lunes, 27 de abril de 2009

Zeitgeist , o el espíritu del tiempo.


“Una idea históricamente necesaria, una idea que no cae en una época, sino que hace época, es sólo en sentido limitado propiedad de quien la engendra. Pertenece al tiempo; actúa inconsciente en el pensamiento de todos, y sólo su concepción personal, contingente, sin la cual no sería posible ninguna filosofía, es, con sus flaquezas y sus ventajas, lo que constituye el sino—y la buena fortuna—de un individuo”.

Oswald Spengler.


La metafísica es expansión, es intentar mira más allá hasta llegar a un concepto (Concipere, concebir), el ente en tanto ente, a un lugar seguro, es decir a su esencia, su ousia. Pero cuando este juego llegó a su aspecto mas dinámico, "el Hombre", tropezó con lo esperable, el espíritu del tiempo (Zeitgeist) imagina sus propios conceptos. La metafísica del tiempo, Sócrates y Cristo, cada uno con sus respectivas formas de finura, intentaron el primer acto conceptual polémico, conceder un descanso en “la Humanidad” (que tardó 18 siglos en ser legislada, y eso habla cuanto debe decantar un concepto para abrigarse en el imperio de la ley). Ambas necesidades quedaron impresas en el “Universal abstracto” y su teólogo hermano, el universal “Católico”, (Katholikós, sobre todo, que comprende todo, que es universal).

La razón fue en primera instancia con el ateniense la que demandó dicha propuesta, en el Cristo el corazón. Sólo se expandió algo que se daba entre pares. El mismo mecanismo sucedió con la “existencia”. Sartre, Ortega y Heidegger, demasiado distintos entre si, sólo coincidieron en lo que el espíritu de la época les permitió, crear una existencia abierta, enemiga del determinismo providencialista, el hombre nunca esta íntegro hasta su muerte, ser para la muerte y proyecto constante, el hombre es un ser en dicho de Ortega “indigente y no suficiente”, en Sartre las cosas y Dios son en tanto posibilidades cerradas, es decir no existen.

Si la existencia precede a la esencia como dice Sartre o viceversa, o que ambas según crítica de Heidegger sean sólo una inversión de dos términos metafísicos que no aportan sustancia al dilema, no impide que ambos conciban al hombre como un ser abierto.

En Heidegger esa existencia abierta Dasein sólo se apropia de lo mas seguro, que es ser -para la muerte. La humanidad y la existencia surgen en tanto el espíritu de la época hace sentir a sus hombres el deber de pensar de acuerdo a una necesidad a un Zeitgeist, entonces los conceptos, férreos guardianes del tiempo, descansan gracias a una necesidad histórica, a una necesidad superior. Descubrir que es eso superior es la tarea que supera a la exigencia ética y metafísica, es la gran tarea de nuestro tiempo.

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