domingo, 24 de abril de 2011

Diario





“…La Foto-retrato es una empalizada de fuerzas. Cuatro imaginarios se cruzan, se afrontan, se deforman. Ante el objetivo soy a la vez; aquel que creo ser, aquel que quisiera que crean, aquel que el fotógrafo cree que soy y aquel de quien se sirve para exhibir su arte....
La Fotografía representa ese momento tan sutil en que, no soy ni sujeto no objeto, sino más bien un sujeto que se siente devenir objeto: vivo entonces una micro-experiencia de la muerte. El fotógrafo lo sabe perfectamente, y él mismo tiene miedo de esta muerte en la cual su gesto va embalsamarse. El fotógrafo debe luchar tremendamente para que la Fotografía sea la Muerte. Pero yo, objeto ya, no lucho; pues no sé lo que la sociedad hace de mi foto, lo que leen en ella, lo que veo es que me he convertido en Todo-imagen, es decir, en la Muerte en persona; los otros- el Otro- me despropían de mí mismo. En el fondo, a lo que tiendo en la foto que toman de mí es a la Muerte: la Muerte es el eidos de esta Foto”…. (Roland Barthes . La Cámara Lúcida)


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“El hombre maduro: corazón firme como la piedra, corazón resistente como el tronco de un árbol; rostro sabio, dueño de un rostro y un corazón hábil y comprensivo. La mujer ya lograda, en la que se ponen los ojos. La feminidad está en su rostro...”

“El Tlamatini (una especie de filósofo azteca) Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara (una personalidad), los hace desarrollarla.
Les abre los oídos, los ilumina.
Es maestro de guías, les da su camino, de él uno depende.
Pone un espejo delante de los otros, los hace cuerdos, cuidadosos; hace que en ellos aparezca una cara (una personalidad).
Se fija en las cosas, regula su camino, dispone y ordena.
Aplica su luz sobre el mundo”...

(Textos Náhuatl)


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