martes, 4 de mayo de 2010

Economics


Milton Friedman: Posición de retratado que sugiere una elegante superación del especialismo, tan mal visto por algunos filósofos liberales del siglo XX.




Uno debe decidir que hace con su dinero, pero ¿que es ese dinero? , migajas de una plusvalía aún mayor. El capitalista no necesita proclamarse motor de la historia , a excepción de la concepción proletaria marxista , la burguesía no necesita la historia, la burguesía sólo necesita potenciar su condición de bacteria.

¡¡¡Que asco ¡!! Lo único que el Estado actual puede oponer para regular a un empresario es otro empresario.

La libertad, cuantos costos tendremos que seguir pagando por coronar conceptos, por añorar la eternidad a través de la gramática . Encumbramos conceptos que en nuestro espíritu suenan afinados pero que no tardan nada en pudrirse. La libertad es incondicional, libera tanto a un esclavo como a un mercado...

¿Que nos dice Milton Friedman en su fotografía? Su ideología supera la política , es una buena nueva, en el fondo pretende ser la última piedra del grito libertario. Llega un neoliberalismo tan exacerbado que esta a un paso de transformarse en un anarquismo descompuesto. Una gran ameba individual que choca indolente contra otra.(recreando un equilibrio)
¿Como combatir?
Menos libertad, es decir no temer a pasar a llevar un concepto. ¿No nos enseñó eso hace muchos años Maquiavelo? No hay un "deber ser" sino un "es".

Una estructura económica así no se combate con retórica...


Camus ironiza:

“De todas maneras, una vez desaparecida la clase burguesa, el proletario establece el reinado del hombre universal, en la cima de la producción, en virtud de la lógica misma del desarrollo productivo. ¿Qué importa que ello se logre con la dictadura y la violencia? En esa Jerusalén ruidosa de maquinas maravillosas, ¿Quién se acordará todavía del grito del degollado?”

Y Baudrillard en "La sociedad de consumo":

“El problema de la «tolerancia» (liberalismo, laxismo, permissive society, etc.) se plantea de la misma manera. El hecho de que los que antes eran enemigos mortales hoy se hablen, de que las ideologías más ferozmente opuestas «dialoguen», de que se instale una suerte de coexistencia pacífica en todos los niveles y de que las costumbres se relajen, no significa en modo alguno un progreso «humanitario» en las relaciones humanas, una mayor comprensión de los problemas ni ninguna de esas pamplinas. Todo eso significa sencillamente que, al pasar a ser nada más que material de intercambio y de consumo, las ideologías, las opiniones, en un sentido o en el opuesto, las virtudes y los vicios, son equivalentes en el juego de los signos.”



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