martes, 19 de octubre de 2010

Diario



Me es extraña cualquier forma de investigación, de formular acontecimientos intelectuales, lógicos, coherentes y novedosos. Establecer redes de significados para justificar las cátedras, y me quejo como un académico manco que debe pedir ayuda ortopédica a los alumnos avanzados, que explican con entusiasmo de feria como piensan los célebres filósofos, y de como han dado en el clavo de la realidad, a mi últimamente sólo me preocupa mi alimentación, el tono de mis pasos, mi respiración, todo ese cuerpo confiable del cual me arrimo con una fuerza cada vez mas profunda. La realidad no acepta clavos. Estoy aquí en el parque del pensamiento privado, que nadie aún ha podido quitarme y del cual siento el orgullo de un explorador que sólo conquista contradicciones.


Un monstre gai vaut mieux. Qu'un sentimental ennuyeux. "Vale más un monstruo alegre que un sentimental aburrido." (Voltaire)

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Recién he sopesado que Cristo no significa nada para mi, lo veo como cualquier personaje novelesco y lo peor útil , ¡uff pero cuanto desconfío de las cosas útiles! Pero decir esto es como renegar de una nacionalidad y un derecho inevitable. La trompetas de la civilización enseguida castigan con ese horrible ruido infantil... "Illum oportet crescere, me autem minui "."Es preciso que él crezca y que yo disminuya” (Juan 3:30)



Y si pensamos en dios, ese padre absuelto de la culpa que creamos o recibimos sin que nadie nos preguntase y que nos quitó con sus preguntas de trueno media vida. Pensando, sumido en el vacío de las partículas, que no me sentare en el cajón de tomates de la física. Hablar de partículas elementales es de mal gusto. Mi perspectiva no necesita microscopios. ¿Entonces que queda? , rastrear el tumor del yo extirpado con la cirugía mas fina de la historia. No se sabe que hacer , ya que el convaleciente solo ´pide reposo , no se atreve a asumir que no hay nada ni dios ni utilidad ni yo. Pero hay una energía impredecible que impulsa , que quiere aprender nuevamente a desear. Y este deseo no llega a ser saludable hasta asegurarse también, que será eternamente deseado. Entre reflejos infinitos de deseos algo hay que bailotea, que se exhibe. Que narra y se esconde.


“Hay pocos animales más temibles que un hombre comunicativo que no tiene nada que comunicar.” ( Sainte-Beuve)



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