miércoles, 12 de noviembre de 2014

Interstellar






Hay quien busca verdades en el cine. En Interstellar probablemente los físicos comenzarán a buscar las inexactitudes en las fórmulas matemáticas que se arrojan, para poder solventar la teorías que allí se plantean, pero hay que aprender que en el arte, específicamente en el cine, lo menos que se busca es verdad, se busca “verosimilitud” que está siempre más cerca de la estética que de la ciencia.
 Los grandes temas de la película son el tiempo y el amor, primero a los conceptos y después a engañar al público con los fuegos de artificio, Nolan aprendió de Kubrick, cada uno ve la película que quiere ver , al que quiere ver navecitas espaciales pues que las vea. El planeta tierra colapsa y debemos buscar una solución de supervivencia fuera de él. Colon salió a la exploración hacia a las indias con la misma incertidumbre, pero lo que perturba acá y es la base de la película, es que el viaje de Colon es geográfico, pero lo interestelar pone en juicio algo temible, la “estabilidad” temporal, es decir se viaja fuera de casa y sin las leyes de la casa (Colon por muy perdido que estuviese, viajó con la leyes de su casa, la brújula funciona igual de bien en Italia que en centro América y si le hubiese hecho caso a Eratostenes el griego, no se hubiese perdido por lo demás ) . 

Por todas las consecuencias de la teoría de Einstein sabemos que el tiempo no “correría” igual en la tierra que en otros lugares distantes del espacio, los resultados insospechados de un viaje así tejen la trama. ¿Salvamos a individuos o salvamos la abstracción de la especie? ¿Se puede superar el instinto de supervivencia por una meta mayor? La ciencia nos dice que el cerebro sólo empatiza con un cierto grupo de cercanos, “el amor a la humanidad” es un esfuerzo moral a contranatura que funcionaría bien en los discursos, pero en circunstancias límites tiende a disolverse. 


Un vez conversé toda una tarde con una física teórica (enamoramiento no correspondido de por medio) , mujer simpática y relajada. Se había inscrito en un magister de filosofía, probablemente llevada allí por sus tensiones existenciales propias de cualquiera que se inmiscuya en fórmulas matemáticas que tensionan (y torturan) el sentido común ¿Por qué muchas veces los físicos nombran a dios sin ningún complejo? Le pregunte, ya que ni los biólogos ni los químicos, ni muchas veces los filósofos se sienten cómodos en ese término. Bueno me dijo- es que hay algo extraño cuando llegas a tus límites hipotéticos, por supuesto no puedo explicártelo por qué no lo entenderías , pero ese concepto dios nada tiene que ver con el dios que te imaginas, debe ser una especie de impotencia teórica y como el físico está en cosas tan grandes, lanzar un concepto así no le causa mayor ruido. No es que sea creyente, sino es su forma de quizás sobrevivir en latitudes insospechadas, peligrosas para la mente.
 Así sucede en la película cuando las fórmulas matemáticas no pueden avanzar más allá del periodo histórico e intelectual de los hombres que las someten, entonces surge el misterio, ¿cuál es? El amor. Pero el hombre no se cansa de verificar, el científico sabe que el amor no es esa abstracción sentimental, más bien literaria, que los hombres se juegan desde hace siglos , que en realidad son simples impulsos químicos para la supervivencia de la especie. Este es el tema, ¿dejaremos un reducto literario, artístico, misterioso para el amor?, ¿o lo inspeccionaremos con las mismas armas teóricas con las que nos movemos en el espacio?. Y si lo hacemos ¿existe el hombre que resista esa empresa? 

Nolan incluye un críptico poema de Dylan Thomas como brújula simbólica del viaje: 

“No entres dócilmente en esa buena noche, 
Que al final del día debería la vejez arder y delirar; 
 Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz…” 

El amor sería algo extraño que está en el universo, que nos guía, nos completa y no simplemente otra cara más de la necesidad de la especie por su supervivencia. Una necesidad más como la nutrición, la inmunología o la defecación. Pero a veces nos revelamos irresponsables a la inspección matemática de todo, nos enfurecemos ante la muerte de la luz…El corazón es siempre irresponsable frente a los caminos de la ciencia, los románticos, siempre amantes de la irresponsabilidad, lo sabían muy bien: Así John Keats, el verdadero dueño del arcoíris, denuncia en su poema “Lamia“ el arcoíris “matematizado” de Newton. 

Sucede algo curioso, en la película “Contacto” de Robert Zemeckis, Matthew McConaughey es un religioso que pone en jaque las tesis científicas de Jodie Foster que todo lo quería comprobar y le pregunta: “¿usted se ha enamorado? Entonces pruébemelo”. Ahora en “Interstellar” está en la vereda opuesta, él es un científico y por supuesto su deber es desoír (en primera instancia) el corazón. 

El tiempo y el amor son terribles sondas para observar el pobre concepto que hemos asumido y creído de individuo. Replantear ese concepto solo se lograría al parecer , con el colapso total del hogar y la empresa más grande que podría crear el hombre en toda su historia: la emigración a otro mundo. Hannah Arendt muy visionariamente lo había explicado en “La condición humana”, y uno creería que Nolan leyó este texto para realizar su película:

 “El cambio más radical que cabe imaginar en la condición humana sería la emigración de los hombres desde la Tierra a otro planeta. Tal acontecimiento, ya no totalmente imposible, llevaría consigo que el hombre habría de vivir bajo condiciones hechas por el hombre, radicalmente diferentes de las que le ofrece la Tierra. Ni labor, ni trabajo, ni acción, ni pensamiento, tendrían sentido tal como los conocemos. No obstante, incluso estos hipotéticos vagabundos seguirían siendo humanos; pero el único juicio que podemos hacer con respecto a su “naturaleza” es que continuarían siendo seres condicionados, si bien su condición sería, en gran parte, autofabricada…” (H. Arendt . La condición humana.1958) 


Poner en duda nuestro hogar y nuestras leyes, comenzar de nuevo en otro lugar , un tipo de ciencia ficción que angustia, como angustia toda ciencia ficción que uno creería posible. Pero más allá de esto , lo que verdaderamente se puede rescatar aquí, es que quizás no hemos entendido bien el misterio de cuál es nuestro verdadero hogar. Surge una primera hipótesis que probablemente haya que verificar: nuestro verdadero hogar, quizás, no sea otro que el amor…

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