sábado, 8 de octubre de 2011

Diario






Miedo a la consolidación definitiva del nihilismo, que es como un silencioso cáncer cultural que se nutre del ruido inocente de la civilización…La muerte de dios desde la ciencia no es más que un anacronismo positivista, el dios ausente, cómo pura cáscara semántica, sigue actuando, ya que es el principal alimento del nihilismo y este, como un gran espantapájaros histórico, ahuyenta poderosamente a todo lo libre, a todas las fuerzas de la vida, cumpliendo su única y principal misión , debilitar a todo lo genuinamente humano…



En estos momentos de oscuridad ¿donde están los intelectuales? , una palabra tan vilipendiada, a la que se le adobo todo el resentimiento del conservador ignorante y la que quedó prisionera de un significado pobre, que solo apuntaba a la arrogancia, al elitismo. No, el intelectual moderno es Voltaire , es Camus , es Sartre, es Arendt , es Benjamin, es Zola, es Francisco Bilbao, gente llena de luz comprometida con la gente más desvalida…pero hoy dentro de la supuesta “inteligencia” no hay más que seres académicamente oscuros, sólo preocupados de sus dividendos , y de que sus automóviles estén siempre dispuestos a la moda…


“… anárquicos somos todos. Esto es lo normal en nosotros. Cierto que es un anarquismo al que, desde el primer día, se le pone coto, a través del padre y de la madre, del Estado y de la sociedad. Son recortes, sangrías de la fuerza primordial, a las que nadie escapa. Hay que contar con ellas. Pero el componente anárquico sigue en el fondo, como un secreto inconsciente hasta a sus propios portadores. Puede irrumpir, desde lo profundo, como lava, puede aniquilarlos y también liberarlos.” (Ernst Jünger)



Me repudia el absoluto, el silencio inmóvil , la obediencia a lo perfecto...la necesidad de amar al hombre pasa por la convicción y la valentía de que el esfuerzo hecho por mejorar un poco al mundo mediante nuestra corta presencia en el, sea un aliento y no una meta...ver la piedra de Sísifo en movimiento , con ese terrible esfuerzo del que sabe que tendrá que volver una y otra vez para acarrearla ...sin embargo, se ve triunfante no en la meta absurda de un paraíso, sino en el maravilloso e interminable esfuerzo humano de la acción...




“No, la escuela no sólo les ofrecía una evasión de la vida de familia. En la clase del señor Bernard por lo menos la escuela alimentaba en ellos un hambre más esencial para el niño que para el hombre, que es el hambre de descubrir. En las otras clases les enseñaban sin duda muchas cosas, pero un poco como se ceba a un ganso. Les presentaban un alimento ya preparado rogándoles que tuvieran a bien tragarlo. En la clase del señor Germain, sentían por primera vez que existían y que eran objeto de la más alta consideración: se los juzgaba dignos de descubrir el mundo…” (Albert Camus . Carnets)


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