sábado, 24 de marzo de 2012

Un pequeño cuento nocturno




Ella le llama en la madrugada, le asusta, le corta su sueño sistemático que sube y que baja en intensidad pero siempre es el mismo… y lo hace solo para preguntarle: ¿me quieres? y el aún durmiendo le contesta un silencioso y automático “Si”…- "Bueno" -dice ella - y se despide triste…Pero ya era tarde, no pudo dormir por mucho tiempo y cuando lo consiguió se produjo un gran temblor. No diferenció ambos miedos, el querer y el temblor fueron lo mismo, la llamada no era una confesión como todas, una declaración normal de un: “te llamo por que te quiero” , ella no le quiere, ella solo quiere saber si “él la quiere” entre ambos deseos surge un abismo , un abismo que debe saciarse a toda costa, principalmente de madrugada, que es donde se materializan los demonios que de día solo susurran débiles en nuestros oídos. El querer no era nada mágico, era un requerimiento asimétrico que madruga y que ataca como cualquier insulto vulgar…”necesito saber si me quieres”…¿Pero porque él no pregunto de vuelta? ¿y tú me quieres?, no preguntó porque conoce muy bien esa sensación, conoce muy bien los demonios nocturnos y comprende que ella necesita la respuesta no a él. (Él lo sabe porque ha llevado incondicionalmente la asimetría amorosa durante toda su vida) . Ella no necesita querer, necesita que la quieran, la pregunta era perfecta, no había que analizarla, había que decir simplemente “sí” ,ese sí que permite la vida y la condena.



Quería saber y él le hizo saber, por eso ella no se extendió y le susurró un “bueno” tímido y triste que reemplazó a un “chao”, que hubiese dado una señal lógica al pequeño diálogo, un sello coherente, un “chao” que quizás hubiese incluso pasado por una divertida broma ebria, pero el “chao” no vino, solo el “bueno”, extraño y melancólico que no sellaba ni explicaba nada (ese bueno es lo contrario y destroza de inmediato a un “yo también”, el te quiero -yo también, suena musical, ensayado, como una marcha que empezaron los hombres hace miles de años y que uno ya no sabe porque tararea, pero el “bueno” no suena a nada, ni angustia ni felicidad , el bueno no es nada , es la nada donde se funde cualquier intento de amor ).
Quizás ella ahí recién pudo dormir. Quizás sus demonios se estabilizaron, no hay cariño, ni deseo, ni amor en una interrogación tan tenue, hay solamente eso, una interrogación que calma un miedo , (la misma calma que exigió Moisés a su dios cuando le pregunto ¿quién eres? , con esa pregunta fundió todos los dioses del antigüedad en uno y ese “uno” le calmo el caos pagano), pero justo cuando ambos intentaban volver al sueño se produce el temblor…ese temblor que simboliza la muerte del entusiasmo y la bienvenida eterna de la burocracia sentimental.



El sonido de la respuesta de él , su “sí”, sonó tenue, sin eco, solitario, que como el temblor, no buscó, ni buscara jamás una especie de contención, de seguridad, y que se cuela en la noche para dejar a la gente pensando atemorizada por su falta de control y lógica. El vive así, en una naturaleza que sólo acontece, que a lo mas desarrolla una causa y un efecto pero que honestamente ya no desea un “yo también…”. El “bueno” le sacia, el “yo también” corre el riesgo de ser hipócrita, compensatorio, infantil.

Los temblores vienen, despiertan y luego se van, la angustia no surge tanto del movimiento en sí, sino de la ignorancia de su aparición, la incertidumbre de la presencia del temblor es la parte más salvaje del mismo, su parte invisible, pero aunque no actúe físicamente está actuando en las personas , les hiere , les angustia, les dice “vengo, pero siempre ignorarás cuando” , así también la falta de seguridad y control del “yo también” es la parte más horrible y salvaje del amor, es su parte invisible, que somete a la angustia mas cruenta a los amantes, disfruta llegar sin aviso que es como no llegar , desvela , y se retira como el temblor actuando siempre absurdamente en todos los “síes” que le restan por vivir…

Ambos durmieron e intentaron que no les afectase la desgracia de no saber cuándo vendrá, ni que intensidad tendrá el próximo temblor y que esto no les impidiera seguir su vida normal, saben que vendrá pero ya no será lo mismo, será otra noche, será otro temblor, será otro desvelo… el mundo es inseguro …pero el “yo también” lo es aún más…

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