miércoles, 19 de enero de 2011

Sobre mi retrato



Foto: Tore Storm Halvorsen



He dormido poco y esa es buena señal: estoy creando, ¡pero qué ingenuidad! ¡Creando!, escribiendo, haciendo fotos y dibujando. Eso no es arte, es solo la desesperación del hombre que está al tanto de que se pudrirá y ha inventado una estética que lo soporte, hable por él y evite que su mente piense en los gusanos futuros. Además no depende de un público por que se basta a sí mismo. Ese hombre históricamente reacio a los retratos a aceptado el desafío y le ha dicho al fotógrafo vikingo que lo acompaña: trata de encontrar lo que soy….y entonces el fotógrafo que tiene la sangre de los rapaces navegantes que tomaban la mujer que se les ocurría , sin ninguna paciencia por los límites nacionales, va y encara al ermitaño intelectual que ha ocultado su cuerpo en miles de páginas escritas para nada , y que ha desplazado su ego en carruajes que el mismo ha tejido con la lana de la bondad de un budista estítico de iluminación . Y la gente le advierte : tu gran logro, es disimular el basural intelectual que posees y hacerlo un poco más decente, pero no olvides además que eres el típico niño de gueto que toma por triunfo cualquier trozo de pan con que la gente lo premia, al que gracias a su lengua pantagruélica, ha dominado el sentido común del barrio. Y solo lo ha dominado para apoyarse en los postes y decir: No quiero ser otro de los típicos patanes que refunfuñan la existencia, entonces en un momento cualquiera, esa imagen refleja todo lo que fue y lo que será. Un hombre, un barrio , un poste de la luz. Un gato recién arrojado de la tibieza de su madre para salir al mundo en busca de la carroña filosófica que lo salvará algún día. ¿Y lo salvará de qué? Lo ignora y ese sentimiento de saber que se salvara pero no saber “de que” se salvara lo hace apoyarse en el poste y pensar: ¿Es noche o es día? No siente ya (y no necesita el Tíbet para eso) la diferencia entre placer y dolor, los filósofos romanos (los mas malos filósofos que han surgido en torno a la especulación y que el ama por eso mismo) le han dicho: “Sustine y abstine” Soporta y abstente ¿y que es este gesto que el vikingo causa con su drakkar óptico si no la gran resignación? La crucifixión urbana frente al poste judío y frente a su fe judía, esperando salvar al ladrón bueno y escupir al ladrón malvado de su costado. Pero se da cuenta que alrededor suyo no hay nadie (ni lo habrá nunca) esa es la gran verdad mi querido y nórdico amigo. Me has fotografiado para decirme que la dualidad moral no existe y que este anónimo gato arrojado a las horribles luces de la modernidad, se funde en el abrazo con la nada. Con la belleza de la nada que lo traga pero que también lo arrulla. Y piensa, este borracho de nihilismo, en los versos fotográficos de García Lorca que un día le leyó a una mujer en un tren de Valparaíso:




“Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
He venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra…”

(Federico García Lorca, El Poeta en Nueva York)



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