lunes, 21 de julio de 2014

Diario




El temor de Freud de superar culturalmente a su padre , que era un comerciante no letrado, fue según él, lo que le hacía sentir malestares físicos al visitar el Partenón en Atenas. La arquitectura como síntoma. Lo llama “unheimlich” lo ominoso, lo siniestro, la culpabilidad por el goce inmerecido. La caída del trono paterno.
El estadio de fútbol por el contrario une, no hace superior, reconcilia. Eso sentí al visitarlo con mi padre , la última vez en la final de O’Higgins con Católica . La cultura no debería premiar, sí el juego. Nunca iré al Partenón.




El deseo de solo leer y escribir en la vida, recurrente en almas atormentadas que justamente lo que menos le permitían era hacer eso…Se imagina los ángeles del cielo constantemente escribiendo, leyendo , ¿pues qué otra cosa más podrían hacer? 


Cuenta Galeano un hermoso diálogo entre un campesino, Joao, con Paulo Freire que está en su humilde pueblo brasileño alfabetizando:



” —¿Cómo estás, Joáo?
Joáo calla. Estruja su sombrero. Largo silencio, y por fin dice:
—No pude dormir. Toda la noche sin pegar los ojos.
Más palabras no le salen de la boca, hasta que murmura:
—Ayer yo escribí mi nombre por primera vez….”





Chejov es el gran recordador de la desesperanza humana, tanto que según él “haría falta que tras la puerta de cada hombre feliz y satisfecho hubiera alguien con un martillito que le recordase continuamente con sus golpes que existe gente desgraciada, que la vida, por feliz que sea, tarde o temprano le enseñará sus garras y la desgracia —la enfermedad, la pobreza, la muerte— caerá también sobre él, y entonces nadie lo verá ni lo oirá, como ahora él tampoco oye ni ve a los demás…” 


Hay dos posiciones morales frente a esto, ambas igualmente válidas : 



-La primera olvidar y deshacerse del hombre del martillito, que ya mucho dolor tenemos en nuestra propia vida como para andar recordando todo el dolor ajeno a cada minuto. Así la felicidad se siente mejor en la intimidad silenciosa . 



-La otra, retorcerse en cada martillazo, crecer y buscar una solución a ellos, imaginario o militante, o no solucionar nada, como en la tragedia clásica, sino simplemente vivirla a cada instante. 



No creo que ninguna de las dos posturas sea mejor que otra o más digna, ambas son respetables . Eso sí, creo que la literatura está del lado de las gentes que tienen el hombre del martillito como mejor amigo…




La historia, según la teoría, sí o sí va a derivar en una sociedad comunista , es su lógica interna. En el fondo no es ese el problema, los problemas son los siguientes: primero: enfrentar la impaciencia en cuanto a esa llegada, y hacer parir, apurar esta inevitabilidad ( aunque lo inevitable no llegue nunca antes), y segundo : la función de actor, lo inevitable no necesita alguien que lo cause. Todo esto se deriva de que los textos que inauguraron estas formas de pensar (ya sean cristianos o marxistas) se escribieron en épocas que se sentían eminentemente las últimas. Marx y San Agustín, por ejemplo. 
Samuel Beckett ya lo sabía: todo consiste en esperar…o des-esperar. Por último pensar en que esto no se va acabar nunca sino va a regresar millones de veces más hasta el infinito, pero sin volverse loco como Nietzsche…Sin medidas, ni valor, ni finalidad. Esa es la situación actual…




“El hereje es quien tiene ideas personales”, lo dice Bossuet , lo cita de Maistre y Marx estaría de acuerdo…Una idea atraviesa todas las posibilidades históricas aunque aparentemente se contrapongan…


Los utensilios, la imagen y la tumba son las tres condiciones, según Hans Jonas, de la hominización. La herramienta, la poesía y la muerte. El mundo moderno solo interesado en la primera no podría entonces catalogarse de eminentemente homínido…



"¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?.." Dice Jesús ya casi sin paciencia, en Mateo 17:17



Despierto, leo las cifras de asesinatos que según el periódico ruso Izvestia , realizaron los siguientes gobernantes: Stalin 42.6 millones de personas, Mao Tse-tung 37.8 millones, Adolf Hitler 20.9 millones, Chiang Kai-Chek 10.2 millones, Lenin 4 millones de muertos. Pol Pot responsable de 2.4 millones. Los que están bajo el millón no salen en la estadística. Luego tomo desayuno.




Tantas citas bíblicas en el diario de Unamuno, muchas piden humildad, apostaría que él era cualquier cosa menos humilde (después lo corroboré). Que tontera pedir humildad al otro. Que absurdo. En el fondo ¿para qué serviría la humildad sino para sacar más fuerzas narcisas del demandante? Un autogol de la voluntad . Es como querer hacer callar a un grupo de niños en su cumpleaños. Imposible. Eso es la vida del individuo: una lucha en un desordenado cumpleaños de niños, lleno de forcejeos y gritos (Los niños cuando forcejean, no sé porqué, también sonríen).
Ni humildad ni narcisismo, aspirar a algo mejor, a la ἐποχή , la Epojé , la suspensión del juicio. Ese estado noble al que sólo llegan los árboles y que permite en medio de ellos, el necesario paréntesis vital que tranquiliza a los niños ya cansados de jugar…





"Cuánto desearía inventar un género nuevo de euforismos, breves fragmentos, píldoras escritas que, leídas, levantaran el ánimo de las gentes, disipando en ellas, y en mí, los desalientos…." (Andrés Trapiello, “Miseria y compañía”)





En el metro existen dos categorías de personas: las que bajan las escaleras tradicionales y las que bajan las escaleras mecánicas, estas últimas son de mucho mayor número en una sociedad sedentaria. Pero observando mejor también están los que bajan las escaleras mecánicas de la forma como bajarían una escalera tradicional, esto molesta mucho a los más ortodoxos ya que se preguntan, con razón , ¿para que baja este tipo de escalera y no lo hace por la tradicional si quiere caminar? Puede haber una hipótesis, gente que simplemente quiere hacer ejercicio pero también va apurada. Yo soy de estos últimos, en la mañana hay que moverse, si se pudiera me iría caminando al trabajo aunque me demorara ocho horas. Pero esto no lo entiende la gente que baja estática por la escalera mecánica, da pequeños golpes en señal de protesta. Desde ese momento se inaugura su pequeña cólera, y eso que todavía hace falta el vagón. 


Un vez dentro del tren no hay espacio para nada, ni para ser feliz, ahora a lo mas se permite ver el propio teléfono sólo porque todos lo hacen , pero leer un libro cuando en el metro no cabe ni una aguja es molesto para la gente , de nuevo dos razones: una por que ocupa quince centímetros más y eso molesta y segundo porque desconcentra . Una de las cosas que exige el usuario de metro es la viveza, si se forma un espacio a tu lado hay que ocuparlo rápidamente y con astucia, si no se va a bajar en la siguiente estación tiene que ubicarse lo más lejos de la puerta, ponerse de costado cuando es necesario, etc. En estas instancias se demanda una concentración total, sino surgen de inmediato los gestos de molestia, primero empujones de advertencia, luego comentarios recriminatorios, hasta insultos y en algunas oportunidades (las más sabrosas) hasta golpes. 



Yo conservo mi libro en la posición de lector, hago caso omiso de la regla de los quince centímetros a pesar de los reclamos implícitos de las viejitas de al lado. El metro a esta hora no es para leer ni para estar desatento al lugar de bajada, piensan. De pronto sube una joven hermosa, se delata porque mira el libro que leo luego mi rostro. Lectora empedernida o estudiante de literatura, se empecina en saber cuál es mi libro, no se la hago fácil, bajo un poquito la tapa para que no se dé cuenta. Ella sede, aparentemente, pero en la siguiente estación vuelve a la carga, ha tejido un ideal (a eso juega siempre cuando ve a alguien leyendo) y desea en su interior con todas sus fuerzas ¿o sino porque el empecinamiento? - que no sea un libro de autoayuda o un Best Sellers. 
Al final ve el libro es “La vida después de Dios” de Douglas Coupland, no está mal piensa pero podría ser mejor, de seguro un joven que lee ese tipo de libros ya había leído toda la mierda posmo anterior , Generación X , Planeta Shampoo, etc y no le queda tiempo para leer lo mas sustantivo , por ejemplo Finnegans Wake. Tiene razón, leo poco, casi nada, no me interesa mucho ahora, es mas leo solamente lo que me dé algunas luces sobre la locura del mundo actual, puede ser un libro , un anuncio publicitario , un programa de farándula o una expresión facial de una joven estudiante de literatura. (El secreto es que mientras ella se esforzaba en leerme yo la había leído antes a ella, ropa, aros, peinado, gestos, movimientos oculares, bolso, antigüedad de sus zapatos, etc.)



Al final el viaje termina, las categorías humanas se bajan , marco la página en que me quedé del libro, justo donde comienza el siguiente capítulo.
Coupland escribe una frase suelta antes de seguir: “Dedicado a quien nunca ha roto con nadie”
Justo el último dato que me faltó de la estudiante. ¿Habrá alguna vez roto con alguien? ¿o ya entró a esa etapa insípida y pobre de la vida donde ya no le puede hacer daño nadie?. El dato final para el porvenir espiritual de cualquier persona… La etapa pre-corazón , pre -intenet …





Se pasea por las calles de Florencia y Roma con desplante y asombro como Stendhal, viendo cada detalle de su arte , arquitectura e historia, pero lo hace en Google Earth. Ese es su condena, vislumbrar el poder de la belleza que lo curaría, pero sin permiso para adentrarse en ella ni un centímetro. 
La belleza y el ideal humano existen pero muy lejos de ti dice su oráculo (“La belleza es una promesa de felicidad”)…Inaccesible a tus suspiros sensibles, deberás conformarte con la vacía distracción monacal de la privación, una ratonera sixtina, un coliseo de cartón, mujeres imaginarias …Un Stendhal de Google Earth.





“El objeto mágico donde se concentra todo el universo sustituye a la mujer que se ha perdido… Es la condición de la experiencia metafísica. El héroe comienza a ver la realidad tal cual es y percibe sus secretos…Se trata en realidad de la tradición del tango, el hombre que perdió a la mujer mira el mundo con mirada metafísica y extrema lucidez. La perdida de la mujer es la condición para que el héroe del tango adquiera esa visión que lo distancia del mundo y le permite filosofar sobre la memoria, el pasado, la pureza olvidada, el sentido de la vida. El hombre herido en el corazón puede, por fin, mirar la realidad tal cual es y percibir sus secretos… El hombre engañado, escéptico, moralista sin fe, ve por fin la verdad…” (Ricardo Piglia. “Formas breves”)




El anciano guardia del GAM , un metro sesenta de estatura, aproximadamente 70 años, lo observo detenidamente media hora, mientras se pasea de aquí para allá sin saber que hacer. ¿Qué papel juega en la historia universal?
Veo más seguridad en los vagabundos del barrio República que en él, ¿Por qué? Los vagabundos son filósofos cínicos como Diógenes, ya están fuera del mundo, nadie los puede echar del exilio mismo. En cambio este viejito estuvo siempre dentro del mundo, seguramente con su oficio correspondiente, zapatero , obrero, pintor, pero ya no le dejan pertenecer a él, lo han exiliado a pasearse por horas pensando en la vida (cosa peligrosa). Quiero oír su voz, se parece a Artaud pero en miniatura ¿a qué hora cierran caballero? le pregunto, -a las once –contesta con amabilidad (llegará entonces a su casa a las 12) y toma de nuevo su rumbo interminable con la tarea bien hecha de responder correctamente a la pregunta formulada. Nunca olvidaré al pequeño Artaud que me destrozó el alma. 
¡Ay! Los exiliados de la historia…






¡Qué emoción! me acuerdo haber visto en una tibia tarde de verano, vestido de escolar , completamente solo y alegre , esta película en el cine Normandie . Al llegar con timidez a la sala (siempre con temor a que los eruditos me castigarande una u otra forma , porque en ese tiempo ellos siempre castigaban con sus frases , con sus respuestas) me doy cuenta que la película no venía con subtítulos, se daba por hecho en ese tiempo quizás que los que iban a ver esto sabían francés y que yo en mi inocencia infantil creía (la gente era muy seria en estos temas , todos viejos , burgueses bien vestidos, como los que salen del teatro ICTUS, todos atemorizantes para el pobre de Pudahuel) 
Así me entretuve echado en la butaca , viendo las zonas donde revoloteaba el héroe rebelde en su infancia , en su colegio, en sus calles y su casa, pero sin comprender nada de lo que el narrador decía. En un momento me pregunto en la oscuridad de la sala ¿Qué hago aquí? Nadie sabía que estaba ahí , ni familia ni amigos , tampoco lo contaría mas tarde , era ridículo, como el creyente que recién se está convirtiendo y se avergüenza al principio de sus primeras visitas a la iglesia. 
Ahora la película esta acá, en este nuevo mundo tan extraño al anterior. Después de más de veinte años por fin entenderé lo que decían esas bonitas pero inentendibles palabras en francés que escuchaba de colegial… Duele la nostalgia de ese tiempo, la de no saber pero quererlo todo y sentir por ello una pasión inexplicable, una pasión de mil caballos, sin origen ni razón . 
Pero hoy es tarde, se sabe pero sin pasión, se sabe algo y a su vez se le detesta. Amputado de todo el mundo como el poeta, muriendo en el hospital solitario de la vida, sin nada que esperar. Renegando de la poesía. Añorando el sol.
Curiosamente Rimbaud escribe en pocas líneas algo que resume todo esto:


“¡Ah! El egoísmo infinito de la adolescencia, el optimismo estudioso; ¡qué lleno de flores estaba el mundo aquel verano! Los aires y las formas moribundas….” 




En “La vida de los Doce Cesares” Suetonio cuenta que el emperador Tiberio ordenó ejecutar a uno de sus cómplices Sejano, y también a toda su familia, incluida una niña de once años. “Como las leyes prohibían condenar a muerte a las vírgenes, ordenó al verdugo que antes de cumplir la sentencia, la violara y desvirgara…” Tiberio, contemporáneo de Cristo.



Escritores lanzan un libro e invitan hasta su familia, bello gesto pero para los enfermos de literatura no hay nada más vergonzoso que vean lo que escribe. De escolar mi madre descubrió algo que había escrito, en seguida dije que era un trabajo estúpido para una asignatura, momento realmente vergonzoso, tal como una cicatriz en el torso que uno siempre se niega a mostrar en la playa ¿Orgullo de escribir? ¿Orgullo de qué? ¿De exhibir su enfermedad?
Ahora sé que Tolstoi no escribía dos diarios, el oficial y el que le escondía a su mujer. Este último tampoco era tan oculto, era semi oculto, ya que sabía que se lo podía descubrir. Existía un tercero totalmente hermético, es decir, escribió un diario oculto pero no tanto, sólo para que “actuara” de oculto y su mujer al encontrarlo se tranquilizara, entonces existía un diario medianamente oculto para despistar el verdadero diario oculto, el tercero, el terrible. 
Todos los “enfermos de literatura” (que es lo contrario a ser un escritor) tenemos un falsa “ocultes”. Todos leen lo que les permitimos leer y ocultamos lo que les permitimos descubrir que ocultamos. El verdadero diario oculto ni dios lo lee. La enfermedad es “indiagnosticable”.





Esos días sin rastros de misantropia, donde toda la calle nocturna fluye: la arquitectura bien hecha , los rostros humanos como amigos, el sushi callejero , el neón absurdo. 
Una hermosa mujer al salir del metro lo mira todo (con esa hambre visual de los grandes fotógrafos) el mendigo , el vendedor de florcitas de papel, el mimo, la gente en el bar, hasta se da vuelta y mira hacia atrás, hacia mí, que voy fascinado viendo como ella lo mira todo.
Ella no posee esa mirada paranoica de la mujer que teme ser asaltada, sino la de la fotógrafa urbana que se dió el lujo de dejar la cámara en casa y decidió sólo salir a deleitarse mirando (como hacen a veces los fotógrafos experimentados)
Amo escribir en la micro , amo el mundo cuando se deja ver sin daño. Amo ver las mujeres libres , mironas , silenciosamente artisticas. Sus ojos cansados pero triunfantes, (con la mirada perfecta, sin compasión ni furia), pueden ahora descanzar, la foto sin cámara ya fue testificada y resguardada en uno de estos textos simples, rápidos y ridículos del nuevo siglo fotográfico. …



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