martes, 7 de octubre de 2008

Viña del mar origen y carácter


Diversos estudios han dado cuenta de la configuración urbana de Viña del Mar , preferentemente las propuestas no difieren en su sustancia, Viña surge como un soplo burgués al ajetreado proceso portuario industrial de Valparaíso, aunque en ningún caso se planifica como una ciudad balneario en su origen , ya que nace a su vez al alero de también un proceso industrial, aprovechando sus características naturales, donde la industria azucarera de la CRAV sienta un precedente importante bajo la inventiva de don Julio Bernstein . Esto un año antes de su fundación oficial por don José Francisco Vergara en 1874, este ingeniero liberal que da el fundamento oficial a la ciudad.

Los historiadores han demostrado que el moldeamiento de la ciudad se ha producido por diversos factores en una especie de polución social, económica y urbanística, entre estos factores podemos mencionar : la construcción del ferrocarril de Valparaíso a Santiago -que deja a Viña Del Mar en su sector de tránsito-, el terremoto de 1906 que replantea un urbanismo nuevo tras el colapso y además acoge a Porteños que emigran de Valparaíso por los efectos del sismo que fueron allá aún más radicales , la inauguración del camino costero entre el puerto y Viña y la transformación de clase de sus balnearios adyacentes como Cartagena que obligaron a migrar hacia el norte a la aristocracia invadida por el brote popular de dicho balneario . En este sentido es preciso señalar que el continuum no ha sido abordado muy profundamente en lo relativo a un ethos definitivo – si es que lo existe- asociado a la intervención estatal a fines de los años veinte, específicamente la ley 4283 , redactada bajo el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo.

Es preciso destacar el espíritu político que sella el devenir urbanístico de Viña del Mar en la primera mitad del siglo XX, es decir nos referimos la inyección monetaria producto de la planeación Ibañista y del rol Estatal frente al ethos de Viña, esta estaría reflejada en el espíritu de la ley 4283 promulgada en 1928, que daría amplios beneficios no solamente económicos al desarrollo del emergente balneario, sino también crearía todo un equipo de gestión a su alrededor para llegar a configurar el rostro moderno de la ciudad de Viña del Mar. Esta ley otorgaba a la municipalidad una autorización para contratar un préstamo por 14 millones de pesos, genera la construcción del casino de juegos y crea una junta pro balneario. Se van entonces sucediendo una serie de construcciones que cambiaran el aspecto occidental de la ciudad: El teatro Municipal construido en 1825 pero inaugurado en 1830, el Hotel O’Higgins, inaugurado en 1936; el Palacio Presidencial del Cerro Castillo, construido con fondos fiscales y que fue inaugurado el 31 de enero de 1931, entre otras obras que situaron de lleno a Viña del Mar en una ciudad con un carácter de balneario cosmopolita.

Según la antropóloga Jean Liedloff, “el concepto del Continuum se refiere a la idea de que, para alcanzar un óptimo desarrollo físico, mental y emocional, los seres humanos —especialmente los bebés— necesitamos vivir las experiencias adaptativas que han sido básicas para nuestra especie a lo largo del proceso de nuestra evolución Una cultura que exija a las personas vivir de un modo para el que su evolución no les ha preparado que no llene sus expectativas innatas y que presione, por lo tanto, la adaptabilidad de las mismas más allá de sus límite, esta condenada a dañar la personalidad de sus miembros ”( Liedloff 2006) . Es por esto que reconocemos en este paradigma antropológico diversos paralelos con la evolución urbana, especialmente en lo relativo a la relación ciudad- idea. El lazo que une a la madre con su hijo por años configura un carácter, a su vez existe un lazo que une a la idea con la ciudad y a esta con la búsqueda de su carácter. Más que establecer un error conceptual en el ethos de viña es preciso buscar una especie de “hilo emocional” entre sus diversos rostros e ideas que han ido configurando el hecho urbano.


¿Puede este hilo emocional generar historia material ligada a un ámbito urbano? Ya el célebre historiador del arte Erwin Panofsky nos sorprendía en su ensayo sobre “La arquitectura gótica y la escolástica”, como dialogaba aquella con la idea, es decir, como el radio arquitectónico del nacimiento de la Catedral Gótica se correspondía sorprendentemente con el radio de la “idea”, y como esta arquitectura no se podía pensar en principio alejada del radio geográfico de la Escolástica. Pensamiento (en este caso teológico) y territorio dialogaban casi dependientes en un proceso común, la escolástica es al territorio lo que la arquitectura al pensamiento, por ende poseen una estructura mental común y sus orígenes geográficos similares hacen latente esa estructura. En este mismo sentido la urbanística moderna “ha pensado”, y este pensamiento ha nacido de la rebelión o de la afección de las formas arquitectónicas y sociales que generó la Revolución Industrial. Primero el mismo dueño de la Fábrica consideró que las condiciones de vida y de vivienda son atroces, quiso hacer algo y la planificación urbana resultó un medio eficaz para mejorar este trauma, esto es lo que originalmente creó la utopía socialista del empresario fabril galés Robert Owen que a principio del siglo XIX, buscando una solvencia cooperativista en relación a la relación obrero - empresario sentó el precedente de una nueva mirada al problema Industrial. Posterior a esta reflexión crítica de la planificación urbana los modelos se hicieron aún más específicos, la Ciudad Industrial era un problema no sólo relativo a un mutualismo obrero, sino que era un problema integral que debería abordarse a un nivel global, tanto estético, económico y de gestión. La Ciudad Jardín en su concepto más ortodoxo nace de esta súplica urbana, su mentor fue el reportero (y no en su origen urbanista de academia como se cree) Ebenezer Howard , Británico de cuna, su paso por Estados Unidos no fue en vano, se relacionó con “la idea”, no es casual que en este paso conociera muy bien a Walt Withman y a Ralph Waldo Emerson, los dos mas grandes escritores trascendentalistas -quizás sumando a Thoreau- que forjaron una verdadera filosofía de la naturaleza y que indiscutiblemente lo influyeron en la concepción de su libro fundamental “Garden Cities of tomorrow” (1898) . La idea había sido construida, la ciudad moderna industrial apabullaba no sólo al obrero sino llegaba a las entrañas mismas de la poesía y la literatura, Ebenezer Howard estaba listo para plantear una nueva ciudad, ya no estrictamente para solventar una industria en desorden y aglutinadora sino una ciudad nueva , donde el campo y la ciudad dialogaran (como en la lírica de Whitman y la prosa de Emerson) había que inventar el concepto de “Ciudad Jardín”.

Tenemos el primer rostro definitivo de nuestra ciudad y curiosamente es con este rostro con el que se nombra en primera instancia a Viña del Mar : “La ciudad Jardín” , ¿Pero responde este llamamiento a al idea Howardiana en su correcta ortodoxia? Evidentemente no , como señalamos antes, la propuesta de la ciudad jardín es transversal a la estética , la economía y la gestión , esta desarrollada para que todas estas dialoguen y se equilibren, en este sentido la Ciudad jardín como respuesta al problema urbano industrial es orientada como un todo y no como un mero paradigma estético -paisajista.

¿Es Viña una ciudad Industrial?, su origen la acusa y la vuelve paradójica, Viña en su nacimiento le dio la espalda al mar y tuvo que esperar mucho para que “alguien” (este alguien que nos es querido en nuestro estudio) el Estado, la voltee y la planifique con una intención realmente profunda. Vicuña Mackena ya en su época decía visionario: “Viña esta hecha mas para los rieles que para las olas”. Entonces tenemos una ciudad con parto fabril, pero que se publicita como Jardín sin asumir toda la ortodoxia que la idea requiere, falta entonces determinar cuál es el factor fundamental para que esta ciudad se voltee a lo suyo, que se abra a la playa , que invente su próximo ethos , que se vuelva Balneario.

Los intentos no fueron pocos aunque no muy bien conectados ni sostenidos en el tiempo, Recreo y Miramar en el siglo XIX hablan de una intención balnearia, pero ¿cual es el impulso definitivo?, mas que una intención económica que la hace fabril, mas que una estética que pretende hacerla Jardín y mas que una intención aislada e inventiva de hacerla una playa intermitente , el verdadero impulso la genera una idea , ahora no trascendental ni natural , la idea que Viña se vuelva al mar y que genera su ethos moderno es una “idea jurídica” , una idea estatal.

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