lunes, 7 de julio de 2008

Fotografiando perros ...Antonio Quintana (1904-1972)



¿Que tienen los perros que son tan fotografiables? , ordenan el equilibrio orgánico del encuadre, dan un acento de presencia vaga, de un pensamiento doméstico que acompaña cualquier gesto, composición. En el Prólogo del libro fotográfico de Antonio Quintana el escritor José Miguel Varas relata la anécdota de cuando en un café él y otros contertulios observaban por la ventana de como un perro quiltro y vulgar, chileno hasta rabiar, tranquilamente se acomodó, tras pasar indiferente por enfrente de ellos levantó la pata trasera y meó. Todos los contertulios quedaron ensimismados ante ese pequeño y quiltro acto, el “filósofo” del grupo, según Varas sólo exclamó en voz baja: “Lo que es el perro ah”. “Hubo un largo silencio –relata Varas – en el que cada uno pensó (probablemente) en la vida sin historia del perro, en la infinita libertad del perro callejero, en la eterna disponibilidad del perro, en su absoluta disposición existencial a asumir en todo momento su situación".

Este “filósofo” que ilustraba en esa corta seca e hilarante frase la cotidianidad inconsciente del perro era el gran fotógrafo Antonio Quintana. Dentro del grupo estupefacto estaba un Neruda que no podía parar de reír por la improvisada frase. Varas relata que durante el exilio del poeta se sucedían las cartas y telegramas que sólo decían “lo que es perro” , se hizo una especie de sociedad secreta en torno a esa frase que hacía reír a todos.

Entonces ¿que tiene los perros que hacen una fotografía tan chilena , tan filosófica , tan profunda?. Al mismo tiempo que crean un especie de discurso ,generan una composición angelical , un ritmo perfecto, una estética chilena.

En el libro Antológico de Antonio Quintana se puede pensar sobre esto y mucho más , el gran maestro de la imagen de este país genera con popularidad y profundidad el Ethos del chileno. Sus motivos eso si, superan el filosófico dilema canino, Antonio Quintana observa que el país se “construye” y esta arquitectura la hace el obrero, al igual que Tina Modotti fotografía “manos” (¿Quién hoy podría fotografiar manos sin caer en un berrinche semántico?) pero no solamente se queda en esa arquitectura, en su fotografía “El volantín” (1945) , cuatro niñitos en primer plano de un cerro de Valparaíso tratan de encumbrar con éxito sus volantines, con una organización férrea al fondo otros tres se preparan, uno mirándonos y organizando el intento aéreo, los otros esperando el éxito del viento, pero lo mas significativo: un perro sano y asoleado en el extremo inferior derecho. Con majestuosidad de León de barrio sólo nos observa , sólo esta ahí por que no tiene Historia (Igual que el juego volantinero ) casi se cae del encuadre de Chile. Pero todo la estética de la foto insiste: ¡Hay Historia! , los pantalones impecables del niñito (subidos gracias al suspensor hasta la mitad de su torso), los zapatitos de viejo, impecables, el resplandor del tiempo capturado, la fotografía en blanco y negro es la red taxonomista del cazador de insectos. Lo que cae ahí se “intemporiza” por unos segundos y luego decanta en una antropología de nuestro Chile , de una cultura ya extinta, esa foto nos causa en nuestro espíritu el suspiro de Quintana : “¿…Lo que es el perro?”.

Puedo ver a Chile del perro desinteresado tal como veo a Francia en el beso de Dosnieau. Es una de las fotografías que mas amo, eso sí, no caería en la típica antología del niño moquillento latinoamericano, porque los elementos y su disposición lo salvan de ser sólo una protesta superficial, es puro arte. Hace un intento sociológico de dar un espíritu a la nación, a lo mas cotidiano y humilde de ésta, por ende lo mas espontáneo y humorístico, por que no solamente retrata sino efectivamente “filosofa”. La estética del pueblo es única y no es masa , por eso el ferrocarril se asoma entre la pierna cortada y la muleta del “Guarda agujas” (1940) , otra nos muestra el barrio cercano a la iglesia de la Matriz en Valparaíso (en el cual hoy cuando intento hacer una fotografía se me advierte demasiado insistentemente por la vecinas: ¡joven cuidado con la cámara!) allí, fotografía una indiferente vendedora de verduras y en “El jinete porteño” (1956) retrata la estampa de un viejo cabalgador bajando por el cerro ante el asombro mágico de los niños que se desparraman por la cuadra.

Sus fotografías asombran, son “demasiado” chilenas, hoy incomodarían, la tradición es ingenua y la cultura de pueblo se extravía en la homogeneidad del edificio y de la Nike. ¿Quién podría hoy preguntarse ensimismado lo que es el perro? En una de sus fotografías sobre el campo chileno vemos a dos jinetes sureños afuera de una triste cantina . La cantina espera a los huasos con el siguiente letrero: Somos? o no somos! así ,intercalando la exclamación y la pregunta, he ahí el detalle , la filosofía , la fotografía que detalla nuestro ser de museo, es entonces una gran pregunta exclamada.

1 comentario:

Alec Chattah dijo...

Interesante...

fuerza Chile!

un abrazo desde Buenos Aires