Vuelve la pregunta constante desde mi niñez ¿Qué hago aquí?
En un colegio tratando de educar, lo mejor que he enseñado a los alumnos es no hacer nada en absoluto, me siento orgulloso de ello.
Si todos tuviésemos la visión de Kafka.
¿Como se puede soportar el parloteo de estas señoras de la educación? ¿ Que esperan?
Los aspectos burocráticos de la educación no son mejores que el de la peor oficina de impuestos, pero ni siquiera uno así puede optar a volverse algún tipo de insecto. Aquí uno se vuelve un mamífero par excellence , con toda la desprotección que eso conlleva. No hay literatura sin la desesperación de un caparazón.
Mis modales son muy básicos, mis expectativas casi nulas. Soy un ser orgulloso de si mismo y de que las frases emerjan quizás, no con tanta pulcritud, pero con el maravilloso resplandor del que no desea nada. La terrible caricia de la paz. Ese constante miedo que conlleva la vida cuando no esta sumida en el conflicto, en ese equilibrio que Heráclito llamo pólemos, (por eso los antiguos romanos decían "Si vis pacem, para bellum" ,"Si quieres la paz prepara la guerra") . El bienestar genera en la especie un aletargamiento de todos los sentidos, una musculatura permeable a la fuerza.
Kafka escribe en sus diarios algo que confirma mis expectativas, el de no causar el más mínimo impacto en ningún ser que me considere su maestro.
Sólo el que comprende el absurdo puede educarse.
“Si me pongo a pensarlo tengo que decir que, en muchos sentidos, mi educación me ha perjudicado mucho. Este reproche afecta a una serie de gente: a mis padres, a unos cuantos parientes, a determinados visitantes de nuestra casa, a diversos escritores, a cierta cocinera que me acompañó a la escuela un año seguido, a un montón de maestros, a un inspector escolar, a unos transeúntes que caminaban lentamente, en una palabra, este reproche serpentea por toda la sociedad como un puñal y nadie, lo repito, nadie está desgraciadamente seguro de que la punta del puñal no vaya a aparecer de pronto por delante, por detrás o por un lado.
…A menudo reflexiono y siempre tengo que acabar diciendo que mi educación, en muchos aspectos me ha perjudicado mucho. Este reproche va dirigido contra una serie de gentes que, por lo demás, aparecen todas juntas y, como en las viejas fotografías de grupo, no saben qué hacer unas al lado de otras; ni siquiera se les ocurre cerrar los ojos, y no se atreven a reír a causa de su actitud expectante. Ahí están mis padres, unos cuantos parientes, algunos maestros, cierta cocinera, algunas muchachas de las lecciones de baile, algunos visitante de nuestra casa en los primeros tiempos, algunos escritores, un profesor de natación, un cobrador de billetes, un inspector escolar, y luego algunos a quienes sólo he encontrado una vez por la calle, y otros que no puedo recordar exactamente, y aquellos a quienes no voy a recordar nunca más, y aquellos, en fin, cuya enseñanza, por hallarme entonces distraído, me pasó completamente desapercibida. En una palabra, son tantos que uno debe andarse con cuidado para no citar a uno dos veces. Y frente a todos ellos, formulo mi reproche, hago que, de este modo, se conozcan entre sí, pero no tolero réplicas. Porque he aguantado ya, realmente, demasiadas réplicas, y como me han refutado en la mayoría de los casos, no tengo más remedio que incluir estas refutaciones en mi reproche y decir que, además de mi educación, estas refutaciones me han perjudicado en más de un sentido.” Kafka, Franz - Diarios I (1910-1913)
En un colegio tratando de educar, lo mejor que he enseñado a los alumnos es no hacer nada en absoluto, me siento orgulloso de ello.
Si todos tuviésemos la visión de Kafka.
¿Como se puede soportar el parloteo de estas señoras de la educación? ¿ Que esperan?
Los aspectos burocráticos de la educación no son mejores que el de la peor oficina de impuestos, pero ni siquiera uno así puede optar a volverse algún tipo de insecto. Aquí uno se vuelve un mamífero par excellence , con toda la desprotección que eso conlleva. No hay literatura sin la desesperación de un caparazón.
Mis modales son muy básicos, mis expectativas casi nulas. Soy un ser orgulloso de si mismo y de que las frases emerjan quizás, no con tanta pulcritud, pero con el maravilloso resplandor del que no desea nada. La terrible caricia de la paz. Ese constante miedo que conlleva la vida cuando no esta sumida en el conflicto, en ese equilibrio que Heráclito llamo pólemos, (por eso los antiguos romanos decían "Si vis pacem, para bellum" ,"Si quieres la paz prepara la guerra") . El bienestar genera en la especie un aletargamiento de todos los sentidos, una musculatura permeable a la fuerza.
Kafka escribe en sus diarios algo que confirma mis expectativas, el de no causar el más mínimo impacto en ningún ser que me considere su maestro.
Sólo el que comprende el absurdo puede educarse.
“Si me pongo a pensarlo tengo que decir que, en muchos sentidos, mi educación me ha perjudicado mucho. Este reproche afecta a una serie de gente: a mis padres, a unos cuantos parientes, a determinados visitantes de nuestra casa, a diversos escritores, a cierta cocinera que me acompañó a la escuela un año seguido, a un montón de maestros, a un inspector escolar, a unos transeúntes que caminaban lentamente, en una palabra, este reproche serpentea por toda la sociedad como un puñal y nadie, lo repito, nadie está desgraciadamente seguro de que la punta del puñal no vaya a aparecer de pronto por delante, por detrás o por un lado.
…A menudo reflexiono y siempre tengo que acabar diciendo que mi educación, en muchos aspectos me ha perjudicado mucho. Este reproche va dirigido contra una serie de gentes que, por lo demás, aparecen todas juntas y, como en las viejas fotografías de grupo, no saben qué hacer unas al lado de otras; ni siquiera se les ocurre cerrar los ojos, y no se atreven a reír a causa de su actitud expectante. Ahí están mis padres, unos cuantos parientes, algunos maestros, cierta cocinera, algunas muchachas de las lecciones de baile, algunos visitante de nuestra casa en los primeros tiempos, algunos escritores, un profesor de natación, un cobrador de billetes, un inspector escolar, y luego algunos a quienes sólo he encontrado una vez por la calle, y otros que no puedo recordar exactamente, y aquellos a quienes no voy a recordar nunca más, y aquellos, en fin, cuya enseñanza, por hallarme entonces distraído, me pasó completamente desapercibida. En una palabra, son tantos que uno debe andarse con cuidado para no citar a uno dos veces. Y frente a todos ellos, formulo mi reproche, hago que, de este modo, se conozcan entre sí, pero no tolero réplicas. Porque he aguantado ya, realmente, demasiadas réplicas, y como me han refutado en la mayoría de los casos, no tengo más remedio que incluir estas refutaciones en mi reproche y decir que, además de mi educación, estas refutaciones me han perjudicado en más de un sentido.” Kafka, Franz - Diarios I (1910-1913)
1 comentario:
Así fue como Freud la incluyó dentro de las, para él, tres actividades imposibles junto a gobernar y psicoanalizar.
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