lunes, 25 de mayo de 2009

El tiempo no es más que mi tiempo



Aún no hemos observado que más que el valor de la historia narrada, la historiografía, lo más pesado y duro es la propia historicidad, esa capacidad, característica, ¿o condena? En la que nos forjamos y que cada vez se vuelve más explícita, frente al espejo, silencioso , ¿que fuimos? ¿qué somos? ¿Que seremos? ¡¡ uff el Tiempo!! San Agustín reflexionaba: "¿Qué es el tiempo? Si no me preguntan qué es, lo sé. Si me preguntan qué es, no lo sé". Y Borges en “Nueva refutación del tiempo” concluye así:
“ And yet, and yet... Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno de Swedenborg y del infierno de la mitología tibetana) no es espan­toso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El 'mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciada­mente, soy Borges.”


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