“Esta cabeza creadora, que vivía de la vida superior del arte, que conocía las necesidades superiores del espíritu y que estaba acostumbrada a ellas , esta cabeza ha sido ya desprendida de mis hombros; quedan los sueños, imágenes creadas por mí y todavía no encarnadas. Es cierto que me hacen sufrir; pero me queda el corazón – y también la carne y la sangre -, que también puede amar, sufrir, desear, recordar; y esto es la vida toda. ¡Se ve el sol!”
(Carta de Dostoievski a su hermano Michel desde la fortaleza Pedro y Pablo 22 De Diciembre de 1849)
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