domingo, 19 de septiembre de 2010

Notas parricidas


El Triunfo de la Muerte (De Triomf van de Dood). Pieter Brueghel el Viejo, (h. 1562)


Si no fuera por la tremenda ausencia que percibo en cualquier material literario no podría concebirlo con ese encanto maravilloso con que me sumo a los libros. Ahí donde se presenta la ausencia, entro yo, compensando, recreándolo, mintiendo. Todo libro grita una ausencia que sin embargo se apodera de nuestra interpretación, la herencia sólo se ejerce si el recreador es lo suficientemente mentiroso para pensar en la objetividad de un texto.

Cada vez que me encargo de la "verdad", hago patente la ausencia del autor, que sin ella no podría realizarse. Deben haber tomado en cuenta mucho esto los griegos orales que vislumbraron el problema, y muchos dejaron la presencia del diálogo instaurado como el único método netamente filosófico. Sería interesante un estudio relacional entre el símbolo, la palabra y el libro en su relación con la líbido.


Avienten verdad a la vida y verán como el sufrimiento explota como petróleo.


Así mismo la ausencia originaria de los tabus en una lectura cultural, demuestran aún más claramente su sólida presencia actual. Nuestra organización, que hoy pretende maniatar la naturaleza no es otra cosa que la mas grande manifestación de un asesinato psíquico, que necesita de constantes recraciones celestiales.


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La edad de oro de Hesiodo en los griegos o el génesis judío es negado por el origen castrador de la cultura en Freud , esta ya nace mancillada, no hay edad dorada , el origen de nuestra sociabilidad esta en un asesinato. Existía un “padre” original, dominador que disponía de todo, mujeres y comida a su antojo, forzaba a los demás a la homosexualidad y hambruna , los hermanos se aliaron para asesinar tal estado. Luego tras el hecho, la horda se liberó de lo principal pero encontró nuevos problemas, la culpa y la distribución del poder vacante . Toda representación religiosa recrea esa nostalgia del padre asesinado, ya que el padre se hizo aún mas poderoso después de muerto, la antigua y natural prohibición presencial por fuerza natural del padre, ahora se volvió psíquica, los ritos totémicos y la prohibición del incesto fueron consecuencia de la llamada "obediencia de efecto retardado", que genera todo el dinamismo cultural ahora ya en un panorama psíquico.


“...la horda fraterna rebelde abrigaba con respecto al padre aquellos mismos sentimientos contradictorios que forman el contenido ambivalente del complejo paterno en nuestros niños y en nuestros enfermos neuróticos. Odiaban al padre que tan violentamente se oponía a su necesidad de poderío y a sus exigencias sexuales, pero al mismo tiempo le amaban y admiraban. Después de haberle suprimido y haber satisfecho su odio y su deseo de identificación con él, tenían que imponerse en ellos los sentimientos cariñosos, antes violentamente dominados por los hostiles. A consecuencia de este proceso afectivo surgió el remordimiento y nació la consciencia de la culpabilidad, confundida aquí con él, y el padre muerto adquirió un poder mucho mayor del que había poseído en vida, circunstancias todas que comprobamos aún hoy en día en los destinos humanos.” (Sigmund Freud . Tótem y Tabú)


Frente a la naturaleza no se puede vivir sólo.

¿Como soportamos tanta represión?, con narcóticos narcisistas, el arte, las representaciones religiosas y los arquetipos ideales.Todos fenómenos alternativos al gran dolor originario de la prohibición pulsional.
La cultura no es el perfeccionamiento constante, como se percibe en primera instancia, sino un sostenido llanto encadenado, que mediante distintas artimañas, trata en lo posible de no desbocarse, creando una neurosis colectiva , la religión por ejemplo.

Es curioso pensar en las sociedades matriarcales ofrendando a la gorda tierra, la desprotección del niño original de la humanidad se controlaba en los ritos agrícolas, pero estos no bastarían para enfrentar lo terrible de la naturaleza, la añoranza del padre muerto por la horda crea un panteón perfecto, justificador del rayo. Feroz , loco, sanguinario y protector , como cualquier dios-padre, el matriarcado debe generar otra particular especie de neurosis. Freud pregunta ¿Qué quiere la mujer? Y Lacan contesta: “La mujer no existe”.

Se pueden encontrar visiones enriquecedoras de esta problemática y en franco contraste con la teoría patriarcal del origen de la cultura en Johann Jakob Bachofen en su obra “Muterrecht” que estudia ese curioso concepto: “ginecocracia”.

"...La máxima esperanza del misterio demétrico [segundo estado matriarcal] es el don libre de la madre, como ocurre con el destino del grano; el heleno [tercer estado, ahora simbolizado por el patriarcal Apolo], por el contrario, desea obtener todas las cosas por él mismo, hasta lo más supremo. En la lucha es consciente de su naturaleza paterna, luchando se eleva sobre el matriarcado al que antes pertenecía (…) Para él la fuente de la inmortalidad no mana ya de la mujer concipiente, sino que se halla en el principio masculino creador al que reviste de una divinización que el mundo antiguo sólo a ella confería.”("El matriarcado: una investigación sobre la ginecocracia en el mundo antiguo". Johann Jakob Bachofen)



Un dolor crónico genera un espíritu crónico.

Somos placer contenido, un mar inmenso sostenido por una represa de madera. El budismo quiere superar el deseo, se engaña, lo único inmortal en el hombre es ese mar tempestuoso del placer ilimitado. Las barreras que oponemos a ese mar, son pequeñas tablas culturales que sin embargo no logran desafiar la fuerza originaria. Sin embargo estamos acá conversando, el mar a veces calla.


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