lunes, 4 de mayo de 2009

Prologando al mundo.

Joseph Beuys: “I like America and America likes me”, 1974



“¡Bueno! Ahora resulta que mi espíritu quiere ocuparse en absoluto de todos los desarrollos crueles sufridos por el espíritu desde que acabó el Oriente… ¡Mi espíritu lo quiere así!” (Rimbaud)


Prologuemos nuevamente al niño de Charleville. El se ha ocupado de la vida cuando el mundo se ocupaba del progreso, cuando el rompecabezas político se mofaba del arte. Amemos desde todos los continentes que la vida ya se nos haya ido. No esperemos la infección de la adultez para desprendernos como una manzana podrida del árbol del conocimiento. No hemos hecho absolutamente nada, ese vacío oriental es nuestro alegato histórico. No haremos nada. ¿Por que todo no se vive como si fuera contemporáneo?. La historia nos hace creer en estatuas, pero ¿Cómo los hindúes? dueños absolutos de su presente no se seducen por la historia de mármol. Para ellos todo es contemporáneo, nada es tan atrás.

El odio es el mejor fisonomista, sólo se ve en estas oscuras circunstancias a lo verdadero. Su panorama es decir: necesito que seas así por que no soporto a lo que has llegado. Necesito que nada pase por ti. Hay que afirmarse y vivir en la selva de la primera creencia que se tuvo, rústica y expuesta a las fieras, ¿para que se combatió?, se llenó de armas, de ciencia, de drama, ¿si el retorno nos llevo a la caverna original?

La vida individual toma la misma dirección que la vida espiritual de todos los hombres, el individuo aunque lo evite se debe a un patrón, primero sobrevive, luego adora, se revela y luego decae, lo extraño: errar por el mundo sin desplazarse un centímetro, poseer todas las morales, acogerlas y rechazarlas, y al fin hacer un carnaval con el juicio.

El mundo cuando se le ama tanto se vuelve ajeno, se vuelve objeto, una excusa. Un elegante y discreto rechazo a Dios. Y acá el existir no alcanza. Somos y seremos pobres mártires de la Historia, ni siquiera tenemos un pecado a que aferrarnos. Nombramos la nada como si nombrásemos el día Domingo, posterior al descanso judío y en desconfianza a estos ya ni siquiera pedimos (en rigor nunca nadie ha pedido nada sino ha esperado, esperanzado). Sólo bendecimos la incapacidad de soñar. Ahora nadie dice: ¡respóndanme mis preguntas! Sino: “espero que funcione”. El éxito es una medida química.

Celine dice en Viaje al fin de la noche. “Rencorosos, dóciles, violados, robados, con las tripas fuera y siempre jodidos... Hemos nacidos fieles y así morimos”. Sí, ha pasado la Historia de todos por nosotros, y todo ese trabajo delicado se ha desperdiciado por que el porvenir no es nada mas que un encierro eterno, la esperanza es demasiado colorida y fragante para tomarla por cierta. Prefiero el infierno eterno, como una imagen delicada que proyecta siquiera algo. ¿Por que yo y no más bien la nada? Esa pregunta que sólo puede surgir entre guerras, arroja un nuevo orden al pensamiento occidental ya desgastado. Porque la historia ha actuado de esencia y nos ha castigado, el gran talento que nos ha dado es sólo la sistemática y constante pérdida de tiempo. Y esta pérdida de tiempo que es en rigor pérdida de esencia, sólo ha desarrollado una fina conciencia, que es poderosa a priori, pero inofensiva en el poder. San Agustín creyó que con una cruz se frenaba el círculo, que la cruz era la gran palanca de la Historia, su teología abre la puerta, hace de una geometría espiritual perfecta, griega, algo irremediablemente decadente.

Originalmente el arte era un instrumento de caza. Se le comprendió así pero fue desvirtuado, por eso su agobio actual, el arte no puede aspirar a ser progreso, no puede abrir la mohosa puerta que San Agustín abrió. El arte no puede aspirar a ser cruz. Aún no se entiende no es cuestión de fe , es cuestión de gusto, ampliemos un poco la visión de Joseph Beuys: “Me gusta el mundo y al mundo le gusto yo”.

Prologuemos nuevamente a Rimbaud, el sólo ha sacado la lección de que el arte es una tontería, así lo ha anotado en un cuaderno. Y se ha marchado. Se marcho al origen para afiebrarse. Ha comprendido que todo es inútil y eso es la gran verdad, no hay más, jamás se debió haber tomado el progreso como ciencia, el progreso era una broma sofista, un acto dramático. Sólo el dogma se tomó esa obra en serio y nos heredó este espectáculo. La conciencia como el más grande peligro de la especie y la pérdida del tiempo como arte superior.

Rimbaud quiere ocuparse entonces de Occidente cuando se frena, cojea y suelta la pluma, ha perdido , ¿para que la eternidad? ¿Para que volverla a hallar?

1 comentario:

Kcreatinn Organización dijo...

Hola, creemos que es muy buena la calidad de tus ensayos, por eso hemos decidido invitarte a publicar un texto en la revista peruana Kcreatinn; de preferencia en torno a Borges, ya que lanzaremos un especial del mismo en julio, adosado a un número misceláneo. Puede ser cualquier otro, el que tú elijas, no necesariamente borgeano. Si te animas, no dudes en escribirnos a kcreatinnorg@yahoo.es

KCREATINN ORGANIZACIÓN