martes, 21 de junio de 2011

Viajes




“Durante semanas, en esa meseta del Mato Grosso occidental, no me obsesionaba lo que me rodeaba —que no volvería a ver—, sino una melodía recurrente que mi recuerdo empobrecía: la del estudio número 3 del opus 10 de Chopin, donde, por un escarnio a la amargura que me hería también a mí, me parecía resumirse todo lo que había dejado atrás.
¿Por qué Chopin, hacia quien nunca me sentí particularmente inclinado? Educado en el culto wagneriano, había descubierto a Debussy hacía muy poco, aun después que las Bodas —que oí en su segunda o tercera representación— me revelaran en Stravinsky un mundo que me parecía más real y más válido que las sabanas del Brasil central, e hicieran hundirse mi universo musical anterior…¿Esto era, entonces, el viaje? ¿Una exploración de los desiertos de mi memoria, más que de los que me rodeaban?...”( Levi Strauss Tristes Trópicos)



"...Deseo y anhelo continuamente irme a mi casa y ver lucir el día de mi vuelta" (Homero. Odisea)

Pienso en los grandes conquistadores que dejaban sus casas durante años en tierras extrañas ¿Para qué Alejandro? ¿César? Hay que volver siempre , avanzar engaña.



No me imagino una catarsis mundial donde exista un instante de dicha unánime, el mundo vive de la altura de sus distintos océanos, y pareciese que la felicidad funcionara como una “gran palanca universal”. Beckett mágico lo pensó antes y mejor que yo… :

"Las lágrimas del mundo son inmutables. Cuando alguien empieza llorar, alguien deja de hacerlo en otra parte". (Samuel Beckett. Esperando a Godot)


¿Para que viajar? ¿para que movernos?, el paisaje interior (totalmente incendiado a veces) nos acompañara de por vida ¿Para que fortalecer las sensaciones que al final siempre son esclavas del castillo interno que poseemos sin desear?…el viaje, el viaje …¡no! , ¡no! el retorno , ¡¡el retorno!!



Colón descubre con arrojo pero sin conciencia, por ende no descubre… Con una conciencia sólida incluso se hubiese evitado abordar carabelas.
Pero quizás en el ensimismamiento propio de la vejez, hizo funcionar su conciencia, pensó la posibilidad y ahí por un segundo anónimo “descubrió”… En el silencio del olvido, lejos del estandarte español, lejos de la gloria del descenso en la playa… en el lecho del moribundo , en el descanso obligado del absurdo vital que ridiculiza cualquier empresa… ahí y sólo ahí quizás descubrió…



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