jueves, 22 de septiembre de 2011

Diario



Se sienta uno a “investigar”, porque para eso le requieren los académicos, pero al final termina uno hipnotizado con Rilke…y Godard…no puedo dejar ningún minuto de asombrarme ante el mundo...es mi momento de gloria, donde la interioridad esta vestida de etiqueta , pero no para su demostración en los salones , sino para por fin justificarme ante mí mismo. No dependo de nada ya y la gente me deja en paz, no hay misterios sobre mí e ignora mis divagaciones, no se me exige nada , como un pájaro que solo tiene que desplazarse. No requerimientos, ni consejos, ni compasión, ni esperanza, ni éxito. Por fin estoy afuera con toda mi fuerza esclava…que ahora libre entra al mundo entre palmas y este mundo que me ha esperado por años me da la bienvenida , ya que le leo bien , le extraigo todo, le hago verdaderamente mundo…eso es el baile , eso es la poesía y el carácter definitivo..
No sé que es más bello si el film de Godard o el escrito de Rilke , o quizás son los mismo. Las condiciones materiales y espirituales para hacer surgir arte…bailar..



De “Los cuadernos de Malte Laurids Brigge” Rainer Maria Rilke.


“Para escribir un solo verso, es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales, hay que sentir cómo vuelan los pájaros y saber qué movimiento hacen las pequeñas flores al abrirse por la mañana. Es necesario poder pensar en caminos de regiones desconocidas, en encuentros inesperados, en despedidas que hacía tiempo se veían llegar; en días de infancia cuyo misterio no está aún aclarado; [...] en mañanas al borde del mar, en la mar misma, en mares, en noches de viaje que temblaban muy alto y volaban con todas las estrellas -y no es suficiente incluso saber pensar en todo esto. Es necesario tener recuerdos de muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a la otra, [...] Es necesario aún haber estado al lado de los moribundos, haber permanecido sentado junto a los muertos, en la habitación, con la ventana abierta y los ruidos que vienen a golpes. Y tampoco basta tener recuerdos. Es necesario saber olvidarlos cuando son muchos, y hay que tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues, los recuerdos mismos, no son aún esto. Hasta que no se convierten en nosotros, sangre, mirada, gesto, cuando ya no tienen nombre y no se les distingue de nosotros mismos, hasta entonces no puede suceder que en una hora muy rara, del centro de ellos se eleve la primera palabra de un verso…”


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