jueves, 16 de diciembre de 2010

Embaucar a la burocracia con Walter Serner



Christian Schad , Retrato de Walter Serner (1916)

En mis constantes incursiones con la cotidianidad he tenido que hacerme exámenes médicos, ya sé por mi propia voluntad hacer medianamente los trámites, pero las mujercitas burocráticas se ríen entre sí de mi ignorancia con respecto a todo lo relativo a seguros, previsiones y demás cuestiones de la esoteria administrativa, y a cada pregunta que les hago (que deben ser de una estupidez escalofriantes, se miran entre ellas y se sonríen) . Podría dedicarme a aprender todo lo relativo a esta selva administrativa en un par de días , pero me he negado por años , ahora caigo en esas redes de escritorio que todo lo saben acerca de cómo se administra la salud y me tratan como el hombre más estúpido sobre la tierra, (y efectivamente en esta materia lo soy y no descarto que en varias otras también)

Lo cotidiano, es en lo que fallo a veces, cuando eso cotidiano se organiza de tal forma que toma representaciones complejas que hay que resolver con extraños algoritmos, que solo los criados en el gran circo de la eficiencia pueden dominar, esto me es una forma nueva de vida, y ahora me encanta , la estupidez del saber ultra práctico me fascina , no lo necesario para agilizar una burocracia, sino la verdadera devoción por ese saber que los empleados ejercen tras ella. La organización del destino, la domadura del organismo, el sacrificio de la tragedia.

Ya he logrado avances significativos en los archivos de la aglomeración médica. Luego con seguridad, debato, jerarquizo planes, disfruto tanto que incluso dado su costo, mando a hacer dos o tres exámenes de orina (porque me son extrañamente gratis, ¿lo serán efectivamente?).

Pero lo único que puedo oponerle a estas damas de sonrisa fácil es pensar adecuadamente y guiarme con el Manual de embaucadores de Walter Serner, que llevo en mi caminata coja como alpiste ligero para aves que demandan salud, no de conocimiento clínico sino de tristes cantos alegóricos de dolor. Este alpinista que me guía con seguridad para afrontar las dadaístas cimas de la burocracia, aplaca las sonrisas burlescas de la oficina y dan paso ,aunque sea por un momento, a mis sonrisas de labio tieso, sonrisas de la gran salud, sin papel ni gestiones.




“No permitas que tu vida se vuelva demasiado regular. Podrás encontrar satisfacción en ello y en un año tener una panza y un hijo. Todo derrumbe ocurre de prisa. Y a menudo cae el más fuerte sin poder ponerse de pie de nuevo”


“Ejercita cada día tus ojos poniéndote frente al espejo. Tu mirada debe aprender a posarse silenciosa y pesadamente sobre el otro, a disimular con velocidad, a aguijonear, a protestar. O a irradiar tanta experiencia y sabiduría que tu prójimo te dé la mano temblando”.


“En aquellas inevitables horas en que te invade la nostalgia indomable por calma interior, el asco hacia ti mismo -que por lo demás, te hace particularmente lúcido frente a lo desastroso de tu estado y dolorosamente consciente de la Gran Nada-, en esas horas bebe dos tazas de chocolate caliente, trágate una aspirina y ve a la cama. (Estas horas se podrán eludir si la predisposición a tales recaídas espirituales, surgida del mal sueño o el esfuerzo excesivo, pudiera a su vez ser evitada).


“Las personas interesantes (por decirlo así) son siempre un poco brutales”.


“Haz como si tomaras la vida en serio. Los listos, si te creen, te considerarán digno de confianza; si no te creen, te tomarán por listo”.


"Durante siglos, a todas las cosas se les suscribieron profundidades que en verdad nunca han tenido. Esto ha sido la causa de grandes desgracias. Banaliza todo; cosecharás éxitos y sembrarás oportunidades."


“Aquel que afirma que la vida es bella y los hombres buenos es, o bien un imbécil, o bien uno del que deberías tener mucho cuidado.”


“No respondas a quien entra en debates. Sólo quien monologa podrá, quizá, decirte algo”.


“Acto final: el mundo quiere ser engañado. Y se pondrá seriamente furioso si no lo haces”.



Extractos de "Última relajación: el Manual para embaucadores o aquellos que quieran llegar a serlo". Handbrevier für Hochstapler und solche, die es werden wollen de Walter Serner publicada en marzo del 2007 en El Malpensante). Muy poco hay de él en español. Peter Sloterdijk lo aborda en su “Crítica de la razón cínica” en el capítulo sobre el dadá.

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