martes, 9 de junio de 2009

¿Volverá el viejo desprecio a la burguesía ahora mas renovado más elegante?



Lo que me gusta de Marx es su estilo fuerte, insolente, “inmoral”. Cuando aparece el sociólogo lo que menos encuentro en él es ética, pero muchas veces su discurso es percibido tan evidentemente ético y tan alejadamente científico, que él cambiaría toda su plusvalía y explotación porque no fuese así y se entendieran estos, como una manifestación dialéctica y no moral. La Historia tiene su marcha sus modos de producción, detrás de sus status quo o revoluciones no hay nada más que manifestaciones de ese materialismo histórico (La materia, esa vieja conflictiva que pega bastonazos) . Nada de moral, ni de política, todo engranaje.

¿Y si yo echara a correr un tabú? Cuando se funda el ser y el pensar saldrá olor a quemado.

Llegó un punto en que la Historia no pudo leerse de otra forma. La toma de conciencia de las relaciones sociales de producción fueron en el siglo XIX lo que la Pascua a los esclavos hebreos huyendo de Egipto e inventándose un padre. Y una dialéctica burguesa, racional y espiritual como la de Hegel le dio a la materia la oportunidad histórica de hacerse filosófica, aunque teleológicamente invertida por Marx , con la astucia propia de un hombre que supo olfatear un edificio intelectual inédito junto a un teatro popular. El sueño mas excéntrico del mundo, la plebe podría hacer de demiurgo (Que nos moleste históricamente la materia no es algo principalmente religioso, es el juego del pensar inmóvil, que no ha producido, dicho de otro modo el cogito no es si no toma la pala) Cuando ignoré la moral, mandé la idea al sótano y saqué a la terraza las herramientas comprendí por fin algo a Marx.

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