“La belleza esta en las calles” (Mayo 68)
Las antiguas civilizaciones orientales construyeron grandes dominios territoriales con gobiernos centralizados, pensemos solo en valle mesopotámico o el del Nilo con Los Sumerios y Egipcios respectivamente , hicieron mucho por el avance científico de su tiempo, los cálculos meteorológicos en torno a la astrología, la ingeniería en construcción , la hidroingenieria para manejar las crecidas de los ríos de los cuales eran muy dependientes , etc. Todo este avance se enmarcaba en un fuerte control social y estamental , los gobiernos orientales trataban a sus pueblos como ganado.
Toda su estructura económica estaba basada en esas relaciones sociales de producción. Los griegos por el contrario inventaron la política como tal, la palabra como un poder inusitado e inédito hasta su época. La democracia es ese poder de la palabra que impacta en toda la vida social incluso hasta en la disposición de su urbanismo que planifica la polis con un centro neurálgico en un ágora para debatir y comerciar. Esa ágora es el espacio que se llena de palabra libre entre ciudadanos, que escandalizaba literalmente a los orientales, es el símbolo pleno de la política, de la ciudadanía y la vida pública que Grecia inaugura con magistral belleza. Esto es política, todo lo que atañe a ese dispositivo de discusión que es la ciudad estado, a la Polis.
Por esto la política no puede ser despreciable para un habitante de la polis, del Estado, quizás el alejamiento de lo que llaman política por parte de la gente tenga muchas causas históricas (por ejemplo la irrupción de la individualidad moderna), pero la crítica es más bien a las lógicas de poder más que a la política. Tenemos plaza central y palabra, tenemos política ya sea activa, intelectual o en la lucha social, pero no somos los rebaños de esas viejas civilizaciones orientales, la política no es solo la lógica del poder sino es todo lo que implica vivir en una ciudad libre, donde la palabra es el dispositivo de poder.
El romano no concibe empresa vital si no en la comunidad en lo público, el moderno ve ese progreso pero sólo en su empresa individual, aunque no soportaría que esa individualidad fuese avasallada por un rey despótico, es decir, usufructúa de lo público, de ese mundo libre creado por los antiguos. Se contradice, utiliza las posibilidades del ágora, de la plaza pública, pero no en función de la comunidad, sino como un recinto para comerciar su infinita individualidad, que en rigor no existe sin esa palabra libre y poderosa que le brinda libertad para ejercer su pequeño y ficticio mundo clausurado.
*
“El burgués se ocupa exclusivamente de su existencia privada e ignora totalmente las virtudes cívicas…lleva tan lejos la distinción entre lo privado y lo público, de su profesión y de su familia, que ya no puede descubrir ningún vínculo entre lo uno y lo otro” (Hannah Arendt)
Hannah Arendt al igual que Max Weber ve estructuras religiosas en estos cambios de paradigmas económicos- políticos .El cristianismo es el que introduce el término de “libertad” (esa que tanto pregonan hoy ) pero de una forma particular , una libertad que se separa totalmente de la sociedad secular, que para el romano o el griego antiguo, inventores de la vida pública y ciudadana, hubiese sido una aberración…
"Para simplificar, el humanismo consiste en querer cambiar el sistema ideológico sin tocar la institución; el reformismo en querer tocar la institución sin cambiar el sistema ideológico: la acción revolucionaria se define por el contrario como una conmoción simultánea de la conciencia y de la institución..." (Michel Foucault. Mas allá del bien y el mal, en Revista Actuel 1971)
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario