martes, 18 de marzo de 2008

Notas sobre Sören Kierkegaard

¿Qué tiene el corazón que deja de ser una víscera y se transforma en un galán simbólico? Un deseo, una voluntad, una pérdida de todo, que en la desesperación del abismo se encama con lo moral. Las categorías, “el pensar emocional”, siempre se ven obligados a encarnarse, desesperados porque ya el mundo interno no se sostiene.

Pienso en Sören Kierkegaard que esta sobre la moral y la razón, pero extrañamente sigue siendo rebaño. Hay en él un valor, reclama un Yo, pero al servicio de una angustia , de un estado supra racional. Encuentra un antídoto por su amor a los venenos.

En “Temor y Temblor” dice:

“Pero hay una cosa que me llena de pavor y me hace temblar hasta la médula, a saber: pensar que se pueda perder del todo la razón y con ella la finitud entera –cuyo agente de cambio es cabalmente la razón-, y que entonces en virtud del absurdo se recupere justamente esa misma finitud perdida. El hecho de que me espante tal pensamiento no significa que el fenómeno sea para mí de poca importancia y deleznable, al revés, lo considero el único prodigio”

Demanda una existencia, repele la exterioridad de la dialéctica hegeliana , ¿al servicio de que? Lo que menos quiere del humano que “existe” es su condición de artista, de autorrecreación, de ahí viene su querido "caballero de la fe" donde su cielo, su fin, es el absurdo, opuesta al "caballero de la resignación infinita", que desordena todo y que al hacerlo vive en la desesperación.

Reconocerse en el absurdo de los actos de fe es la virtud de Kierkegaard. Ataca la lógica de la moral idealista, lo que es doblemente peligroso cuando se es un asceta que vende interioridad cuando lo único que quiere es entregarse, apostarse a lo divino. El elegir existencial pero anclado.

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¿Qué es la “pasión”? ¿Un punto culmine? ¿Una inauguración? Si Kierkegaard le reprocha a Hegel de preocuparse por la humanidad pero no de “él". ¿Que esperamos en la preocupación cristiana?

Cuando venga nuestra propia Pasión ya no habrá nada que profetizar, llenos de vacío de lo que no se pudo decir.

¿Pero es posible que Dios mismo busque una síntesis?

Lo mas grande pensado, en este caso Dios, solo queda hoy como un relave gramatical. Es en este paso dónde aun actúa. Gramaticalmente sigue aún potente, intelectualmente agotado. Cualquier actuar lo desestabiliza. Cualquier participación lo cuestiona. En la predilección del monoteísmo judío se entona el error que oprime hasta la modernidad, si la Ilíada homérica era puro movimiento politeísta, contradicción, individuación, contingencia, en la eternidad de la hegemonía bíblica, lo universal e inmutable hizo de la participación y predilección el peor “error”, no como acto ya que se engloba en una intención de poder, sino de hacer esa moral una cima, una humanidad, un veneno.

¿No será el Je pense, donc je suis Cartesiano otro dios gramatical agotado?

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