la consulta donde atendía , en la cual ya no trabajaba, lo que si tenia era su oreja. Gracias a la oreja o lo que le quedaba de ella, llegue a él, le dije a la secretaria que buscaba a un siquiatra con esas características y ella tanto buscar en sus archivos encontró su teléfono, cuando él contestó lo hizo sorprendido, fijo el horario de inmediato, mis cangrejos se estaban asfixiando, tuve que visitarlo a su acomodada casa de siquiatra en Peñalolén, cuando le conté la historia el la apreció, no me cobro todo lo que debería y jamás miro el reloj, cosa que valore. Me dejaba hojear sus libros, mucho Freud, aunque el insistía en odiar a los sicoanalistas “que se ganaban los cruceros por el caribe atendiendo toda una vida a las señoras adineradas del país”, yo había leído de Freud con mucho interés “Moisés y la religión monoteísta”, descubriendo según su loca tesis de que Yahvé el dios judío, provenía del Atón egipcio (sumándole dos Moisés, culpas y asesinatos no expiados, en suma un sicoanálisis del judaísmo “la religión del padre”). Hablamos de ello, también del libro “Cocaína” de Freud, muy valorado por los neófitos en ciencia y muy decepcionante para los amantes de Freud, ya estaba loco para defender con tanto dato arbitrario a la cocaína decían algunos. No me quise comprar ese libro tiempo atrás, valía como $ 20.000 en el Fondo de cultura económica, nunca me atrajo mucho la cocaína, presentía que Freud la defendía por que ya estaba adicto y paranoico. ¿Me pregunto que le hará la cocaína a los cangrejos?
El siquiatra se veía un tipo solitario y con una vida de mierda, terminó él contándome sus sueños, ahí inferí que estaba sólo, quizás separado, sus sueño era irse al África a estudiar el pool genético de los chitas, esta especie decía, tiene su pool genético debilitado producto de que desde la última glaciación quedaron pocas especímenes, lo que los obligo a aparearse entre familiares directos, no se fortificaron genéticamente por sus escasez, de ahí que ahora poseen distintos problemas físicos que los hacen muy delicados , problemas cardiacos , hepáticos , etc. Me pregunto si su oreja deforme responde a un problema de pool genético. Pienso, si puede curar a chitas lo hará conmigo. Tiene dinero, ciencia y soledad, ¿que le impide cumplir su proyecto?
Ya es día de cuidar a las niñitas, llevo mucho confort para la hemorragia, ellas duermen tranquilas en mi sofá, las dejo descansar, dejo el confort a su lado por si estalla la sangre, pienso por un rato que hay cielo. Aunque mejor decido dormir.
Son las dos y este querido amigo fue devorado por un cáncer, casi como un sentenciado, de un día para otro se agravo, no hubo mucho tiempo, sólo meses desde la sanidad mas absoluta hasta el morfinazo.
Los velorios son siempre iguales, los vecinos se convierten en improvisados filósofos, y los religiosos asumen su momento de gala. Los niños corren felices, por la calle. Comen y beben sopa. Alguna vieja comienza a cantar un rosario, para los jóvenes de ahora eso es inédito, el velorio ahora para ellos se asemeja a una tribu, salen a la calle discretos y respetuosos para que no noten que están huyendo, fuman un cigarro.
Luego al otro día el entierro es discreto, tierra sobre el cajón y chao. Otro hombre suprimido de la tierra. No creo en la muerte, aunque la veo, es un acto empírico de hecho pero no de derecho, no creo que yo vaya a morir. Nadie experimenta la muerte, el agonizar es totalmente lo contrario a la muerte, hay mucho miedo, la muerte no se experimenta cabalmente, solo la idea de morirse, esta idea contamina el acto final, los tibetanos se entrenan en eso…
Después uno como que se da cuenta que el muerto es como si nunca hubiese nacido, jamás fue carne, ahora es pura idea argumental. Entra la duda.
Ya ha pasado un tiempo desde que murió , a veces me hago cargo de sus hijas ,suena raro el “sus”, como una contradicción necrológica, ¿como algo puede ser aún suyo?, las niñas son religiosas por causa de su madre , no la culpo, el sufrimiento crea los mas curiosos comportamientos, no debería incumbirme, solo las cuido a veces , a la mayor normalmente le explota la nariz con sangre , en un acto casi cotidiano, yo corro y le ofrezco un pañuelo, el otro día le dije que lo mas probable era que ese cielo fuese un invento insano, que no podía probar eso pero tenia que ponerse en la situación por lo menos de que podría ser un invento, que no era malo, que era mas digno y menos egoísta, me miro callada , le comenzó a salir sangre de narices. Tiene diez años y yo no debería decirle esas cosas, por lo menos para evitar las hemorragias.
Estoy cansado de la gente estúpida que pulula por todos lados, en el negocio que atiendo el acto más sagrado que se hace es comprar dos calugas Maggi, me pregunto si esas pobres señoras estarán vivas, también me pregunto sino habrá algún doctor que se apiade de ellas y les brinde algún tipo de morfinazo. El negocio me da dinero y tiempo, debo aclararlo, pero me sumerge en el velorio perpetuo de gente extinta, tengo que soportar al viejo que llega con los peores hedores humanos, a vino matutino, mezclado con jugos gástricos y ajo, sus jadeo alcohólico, su carne hinchada. Cuando le vendo no pienso en él, y parece que lo nota.
Nada interesante, anote con mayúsculas en mi libreta -NADA INTERESANTE-, para encontrar algo uno o tiene que meterse a la virtualidad o emborracharse, cada día es mas indigno salir de aquí, no hay como. Cuando lo logro camino, ya en el centro, una señora de aproximadamente 50 años muy bella , con una aire aristócrata en una gran librería me deja llevar por casi la mitad del precio a “Satori en París” de Kerouac , un libro que he buscado por mucho tiempo, no ha sido editado en el país y solo confiaba que un hijo neófito le vendiera ese libro a su padre a escondidas ,(traído de Argentina en un viaje burgués), para comprar cervezas, eso creo que efectivamente paso, sino no encuentro otra explicación para que estuviera en la vitrina .Le dije me he quedado solo con monedas porque había comprado otro libro caro y nuevo antes, no tenia contemplado esta compra, ella me dijo bueno, un bueeeno extendiendo la e, o sea un bueno con una ternura maternal. Y siguió conversando con su marido aristócrata. De regreso a casa caminando por el centro y hojeando el libro, pensé concentradamente en la E de su bueeeno. Aún la recuerdo, esa E es lo que me hace pensar que no hay muerte, solo hemorragias.
En la calle, afuera de una tienda de ropa extraña e inútil, un gordo con su vieja madre se miraban preocupados, el gordo de pronto se acuclilla tomándose la cabeza, se siente mal, se que no es nada físico, por su comportamiento y por mi asesoría médica es muy probable que no sea nada grave, sólo un ataque de pánico, o sea muy grave para el que lo padece pero nada mortal. Los que llegan con esos episodios a las postas son profundamente ignorados, un test rápido de descarte del infarto y un diazepan, y listo a sufrir a su casa. El ataque de pánico es como apretar el botón de alarma del cuerpo , todos alguna vez lo apretamos y es necesario que así sea, sobrevivimos gracias a ese botón de alerta, si alguien nos amenaza podemos correr mas rápido, efectivamente gracias a que el cuerpo en emergencia rinde más, las pupilas se dilatan se irriga mas sangre el corazón se prepara, igual que en una reacción rápida al volante, la emergencia salva al piloto, lo malo del ataque de pánico que se enciende la alarma sin ninguna emergencia, en la cola de un banco o afuera de una tienda de ropa estúpida como le paso al gordo. El se esta muriendo, se desespera, quizás jaló mucha cocaína la noche anterior, el ataque lo hará despertar pienso, yo sigo concentrado en mi E. Pero aunque quería concentrarme exclusivamente en la E tierna de la librera, el episodio de pánico del gordo se añadió irremisiblemente al anterior, y me vi sin querer en una caravana de pensamientos ajenos, uno amable otro ansioso.
Tiempo atrás sufría de estos arrebatos de emergencias sin ser emergencias y recurrí a un siquiatra. Llegue con el corazón en la mano a su consulta, era joven, mis tatuajes estaban recién hechos , ellos me daban una estúpida seguridad pero que no bastaban para detener el pánico, ahí el siquiatra me medicó y me sane, así de simple , nada de terapias aunque el si anotaba todo, y aunque al paciente curioso le es vedado ver ese cuadernito histriónico de siquiatra, me imagine que mi ficha la llenaba tanto con informes técnicos como con banalidades, en la segunda sesión me dijo “la primera vez que viniste tenias un aro, ahora tienes dos”, sabia que eso iría en la libretita quizás complejizado en un término siquiátrico, pero iría al fin. Al final son simples problemas con la reabsorción de la serotonina en el cerebro, haciendo un analogía, es como si la marea se entrara y no saliera y los cangrejos ahí varados no pudieran entrar de nuevo al mar , esos cangrejos serian los conductores de dopamina, los cuales dan la sensación de placer, los medicamentos impiden que se entre la marea tan fácilmente, facilitando así el ingreso de los cangrejos , o sea que la química cerebral este en orden y la dopamina fluya y me haga feliz. Los medicamentos son Jesús desde cierto punto de vista, la gente los odia, por que la industria de la autoayuda que factura tanto como la de los medicamentos ha corrido el rumor de que son nocivos, que prácticamente forman un robot en esta triste y solitaria era, que inventa felicidad. La gente se lo cree, suspende el contacto de los cangrejos y paga con su VISA $ 30.000 por una entrada al cabaret místico de Jodorowsky. Los cangrejos mueren varados.
El siquiatra le falta un trozo de oreja, eso es crucial, deje de verlo, pasaron años y decidí ir de nuevo, no tenia nada, ni su teléfono ni su dirección incluso no me acordaba de su nombre, solo algún recuerdo vago de la consulta donde atendía , en la cual ya no trabajaba, lo que si tenia era su oreja. Gracias a la oreja o lo que le quedaba de ella, llegue a él, le dije a la secretaria que buscaba a un siquiatra con esas características y ella tanto buscar en sus archivos encontró su teléfono, cuando él contestó lo hizo sorprendido, fijo el horario de inmediato, mis cangrejos se estaban asfixiando, tuve que visitarlo a su acomodada casa de siquiatra en Peñalolén, cuando le conté la historia el la apreció, no me cobro todo lo que debería y jamás miro el reloj, cosa que valore. Me dejaba hojear sus libros, mucho Freud, aunque el insistía en odiar a los sicoanalistas “que se ganaban los cruceros por el caribe atendiendo toda una vida a las señoras adineradas del país”, yo había leído de Freud con mucho interés “Moisés y la religión monoteísta”, descubriendo según su loca tesis de que Yahvé el dios judío, provenía del Atón egipcio (sumándole dos Moisés, culpas y asesinatos no expiados, en suma un sicoanálisis del judaísmo “la religión del padre”). Hablamos de ello, también del libro “Cocaína” de Freud, muy valorado por los neófitos en ciencia y muy decepcionante para los amantes de Freud, ya estaba loco para defender con tanto dato arbitrario a la cocaína decían algunos. No me quise comprar ese libro tiempo atrás, valía como $ 20.000 en el Fondo de cultura económica, nunca me atrajo mucho la cocaína, presentía que Freud la defendía por que ya estaba adicto y paranoico. ¿Me pregunto que le hará la cocaína a los cangrejos?
El siquiatra se veía un tipo solitario y con una vida de mierda, terminó él contándome sus sueños, ahí inferí que estaba sólo, quizás separado, sus sueño era irse al África a estudiar el pool genético de los chitas, esta especie decía, tiene su pool genético debilitado producto de que desde la última glaciación quedaron pocas especímenes, lo que los obligo a aparearse entre familiares directos, no se fortificaron genéticamente por sus escasez, de ahí que ahora poseen distintos problemas físicos que los hacen muy delicados , problemas cardiacos , hepáticos , etc. Me pregunto si su oreja deforme responde a un problema de pool genético. Pienso, si puede curar a chitas lo hará conmigo. Tiene dinero, ciencia y soledad, ¿que le impide cumplir su proyecto?
Ya es día de cuidar a las niñitas, llevo mucho confort para la hemorragia, ellas duermen tranquilas en mi sofá, las dejo descansar, dejo el confort a su lado por si estalla la sangre, pienso por un rato que hay cielo. Aunque mejor decido dormir.
2 comentarios:
Coctelmarx y su libro.. hasta cuando ¡¡ HOMBRE!! debemos esperar que os nos deleites con VUESTRA literatura fenomenal..
MEJOR QUE HAGA UN LIBRO DE FOTOGRAFIAS..
AUN TRATO DE ENCONTRARLE MAS COHERENCIA ASUS TEXTOS..MAS SENTIMIENTO QUE REFLEXIONES SACADAS DE ALGUN LIBRO DE FILOSOFIA... AUN TRATANDO DE LEER TRATO DE BUSCAR EL LADO HUMANO.. DE COCTEL..
ESE QUE SOLO SE ESCAPA EN LA FOTOGRAFIA...
QUIEN SABE SI ESTE AÑO..
((LO SE.. ESTE COMENTARIO VINIENDO DE UNA MUJER QUE ESCRIBE MUY A LO MASTRETTA ES CASI UN INSULTO.. )BESOS Y FELIZ AÑO..
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