martes, 15 de diciembre de 2009

El verano de Camus



Beber y leer libros, desencadenar un sentimiento donde todo lo que no se parezca a un yo es amenazante, no por eso amable al pensamiento, el espacio vital para el libro hoy es en el bus. Viajo en el recorrido que va desde bosques de Santa julia en Reñaca hasta el cerro esperanza en Valparaíso, es decir un recorrido entero del conductor (veo como en ambos extremos del recorrido da vuelta el letrerito, en una actitud de eterno retorno). Durante el viaje leo el tremendo libro de Camus El Verano (L'été). Da esperanzas, pero solo a mí , el libro es un diálogo que nadie puede romper , es algo mío, mi construcción y en ese sentido soy más que Camus cuando abro sus páginas y salto los cerros en el bus del eterno retorno, cuando recorro las calles de Tipasa en Argelia , el mar, los atardeceres , y por las ventanas entra ese extraño olor de litoral mezcla de eucaliptos y aire costero, ese aire me enseña a escribir (y me da esperanza al escribir) sólo por ese viajero , el francés que desea África, por que ve en esa dicotomía el gran problema del hombre moderno, amo esas líneas maravillosas de un hombre que busca. Que ha estado en el abismo por que lo ha pensado, pero que aparenta estar en este preciso momento , el libro viaje, el libro invocación , el libro paisaje, el libro muerte , todo es lo mismo.. Amor a una patria extraña , amor a esas sensaciones climáticas , por ende poéticas. Amor a la condición humana, extraña, vasta, inalcanzable pero concebible a su vez. El verano, el verano, me lleva acá, en el bus más triste de todos, recorriendo los cerros pobres de Viña del Mar y sin embargo genera esperanzas, esperanzas mientras se ame la soledad total del viaje.

Todos los hombres odian su época, pero no es el presente el que odian, han vivido las demás épocas sólo bajo el imperio del conocimiento, por ende ellos no quieren experimentar sino ser narrados. Quiero ser arrastrado en cualquier texto, quiero el África , quiero la soledad total.

En un bus leyendo a Camus , en una tarde que se aleja y que me deja más solo, pero ese es el acto literario por excelencia , cuando recibo el texto, cuando re-creo el texto, cuando olvido de tanto admirarlo, al autor. Pero es urgente que yo salga vivo y él siga depositado en la gloria de su tumba.

Un atardecer de Argelia vale lo mismo que un atardecer de mi niñez, cuando asustado aún por los apocalipsis mentales, veía a dios en colores, los colores del poniente, de mi casa, cuando el sol jugaba conmigo y yo con lo que el dejaba, la noche, el miedo , el otro día.

Cuando no necesite a nadie comprenderé lo que es el amor, mientras tanto, necesito arroparme por que voy sólo en este bus que se expande por la ciudad que ve el mar brumoso , que muestra el atardecer con otra luz. La luz de la costa poética y sin embargo costa igual que Tipasa con sus ruinas romanas, olor igual que Tipasa, ruinas igual que el pensamiento de Camus que sin embargo se conservan en la arquitectura del texto. Si esta sensación poética de la luz se debe solo a la angulación del sol, es decir es un fenómeno geométrico, óptico, entonces podemos poetizar ese fenómeno sólo cuando la óptica y la geometría expliquen esa sensación cromática. No habría ahí espíritu. Habría un orden que se antepone a la sensación, pero ¿que poesía es esa que geometriza? , que nombra a los sentidos para mantenerlos a regla , les da propiedades, que aprisiona la sensación , la sensación del atardecer es más que su geometría particular, por ende no hay un orden mientras la sensación no suelte al espíritu, la luz nos emociona , es necesario no comprender el fenómeno, para que este se deposite suave en el texto.


Entonces ¿que nos revela este hecho triste? : que buscamos belleza, pero para llegar a ella ¿deberemos apegarnos al arma metafísica de los griegos? , no, la belleza no es necesariamente una imagen de algo bello, (esto es una proposición ilógica) , el objeto bello participa de la idea de belleza para hacerla una , es decir para alejarlo del arte. El uno y el todo, lo universal y lo particular ¿de donde puede agarrarse la poesía sino de la desesperación de ambos extremos? Si cantamos al amor o cantamos a las putas en ambas se busca la belleza ignorando su objeto, pero aún así debemos tener una idea de belleza. Goethe nos dio ese equilibrio poético , el poeta se vivifica en lo particular pero no descuida lo universal , esta en ese extraño equilibrio o abismo- en donde puede contradecirse, aún siendo ilógico y seguir a la belleza. No debe especular, ni calcular, la poesía busca simplemente lo que no poseerá nunca: la belleza. Es absurdo puro pero lleno de fuerza. La búsqueda de un animal sagrado.

De Santiago a Viña de París a Argel, el bus dará vueltas todo el día , solo el destino circular de su letrero intentara cambiar su sentido , pero igual no lo hará , el viaje , el aire , la puesta de sol todo deviene . El Camus melancólico que paradójicamente me da esperanza. El verano, mi libro.

En el capitulo El Mar : diario de abordo leo algo que siendo texto en movimiento, me sucede, por ende me pertenece y me define:

"Crecí en el mar y la pobreza me fue fastuosa; luego perdí el mar y entonces todos los lujos me parecieron grises, la miseria intolerable. Aguardo desde entonces. Espero los navíos que regresan, la casa de las aguas, el día límpido.
Aguardo pacientemente pues soy civilizado con todas mis fuerzas. La gente me ve pasar por las hermosas calles; admiro los paisajes, aplaudo como todo el mundo, estrecho la mano de los conocidos, más no soy yo quien habla. Se me alaba, yo, mientras tanto, sueño un poco; se me ofende, y apenas me asombro. Luego lo olvido y sonrío a quien me ha ultrajado o saludo con demasiada cortesía a quien amo.
¿Qué hacer si no tengo memoria para una sola imagen?
Por último se me exige que diga quién soy. “Nada todavía, nada todavía…”


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