jueves, 13 de mayo de 2010

Diario



Alberto Durero "Porción de césped - estudio de mala hierba" (1503)



Pensar, pensar, ser respetuoso, amar, luego ser mejor que los demás (esa inercia escapa a mi control) , es tan ridículo ser arrogante como humilde. Posición sagrada, querer estima , protección. Cualquier conocimiento surge de ese miedo... Son pulsiones sagradas (biológicas) luego abrirle en mi madurez definitivamente las puertas a la ciencia. Mi pequeña rivalidad con el pensamiento científico nace de la revancha del poeta. Un hombre que se enreda en un concepto teme a su universalidad. Pero a su vez estima mucho ese mismo “concepto universal”. Luego con sus pobres armas gramáticas lo ataca, lo critica, pero apenas lo comprende....


¿Por que no abandonar el conocimiento especulativo y dedicarse a la botánica?. Se puede ser botánico sin saber el nombre de ninguna planta- nos dice Rousseau, pero ¿se puede ser astrónomo sin saber el nombre de ningún planeta? Pero, ¡que importa los nombres! , hay leyes que ignoran todo , la física quiere, dentro de su abstracción, describir con precisión matemática algo que pareciera que nos compete.

La geología...¡cuanto tardare en ponerme al día con esta nueva pasión! ¡y con cuan poca experticia es que me enfrento a los nuevos desafíos de esta máquina! Que desgano, sospecho que el hambre de conocimiento es sólo una pasión, un plumaje de pájaro, pero aspiro a que sea anónimo, un conocimiento viejo, suave, casual, informal. Un certero y lento engañarse a si mismo....


Me siento como ese perturbado Rousseau en su isla senil....tan sincero y abatido, un maestro para mis momentos mas desesperados . Cada día admiro con más fuerza a este farsante ilustrado...



“En mi cabeza las ideas se ordenan con una dificultad increíble. Circulan confusamente, se agitan hasta convencerme, me enardecen, me ponen en estado febril, y en medio de esta emoción nada veo distintamente, no sabría escribir una palabra; es necesario que aguarde....

...Así me ocurre con todas las cosas a las que empiezo a dedicarme. Me entrego a ellas, me apasiono, y luego ya no veo otra cosa en el mundo que aquella distracción de la que me ocupo. La edad no ha bastado para librarme de este defecto, ni siquiera para disminuirlo; y heme aquí a estas horas en que escribo, apegado como un viejo chocho a otro estudio inútil del que no sé nada, y que los mismos que se han entregado a él en su juventud se ven obligados a abandonarlo a la edad en que yo quiero empezarlo.” (J.J Rousseau Confesiones)


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