viernes, 9 de marzo de 2012

Diario




Tanto me interesa el libro que leo ahora, como las pequeñas anotaciones que le hizo el lector anterior de la biblioteca. A pesar de la concentración casi oriental que llevo cuando avanzo las páginas, no puedo dejar de interesarme en las pequeñas y respetuosas notas y flechas que dejó rayadas ese lector (¿o lectora? Y aquí empiezan todas esas maravillosas sospechas) …No puedo ignorarlas…¿porqué esa frase y no otra?…¿en qué lugar decidió que ese párrafo era importante para él o ella?…¿se la llevo algún otro lado?..¿lo publicó en internet para insinuar a sus amigos que está sufriendo ?…¿la intento aplicar con mucha disciplina a su ya desgastada e insalvable relación amorosa ? Me imagino que esa frase supera al libro mismo, porque este, una vez agotados los ojos del lector, siempre se cierra esperando su próximo entusiasmo (que le vendrá o no según la fatiga que le dejará en el futuro su horrendo trabajo) …pero esa frase subrayada o la palabra rayada a su costado permanece por que la elección ya no es del autor, que solo actúa de médium…la frase es a donde apunta su corazón…su pasión, su tristeza y supera ya al libro que espera cerrado y mudo en su bolso…(las palabras que él o ella anoto al costado del párrafo seleccionado decían: “ambición, anhelo, apetito , aspiración") ¿sabrá ella o el que sus palabras me llegan tanto como el libro mismo?…¿que su obsesión ahora también es mi obsesión?...



“Pagó, salió del restaurante y se puso a pasear por las calles, lleno de una melancolía que se hacía cada vez más hermosa. Había pasado siete años de su vida con Teresa y ahora comprobaba que aquellos años eran más hermosos en el recuerdo que cuando los había vivido. El amor que había entre él y Teresa era bello, pero también fatigoso: tenía que estar permanentemente ocultando algo, disfrazándolo, fingiendo, arreglándolo, manteniéndola contenta, consolándola, demostrando ininterrumpidamente su amor, siendo acusado por sus celos, por su sufrimiento, por sus sueños, sintiéndose culpable, justificándose y disculpándose. Aquel esfuerzo había desaparecido ahora y permanecía la belleza. Se acercaba la noche del sábado, por primera vez paseaba solo por Zurich y aspiraba al perfume de su libertad. Detrás de cada esquina se escondía la aventura. El futuro había vuelto a convertirse en un secreto. Su vida de soltero le había sido devuelta, una vida para la cual antes estaba seguro de haber nacido, seguro de que era la única que le permitía ser tal como de verdad era…” (Milan Kundera - La insoportable levedad del ser.)



La curiosa edad de los hombres cuando miran lo recorrido y lo horriblemente estructurado que esta todo lo por recorrer y se preguntan ¿esto era la vida? y se lanzan con desesperación a leer novelas de amor para que destrocen esos horrendos caminos que fueron de cualquier persona menos los suyos…



‎"Amar a alguien… y dejarlo en paz, libre incluso de las miradas más discretas..." (Peter Handke. Historia del lápiz)



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