viernes, 12 de marzo de 2010

Diario



¡Vivimos!… Sí un genial pensamiento del vitalista siglo XX. Pero se que vamos nuevamente a perder todo lo avanzado, aceptémoslo. No vivimos… ¡participamos! Pero reconozco que el yo me aburre. Dejarlo atrás es un ejercicio de aburrimiento nunca uno de humildad. Se deja el ego por que al final trastorna la relación con el mundo. Si se deja el yo se deja lo real. Lo único que cuenta. Uno queda flotando a la deriva (aferrado solamente al yo gramatical que es solo una balsa de madera). Ni siquiera se alcanza a ser un místico. No se es nada. Y a ese estado se necesita aplaudirlo.

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“Lo poco que he aprendido carece de valor, comparado con lo que ignoro y no desespero en aprender.” (René Descartes)


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Se en que mundo vivo, el del control. El razonamiento científico nos acostumbro a esto, pero no todas las ciencias son sincrónicas. No todas han alcanzado su madurez. Este instante de incertidumbre hace caer al hombre en un desvelo. Apuesto al saber, pero este no siendo preciso no me deja volver atrás. La respuesta religiosa no adquiere sentido. Ya ha pasado su momento, esto no quiere decir que ha perdido su utilidad, pero solo para llenar vacíos cognitivos. Me es imposible ser religioso en cuanto mi estructura de pensamiento no es libre. Lo libre solamente es lo absurdo intacto, inmune a la teoría.




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