Siempre me encuentro con quien debo conversar, Bertoni es uno de ellos , (y por eso no me encuentro con Gonzalo Rojas por ejemplo), siempre me extraña el milagro de la contemporaneidad, de poder darle la mano a un “contemporáneo”. Igual que cuando García Márquez se encontró con Hemingway en una calle de París y sólo atinó a gritarle desde la vereda de enfrente un ¡¡¡MAESTRO!!! Y el viejo mirándolo con una amabilidad marina le contestó un ¡¡Adiós Amigo!! en su torero español (ignorando por la eternidad que ese joven entusiasta y gritón era el gran Gabo latinoamericano) . Ser contemporáneo es una especie de cruzada, le he dado la mano a Bertoni mas por ser mi contemporáneo que por un gesto de admiración (aunque lo tenga), pero como no lo voy a hacer si hojeando su libro “Rápido, antes de llorar” (que en nuestro fugaz encuentro aprovecha de recomendarme, no por que yo le agrade sino que quiere seguramente que lo compre y así poder seguir llenado sus bolsitas de mercadería del Santa Isabel) en este libro encuentro frases que me remecen y me dejan meditando días enteros, frases “con una gracia” extraña, a medio camino entre el zen y la poesía forestal de Gary Snyder… Leo algo así como “en el sueño de anoche Sartre me decía compadre”, o también “como me gustaría sacar fotos con sólo apretarme la punta de la nariz”.
Este pequeño ermitaño ya vuela a su encierro, ya tiene víveres , experiencia , soledad , yo en mi Pullman Bus , regreso pensando en la palabra compadre , la joven de al lado en el bus es demasiado rica como para haberse comido una bolsa entera de chocolates y salir calóricamente intacta , el mundo me saluda cuando come , ¿es equivalente la impresión que causo con la que absorbo? , a dejar de lado los problemas japoneses, lo importante es que “Todos los días que no se han anotado equivalen a días que no han sido”, dice Bertoni que dice Camus que dice Delacroix… noten que el “dice” revela una angustia de contemporaneidad.
3 comentarios:
Coctelmal, el mejor.
Bertoni es un hombre saludable, no el sentido de sano, sino del saludo; la anécdota de García Màrquez está notable; ahora lo quiero más que nunca.
Puedo dar fe de ese encuentro con Bertoni, puesto que yo también estaba allí; hasta podría decir que me lo "presentaste", luego pude escuchar parcialmente la conversación sobre Simone Weil... todavía más, podría haberme ido con él en la micro a Con-cón.
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