Mi empresa es infinita, pero vivo de sus piojos, los piojos del infinito. Donde los cementerios sólo son siestas. Creer eso me hizo frágil. Ahora que sé que son de palas. No intento ni siquiera abrir los ojos. Sólo vivir cerrando. Cerrando todo lo que se me presente. El ser es un oxígeno invertido, las cosas tropiezan conmigo y no al revés como en un buen cristiano.
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