jueves, 19 de noviembre de 2009

Diario Noviembre 2009

Es importante mantenerse muscularmente activo. Pero mis músculos (específicamente los gemelos de la pierna derecha) no responden a la exigencia, han estado por semanas resentidos , me impiden hacer deporte, es decir cercenan una parte importante de mi y me obligan a que la teoría monopolice. Todo el mecanismo muscular me fascina. No hay cabida para el alma y en eso consiste la fascinación. Como ese famoso cuadro de Rembrandt donde los estudiantes de medicina están despavoridos con los tendones abiertos del cadáver, eso sí algo falto de respeto para la época, así me asombro con el mecanismo de mis músculos y me deprimo cuando fallan. El futbol es bello pero es muy dado a lesiones, correr es mejor aunque se merman las rodillas. A veces subo las escaleras de mi edificio de a dos o tres peldaños, en velocidad y cuando llego arriba , pienso “buen trabajo”. Cuando uno hojea un libro de anatomía queda una leve sensación de asombro y melancolía. Por que el espíritu tan poderoso en otra época se humilla ante la evidencia profunda del cuerpo, de ahí podemos hablar de biopolítica, desde los tendones y los gemelos y olvidarnos de Hegel como un gran chiste lógico.

Ni para profesor teórico ni para profesor moral , sólo serviría para dar una difusa senda de lo que esta enfermo el mundo de hoy. El mundo esta enfermo de uno, del que pasa , del que comprende , de la conciencia.


El libro “Temario” de Juan Rivano esta olvidado, descatalogado y absurdo en las estanterías de la librería, me espera, estoy seguro que nadie lo tiene, se que volveré en seis meses a ella y estará todavía allí como diciendo ¿te decidiste?


El romano medio de la República no sabia en toda su dimensión de que se trataba lo que hoy se conoce como civilización Romana, estaba allí por ende ignoraba su condición. Al igual que el hombre de hoy no sabe de qué se trata el mundo actual, el historiador del futuro lo sabrá. Que lejos de la experiencia se encuentra la historia. Que castigo es el presente.


No creo en el progreso pero aun así es una verdad de hecho, ¿como solucionar ese dilema? podando la técnica que envuelve al hombre para despojarlo de todo. Cuando se habla de progreso uno mentalmente debe apropiarse de un devenir natural que quita, que da, que nace, que muere y no deslumbrarse con pequeños bienestares que se comportan como si fueran paraísos.




No se lo que es escribir, si uno lo hace (como acostumbradamente lo creen la mayoría de los escritores) para ser exitoso y famoso de inmediato cae un rayo y desvirtúa lo poderoso del texto. Esto no quiere decir que no se desee ser leído, al igual que el arquitecto de la catedral gótica que quería acoger a toda la pequeña ciudad en ella pero aun así no firmaba la obra , suprimía el autor porque la intención de la obra era otra . La literatura debería ser una mancomunal de seres anónimos . A pesar de lo anterior el yo , la auto inspección delataría a un autor. Tal como los arbotantes que sostienen a la catedral gótica, los arbotantes que sostienen a la literatura es el yo. Escribir como actividad no debería ser mas que el alpinismo, se sabe que detrás de subir una montaña hay un deseo anónimo de aventura, de comunión en algunos casos, pero perfectamente nadie debe enterarse que un tipo subió una montaña sólo por el hecho de hacerse famoso (aunque hoy los hay) .Esto me recuerda el placer sin sentido de subir un monte , el vacio oriental, “Nepalense” que hay detrás de una excursión. ¿Que pensó Petrarca al subir el monte Ventoux? Sabemos que en su cima leyó unos versos de San Agustín , es decir pensó en algo mas grande que Petrarca , algo ya difícil para el incipiente individualismo humanista. Llevó un ejemplar de "Las Confesiones" y leyó esta inolvidable frase : «Van admirando los hombres, los altos montes, las olas del mar, la larga trayectoria de los ríos, la inmensidad del océano, la revolución de los astros, pero no tienen la más mínima preocupación hacia ellos mismos».

Aún así el humanismo se divorcia equilibradamente de la naturaleza, nace algo bello e inofensivo pero que se transformaría posteriormente en un monstruo. No dejo de pensar en ese arquitecto gótico ¡anónimo! No lo nombro, no lo conozco, aun así lo identifico. ¡Es tan difícil ser anónimo! No conozco su nombre esto no quiere decir que no lo tenga.
Ni tampoco el gestor (ya diría casi inconsciente de nuestra civilización) Cristo ahorrándose cualquier intención de ser un autor literario. A pesar que el cristianismo literariamente es obra de Pablo, de sus traumas y dolencias, sólo por que Cristo sabiendo el problema del autor no quiso o no le intereso tomar la pluma. ¡Que nadie sepa nuestro nombre aun así nos conocerán!



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