lunes, 14 de enero de 2008

Arte y estómago


Coctelmarx : Ezra Pound nacional.





No hago nada, es cierto. Pero veo pasar las horas lo cual vale más que tratar de llenarlas. (Emile Cioran)


«Que el hombre no ame nada y será invulnerable». («Chuang-tzé»)




¿Cual será el lugar mas alejado de dios?
El rostro esperando la muerte, solo - un rostro es siempre soledad, inventando un horizonte. Sentir el cielo solo depende de la mecánica del cuello, de su inclinación. Los grandes artistas pintaron con el cuello, El Bosco, Van Gogh, Volvieron poco a poco al cielo mecánico, hasta convertirlo en acero, rígido, inexpugnable, mohoso.

Lo cotidiano es un infinito mosqueado. Esperemos, quedémonos. ¡No esperemos absolutamente nada! …La nada es otro tipo de mirada, una inclinación especial del cuello de la humanidad. Un gnóstico es aquel que flexibiliza su cuello, un ateo el que lo enyesa.

Este Ezra Pound nacional tiene su propia jaula, el tiempo, la espera. El quedarse significa ahora lo que llaman vida. Tiene un cuello rígido, ni los pájaros lo hacen elevar la mirada.


La esperanza es el lugar mas alejado de dios. Tanto como Dios es el lugar mas alejado de la preocupación. Hace falta nuevamente ley, ley de luz.


Abstraer es comer.


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La figura alivia. La abstracción inquieta. Es una guerra. Recorran el arte africano, el geométrico griego, los tejidos precolombinos, el expresionismo abstracto, a todos le es común un periodo de guerra, donde la figura obstaculiza.

La naturaleza nos da para que nosotros demos, los románticos vivían de esa ecuación, el paisaje para ellos era su misa, previo a sumergirlo en su corazón, pasión y melancolía .El Romántico cree que habla , pero habla su muñeca, su talento o su ansiedad, al menos, su técnica. Y el público va a la figura , a sus sueños y se desentiende del arte, ni siquiera lo sospecha. La gente quiere paisajes.
En la abstracción habla la guerra, la expresión, tomada como sustento original. Ven aves donde nosotros vemos triángulos.
Pero aunque nosotros no veamos en “lo abstracto” (presos en los barrotes de la geometría) como lo ven los modernos igual nos encontraremos en el concepto, es imposible huir de el, ser apátrida del concepto es no ser humano.

La reducción fue herejía, fue la physis en potencia. Muda, puro color, pura emergencia, línea, trazo. Ahogo. Sin figura no hay carnaval. El arte entonces pasa a ser un ejercicio, una cuestión de calorías.

Ahora sí tiene sentido el ojo vigilante del Guernica. La política inunda las esferas, la representación fiel, aplaca esa política, la expresión, el ruido de los pinceles internos. El grito del caballo.

Las figuras se contraen, están demás, son errores. Los límites de la forma esconden el bardo de más poder.
Si superamos su forma, su ser de ave y fijamos las pautas a decir, geometría, Aparece nuestro arte. “expresión simple en una idea compleja”. El color de Mark Rothko que busca llorar.

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Como la bonanza económica se refugia en la figura, en el artista del encargo monárquico, en la belleza fiel quizás este el infierno. La abstracción se refugia en una trinchera, por hoy muy gastada y vulnerable. Se percibe el tránsito a dejar lo figurativo, desde las teorías del color de Goethe que tomó con tanta pasión Turner, (uno de los pioneros en dejar la figura), hasta la Biblia compositiva de Kandinsky. Ahora eso es discurso, entonces significa, archivo.
Necesitamos un nuevo “crack” a la bolsa de la naturaleza.
El error de los denominadores: el hombre se guiaba en la identificación de sus órganos, sus eras, así el corazón pasó a ser el rey romántico, sensitivo.

Anteriormente, en el arte , el corazón se lleno de medallas, Turner, Delacroix, Constable, Friedrich y otros sátiros.
Asociar lo trascendental a órganos es propio de la confusión y la angustia de la existencia, “la tensión del no saber”. El corazón es un príncipe sentimental que lustra la vida, el cerebro es una “capacidad”, delega sentir en el grado que el arte necesita.



Constable, John . Helmingham Dell
1825-26


El surgimiento de la abstracción llevó a la razón y su órgano a la palestra, el Cerebro es “el órgano” de Kandinsky y Mondrian. Ambos órganos en suma ignoraban al estómago como el receptor vital, ¿no es según Platón parte del alma?, superchería que antes fue oro, el estómago es lo que permite que los alimentos no conviertan al hombre de nuevo en arcilla. Eso es lo que se denomina Entropía negativa o Neguentropía. Es una tensión formal, sin nutrición llegaríamos a nuestro estado más probable, la tierra, sucumbiendo a la polución.

¿No es en el estómago donde se define la ética de la nutrición de los hebreos? Fuimos santos todo lo que el estómago nos permitió.

El órgano que recibe en último término los sacramentos. Y por el cual ocurrieron los primeros pequeños cismas cristianos (el primer cisma quizás un poco estúpido sobre sentarse en una mesa común los judíos y gentiles y pensar: ¿que podemos comer? Los puritanos norteamericanos del siglo XIX asociaban el consumo de carne matutino al deseo sexual, entonces el cereal fue la solución, el Quaker como cereal toma el nombre de ese grupo de gentes que temía llenar su estómago de un estimulante erótico. La carne que en Abel era Santa ahora en ellos era asociada al pecado. El estómago fluctúa. El cielo traga. El arte barre.


¿Cuanta geometría resistirá el arte, sin perder lo humano?

¿No es el mismo mito de hoy: que podemos comer en arte y que no?

El estómago se vacía en dolor, el concepto de estómago sólo llega a la mente cuando entra el dolor (y el color).
El estómago es el órgano para el arte y precisamente por eso sabemos que nos matara.
Es el órgano donde el cáncer se siente más cómodo, es una fábrica química, como un vertedero, una flor del loto que entrega pétalos en la superficie mientras se alimenta en las aguas turbias, es Francis Bacon y sus vacas faenadas.
Los órganos son expresiones simples para “construir”, los sentidos solo bosquejan, la razón hace arte.
Y cuando esté todo construido, el arte solo será unión, la unión de todos los conceptos, que desnudan las figuras provisionales de la naturaleza.
En ese instante el arte podrá comer lo que quiera. La cuestión ahora será: quien va a ser el amo.





Caspar David Friedrich
Abadía en el robledal, 1809





William Turner Lluvia, vapor y velocidad. (1844).








Red, Orange, Tan and Purple - Mark Rothko

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