Mi cuerpo, único viajero que me acompaña, ese que no sabe identificar esencias , solo veo en este cuerpo que es como el mío de niño, pero más gastado , crecido, aunque con las mismas marcas , cicatrices en las manos, formas de los pómulos, volumen de las orejas , todo está ahí, este cuerpo, que siempre estuvo aquí, no hay nada más que el , aunque pudiese preferir el alma , cosa que no sé que es , pero que el intelecto reclama , o el miedo religioso.
Mi cuerpo, mi compañero que se desgasta que sufre, a veces un latido dispar del corazón, un susto, una pena , las mismas sensaciones de siempre. Pero este cuerpo se acaba en su forma clásica , podrán seguir sus moléculas y todo ese juego de la física que nos hace emparentarnos con el universo , pero la horrenda verdad que al acabarse su forma se desespera y obliga a crear en nuestras mentes la idea del espíritu , de que este palacio de análisis de treinta y tantos años con todo lo grandioso que puede ser eso, no puede podrirse como una cáscara de plátanos , que tras esa muerte del cuerpo, del compañero de cicatrices queda algo , ya que se creó algo nuevo , que el mismo cuerpo no es capaz de poseer. Algunos filósofos de la ciencia le llama pomposamente emergentismo , resumiendo fría y sencillamente: las partes no son los mismo que el todo en organismo complejos como los seres vivos... ¡Como les gusta a los religiosos que la ciencia tenga ribetes de humanitarismo!, de cosas fantásticas, que no todo sea ciego y cruel. Pero señores es todo frío y cruel. No porque lo sean en sí, ¡que ilusión no hay nada en sí! Pero se representa como tal.
“Recuerdo la atroz insipidez de algunas tardes en que me apoyaba sobre las cosas como para abandonarme, mis excesos musicales, mi necesidad enfermiza de perfección moral; quizás no fueran más que la transposición del deseo. También recuerdo algunas lágrimas derramadas cuando no había porque llorar; reconozco que todas mis experiencias sobre el dolor estaban ya contenidas en la primera”.( Marguerite Yourcenar . Alexis o el tratado del inútil combate)
¿Cómo concluye esto?, es todo misterioso, la verdad de la vida no es la búsqueda de la verdad sino que ella te permita con una infinita especulación de cualquier forma, generar la teoría que más te acomoda para soportarla , no hay teorías idiotas (o sea si las hay, pero eso no impide su posibilidad práctica) si están dichas con fuerza y número no hay problema …no le creo ni siquiera a Galileo, con su “sin embargo se mueve”, que quizás nunca dijo , pero me molesta ese “sin embargo” , como la coronación de la verdad de las cosas frente a nuestra voluntad, no tolero ese sin embargo . Hasta Galileo fue en parte idealista (véase a Ortega “En torno a Galileo” no tengo ganas de explicarlo ahora ya que no he almorzado ni lo haré y las mierdas teóricas me dan acidez ) Es decir, morimos y es a su vez ridículo que no haya y que haya (Dios , orden , ley) , ni creer ni negar , y ese escepticismo clásico que irrita a los analíticos, se apodera y deja al hombre en una situación incómoda a su ser , es decir lo deja quieto.
La vida que se analiza es la única que es digna de vivir, tonterías socráticas ¿a quién no le gustaría ser de pronto un gatito en el techo al sol sin pasado ni futuro?
Hay que inventarse un proyecto vital, un hijo, un automóvil , un viaje , una casa, una carrera…todos lo han hecho desde Moisés en adelante…luego de ello la vida correrá por si sola , pero más importante que inventarse ese proyecto , es inhibir nuestro monstruo interno que nos aportilla ese proyecto, o mejor aún, hacer de ese monstruo también un proyecto...
Entonces ¿Porque llegamos al análisis neurótico de todo?, (que amenaza al cuerpo en convertirlo en espíritu y todas esas charlatanerías hegelianas) ¿que pregunta quedó en el vacío corazón del niño que carcomió como ratón hambriento durante toda su vida para convertirlo en un pequeño y barato pensador? Porque el análisis vital no surge de mayor o menor inteligencia, no surge de mayor o menor sensibilidad, surge simplemente porque una pregunta no se digirió cuando niño, quedo pegada en las paredes del estómago y se avinagro por décadas, y ese malestar que algunos digirieron o nunca tuvieron, en este niño se hace insoportable y comienza a pensar (o eso es lo que él cree), pero se engaña , no piensa , vomita.
Nosotros no nacimos para tener treinta años, cincuenta, sesenta u ochenta tal vez pero no treinta…esta es la edad del primer recuento pero no se pueden hacer inventarios cuando todavía se galopa en la fiesta …
Mierdas teóricas que me apesumbran y no sirven para nada…
Veinticuatro horas de música. “Cosas que los nietos deberían saber“ de E Mark Everett, es sorprendente que la sencillez puede ser profunda y que identifique a tanta gente. No hay más que Twilight de Elliot Smith. ¿Serán estas las nuevas mazurkas populares que tanto molestaban a los contemporáneos de Chopin?
“Gracias a mi educación ridícula, a veces trágica y siempre inestable, me fue concedido el don de tener una aplastante inseguridad. Algo que se percibe en la gente con problemas mentales es su persistente aislamiento. Creo que se debe a que tienen que luchar tanto para ser quienes son, que encuentran muchas dificultades para salir de sí mismos. No soy la excepción. Pero por suerte encontré la forma de lidiar conmigo mismo y con mi familia tratándolo todo como un constante proyecto artístico en marcha, para el disfrute de todos. ¡Gócenlo! ¡De nada!” (Cosas que los nietos deberían saber .Mark Oliver Everett)
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