lunes, 12 de mayo de 2008

Notas sobre Ortega y Gasset


Cuentan que Kant reconocía que debía leer más de una vez a Rousseau para comprender su profundidad ya que de no ser así sólo se quedaba atrapado en su magistral estilo. Con Ortega me pasa lo mismo, hay que leerlo varias veces para superar la belleza inmensa de su estilo. Pero analizando someramente su libro ¿que es filosofía? ,creo que el pensar se adecua a cada geografía espiritual. Pensar que Ortega dice lo que dice Heidegger más “mediterráneamente”, es un atrevimiento filosófico (y quizás un gran error ) pero sí ambos intentan (casi como la empresa más grande del siglo XX ) superar el idealismo reinante desde los inicios de la Modernidad. El idealismo es propio de un sistema geográfico del pensar sugiere Ortega, les es muy fácil a los alemanes ser idealistas como a los griegos aristotélicos “realistas”.

El hombre primitivo vivió y por pura necesidad vital, “afuera” de si, es decir en las cosas, pensándolas como el cenit del mundo, como supervivencia, tal como viven los animales, es cosa de ver un chimpancé en su jaula, abierto de tal manera al mundo que nunca parece aquietarse (no tiene y le seria fatal, un momento para interiorizarse) , neurótico de estímulos sus sentidos se hipertrofian . Herederos de esa antigüedad (por eso Ortega reconoce en los griegos su espíritu mas arcaico que clásico) los helenos si es que fueron escépticos sólo lo fueron someramente, primero estaban las cosas y desde ellas podríamos pensarnos. El término “yo” (ego) era someramente usado por Platón , casi como una anécdota en su difícil edificio de las ideas. El escepticismo propio de los principiantes filosóficos era quizás atisbado ligeramente pero nunca en profundidad, “la realidad” nunca fue puesta en una duda total, “cataclísmicamente” , por eso una vez superado el maestro por su discípulo, esto es la idea platónica por la substancia del pensamiento "biológico" de Aristóteles, el terreno de la realidad externa de las cosas seguía intacto, el mundo aún seguía afuera, la interioridad era esclava de esa cosmología.

El salto mayor, tanto así que divide en dos la historia filosófica, la emprende Descartes (hombre de pocas lecturas según se dice) , su empresa y su revolución quizás es más decisiva que cien batallas juntas , la modernidad se inscribe en un pensamiento mas que en un continente nuevo o en un campo de batalla. Su revolución fue total y a su vez en su esencia no más compleja que una nueva forma de pensar, un nuevo cosmos. A muy grosso modo, en filosofía se necesita la seguridad, la certidumbre, los datos mas fieles del universo, por ende la realidad tal como la conocemos es cuestionable, no por ser comunal ni constante es eficientemente certera, por ende Descartes la pone en duda , parte de cero, no la niega pero tampoco la corrobora, o sea instaura la duda como Método para llegar a la certeza. Ya las “cosas” que en los griegos parecían la base del andamio del universo (el fuego de Heráclito, el agua de Tales , la Historia de Heródoto, etc) eran cosas totalmente sujetas a duda, Descartes desprecia la historia y la encuentra engañadora. Todo en cuanto vivimos, la realidad, ahora es puesta en duda, pero entonces ¿que es lo que queda a salvo del escéptico francés?, algo realmente genial, el giro cartesiano sólo nace de la duda y esta se hace absoluta “interioridad”, se “cogicita”. Si todo en cuanto hay es dudoso , alguien tiene que dudar , de eso no hay duda, alguien o algo duda, cogito ergo sum, pienso, luego (por ende) existo , nada en el universo hay más seguro que el cogito (el tema de Dios como "agregado cultural" da para otro ensayo). ¿Genial no? Sí pero Ortega no sólo se queda en aplausos, porque lo que hay que superar es esa misma genialidad de Descartes, el idealismo que se pone en marcha y que llega a su más alto cenit en Kant. Entonces que hacemos en pura interioridad, en que todo es producto de ella y que nada afuera es mas seguro que ella. Quedarnos en un rincón del universo, pensando ¿Pero qué universo? si esta todo supeditado al cogito. Esa es la mácula de la modernidad. Ortega, hombre vital , mediterráneo , no soporta al igual que nosotros ese solipsismo. ¿Que hacer? . No hay nada que hacer , la verdad dice Ortega esta tan cerca de nosotros que nos hace avergonzar. No podemos asegurar con los griegos que el universo, lo “externo”, es indubitable, “no hay noticia” dice el pedagogo filosófico, claro esta, pero tampoco podemos como humanos vivir encerrados en férreos compartimentos “cogitarios” . Cual es la apuesta , ¡VIVAMOS!. Claro, Ortega nos ilumina con su estilo (Heidegger haría mas sistemática , mas “lenguajeada”, mas alemán, la paradoja existencial) . Ya que no somos las mónadas leibnizianas claustrofóbicas necesitamos de la oxigenación vital del universo, no como substancia en sí pero tampoco como producto exclusivo del “cogitar”. El error se percibe en la misma máxima de Descartes (que denota sus resabios de escolastismo, quizás de “afrancesamiento”) . Si la sentencia reza: pienso luego existo es por que Descartes no se ha desintoxicado de la antigua tradición, Ortega sugiere que la sentencia sólo debiese ser “el pensamiento existe”, cogitatio est”, el segundo vagón de la proposición delata el espíritu de su descubridor, de las migajas escolásticas del filósofo. Si ha descubierto el gran pensamiento moderno idealista en su máxima, vuelve a lo antiguo en el “luego existo”. Si la primera instancia nos volvía total interioridad, escepticismo universal sólo depositado en la confianza del cogito, en el “luego existo” volvemos a la cosa misma, aristotélica, substancial, “extensa”, negamos la substancia en pos de un cogito, pero ya cuando hemos sido radicalmente escépticos, nos depositamos ingenuos, antiguos, en la cosa nuevamente.

Ortega ha notado la incapacidad racional de la interioridad, aunque incapacidad espiritual más que intelectual. Ahora queda superarla, ese es “el tema de nuestro tiempo” (o al menos el tema de su tiempo, ¿Cuál será el tema de nuestro tiempo?). Ortega nos dice que hay algo mayor, más grande y poderoso que la interioridad y la cosa en sí del universo, es su comunión, o sea la vida. Todo lo anterior se subordina a la vida, el pensar, el equivocarse, el filosofar, el comer, el amar, etc. El intelecto como algo artificial, flota liviano sobre las capas mas vitales, las necesidades vitales, la sed de líquido es mil veces más imprescindible que la sed de justicia, lo intelectual es un papelito abrochado con un alfiler a la chaqueta de lo vital. El hombre entonces se fija a su vida, no hay mas allá de ella, no hay una claustrofóbica interioridad pero tampoco una cosa externa en si, la vida dialoga entre ambas, el universo necesita de mi vida para hacerse latente tanto como esta necesita del universo para manifestarse. Ahora mi vida no flota apática por el universo, se inscribe en una circunstancia, el aquí y el ahora, obligada a elegir y a elegirse, arrojada sin preguntas previas en un tiempo, igual como si un actor dormido se lo depositara en un escenario y se le despertara con un público absorto mirándolo. Desde ese arrojo se debe construir, se debe elegir. No queda idealismo que se resista a la riqueza total de la vida, de “mi vida”, que lo ama todo, que lo odia todo, que sufre y se alegra, que sueña, decae y toma cerveza. Ortega no ha traído de ningún país extraño su nueva gramática filosófica, sólo nos ha mostrado lo evidente , lo que nos es propio , lo único que nadie puede hacer por nosotros, nuestra vida, potencia mayor, posibilidad imposible de idealizar, el riesgo puro de un nuevo espíritu, de una nueva forma de pensar , es decir de una nueva forma de vivir.

1 comentario:

Shangri-la dijo...

Hola. Te invitamos a visitar nuestra publicación sobre literatura y cine. Un saludo.