John Bulmer
Una de las cosas que más me
alejan de cierta poesía es que los poetas usan palabras extrañas, poco
familiares. Escribir como se habla ha sido la guía que impuso Celine y la única
que puedo reconocer.
¿De qué sirve una palabra poco
familiar? Como ornameto barroco quizás, o como un extraño movimiento corporal
en una obra de danza contemporánea, pero en la escritura esto lo veo como un
mecanismo de repudio al habla que nos sostiene cada día.
Narrar con palabras familiares
hechos cotidianos y que sin embargo de esta cruza surja un mundo novedoso. Mi
estilo favorito de literatura. Lo veo en Montaigne, Mario Levrero, Carver,
hasta en el WhatsApp matutino del amigo inteligente. A todos les leo con
devoción.
Escribe Lichtenberg en sus
aforismos:
"¿Qué hay de malo en llamar
cometas o los cometas, esto es, estrellas con cabellera en vez de estrellas en
combustión o de vapor?... La corrección de una expresión no es lo único;
también cuenta la familiaridad. El valor de una palabra depende, en cierto
modo, de la relación entre corrección y familiaridad..."
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La idea de las mujeres de que el
trabajo genera independencia, libertad y la posibilidad de una vida realizada
viene de Simone de Beauvoir. Es por esto que la rebeldía feminista alegará
contra todo, incluso sobre las desiguales condiciones salariales entre géneros,
pero nunca alegará sobre el trabajo mismo. El trabajo para ellas no es
esclavitud sino un vehículo hacia la felicidad. Por esto espiritualmente nunca
triunfarán. Están a favor de la virtud del peor enemigo...
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El periodismo deportivo chileno
es solo deportivo, de ahí radica su estrechez , el periodismo deportivo
argentino es sin quererlo, y a veces con dosis altas de patetismo, un crisol de
su sociedad. Por ejemplo, ademas de analizar un esquema de juego de una
selección, el periodista argentino se hace otras preguntas ¿Qué es lo que
importa mas en el fútbol? La escuela de ganar o ganar, esto incluye métodos
incluso fuera de lo deportivo, que hizo famoso Bilardo, y que hoy está en
crisis, frente a una idea de juego y de un funcionamiento deportivo que siempre
trae detrás belleza, pero no necesariamente resultados. Bielsa es el fútbol de
la belleza y la ofensiva. Aún así, si se leen las estadísticas para muchos
argentinos este es un fracaso. Estas preguntas, sí se observan bien, caben en
cualquier circunstancia de la vida y ya se las podía ver en las teorías de
Maquiavelo.
El gran, irresoluble, y quizás el
único dilema del fútbol , (y de la vida) es ¿Por qué no gana siempre la
belleza? ¿Como un hincha o cualquier persona puede sentir satisfacción de una
victoria sin belleza?
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Hay un común denominador en el
programa espías del amor, ese que busca impostores que seducen por las redes
con engaños (un catfish chileno) Este mínimo común es la fealdad. Siempre el
mas pobre estéticamente finge una máscara bella para seducir a la pareja de
medidas perfectas.
En el matinal los panelistas
coinciden en que son descarados.
Pienso que este último es un
juicio muy medieval. Me recuerda ese rumor, que adquiría carácter teológico, y
que echo a correr la iglesia en ese periodo histórico. Este decía que el
campesino, obra de un orden divino, debía contentarse y agradecer su austera
posición social a dios y aceptar que las "castas" mas altas también
se inscribían en ese mismo orden, generando un todo armonioso con la
providencia.
El feo que desea una mujer hermosa, es el
nuevo campesino medieval que debe ser convencido de que su posición estética es
digna en el armonioso orden de la naturaleza. Si después de esta
concientización aún la desea, es que no ha entendido el proposito divino, que
siempre es espiritual. Debe ver a los otros hombres agraciados mientras se
deleitan con las mujeres mas bellas, tal como el campesino medieval veía los
banquetes de palacio, con una fuerte convicción religiosa de que el mundo debe
ser así.
Cuando un feo se rebela y quiere
poseer a la doncella mas bella, no es que sea descarado, está haciendo su
propia toma de la bastilla estética. Una nueva revolución que exige la
abolición inmediata de castas. El medio por el cual lo consiga siempre estará
justificado...
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Nunca he tenido una mascota. Ni
un perro ni un gato ni siquiera un canario. Cuando lo pienso siento que es un
acto verdaderamente extraño para esta época. Incluso es mas excéntrico hoy no
haber tenido nunca una mascota, que no haber tenido hijos, cosa que se vuelve
cada vez mas usual.
Camus decía que el hombre siempre
desea que no lo juzguen, de ahí su amor a los animales o a la novia ciega.
Hoy encontré una idea más bella
al respecto en un libro que estoy hojeando, es de un escritor holandés llamado
Rudy Kousbroek, que en su libro "El secreto del pasado" expone:
"Tener una mascota es, en el
fondo, un desafío a la creación, un reto a un universo gobernado por biólogos
doctrinarios y por la indiferencia. Tener un animal doméstico tiene algo de un
intento por redimir por lo menos a una criatura, un esfuerzo por brindar,
aunque sea a un solo ser una vida sin tristeza. ¡Que haya el menos una forma de
vida que lo tenga todo regalado y sea mimada como si fuera lo más natural, que
por fin un ser inocente pueda vivir toda una vida con la ilusión de que en el
mundo no existe la malignidad!
¿De dónde viene ese afán? En
realidad, es la manera en que quisiéramos que Dios nos tratara a nosotros: con
amor, sin hostigarnos. Después de todo, los animales también se encuentran
indefensos, a nuestra merced; es como si quisiéramos demostrar que esto es
posible sin cometer abuso. Pero lamentablemente la prueba falla: si bien es
cierto que disponemos de arbitrio, carecemos de poder, y esta circunstancia nos
es recordada sin piedad cuando algo sale mal..."
Yo nunca he tenido la opción de ser
ese dios benevolente de las mascotas, ni siquiera por el corto plazo que va
desde pasearlo del collar por el parque, hasta la hora de su comida y arrullo.
Abandono a todo ser viviente a su
dolor inevitable. Esta es la manera más genuina de ser dios. Participando de la
absoluta indiferencia universal...
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Escucho una confesión muy curiosa
y que me deja pensativo. En un grupo de hombres con los que me encontraba, un
tipo, de aproximadamente treinta años, dice: "Yo nunca he tenido una mina
rica". De inmediato me acuerdo de un amigo que hace años atrás me dijo
acerca de todos los lugares donde había trabajado: "Yo nunca he ganado
plata"
Lo primero que pienso con
semejante declaración, es que llega una edad donde la honestidad (incluso para
volver mas entretenida una conversación) supera cualquier atisbo de narcisismo.
Una confesión así sería impensable a los veinte años.
Lo segundo. Todos los hombres
entendieron lo que dijo de inmediato. Ninguno salió a subjetivizar la belleza
ni buscar razones espirituales a los romances para consolarlo. Para todos fue
tan claro como si le dijeran "tengo colon irritable". No es que el
tipo no haya tenido mujeres (a lo mejor puede haber tenido algunas) lo que él
señalaba simplemente es que nunca había tenido una mina rica. El discurso fue
tan claro como la declaración del sueldo de mi amigo. Para el hombre no hay
dobles lecturas. Por supuesto que una mujer al escuchar esto se indignaría.
Primero porque para ella la belleza es subjetiva (por lo menos mientras su
discurso sea oficial y no esté peleada con otra mujer, porque allí la belleza
automáticamente se objetiviza como arma de defensa) Segundo porque el asunto
principal del amor no es la belleza, así pura y dura. Alguien no tan bella para
ellas, puede tener tal encanto interior que suple cualquier falencia física.
El grupo de hombres no hizo
ninguna doble lectura y entendió de inmediato.
Me acuerdo de la máxima "La
belleza es subjetiva, lo que para tí es bello en una tribu de áfrica es
horrible y viceversa". Paradójicamente esta misma declaración confirma lo
que quiere refutar. Por ejemplo para los indígenas woodabe del África
subsahariana, la belleza existe y es tan objetiva que les hace pensar y
declarar con orgullo que ellos, los hombres de su tribu, son los mas hermosos
del mundo. (Herzog hizo un inolvidable documental sobre ellos)
Lo misterioso de todo es porqué
pasó esto. Pienso lo mismo que pensé para mi amigo del eterno sueldo bajo.
Quizás una situación de economía psíquica, suerte, habilidad, poder, incluso
mal destino. Lo claro es que uno no ganó nunca plata y mas claro aún ya nunca
va a ganar, y otro nunca tuvo una mina rica y lamentablemente ya nunca podrá
tenerla. Si hubiese que agregarle misterios al universo, claramente estos dos
cabrían de inmediato.
Existen claros parámetros en cada
tribu de que es la belleza. Nuestra tribu es global y salvo pequeños matices en
este asunto, al igual que los woodabe, (aunque nos esforcemos por ser
inclusivos) no tenemos dos opiniones. La belleza existe y solo es para algunos.
"No he tenido nunca una mina
rica". Así debería comenzar un estudio etnográfico de campo de una tribu
de occidente. Un estudio sobre los exiliados de la belleza y sus alcances
sociales y morales...
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Ahora Titanic en Fox.
Fijándome bien, la película no es
la dama y el vagabundo en versión marítima. Ella, cansada de los rigores de la
aristocracia, no se enamora de él porque es pobre. Jack no es un pobre, Jack es
un artista "circunstancialmente pobre".
Es el reflejo del artista
moderno, que exiliado de las cortes y el mecenazgo de sus antecesores
renacentistas, se ve obligado a comer solo legumbres, como los impresionistas.
Llega un momento en la historia
en que la aristocracia no se sostiene y no puede seguir manteniendo a los
artistas. Entonces estos o se vuelven vagabundos, se suicidan o comienzan
amamantarse de nuevas ubres. El Estado de Bienestar o la empresa privada por
ejemplo.
Jack es el artista que aún vive
en ese miserable y abandonado relevo entre dos mecenazgos.
Los pobres son otra cosa. No lo
que representa Jack Dawson. El artista quiere también ser un aristócrata, solo
que ha perdido momentáneamente el boleto de ingreso a los linajes y espera
reemplazarlo con sus óperas sentimentales. Muy pocos lo consiguen...
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“Escribir veinte líneas por día,
geniales o no...”
(Stendhal. "Diarios")
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Ayer se viralizó una presentación
en power point de la senadora Jacqueline van Rysselberghe con una falta de
ortografía (específicamente con la palabra "concenso" sic), que dio
pie de inmediato a un bullyng en las redes sociales. El bullyng era diverso, el
más superficial destacaba que la derecha era ignorante (como si el chileno
pudiese escribir esa misma palabra sin ningún problema, esa y otras más
fáciles) el segundo tipo de bullyng era más razonable, decía que los políticos
cobraban sueldos muy altos por asesorías pero que estas nunca funcionaban
(todos sabemos que estas presentaciones no las hacen ellos sino una siempre
ataviada y joven periodista)
Pero lo más curioso fue darme
cuenta que en el sitio de Facebook de la denuncia había comentarios muy
iracundos, ¡pero estos mismos con nuevas y evidentes faltas de ortografía! Esto
es lo tremendo. Voy a hacer bullyng a alguien por sus faltas de ortografía,
¡pero no tengo el menor cuidado ni temor de que mi propia denuncia y burla esté
lleno también de estas!
Flaubert sobre la ortografía:
"No es necesaria cuando se tiene un buen estilo. Creer en ella como en las
matemáticas"
¿Y Cervantes? Segun su editor
actual era ortográficamente terrible, tanto que se alivia que los lectores de
hoy nunca leamos sus manuscritos originales.
Yo siempre cometo horribles
faltas de ortografía, no tan sistemáticas, pero si bien notables. Y también
siempre hay un alma caritativa que me corrige por mí bien. La ortografía es la
corbata del lenguaje. Y la vida un banco al cual uno le pide con urgencia un
préstamo y que exige corbata.
Imagino el mundo de la ortografía
como esas viejas y horribles bibliotecas donde no te dejaban ni siquiera
estornudar. La neurótica rúbrica de un pueblo analfabeto para juzgar quien es
inteligente y quien no, pero sin saber qué sentido tiene esa rúbrica.
Los principios que rigen la
ortografía son siempre vacilantes, muchas veces el cerebro tiene un piloto
automático. En general los que leen harto gozan de una correcta ortografía,
pero a su vez cuando cometen un error lo cometen en grande. Es el cerebro que
cansado del horrendo y tiránico orden, ha decidido doblar a su disposición.
Apuesta despreocupado por la sensual curva de la C cuando debería haber puesto
la severidad de la S. Imagino un mundo que atesore el error porque ahí se
conservará el último indicio humano.
Sobre este tema siempre recuerdo
la carta que Roberto Arlt le envío a su hija cuando esta reprobó un examen
académico:
"Querida Mirtita:
Recibi tu carta. No es para tanto
un aplazo. Parti del principio que nosotros los Arltt nunca hemos sido fuertes
en gramatica y ortografia. Yo todavia no se a cienci cierta que diferencia
exciste entre un verbo y un adverbio. En cuanto a ortografia no necesito darte
referencias. En cuanto al viejo de mierda ese, paciencia. Volve a dar exsamen…
Estudia otra ves y listo".
[sic]
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De todos los tipos de sensaciones
dolorosas, el sufrimiento deportivo debe ser uno de los mas extraños. Esta ahí.
Amanece y te incumbe un resultado competitivo que ni siquiera es de tu
responsabilidad, ni tampoco consecuencia de ninguno de tus actos directos. Es
un grado alto de vivir la representación, tanto que muchos no lo comprenden.
Estos son los que creen que uno padece y se responsabiliza solo de lo que puede
estar a la mano. Me recuerda el "Zuhandenheit" de Heidegger. El
futbol es lo contrario de estar a la mano.
La pasión, (tristeza o alegría)
de un resultado de fútbol, es algo que percibo como mío, sin embargo no depende
de mi obrar. No es la misma representatividad, por ejemplo, que puede brindar
un ejército protegiendo a un pueblo de una invasión externa, aquí el beneficio
para el representado es evidente, soberanía, libertad, etc. La representatividad
del fútbol es algo incomprensible, porque no reporta ningún beneficio
explícito. Cuando Borges se indigna al escuchar que Argentina le gana a Holanda
y corrige, "once hombres casualmente de nacionalidad Argentina le ganaron
un partido a once hombres casualmente de nacionalidad holandesa", prueba
que no todos pueden conprender un triunfo personal que no dependa a su vez de
la propia persona. Es difícil . Pero tampoco creo que un triunfo de algo a la
mano, como escribir Pierre Menard, incumba mucho al proceso mental del sistema
que guió a esa mano.
Escribe Roland Barthes en
"El deporte y los hombres":
"El deporte es todo el
trayecto que separa un combate de un motín. Llueve sobre Inglaterra y, sin
embargo, toda se ha echado a la calle. ¿Por qué? Porque hay futbol en Wembley.
En ciertas épocas, en ciertas sociedades, el teatro tuvo una gran función
social: reunía a toda la ciudad en una experiencia común, que era el
conocimiento de sus pasiones. Hoy esta función la cumple, a su manera, el
deporte. Pero hoy la ciudad ha crecido: ya no es una ciudad, es un país, y
muchas veces, por decirlo así, el mundo entero: el deporte es una gran
institución moderna metida en el molde ancestral del espectáculo...
Conviene recordar en primer lugar
que todo lo que sucede al jugador también sucede al espectador. En el deporte
el hombre vive el combate fatal de la vida. A veces quiere decirle otras cosas,
pero el deporte sirve, en última instancia, para expresar el contrato
humano"
++++
El otro día en un sitio de
Facebook, esos de orgullo solteril, del tipo "vivo más feliz sin
hijos", me sorprendí de la cantidad de jóvenes que sueñan con la operación
de vasectomia. Muchos, los que ya se la han hecho, repiten sus ventajas y de como
esta les cambió la vida. Algo que no me cuadra, por evidentes razones
sanitarias, el éxito y el goce de la vasectomía debe ir asociada necesariamente
a la monogamia, en cualquier otro caso de promiscuidad, la vasectomia sólo te
permitiría convertirte en un lujo infértil pero también en un kamikaze venéreo.
Un "vasectomologado"
usando preservativos es tan absurdo como una iglesia con pararrayos.
¡Cómo puede cambiarte la vida una
operación que subyuga sus ventajas solo a la monogamia!
Lévi-Strauss, (en un artículo titulado
"La familia" que aparece en el compilado de antropología
"Hombre, cultura y sociedad") nos dice que en muchas tribus
primitivas el soltero está en la misma categoría que el huérfano y a menudo su
condición se lo asocia a un insulto, "es como la mitad de un hombre"
o calza en "la categoría que engloba a lisiados y brujos, como si sus
condiciones fueran el resultado de algún tipo de maldición sobrenatural".
Todos los hombres sin hijos somos
una especie de brujos, de insultos naturales, o cualquier otra cosa que riñe
con la tribu. Pero siempre alejado de la sensación paradisiaca que promete la
vasectomía.
++++
Mi carnet venció en octubre del
año pasado y no he dado señales de regularizar mi identidad. Y sigo vivo.
Simple. Cuando la sociedad te lo pida vas a tener que hacer el trámite, pero
pasa el tiempo y la sociedad no me requiere, y, linda coincidencia, al parecer
el sentimiento es mutuo. El conde Tolstoi se regocijaba de tonteras así, yo
también quiero hacerlo. Ser un mujik, мужик. Un campesino expropiado. El
intelecto más indolente de la comarca...
++++
Me encuentro con X, al igual que
con Y ambos me han borrado de amigo en Facebook. Curiosamente nos saludamos muy
amablemente, casi con regocijo. Noto que la amistad o por lo menos la
camaradería, no es sinónimo de presencia continua y apego, de estar todo el día
contándonos o lamentándonos de cosas en conjunto. Esto es solo cosa de las
redes sociales.
"No hay amigos: hay momentos
de amistad", dice el aún mas radical Jules Renard. Probablemente las
amistades o las simpatías son un estado de ánimo cada vez mas intermitente.
Cualquier atisbo de regularidad y rutina en este sentimiento va generando un
aburrimiento, una separación. A los amigos hay que verlos de vez en cuando,
concluyen Paul Auster y Coetzee en sus cartas. Todo lo contrario de las
relaciones de Facebook que mas que un lazo de amistad, se parecen a esos
remeros que pasaban todos los días juntos en las galeras, codo a codo,
compartiendo el remar sin descanso, con sus dolores, cansancios y miserias.
Cuando alguien te borra de
Facebook, quizás simplemente te está diciendo: "No pretendo estar a tu
lado remando eternamente en esta oscura galera, ni menos escuchando
constantemente la bitácora sentimental de alguien, pero sí podemos tomarnos (muy)
de vez en cuando algún café en un puerto o algo mejor aún, saludarnos al pasar
sin siquiera tener la necesidad de detenernos."
Esta constante bitácora del
solitario que es Facebook (y que es lo contrario a la amistad) me recuerda lo
que Ignacio Vidal Foch escribe en sus diarios "Lo que cuenta es la
ilusión".
“Rocío, una amiga de Isabel, que
me había llamado para pedirme no sé qué, cuando ya hemos entrado en
conversación y se siente más en confianza, me confiesa que le daba miedo
llamarme, que le asustaba hablar conmigo. Esto hace sonar en mí una nota de
confusión y de pena: a saber qué alarde de misantropía, qué coqueterías de
solitario, qué bufidos de Minotauro no habré resoplado durante estos años para
que de vez en cuando e incluso con cierta frecuencia alguien me confiese
temores parecidos”.
+++
Por años he escuchado
innumerables quejas de amigos y conocidos, que alegaban que cuando iban de la
mano de la novia de turno (o la definitiva en el caso de algunos excéntricos
monógamos) era cuando mas los miraban las otras mujeres por la calle. Una vez
en soledad el filtreo bajaba ostensiblemente.
Darwin perfeccionó las teorías
biológicas y nos enseñó entre muchas cosas sobre un fenómeno curioso y
atractivo relacionado con la angustia de mis amigos, la "selección
intrasexual", que en palabras simples es la competencia entre los miembros
de un mismo sexo para aparearse con el sexo opuesto.
Puede que toda esa inflación de
miradas al sexo que está comprometido, no sea otra cosa que una competencia
genética, una selección intrasexual.
Pero muchas veces sucede lo
contrario. La mujer que va de la mano con otro hombre te mira y muy
profundamente. Este arriesgado deporte, que ayer practiqué por casualidad, no
solo es abordado por Darwin sino también por la literatura de Milan Kundera que
escribe en "La identidad":
"Por mucho que él le dijera
que la quiere y la encuentra guapa, su mirada de enamorado no le serviría de
consuelo. Porque la mirada del amor es la mirada del aislamiento... No, lo que
ella necesita no es la mirada del amor, sino un aluvión de miradas
indiscriminadas, desconocidas, groseras, concupiscentes, que se detengan fatal
e inevitablemente sobre ella sin simpatía, sin ternura ni cortesía. Esas
miradas la mantienen en la sociedad de los humanos. La mirada del amor la
arrebata de ella."
Este tema es tan apasionante como
peligroso, nos dice que el mundo de los solteros, que intentan todos los días
seducirse con todo derecho, no sería necesariamente el más atractivo. Hay
muchos tipos de luchas sexuales de las que nadie está inhabilitado, ni siquiera
la mujer más comprometida del mundo.
"Nadie pertenece a
nadie" intenta reglamentar el nuevo progresismo amoroso, que desconoce lo
biológico en el filtreo e intenta explicarlo con el lejano recurso de un
contrato racional y ético. Sin embargo, la "selección intrasexual",
una pertenencia sutil pero de alto rango, debió actuar inconscientemente en los
genes del novio, que fijó su mirada propietaria en la mía para que no la
desviara en ningún momento hacia la de su pareja.
¿Cuántas batallas similares deben
lidiarse descarnadamente cada día?
¿Qué poder tienen los humildes
contratos sociales frente al empuje milenario de la vida?
+++
En sus conversaciones con
Eckermann, Goethe habla acerca de la poesía moderna: "La cosa es muy
sencilla. Para escribir en prosa hay que tener algo que decir. Pero puede no
tenerse nada que decir y hacer versos y rimas, porque en ellos una palabra arrastra
otra, y al cabo resulta una cosa que ciertamente no es nada, pero tiene
apariencia de ser algo"
Hoy casi ni leo poesía. A pesar
que lo primero que leí y escribí fueron poemas. No me impacta, no me dice nada
como el mas puro arte abstracto. Prefiero mil veces una descripción detallada y
realista de la cotidianidad humana, a un verso grandilocuente que siempre
pretende, no sé con que armas, descifrar un enigma universal. Siempre el que
quiere descifrar los enigmas universales sin reflexión, solo con la fuerza de
un arado lingüístico aparentemente complejo y "bello", no hace otra
cosa que mostrar una especie de evangelio disfrazado (en algunos casos celibato
obligado)
Casi siempre siento con la poesía
lo mismo de Goethe, que los que escriben versos no siempre tienen algo que
decir, que los versos mismos son el resultado de una cabeza en que no
necesariamente ocurren cosas para decirlas. ¿Entonces como pueden aparentar
decir? Con la misma arma de siempre. Tensando el lenguaje, haciéndolo
excéntrico, emborrachandonos de metáforas, superponiendo una imagen tras otra
como el consecutivo visionado fotográfico de una boda, donde ninguna foto puede
quedar fuera.
Otra cosa que me inquieta de los
poetas es la autoconciencia de ser una especie de elegidos. Antiguo vicio quizás
tomado de los mas locos alemanes. Los poetas, incluso los mas ingenuos y
toscos, hoy sienten que son los verdaderos filósofos, los sanos, los que no
sucumbieron al hospital de la reflexión. El camino a la "verdad" lo
encuentran siempre por algún atajo colegial. No es casual que esto traiga
consigo, en la conversacion cotidiana, una especie de juvenil mesianismo,
disimulado siempre con una humildad muy estudiada. Los pesimismos poéticos son
los peores.
Hay, por supuesto, muchos poetas
que igual que Philip Larkin, Frank O'Hara, Bukowski, Bolaño, Carver, Teillier,
¡Bertoni!, etc., no han ambicionado otra cosa que embellecer la cotidianidad,
ser neones llamativos que iluminan las calles de vuelta de la noche de juerga.
No pretenden ser nuevos Empedocles haciendo performance divinos en los cráteres
de la existencia y si lo hacen como Bertoni, (al único que puedo soportar
teólogo), es porque sabe adornar la nada con garabatos y la mística con
calcetines.
Me recuerda esto con mucha
gracia, la opinión que escribe Iñaki Uriarte en sus diarios contra los poetas
(quizás mucho mas chistosa y resumida que la de Zambra o Gombrowicz)
y con la que coincido plenamente:
"Leo una entrevista con José
Angel Valente en El País, que le dedica la portada y un gran artículo interior.
Se titula: «Mi lema es nadar contra corriente». Misterios de la hidrodinámica.
Esa costumbre de colocar a la
poesía por encima de todos los géneros y aún en la cúspide de la actividad
espiritual...¿A qué se refieren? ¿Quiénes son esos a los que llaman
«guardianes de las palabras de la
tribu», «legisladores ocultos de la sociedad», etc.?
¿Valente?
Si repasara las cosas que dicen
sobre la poesía gente como Paz, Valente y tantos otros, ¡qué cantidad de
exageraciones y de tonterías sin sentido!
Valente farda de místico. Dice
que una vez se le apareció el demonio en Silos. «Una noche sentí la presencia
del demonio en mi habitación. Lo vi de perfil y era como un animal extraño, que
defecó en mi habitación. La habitación se llenó de un olor malísimo y pestilente.»
«¿Vio los excrementos al día siguiente?», le pregunta con agudeza el
entrevistador. «No. Me quedé rendido después de esta tensión visionaria, pero
al alba no había nada. Entró la luz, y la luz —ya se sabe— deshace los
monstruos.»..."
++++
Voy a morir con la convicción de
que trabajar tantas horas como lo demanda la jornada laboral moderna, es una
soberana estupidez que se acomete al espíritu humano. Esto no impide que, en un
ataque de responsabilidad, nombre a esta actividad como "necesaria".
Como si la palabra "necesidad" fuese sacrosanta y perdonable, y no
una condena como efectivamente lo es.
Nunca he dejado de sentir esa
sensación de estupidez que rodea todo acto humano. Y me dio mucha alegría leer
esa declaración de Flaubert muy en sintonía con lo anterior, que dice:
“Lo que me impide tomarme en
serio, aunque yo sea de carácter más bien circunspecto, es que me siento
ridículo, no con esa ridiculez relativa de la comicidad teatral, sino con la
ridiculez intrínseca de la misma vida humana, y que se desprende de la acción
más simple o del gesto más común. Nunca, por ejemplo, dejo de reírme cuando me
afeito, pues me parece un acto completamente estúpido. Todo esto es muy difícil
de explicar...”
+++
En sus diarios Alfonso Calderon
recoge la opinión de Joaquín Edwards Bello sobre Viña del Mar:
"Es la Pepiniere [criadero]
de los siúticos. Y una falsa Versalles de la gloire et de la merde. Lo único
refinado de ese lugar es el azúcar. Apenas se deja atrás Caleta Abarca, los
malos olores, lo mefítico de Viña se esfuma. Y es porque ya se anuncia el olor
de los almacenes, de los barcos, de los trenes, que revelan el valor del
trabajo. Valparaíso es la patria de la decencia, del empeño comercial y de la
palabra del varón de empresa. No había que sellar los pactos en las notarías,
sino con la mano, de caballeros de verdad. Ingleses, italianos, alemanes,
franceses. Por el otro lado de Viña, solo comienza a perder su carácter de
cloaca en cuanto se asoma Chorrillos, y luego las ciudades de los inmigrantes
dignos sin relieves ni farsas. Quilpué, El Belloto, Villa Alemana, Limache, La
Cruz, Quillota. Yo soñaba con tener una ametralladora, en el ‘expreso’ y
‘liquidar’ a Viña, luego de comer dulces de La Ligua, comprados a las
‘palomitas’. En Viña mataron el futuro de Teresita Wilms Montt. Una vez que se
llega a Viña se pierde la inocencia. Es el nido de las víboras..."
Viví como diez años entre
Valparaíso y Viña del Mar y siempre intenté, desde la vereda del
"santiagoísmo", comprender que diferenciaba y rivalizaba entre ambas
ciudades. Al contrario del entusiasmo santiaguino por lo exótico, por la
historia, por los amores marinos, por la literatura y el folklore que engendran
los puertos, no se porque yo siempre preferí Viña del Mar. Incluso hice una
investigación (lamentablemente muy académica) sobre el origen de la ciudad que
al principio no tenía nada que ver con un balneario. En sus orígenes, el borde
costero de Viña del Mar estaba reservado exclusivamente para las industrias y
la basura. De ahí el mal olor que relata Edwards Bello, así este se mezclaba
con el afán de siutiquería de los nuevos adinerados de Valparaíso, que se
construían sus segundas casas en la nueva ciudad de Viña. Solo con la irrupción
del concepto de "Estado de bienestar" en la década del cuarenta, Viña
inventó la playa, instaló parques, incluso construyó un casino. Curiosamente el
mal olor, la basura y la desconfianza se trasladarían a Valparaíso.
Valparaíso siempre estará
influenciando psicológicamente por el mar. Viña del Mar originalmente ajeno a
este, tanto que su primera organización siempre le dio la espalda, tuvo que
inventar la playa. Es es juego de "invento" que inevitablemente tenía
Viña, y no de sometimiento geográfico y cultural que tiene una bahía como
Valparaíso, es lo que siempre me gustó tanto de ese hermoso criadero de
siúticos que es Viña del Mar.
Es, en definitiva, el mar que
inventa una ciudad (y también hombres) enfrentada por una ciudad que inventa el
mar. Fui feliz en Viña porque en ese tiempo yo mismo era también un invento...
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"Antes de la guerra mi tío
decidió ingresar en la universidad y hacerse filósofo. Una decisión más que
natural en una persona carente de un objetivo concreto en la vida. Toda la
gente con una percepción confusa y nebulosa de la vida sueña con dedicarse a la
filosofía..."
(Serguei Dovlatov. "Los
nuestros")
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El deseo, mentiroso e insolente,
de querer escribir como Joaquín Edward Bello pero pobre, sin herencia que
apostar en los caballos, sin gustos refinados ni genealogía, sin Paris, porque
antiguamente los escritores nobles se quejaban de la bancarrota pero a la
primera jaqueca huían para aliviarla a Europa. (Yo podría huir a la Serena hoy,
que el pasaje en avión está a 3500 pesos y una vez allá fingir algún dandismo)
Ser un cronista sin cronos, un
amante sin eros, una inteligencia rústica e infrecuente.
Conservar la tradición honorífica
de Edward Bello. El presidente de todos nosotros, los inútiles de la familia.
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Camino de Matucana a Plaza italia
como en los viejos tiempos. Esta vez miro muy poco a la gente. Al hombre lo
miro cuando va a hacer alguna estupidez, a la mujer bella con un grado muy
sutil de coquetería, siempre esperando ese cruel retorno que raramente llega.
Esta vez nada. No interesan. Dicen que nacemos cuando por primera vez nos vemos
con ojos inteligentes. Es una fecha extraña esa, quizás cuando descubrimos que
lo que uno lleva en su interior es mas interesante que las cosas que pasan en
el exterior. No hay mundo objetivo, sino procesamiento intelectual del mundo.
Idealismo alemán de Matucana.
El centro me agovia. Uno sin ser
demográfo puede percibir como explotó la ciudad en diez años. Este proceso es
irreversible y solo puede afianzar la fealdad. Lo dramático es que no siento
nada en común con esos apurados peatones. Quiero pensar que podría marcharme a
la Patagonia en cualquier momento como Bruce Chatwin. "El viaje como acumulación.
El colonialismo del alma, de cualquier alma, por muy bienintencionada que
sea", escribe Susan Sontag. Al contrario, el viaje para escapar al demonio
de la acumulación.
Una vez lejos, pensar que un
viejo de allá me dijera, "bueno, te estábamos esperando, estarás a cargo
de cuidar cisnes, de bajar la plataforma de un transbordador, criar ovejas o
transportar troncos", etc.
Siempre el habitante de la gran
metropoli tiene ese oculto sueño. La sensación de que el campo es mejor. Parece
ser que las ciudades crecieron mucho y que acá la vida está ausente.
¿Verdaderamente las ciudades, la
vida social, el hormigueo incesante, nos protegen de los peligros de la vida
rústica? ¿Será cierto que las oportunidades de progreso son el único impulso de
la vida? ¿Que el reloj nos ordena el tiempo sin cálculo de la naturaleza?
La idea de que la ciudad nos
cansa como una gran y depravada Babilonia es muy antigua. Parece que no podemos
separar la idea de paraíso y jardín.
Ya Horacio en el siglo I antes de
Cristo, rodeado de romanos campeones en hacer ciudades, se lamentaba en sus
Sátiras:
"¡Oh campo! ¿cuándo te veré?
y cuando podré conocer el dulce olvido de los afanes de la vida, o bien con los
libros de los antiguos, o bien con el sueño, o bien con las horas de ocio?..."
Quizás la ciudad no sea más que
un simple y concurrido ordenamiento del afán.
Ese afán es la renuncia del mundo
interior por resucitar la creencia de que existe un mundo "objetivo",
que se puede tomar, dominar y moldear. El espacio filosófico que pienso de
Matucana a plaza Italia es más poderoso que el recorrido de un espacio
cuadricular que pretende ser la ciudad en sí misma, que no existe más que como
un vehículo de resultados y productos.
Escribe Italo Calvino en
"Las ciudades invisibles":
"Tus pasos recorren lo que
no se encuentra fuera de los ojos, sino adentro, sepulto y borrado...."
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Tengo un extraño e inútil récord,
hace muchos años, al constatar que no había nada de Amiel en Facebook, cree un
grupo simplemente con su nombre: Henri-Frédéric Amiel. Fue el primer grupo que
Amiel tuvo en Facebook.
No es tan popular así que no creo
que alguien me dispute el dominio. Pero es extrañísimo. Hasta hoy me llegan
solicitudes de franceses pidiendo ser aceptados en el grupo (hoy acepté a
tres). Es como si un parisiense creara un grupo de Jorge Teillier allá en
Francia (donde nadie lo conociese) y nosotros desde aca le pidiésemos permiso
para unirnos al grupo. Pretendo replicar este ejemplo con otros.
Así fantasiosa y secretamente, un
chileno será el dueño de todos los escritores underground del mundo. Es como
ser dueño de la luna.
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Recuerdo cuatro casos (hay muchos
más) donde el cine o las series, han mostrado como el delito es una actividad
superior frente al trabajo y la vida común, que siempre es presentada como
humillante e insípida.
1) En Goodfellas, el protagonista
Henry Hill invita a la chica que le gusta a un famoso y recurrido restaurante,
que sólo para entrar tenía una interminable y nerviosa fila de personas
comunes. Henry mira sonriente al público que espera abarrotado. Él toma de la
mano a su sorprendida novia y acorta camino por la cocina (en un inolvidable
plano secuencia de Scorsese) una vez dentro lo espera un cantinero que busca
una mesa especial para él en primera fila. La razón: Henry se convertía en un
tipo importante dentro de la mafia del sector.
2) En la película The Shawshank
Redemption,
el viejo encargado de la
biblioteca de la prisión es dejado en libertad tras décadas de encierro. Ya
afuera en la ciudad el viejo no sabe como vivir. Le dan un humilde empleo de
empaquetador de un minimarket. Viendo que no puede con la vida común, que le
parece sin sentido frente a la posición que ocupaba en la cárcel, se ahorca.
3) En la película Heat, Al Pacino
recluta una banda para hacer un millonario asalto a un banco, dentro de los
candidatos está un negro recién salido de prisión. Este se gana la vida
haciendo hamburguesas mientras su jefe lo gritonea y lo trata de bruto. Cuando
le llega la propuesta del asalto, mira a su jefe, piensa en el absurdo de estar
allí para un tipo como él y acepta el reto.
4) Quizás la más reciente y famosa.
Walter White en Breaking Bad. Un profesor de Química totalmente sobrecalificado
para su cargo, que apenas le alcanza para vivir y que tiene que trabajar horas
extras en una lavandería de autos (muchas veces humillado por sus mismos
alumnos) decide dedicarse a traficar metanfetamina y hacerse multimillonario.
Gran parte de la serie hizo creer que lo hacía por su familia. Al final se supo
la verdad. Lo hacía por él, igual que Henry Hill, el viejo de la cárcel y el
asaltante negro.
Ese viejo dicho de los delincuentes
muy famoso aquí en las poblaciones: "Solo los weones trabajan", ya
había sido confirmado hace mucho tiempo por el mejor cine de la historia. Hay
en la delincuencia algo heroico, sólo detectado por los mismos delincuentes y
los artistas de Hollywood.
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"Leo en un viejo ensayo de
Freud:
"La vida siempre provoca
malestar".
¿De modo que esta desazón
estas ganas de huir a ningún lado
este aburrimiento de la gente
y aun de las cosas amadas
este malhumor matinal
eran, a fin de cuentas, la
vida?..."
(Cristina Peri Rossi.
"Poesía reunida")
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"Me quedo pasmado cuando
termino algo. Me quedo pasmado y desolado. Mi instinto de perfección debería
impedirme acabar, debería impedirme incluso empezar.
Pero me distraigo y obro. Lo que
obtengo es un producto que no resulta de una aplicación de mi voluntad, sino de
una concesión que ella hace de sí misma.
Empiezo porque no tengo fuerzas
para pensar, termino porque no tengo alma para interrumpir.
Este libro es mi cobardía..."
(Fernando Pessoa, "El libro
del desasosiego", Fragmento 152)
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El amor no es malo ni bueno. Ni
siquiera vale la pena debatir si existe o no. ¿Existe el semáforo? Sí, su
significado y toda la logística que le rodea, el símbolo de sus luces, su configuración
electrónica, etc., existe y funciona, pero en una calle cualquiera de una
ciudad moderna ¿Si pusiéramos ese trozo de metal en medio de una tribu
africana? ¿Existiría de igual forma? Ya no estamos tan seguros que la idea de
semáforo en tanto un objeto del tránsito sea estable. Su función ha sido
abolida y ahora puede ser un Tótem o cualquier otra cosa. ¿Existe la palabra
quizás? ¿O la palabra pasado mañana? Sí, tanto como existe el amor.
Bueno lo importante aquí es
comprender que llega el momento en que el amor, sentimiento claro, angustiante,
poderoso para el joven, se torna en tanto a su función, no tan claro para el
adulto. Algo similar sucede por ejemplo con la palabra dios.
Amor, dios, conceptos
"Infuncionales", aunque sea para nuestro aparato sentimental, no han
perdido del todo su "existencia", solo han mutado. ¿Qué se puede
hablar del amor o de dios cuando ya no se cree?
Son pretextos lingüísticos de
fuerzas totalmente ignoradas que ya han perdido todo el fulgor, la importancia,
la belleza o la peligrosidad que alguna vez tuvieron.
¿Existe el amor? Sin ninguna
duda, pero solo como un semáforo en el desierto...
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Siempre he pensado que los que
escriben exclusivamente en internet, redes, blogs, etc, no son estrictamente
escritores, en el sentido preciso y social del término. Son más bien parecidos
a radioaficionados.
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Me encanta como Susan Sontag
trata a la inteligencia, sin ambigüedades y con mucho orgullo, casi como un
nuevo placer sexual. "Para mí, - anota Sontag en sus diarios- ser
inteligente no es como hacer algo mejor. Es la única manera de existir"
Por esto cuando uno de pronto
está sumido en eso que llaman "la vida de la mente" y llega a lugares
baldíos intelectualmente, siente el mismo vacío de esas antiguas fiestas
adolescentes, donde aún no existía la más mínima promesa de sexo.
El placer del intelecto, para el
que sabe vivirlo, es un intenso placer sexual, aunque es profundamente
solitario, por ende, sin producto, ni poder, ni reconocimiento. Un placer
masturbatorio, totalmente infertil al mundo exterior.
Es simplemente una manera más de
elevar el propio vivir.
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A menudo pienso en un jugador de
la selección chilena, que sin tener una educación de buen nivel y de una forma
inexplicable, leyera mucho, tan compulsivamente que ni él pudiese dar la razón
precisa de tan extraño hábito. Leyera como esos excéntricos casos que surgen de
vez en cuando en cualquier rincón de la ciudad, aún en el más pobre y
abandonado. (Un caso tal como el de Octavio Soto, reponedor de supermercado de
la gran avenida, que fue premiado por la mismísima presidenta de la República por
ser el que más libros pidió en bibliometro el año 2009. Un total de 115. Cuando
le preguntaron la razón de su récord, Octavio no supo dar una explicación
elaborada que detallara el hecho)
Pienso que mi jugador tampoco se
eximiría de un curioso récord bibliófilo. Sería el único futbolista de la
historia de Chile que hubiese leído Los hermanos Karamasov. El dato lo
constataría no un comentarista de fútbol, sino un crítico literario amigo.
Pienso en este jugador cuando de
pronto se vea con su selección clasificado al mundial de Rusia. Una vez allá y
en un día libre previo a la concentración del partido decisivo para ganar la
copa, sus compañeros irían de shopping o se fotografiarían en plazas y salones
rusos. Él discretamente y en total soledad, se dirigiría a un oscuro
departamento del primer piso de la calle Kaznachéiskaia 11, en Leningrado. Ahí
hace 150 años, en una de sus sombrías habitaciones, Dostoievski escribía Crimen
y Castigo. Nuestro futbolista entraría allí con la solemnidad de un templo, con
ojos asombrados y el corazón palpitante, como si fuera una final del mundo. Un
curioso periodista lo seguiría muy intrigado por el destino de su paseo. Lo
fotografiaría en el departamento mientras él toca las paredes y los muebles
como si estos tuvieran características santas.
Su reportaje saldría en las
revistas especializadas, causando gran extrañeza y confusión entre los
lectores, todos acérrimos hinchas del fútbol, pero no de Dostoievski.
Nuestro jugador llegaría a la
concentración cabizbajo y con un mutismo que inquietaría al cuerpo técnico y a
sus compañeros.
El día del partido, nuestro
jugador haría el gol de la victoria y sería figura. Chile ganaría la final del
mundo. Entre la euforia nacional, nadie se acordaría de su extraña conducta dos
días antes. Haber visitado el recóndito departamento de Dostoievski, el
responsable de su más preciado, insuperable y oculto récord personal.
A menudo pienso en que esto
podría ser verdaderamente posible. Verlo allí en calle Kaznachéiskaia 11,
melancólico, con una mirada inteligente y luego, dos días después, eufórico con
la copa del mundo en sus manos.
Mañana Octavio Soto podría
levantarse nuevamente a las seis de la mañana para ir a reponer productos a un
supermercado de la gran avenida. Su récord sigue imbatible.
++++
En el documental de Herzog sobre
las "Gasherbrum", montañas gemelas del Himalaya, Reinhold Messner,
quizás uno de los mas grandes y emblemáticos alpinistas del mundo, le dice al
director: "No poseo ningún oficio, no he aprendido nada en particular,
solo he hecho muchas cosas para sobrevivir...eso me ha permitido ser
feliz". Cuando Herzog finalmente le pregunta que hará cuando no pueda
escalar más, él contesta: "Me imagino caminado con yaks de un valle del
Himalaya a otro, sin mirar atrás, sin mirar hacia adelante. Caminar sin destino
hasta el fin del mundo..."
+++
Hay dos tipos de perfiles
culturales en Facebook: el que genera contenido, por ende no le teme ni al
anonimato ni a la gratuidad, y el que genera promoción, el que entendió desde
muy pequeño, probablemente desde el colegio, que su carisma o su talento pueden
dar alguna divisa material.
¿Cuál es la diferencia de ambos
si los dos se consideran inteligentes?
El trato de sus padres... Diría
Freud.
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"No puedo trabajar en
nada". Parece una letra de The Who, pero ayer lo escuché de B con una
sinceridad escalofriante. No lo compadezco como si fuese un ave rara, el suyo
es el sentimiento de muchos adultos jóvenes en nuestro país. El pesimismo existencial
asociado al trabajo cada vez es mas masculino. Siempre me he preguntado eso. A
pesar que podemos ver a muchas niñas adolescentes revolcandose en su miseria,
casi siempre por influencia de una música pop o de una estética oriental, una
vez llegada la adultez, las mujeres parecen enfocarse muy contentas en su
profesión y ven cualquier pesimismo de este tipo como una pésima resaca
adolescente, una simple flojera o cobardía vital.
Me he preguntado siempre si la
falta de pesimismo femenino tiene una base biológica (quizas hormonal) o es
directamente cultural.
Lo mas probable es que exista
para ellas una sensación de que se vive un periodo crucial en los
requerimientos sociales femeninos, y que estos demandan cierta indepencia,
estatus, y realización laboral. Es probable que estemos frente a las primeras
generaciones que inauguran los empleos profesionales a nivel masivo en nuestro
país y eso se sienta. No es que antes la mujer no trabajara ni mucho menos,
variados empleos de esfuerzo doméstico caracterizaron a nuestras abuelas, pero
no de la forma que hoy se hace, desde un titulo profesional, con una esperanza
de desarrollo e independencia económica real, que rompa de una vez por todas
con el lazo histórico de la figura del macho abastecedor, que les permita emigrar
de comuna, viajar, refinar el gusto y todo ese "cursus honorum" que
la burguesía ha delineado por años.
En muchos hombres por el
contrario, existe hoy como una especie de repulsión instintiva y kafkiana hacia
el mundo laboral. Parecen tener suficientemente claro, al contrario de las
mujeres, que allí no se encuentra el mundo de la realización. No sienten ellos
que tengan que demostrar ninguna emancipación histórica, todo lo contrario,
cada vez hay mas hombres que tras su separación, no tienen empacho de volver un
tiempo considerable al ambiente amniótico de la casa materna.
Me acuerdo con esto de ciertos
escritores norteamericanos de posguerra que admiraba, a pesar que odiaban el
trabajo, ellos siempre conseguían uno y muy excéntrico, que les daba el escenario
preciso donde relatar sus dramas. Henry Miller y Kerouac a pesar de sus
llantos, parecían creativamente exaltados cuando eran contratados en empleos
ridículos una y otra vez. Bukowski mismo, tan enemigo del mundo laboral, le
debía mucho a estas cloacas para delinear sus novelas, que daban el título a
sus obras (por ejemplo "Cartero") y se enfocaban en sus malogradas
experiencias en el mundo de la necesidad. Eran escritores que no veían quizás
en el trabajo, aún el más mísero, una posición invalidante (se podía leer en
estos hasta en el retrete dice Henry Miller) sino una oportunidad más de ser
creativos y de ocupar su misma miseria para narrar el desencanto norteamericano
de su época.
Hoy sin ser escritores de ninguna
generación perdida, pero sintiendo al parecer un desencanto mayor porque ningún
trabajo los consuela, muchos hombres (lamentablemente los más inteligentes) ya
galopando en la insípida adultez, parecen querer tirar la toalla del
desarrollo. No inmiscuirse en guerras, ni pulir algún estatus social, sólo
parecen querer gozar la última oportunidad en el sexo sin compromiso (si su
pobreza o su vejez se lo permite) y retirarse a algún bosque simbólico que los
ampare.
Estamos hoy frente a una
dicotomía novedosa. La melancólica "rusificación" de muchos hombres,
que desean apartarse de una vez por todas a las frías y solitarias estepas de
la vida, frente a la moderna europeización de la mujer, que aún toma en serio
la burocracia, el conocimiento, la fortificación liberal de la opinión, que por
supuesto debe venir acompañada de un buen sueldo.
Ha llegado marzo, con su triste
manto laboral. Es la derrota definitiva, la batalla de Waterloo de los hombres
imaginativos.